sábado, 27 de abril de 2013

INDIGNACION ETICA




José María García-Mauriño
Mayo de 2013

La Indignación ética es una experiencia fundamental humana. Es la que puede marcar el sentido de la propia vida. Y si lo marca es «a partir de la realidad», a partir de la realidad más real, que es la realidad concreta de la injusticia que se comete con los pobres, la realidad mayor de nuestro tiempo, el lugar «antropológico» más fundamental.
Hoy no se puede definir el sentido de la vida sin situarse de cara a los pobres, o sin pronunciarse ante el conflicto crucial de nuestro tiempo, de los barrios y pueblos frente al capitalismo devastador, frente al imperio. Hay que encontrar el sentido de la vida desde el sentido de la Historia, desde los barrios y pueblos oprimidos. Los pobres juegan en el mundo un papel crucial. Ellos son quienes nos dicen realmente qué es el mundo. Toda captación de la realidad del mundo fuera de los pobres es una captación esencialmente viciada, distorsionada.

Distinguimos en ella varios elementos:
1, Una percepción de la «realidad fundamental»,
2, Comprometidos los valores fundamentales
3, Una exigencia ineludible, y
4, La que marca el sentido de la vida

1.- Una percepción de la «realidad fundamental»,
En primer lugar, decimos, que en la indignación ética se da una percepción de la realidad fundamental, que es la realidad más cruda y radical. Como es, por ejemplo, los más de 6 millones de parados, la angustia y la nula esperanza de encontrar trabajo de cerca de 2 millones de parados de larga duración, la lista interminable de desahuciados, la cruda realidad de los inmigrantes sin papeles, los más de 2 y medio millones de familias que no tienen ningún ingreso, los comedores de Cáritas atestados de gente, el sufrimiento de familias enteras que dependen de la escasa pensión de los abuelos, los jóvenes que tienen que emigrar para encontrar algún trabajo en el extranjero, multitud de niños que no tienen siquiera el comedor en sus escuelas infantiles. Y un largo etc.
Con esta percepción de la realidad queremos decir que la persona llega a captar en la realidad algo que le parece afectar a lo más sensible de la existencia. Como cuando no se puede tocar una herida porque en ella ha quedado al descubierto un nervio cuyo tocamiento estremece todo el sistema nervioso de la persona. Hay realidades y situaciones que ponen al descubierto ante cualquier persona dimensiones sumamente sensibles, esenciales, que comprometen los valores que estimamos como absolutos cuya integración es necesaria para la captación del sentido de la vida. En esas realidades y situaciones nos parece «tocar» lo más sensible de la existencia, lo «absoluto», aquello que nos concierne inapelablemente y que provoca en nosotros una reacción incontenible.

2. Comprometidos con los valores fundamentales.
Esa realidad es captada e interpretada de forma que se ven comprometidos en ella valores éticos. Al percibir esa realidad fundamental sentimos una indignación ética «radical» que viene desde lo más hondo, desde las raíces últimas de nuestro ser. Es una indignación que no brota de una circunstancia o de una ideología particular, sino una indignación que uno percibe que la siente por el mero hecho de ser humano, de forma que si no la sintiera no se sentiría humano Se trata de la percepción de la urgencia de la transformación social. Otro modelo de sociedad que sea más justa e igualitaria. Una indignación tan irresistible que no deja comprender cómo puedan no sentirla otras personas que se dicen humanas.
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La Indignación es un sentimiento profundo, un estado violento provocado en alguna persona por una realidad tremenda dura y radical, o una acción injusta o reprobable (Maria Moliner). Se trata de una experiencia, no de una teoría, una experiencia fundamental, porque es algo que ante la percepción de esa cruda realidad, marca a la persona en todos los niveles de su vida. Queda en la base de nuestra personalidad, nos define, nos constituye.
Esa percepción nos afecta porque quedan al descubierto, al aire libre, unos valores propios de todo ser humano. Valores fundamentales, imprescindibles, para la formación de su conciencia. Son los valores que subyacen en los Derechos humanos como son: la afirmación de la vida, el amor, la libertad, la justicia, la verdad, la igualdad. Valores básicos de todo Ser Humano. Al ser básicos, son  universalizables, se pueden aplicar a cualquier ser humano de cualquier país, o etnia, sea de oriente o de occidente.

3.- Una exigencia ineludible,
Se trata de una indignación radical que comporta una exigencia ineludible. Nos afecta, nos sacude, nos conmueve, imperativamente. Nos sentimos cuestionados en lo más hondo, en nuestro mismo ser. No podemos dejar de sentirnos concernidos por estas tremendas realidades. No podemos callar, ni tampoco podemos quedarnos con los brazos cruzados. Nos vemos interpelados constantemente de una forma ineludible: sentimos que no podemos transigir, tolerar, convivir o pactar con la injusticia, porque sería una traición a nuestra conciencia, a lo más íntimo y profundo de nosotros mismos….
Esta exigencia ineludible es a la vez una opción fundamental, porque se hace en función de esos valores fundamentales de la existencia, de la vida humana. Esos valores se han percibido como la base de  esa realidad concreta percibida. Se trata,  por tanto, de la opción fundamental de la persona.

