lunes, 22 de diciembre de 2014

EL CAPITALISMO CONTRA EL PLANETA



CAMBIO CLIMÁTICO, CAMBIO DE MODELO DE SOCIEDAD

José María García Mauriño
11 de diciembre 2014

El capitalismo en su afán de obtener y acumular beneficios no respeta a casi nadie. Tampoco al Planeta, por eso se encuentra en una situación de extrema gravedad, está agonizando., Y para que no se nos muera del todo vemos claramente que hay que cambiar de modelo de sociedad.

1)               Qué le pasa al Planeta:
Se nos muere el planeta, y estamos inquietos aunque sin acabar de creérnoslo, asistimos a esa muerte lenta de tantas caras. Se desmanda el clima y salimos de las sequías para entrar en los ciclo­nes, en los tsunamis; arrancamos y quemamos los bosques; envenenamos nuestros ríos; se achi­can los bios y se acurrucan los polos; el