4. Es la que marca el sentido de la propia vida,
Esta opción se toma «a partir de la realidad», que es la realidad concreta de los pobres, Hay personas que pasan por la vida sin enfrentarse a esta «realidad mayor», personas que se quedan en pequeñas realidades privadas, o de su grupo, sin llegar a descubrir el conflicto mayor de nuestro tiempo: La inmensa mayoría de la Humanidad padece hambre y miseria.  Los pobres juegan en el mundo un papel crucial. Ellos son quienes nos dicen realmente qué es el mundo Toda captación de la realidad del mundo fuera de los pobres es una captación esencialmente viciada, distorsionada.

Hoy estimamos que no se puede definir el sentido de la vida sin situarse de cara a los pobres, o sin pronunciarse ante el conflicto crucial de nuestro tiempo: la mayoría de los pueblos se siente oprimida por el imperio del dinero, del capital. Hay que encontrar el sentido de la vida desde el sentido de la Historia, desde las personas, barrios y  pueblos oprimidos.
Esta toma de postura también puede ser negativa: la actitud contraria a la indignación ética es la cerrazón del corazón, la falta de sensibilidad, la indiferencia, el pasotismo, la comodidad.

De ello deducimos lo siguiente:
Hay personas que pasan por la vida sin enfrentarse a esta «realidad mayor», personas que se quedan en pequeñas realidades privadas, o de su grupo, sin llegar a descubrir el conflicto mayor de nuestro tiempo. La perversidad del sistema capitalista que está conduciendo a la humanidad a una catástrofe sin precedentes. Es bien conocida la tesis de Emile. Durkheim (ilustre sociólogo) según la cual en el origen del socialismo hay una pasión: la pasión por la justicia y por la liberación de los oprimidos; una indignación ética, por tanto.

El punto de vista de los pobres y oprimidos es el más fecundo -por ser el más real- para captar el sentido de la historia que no es el punto de vista de los poderosos. La realidad sangrante sólo  se puede ver desde abajo.
Por todo ello es por lo que el contacto con la realidad del hambre en el mundo, de los pobres, de los parados, de los inmigrantes, de las mujeres, de los niños,  es necesario para todos aquellos que no nacieron o no viven en esa realidad. Es el contacto con los pobres el que, de hecho, nos hace mucho más real, la misma realidad.
Esta experiencia fundamental y la opción fundamental que lleva implícita es también un acto religioso. Aun vivido con una conciencia de no creencia.  Porque le salen al encuentro los interrogantes más serios de la vida: el sentido de la realidad, de la historia, de la humanidad, de sí mismo… porque ahí está definiendo el sentido de su vida, y por tanto está reconociendo a unos determinados valores como absolutos,
La indignación ética es también compasión. Es sentir como propio el dolor del mundo, padecer con él. El origen de esta pasión es lo que está en el origen de toda utopía revolucionaria. Decía Emile Durkheim,  “una persona no se hace revolucionaria por la ciencia, -ni por la participación frecuente en manifestaciones de protesta callejera, añado yo- sino por el sentimiento profundo de la indignación ética”.

Finalmente,  una cita del que fue Secretario de Estadio de los EEUU, Henry Kissinger a Gabriel Valdés, ministro de Asuntos Exteriores de Chile.
«Usted viene aquí hablando de América Latina, pero eso no interesa. Nada importante viene del Sur. La historia nunca ha sido hecha en el Sur. El eje de la historia comienza en Moscú, pasa por Bonn, llega a Washington y sigue hacia Tokio. Todo lo que pueda pasar en el Sur carece de importancia».


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viernes, 12 de abril de 2013

CRISTIANISMO, JUSTICIA Y POLÍTICA





José María García-Mauriño
 Abril de 2013

1.- Qué entendemos por Cristianismo:
El término Cristianismo no se encuentra en el NT. Aparece por primera vez en el siglo II en las cartas de Ignacio de Antioquia, para fijar la diferencia entre cristianos y judíos.

El Cristianismo no es una religión. No es lo mismo fe que religión. No es lo mismo Cristianismo que Evangelio. No es lo mismo ser creyente en Jesús, que ser religioso. No son ritos, (ir a Misa los domingos, bautizos, comuniones, bodas, funerales, etc.) ni obediencia sumisa a una Jerarquía. No es lo mismo “cumplir con la Religión” que vivir la fe en Jesús. Jesús es nuestro único Dios. Se trata del movimiento de fe inaugurado  por Jesús y que es todo un estilo de vida. El Cristianismo no consiste en doctrinas, ni dogmas, ni morales, se trata del seguimiento del profeta de Nazaret. Y este profeta se preocupaba fundamentalmente de tres cosas muy básicas, muy humanas: que no le falte comida a la gente, curar las enfermedades y las buenas relaciones humanas. Comida, salud y relaciones humanas, son las preocupaciones básicas de JESÚS. La Vida humana para todos y todas. Se preocupaba de los pobres, de los enfermos, de los niños, de los excluidos, los leprosos, los llamados pecadores y pecadoras, gentes de mala fama. ¿Dónde queda “lo religioso”? Jesús fue un profeta laico.

Jesús no fundó una Iglesia, buscaba incansablemente el Reino de Dios y su Justicia. La Iglesia tiene la misión de construir el Reino, una sociedad alternativa. Los seguidores de Jesús también buscan la Justicia, no el conformismo con este orden establecido, que es radicalmente injusto.
Jesús de Nazaret, estaba inspirado por la “ideología revolucionaria”. Es decir, se distingue porque, radicaliza la línea de los profetas, critica la religión establecida y dominante que legitimaba toda la vida judía y que estaba profundamente unida a la vida política del imperio. Jesús desacraliza el poder imperial, el poder religioso nacionalista y el poder del Estado: Jesús muestra que hay otra manera de organizar las relaciones sociales, basadas en devolver la dignidad a los pobres y marginados y otorgarles primacía. Y era normal que sus enemigos lo viesen como contrapuesto al orden jerárquico y patronal de la religión judía y del poderío romano: “Este hombre no nos conviene”.

A)  EL PROYECTO DE JESÚS: EL REINO DE DIOS
Jesús introduce novedades radicales: no habrá desigualdades, se cambiarán las relaciones sociales, la situación de los pobres y oprimidos cambiará, serán ellos los dichosos. Tal reino es el reino de Dios, que quiere implantarlo en la tierra, es la construcción de una sociedad alternativa.
La Buena Noticia de este Reino es el anuncio de la igualdad y fraternidad en un mundo donde no haya lugar para los ídolos del dinero, del poder, del afán del dominio, ni de instituciones religiosas, normas o leyes represoras. Jesús va a la raíz: este Reino es revolucionario, pero comienza por cada uno, por hacer nuevo su corazón y proyectarlo luego en prácticas y relaciones nuevas.

B) JESÚS INNOVADOR RELIGIOSO             
Desde que el hombre existe, ha creado conceptos, imágenes y normas para relacionarse con Dios. Jesús revoluciona esta relación, es muy otra la imagen de Dios que él comunica y que comporta una nueva forma de relacionarse con Él. El Dios de Jesús no tiene nada que ver con el poder, es Amor, actúa en la historia pero respetando las mediaciones humanas. “Ante Dios y con Dios, estamos sin Dios” (Bonhöffer, pastor protestante asesinado por los nazis). En su convivir con nosotros, Dios adopta un modo de vida pobre y entregado al amor, al servicio, a la liberación de los oprimidos y a la denuncia de la dominación. La forma de Dios como esclavo entregándose a la liberación de los esclavizados con una radicalidad que le lleva a la muerte bajo la doble acusación de subversivo y blasfemo, es única en la historia de las religiones.

2.- Qué entendemos por Justicia:
En general, se puede decir que consiste en dar a cada uno lo suyo. Y lo más suyo de cada ser humano es su Vida. Dar y reconocer la vida de todo ser humano, que sea  de verdad una vida humana, una vida de calidad. Todo ser humano es igual a otro ser humano, sea hombre o mujer o de cualquier etnia o país. Es el respeto por el principio de igualdad. “Todos nacemos libres e iguales...” (art. 1 de DDHH). Es el reconocimiento de todos los Derechos Humanos para todos y todas. Eso es hacer Justicia. Los que más necesitan la Justicia son las Víctimas de este capitalismo salvaje.

Ahora bien, la igualdad fraterna es un componente esencial del cristianismo, que se enfrenta a obstáculos estructurales que la hacen inviable. La justicia evangélica, más que dar a cada uno lo suyo, consiste en dar primacía a la satisfacción de las necesidades de los últimos, prioridad imposibilitada por el capitalismo, es decir, ese mecanismo acumulador de la riqueza excluyente y del poder como forma de dominación.

Jesús tiene claro que la igualdad es fruto de la justicia y alcanza a las personas y sectores sociales más empobrecidos. Por ello, anuncia que “Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”. Para hacer realidad su proyecto (el reino) hay que abolir que haya primeros y últimos. Tarea ésta imprescindible para los que quieren construir una sociedad más fraterna e igualitaria.

El Reino de Dios es incompatible con un orden que alberga la desigualdad y hace imposible la fraternidad. Sin igualdad no es posible la fraternidad. Y el camino para llegar a ella consiste en que “si uno quiere ser primero, ha de ser el último de todos y servidor”. Nada, pues, de riqueza ni de poder: “El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea esclavo” ¡El primero, esclavo; el esclavo, el primero! Una inversión de valores radical, para aquella situación judía interclasista y de esclavismo manifiesto del imperio romano. La situación colectiva de los empobrecidos y maltratados va a cambiar, serán saciados y recibirán consuelo, serán poseedores del Reino de Dios, porque ese Reino infunde dignidad y esperanza

Frente al reinado del dinero y del poder este cristianismo introduce una pasión en la historia: que los últimos dejen de serlo, que se adopten comportamientos y se organicen políticas que les den la primacía para construir una sociedad sin últimos ni primeros o, al menos, con la menor desigualdad posible entre seres humanos convocados a ser hermanos. La pasión por la Historia, por la realidad histórica, se convierte en pasión cristiana por la primacía de los últimos. Crea una especial sensibilidad e interés por conocer y transformar las condiciones de vida en que se encuentran los últimos de cada sociedad y de la humanidad en su conjunto, una fuerte crítica y denuncia de los mecanismos de riqueza y poder que causan esa situación, y un comportamiento por la emancipación de los empobrecidos que tienen que constituir el centro de toda la vida colectiva hasta que dejen de serlo.

3.- Qué entendemos por Política:
Es la preocupación por la realidad. La realidad del mundo, del país,  las desigualdades sociales de pobres y ricos, la democracia, la corrupción, el parlamento, etc. la Realidad de esta crisis-estafa que estamos padeciendo. Política es querer afrontar la realidad del mundo, del país, para cambiarla por una sociedad más justa e igualitaria. Esta es la tarea de la  política. Ahora, esta realidad se llama Crisis, o mejor una monumental Estafa. Son los banqueros, las grandes fortunas y las grandes empresas las que han provocado este catastrófico desequilibrio entre ricos y pobres.

Este ideal de justicia, específica del cristianismo, requiere una voluntad colectiva, un trabajo ético-cultural y político, que implica la defensa de unos valores, la creación de una opinión pública, la educación de sentimientos morales, la opción de una determinada política.
La difusión de la cultura evangélica de la primacía de los últimos constituye un factor de relevancia extraordinaria para políticas que verdaderamente quieran poner en el centro la lucha contra la exclusión social en el norte y el empobrecimiento en el sur. Esa primacía de los últimos constituye una de las principales aportaciones que el cristianismo realiza para conseguir una política humana en verdad justa y liberadora.

La cultura evangélica tiene un enorme potencial para crear una especial sensibilidad de insatisfacción y revuelta contra una sociedad que no se moviliza contra desigualdades nacionales e internacionales. La pasión evangélica para que los últimos dejen de serlo genera una especie de rebeldía política -el “hambre y sed de justicia” de las Bienaventuranzas- que, al igual que el hambre agudiza el ingenio, lleva a la búsqueda de medios socioeconómicas que puedan hacer realidad el ideal evangélico de la justicia.

Los últimos deben ser objeto y sujeto a la vez, es decir, que ellos mismos sean quienes se muevan a buscar los medios políticos y socio-económicos que hagan efectivos sus valores. Pienso que la primacía de los últimos debería llevar a dar prioridad a las políticas de solidaridad internacional: cooperación para el desarrollo, condonación de la deuda externa, comercio justo, democratización y derechos humanos, desarme para el desarrollo, prevención de conflictos, fiscalidad para la redistribución de la riqueza norte-sur, etcétera. La construcción del internacionalismo solidario requiere la práctica de un nuevo pacifismo que vincule el tema del gasto militar, la política de armamentos y el empobrecimiento del sur.
La pasión por la primacía de los últimos debe alentar la búsqueda de una democracia económica a través de medidas que profundicen la redistribución de riqueza, sabiendo que tal búsqueda y profundización va a crear fuertes enfrentamientos con los poderes económicos.

La lógica democrática debería llevar a un gobierno político de la economía a través de leyes que con suficiente respaldo popular obligaran a destinar la riqueza a la satisfacción de una necesidad tan básica como es el empleo o a obtener recursos suficientes para financiar la política social destinada a aquellos que no pueden integrarse en el mercado de trabajo.
En el cristianismo el valor central es un amor servicial, emancipatorio, comprometido, liberador con los últimos del mundo. Este amor -señal que identifica a los cristianos- les lleva a no separar el amor a Dios del amor al prójimo.

Este amor llega hasta dar la vida por los amigos, no sólo un amor erótico entre dos o varios seres, ni simple amor familiar, ni exclusivamente amistad, ni siquiera beneficencia caritativa, sino amor de acercamiento servicial y liberador de los últimos de la sociedad  Esa especificidad amplía los horizontes respecto a los destinatarios del amor y lleva a la entrega a aquellos que, de entrada y aparentemente, no reportan beneficios sino inconvenientes. Por esta razón, la fraternidad evangélica conduce a aproximarse a los que están caídos, tanto cercanos como lejanos.
Para el cristianismo originario, la raíz de la lucha por la justicia y la igualdad es el amor. La realización de la justicia y la igualdad sin fraternidad termina engendrando nuevas formas de deshumanización. La construcción del amor y la fraternidad presuponen un tipo de sujeto humano, con unas determinadas actitudes, bien descritas en el Sermón de la Montaña y que deben fecundar y configurar las relaciones sociales.

El espíritu del cristianismo originario puede favorecer la expansión de los valores y actitudes ciudadanas que requieren ciertas políticas sociales, ecologistas e internacionalistas. Estas políticas requieren una cultura que vaya más allá de materialismo y se sitúe claramente por la primacía de los últimos, por el reparto de la riqueza y no por la acumulación de bienes, y sobre todo por el acercamiento a los empobrecidos y  la búsqueda de la felicidad en la lucha por la justicia y la fraternidad.
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miércoles, 10 de abril de 2013

EL BIEN COMÚN, UN BIEN DE LA HUMANIDAD




José Maria  Garcia-Mauriño
Abril 2013

1.- Qué es el B.C.
Por Bien común  se entiende, en filosofía en general, aquello que es compartido por todos los miembros de una comunidad: y en beneficio de toda la ciudadanía “El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales los hombres, las mujeres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección.”
El bien común no es la suma de los bienes de cada uno de los miembros de la sociedad ya que ese bien es indivisible y solo con la colaboración de todos puede ser alcanzado, aumentado y protegido. Afecta a la vida de todos.
Los bienes que hay en el mundo son propiedad de todos los hombres y mujeres para que a nadie le falte lo necesario para vivir.
Ejemplo: El BC de una familia compuesta de la pareja y tres hijos es algo más que la suma de los bienes de los cinco miembros. Comporta las condiciones de vida de esta familia como tal.

2.- Qué clase de bienes:
El BC abarca una serie de bienes que benefician al conjunto de la población. Bienes por los que hay que luchar, porque no nos regalan nada en esta sociedad.  Se trata de:
Toda clase de bienes pertenecen a todos y todas, y son para repartirlos a toda la ciudadanía, Como son:

a) Materiales: todos los que son necesarios para una vida digna de cualquier Ser Humano (SH),  son estos: vivienda, alimentación, vestido, agua,
b) Sociales: derechos humanos, educación, religión,  ocio.
c) Políticos: partidos, sindicatos, democracia.
d) Colectivos: los propios de cada comunidad: los barrios, los pueblos, la familia, el municipio, asoc. de vecinos, cooperativas, etc.

En definitiva son tres los elementos que constituyen el Bien Común:
 1.- Las condiciones sociales de paz, justicia y libertad;
2.- Un conjunto de bienes materiales,, sociales, políticos y colectivos
3.- Equidad en el reparto de esos bienes;

Santo Tomás  (siglo XIII) "cada persona individual es, con respecto a toda la comunidad, lo que la parte con respecto al todo". (Suma teológica -cuestión 98)  La democracia no es simple aritmética, no es la suma de votos. Los valores humanos no obedecen a criterios estadísticos. No es el ser humano un simple elemento, un súbdito del Estado. Es el Estado el que sirve al ciudadano/a.

3.-Características del bien común:
Deriva de la naturaleza humana y es por lo tanto superior a cualquier individuo: “La persona [...] se ordena al bien común, porque la sociedad, a su vez, está ordenada a la persona y a su bien,
 No es la suma de los bienes individuales, tampoco la sociedad es la mera suma de los individuos. Abarca a todo ser humano, es decir, tanto a las exigencias del cuerpo como a las del espíritu.
 Redunda en provecho de todos: el orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario.

4.-Consecuencias:
Obliga al Estado: “La razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en el bien común. Todo gobernante debe buscarlo, respetando la naturaleza y ajustando sus leyes y normas jurídicas a la situación real de las circunstancias”.
Obliga a toda la ciudadanía: el bien común ha de ser considerado como un valor de servicio y de organización de la vida social, Es tarea de todos. Es decir, han de acomodar sus intereses a las necesidades de los demás. El BC está siempre por encima del bien particular.

4.- EL BIEN COMUN DE LA HUMANIDAD
De la misma manera que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 fue proclamada por las Naciones unidas después de la catástrofe de las dos guerras mundiales (murieron 52 millones de personas), es necesario que se pueda proclamar una Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad. Podría tener un papel similar. En efecto,  los Derechos del Hombre y del ciudadano/a antes de haberse adoptado por la comunidad internacional, han conocido un largo recorrido entre las revoluciones francesa y estadounidense. El mismo proceso progresivo ha tenido la tercera generación de los Derechos, incluyendo una dimensión social antes de ser proclamados. Bastante occidental en sus perspectivas, el documento fue completado con una Declaración africana y por una iniciativa similar del Mundo árabe. Sin ninguna duda la Declaración, es manipulada en función de intereses políticos, especialmente por las potencias occidentales. Pero ella continúa siendo una referencia de base, indispensable a toda legitimidad política y una protección para las personas. (François Houtart, 2009).

Actualmente ella debe ser completada, ya que está en juego la supervivencia de la humanidad y del planeta. Cuatro ejes fundamentales podrían dar coherencia a las nuevas iniciativas que buscan construir alternativas y también orientar numerosas prácticas. Los cuatro ejes fundamentales serían estos:

La utilización sostenible y responsable de los recursos naturales. Aquello significa otro enfoque de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza: pasar de la explotación al respeto de esta última, fuente de toda la vida.
Privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio. Luego, definir la economía como la actividad destinada a crear, dentro del respeto de las normas sociales y ecológicas, las bases de la vida física, cultural y espiritual de todos los seres humanos sobre el planeta.
Generalizar la democracia a todas las relaciones sociales y a todas las instituciones. No solamente aplicarla y profundizarla en el campo político, con una nueva definición del Estado y de los organismos internacionales, sino también ampliarla al área de la economía, de la cultura y de la relación entre hombres y mujeres.
La multiculturalidad, a fin de darle la posibilidad a todos los saberes, a todas las culturas, a todas las tradiciones filosóficas y religiosas de participar en la definición del Bien Común de la Humanidad y a la elaboración de su ética.

La adopción de estos principios permitiría comenzar un proceso alternativo real frente a las reglas que presiden actualmente al desarrollo de la economía capitalista, a la organización política mundial y a la hegemonía cultural occidental y quienes causan las consecuencias sociales, culturales y naturales que conocemos actualmente. Los principios expresados desembocan sobre grandes orientaciones que es posible esbozar.

La Utopía.
 ¡Utopía! Si, es  aquello que no existe hoy día, pero podría y debería existir mañana. Utopía necesaria, ya que es sinónimo de inspiración creadora de coherencias en los esfuerzos colectivos y personales. Pero también aplicaciones muy concretas, sabiendo que cambiar un modelo de desarrollo no se realiza en un día.

Por ejemplo, a   los accionistas de la Volkswagen (propietaria de Seat) les conviene reducir la plantilla para competir mejor; los obreros, naturalmente, se oponen porque saldrán perjudicados.

Otro ejemplo, Parecería que una campaña para vacunar a toda la población contra la gripe aviar es propia del "bien común". Pero habrá alguien que no querrá vacunarse ("yo no creo en vacunas"), con lo cual el efecto social de la vacuna queda en suspenso; otro no querrá que se gaste dinero público en vacunas; otro no querrá rebajar el precio de una vacuna cuya patente posee para hacer más viable la vacunación masiva. Al final nos encontramos con que no se puede invocar el "bien común" para justificar una campaña de vacunación.

Todas estas protestas y movilizaciones no hacen más que revelar la naturaleza intrínsecamente conflictiva de nuestra sociedad  y su construcción demanda un conjunto de acciones individuales y colectivas las cuales evolucionan de forma diversa en el tiempo. Entonces ¿cómo proponer medidas insertándose en esta lógica y que podría ser el objeto de movilizaciones populares y de decisiones políticas? Muchas proposiciones ya han sido planteadas, pero se podrían agregar otras.

En una sociedad compleja, abierta y democrática como es la española del siglo XXI no es evidente que se pueda hablar "del bien común". Hay pocas realidades o situaciones que sean buenas para todos los ciudadanos al mismo tiempo. La salud de nuestro planeta; la paz, como negación de la guerra; el dominio de una ley justa, y la verdadera democracia pueden ser elementos del bien común.

 La naturaleza conflictiva de nuestras sociedades exige que haya un árbitro o juez imparcial para dirimir los conflictos de intereses. Para eso están las autoridades competentes. Su misión consiste en:
 primero, definir qué significa en casos concretos "el bien más común y general", que es la afirmación de Tomás de Aquino, ,
segundo, procurar que el bien particular de un colectivo no prevalezca sobre aquél. Una autoridad que sólo mire a un bien particular (sea el de los mineros o de las empresas eléctricas, o los beneficios de una empresa o de un banco) y desatienda el más común y general, practica una forma de corrupción muy reprobable en un sistema democrático. No se pueden anteponer los intereses de un grupo a los de los demás, pero hay que conciliar justa y razonablemente los de todos.


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viernes, 5 de abril de 2013

FILOSOFIA Y JUSTICIA




José Maria Garcia Mauriño
Abril de 2013


La Filosofía es un Servicio Público. El pensar, filosofar, es una necesidad, no podemos dejar de pensar, son las distintas formas de ver el mundo, la vida. Pensar es experimentar. El pensar es una actitud mucho más femenina que masculina, más intuitiva, más receptiva, y mucho menos agresiva Si no hay experiencia no hay pensar. Tenemos experiencias de acciones, de movilizaciones que dan que pensar. ¿Adónde nos conducen? Pensar es el esfuerzo y el disfrute humano de ir descubriendo  la verdad.  Un pensamiento es verdadero si es fiel a la realidad, y si es capaz de transformar esa realidad. La verdad por tanto supone la identifica­ción con la praxis.  (Marx).  Los filósofos griegos empezaron a pensar al descubrir la Naturaleza, observándola. Escribieron lo que veían en la realidad

1.- Definiciones de Justicia:
1º) Anaximandro: (siglo VI a.c.):
Para los filósofos griegos en general, la justicia tenía una dimensión cósmica y social.
Según este autor la justicia es el orden en la naturaleza; es decir, colocar cada cosa en su sitio: hay día, tarde y noche; hay invierno, primavera, verano, otoño; hay sol y luna y estrellas; hay mar, playas, ríos, montes. Y ninguno se sobrepone al otro: cada uno tiene su sitio y cada uno realiza el destino que tiene. El sol calienta e ilumina. Las aguas de los rios siguen su cauce y fertilizan los campos.

   Cuando cada cosa ocupa su sitio y realiza su función, hay orden, hay justicia. Cada pieza se "ajusta" en el conjunto con las demás piezas, encaja en el cosmos y entonces hay justicia. Como ocurre con las piezas de un reloj: si cada una está en su sitio, si cada una realiza su función, el reloj funciona, marca las horas. Este ajustamiento es obra de los dioses o del destino. Cuando esto no se lleva a cabo, cuando no hay orden, cuando cada cosa no hace su función, cuando la 'cosa' no funciona, hay tiempo de caos.

Hay tiempo de justic­ia: cuando la naturaleza reorganiza sus cosas, cuando la naturaleza re-ajusta el orden cósmico, cuando rehace el equilibrio perturbado por la injusticia. Lo mismo ocurre en la naturaleza humana: hay orden cuando cada hueso, cada órgano, cada sistema -nervioso, arterial, respiratorio- están en su sitio, realizan su función; si uno se rompe un hueso, hay desequilibrio, hay desorden; y el médico lo que hace es poner cada cosa en su sitio, colocar los huesos en su sitio, hacer que funcione el aparato digestivo, o la función respiratoria.

2º) Platón: (s.IV a.c.):
   La justicia es también el ajustamiento de las partes en un todo. Cuando este todo es la sociedad, y cuando las partes son los seres humanos que forman parte de la sociedad. El orden social de la polis (la ciudad, el Estado) lo sentía en íntima relación con el orden cósmico, es decir, cada institución económica o política, cada persona, cada familia, cumple su función, está en su sitio: para este autor la justicia es un ajusta­miento entre las diversas partes del orden establecido. Para Platón cada persona consta de cuerpo y alma, y cada persona se coloca en una distinta clase social; por eso, existe un orden, un equilibrio entre las personas y las clases sociales que forman la sociedad.

        Decía: "En una sociedad hay justicia para todos: si la sociedad es justa, la sociedad es feliz; entonces, todos los miembros de la sociedad serán justos y felices".

3º) Aristóteles: (s IV a.c.):
   La justicia es la disposición o hábito, en virtud de la cual los seres humanos practican lo que es justo. La función primordial de la justicia se da en el Estado (es su afirmación en su libro "Políti­ca",I,2,1253 a): abarca todas las relaciones entre las personas. La justicia no es parte de la virtud, es toda la virtud.

Decía: "Cuando los ser humanos son amigos no necesitan de la justicia; mientras que cuando son justos, necesitan de la amistad" (Etica a Nicómaco, VIII,1155 a 27).

4º) Ulpiano, (siglo I d.c. senador romano, Fenicia, Siria)
La justicia la definió así: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi; "La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho". Los derechos formulados en forma de sentencias éticas son: "honeste vivere, -alienum non laedere et -suum quique tribuere"... "vive honestamente, no hagas daño a nadie y da a cada uno lo suyo". Es la herencia del Derecho Romano. (Las formulaciones están en latín porque era la lengua del Lacio).

5º) Tomás de Aquino: (s. XIII d.c.):
   Concibe la justicia como un modo de regulación fundamental de las relaciones humanas. Y además de los tipos de justicia distributiva y conmutativa de Aristóteles, añade la legal.
La define en relación con la Ley Natural. Es la justicia que cumple con la Ley. Dice que los ciudadanos han de tener los derechos naturales, que son los que Dios les da. Estos derechos son más tarde llamados los Derechos Humanos.
Tomás da una definición de lo que es la "virtud" de la justicia: "la disposición de la voluntad de dar a cada uno lo suyo".

Resumen:
   La justicia tiene un fundamento cósmico: el orden en la naturaleza; y esto se aplica a los seres humanos, en su dimensión individual y el su dimensión social. Un orden social no basado en la naturaleza es un desorden, una injusticia. Lo difícil es dar a cada uno lo suyo: porque lo que es de cada uno depende y varía con las condiciones económicas, sociales y políticas de cada individuo, de cada pueblo, en cada momento histórico. Es el  modo de interpretar los Derechos Humanos.

El término justicia procede del sustantivo latino justus, derivado a su vez de jus (derecho), y se halla emparentado en su raíz con voces como ajustado, justo, justificar, justipreciar. Es justo el hombre o mujer que respeta y reconoce a cada uno todos sus derechos. Es decir, lo que le es debido por ser lo que es en todos los órdenes, o sea, se trata de que es un ser humano, es una persona. Es decir, todo ser humano presenta una condición personal. Debe ser tratado como una persona, no como un objeto, una mercancía, ni como un medio para ciertos fines. (Kant). Toda persona necesita, para subsistir biológicamente, cubrir sus necesidades básicas (alimento, vestido, vivienda, sanidad, educación), y, para desarrollarse espiritualmente, debe contar con determinadas posibilidades: comunicación, acogida, ocio, diversión, cultura campos de libre juego, medios formativos... Por ser una exigencia de su misma naturaleza, tiene derecho a disponer de todo ello, y los demás tienen obligación de dispensárselo en la medida de su capacidad.

El respeto a la Justicia y a los derechos humanos son el fundamen­to para la realización de la convivencia pacífica a todos los niveles, amistosos, familiares, nacionales, internacionales. La justicia es una cualidad, una virtud que debe ser progresivamente descubierta, y replanteada en cada época histórica; siempre se mueve dentro de unos límites nunca claramente definidos y claros.
De acuerdo a muchas teorías de justicia, es de suma importancia: John Rawls, (filósofo alemán actualmente vivo) en particular, clama que "La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, así como la verdad es a los sistemas del pensamiento.":[] La justicia puede ser pensada como distinta y más fundamental que la benevolencia, la caridad, misericordia, la solidaridad, generosidad o la compasión.
.2.- Clases de  Justicia:
Justicia distributiva: consiste en la distribución de honores, de fortuna y de todos los demás bienes que participan en la 'polis'.  (Aristóteles)
  Un aspecto interesante de la organización de las sociedades es cómo se detentan los recursos disponibles, los bienes y servicios producidos y la riqueza disponible. En principio, en la mayoría de sociedades se han manejado dos conceptos parcialmente incompatibles sobre qué es una distribución justa de los bienes y la riqueza:
La justicia según la necesidad, sostiene aquellos que tienen mayores necesidades de un bien deben poseer asignaciones mayores.
La justicia según el mérito, sostiene que aquellos que más contribuyen a la producción de bienes y riqueza deben tener también una mayor proporción de los mismos.
En la práctica en las sociedades modernas los dos criterios de justicia distributiva coexisten en la asignación de recursos, aplicándose con mayor o menor prioridad uno u otro según el caso concreto.

Justicia conmutativa: la que regula las relaciones de los ciuda­danos entre sí.
Justicia legal: consiste en el cumplimiento de la Ley y del ordenamiento jurídico; el individuo se inclina a dar a la sociedad lo que es suyo. ( omás de Aquino, Summa Theologica II, a q.LVIII). En este sentido, justicia es tanto como legalidad; y justo, significa legal, lo que es conforme a la ley. Pero, también cabe pensar que no toda ley por el hecho de ser ley sea justa aunque esté jurídicamente promulgada.

3.- Aplicación de la Justicia en la sociedad
La justicia (del latín, Iustitia) es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, (PARTIDOS, SINDICATOS, PARLAMENTO) autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones. Por ejemplo, el tema de la corrupción.

Este conjunto de reglas tiene un fundamento cultural y en la mayoría de sociedades modernas, también un fundamento formal:
a)    El fundamento cultural se basa en un consenso amplio en los individuos de una sociedad sobre lo bueno y lo malo, y otros aspectos prácticos de como deben organizarse las relaciones entre personas. Se supone que en toda sociedad humana, la mayoría de sus miembros tienen una concepción de lo justo, y se considera una virtud social el actuar de acuerdo con esa concepción.
b)   El fundamento formal es el codificado formalmente en varias disposiciones escritas, la CONSTIUCION, que son aplicadas por jueces y personas especialmente designadas, que tratan de ser imparciales con respecto a los miembros e instituciones de la sociedad y los conflictos que aparezcan en sus relaciones.
c)   Dar a cada uno lo suyo remite a una determinación ulterior: ¿qué es lo suyo de cada uno? Y lo suyo de cada uno es ante todo su Vida, y con ella, todos los Derechos humanos. Suele  estar determinado por las normativas legales que a veces atribuyen a unos mucho y a otros poco. Más bien, la justicia es dar lo suyo a quien se le arrebata lo que le corresponde. Puede y debe considerarse una concreción del amor que busca la defensa de los indefensos.  La justicia está siempre vinculada al amor (Es uno de los 6 valores éticos fundamentales: vida, amor, verdad, justicia, libertad, igualdad) pero a un amor que tiene como destinatarios prioritarios a aquellos que sufren la injusticia, es decir, a aquellos que están indefensos. La Justicia  es el afán por sacar adelante los derechos conculcados, pero especialmente del pobre y del desvalido. Es decir, los derechos de aquellas personas que no tienen por sí los medios de sacarlos adelante.
La Justicia no es el dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quien le pertenece esa cosa por derecho. La Justicia es ética, equidad y honestidad. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que le corresponde. Es aquel referente de rectitud que gobierna la conducta y nos constriñe a respetar los derechos de los demás.

El sistema capitalista es el que genera constantemente las mayores injusticias en el mundo. Por eso hay que conocerlo.

En qué consiste el Capitalismo:
El capitalismo es  un sistema que consiste en    (así lo definía Giulio Girardi)
+ acumulación de poder económico, político, militar y cultural, en muy pocas manos, y que le lleva a la
+ dominación total del mundo y que produce pobreza, hambre y miseria en más de las  ¾ partes de la humanidad, por medio de un
+ Mercado como instrumento de concentración de la riqueza (el capital es multinacional). Sobre todo de EEUU y de Israel. Es el Imperialismo.
Tiene como consecuencia la generación de estructuras de todo tipo de violencia que genera constantemente nuevas estructuras, estados y actos de violencia: terrorismo, muerte, guerras, violación constante de derechos humanos, destrozo de países enteros  (Iraq, Afganistán, Libia, Siria, etc.)  y de la naturaleza.
Y además:
* La lógica del capitalismo es la acumulación del capital como motor del crecimiento económico (ley del valor).
* Pensamiento único: Por su parte, la política, la educación, los medios de comunicación... tienen la misión de reproducir el sistema, de inculcar la idea de que no existe ninguna alternativa a la economía capitalista. El capitalismo se constituye así como centro total.
* La emigración está en función de la acumulación del capital; es una lógica imperialista porque busca ampliar las fronteras para lograr mayor acumulación de capital.
* Hoy día estamos en la fase neoliberal, con la liberación de todo menos de la mano de obra: tratados de libre comercio y privatizaciones. Esta fase viene a reforzar la acumulación de capital, que había entrado en crisis con la descolonización y la postguerra.
Con esta crisis salvaje el Sistema está empujando a la Humanidad al precipicio de un mundo insostenible. Es un Sistema bárbaro, radicalmente inmoral, que induce al individualismo egoísta, la ambición insaciable y la mentira.

Es incompatible con
los DERECHOS HUMANOS,
la DEMOCRACIA,
el CRISTIANISMO,  con  el feminismo, la ecología, etc.
Este sistema genera implacablemente INJUSTICIAS, cuyas manifestaciones más tremendas son la desigualdad social, la pobreza y miseria, la exclusión  y marginación. Es decir, todo el sufrimiento que comporta al 99% de la humanidad, Es un Sistema de muerte.
(Mi correo electrónico es este: anaxagoras54@gmail.com)
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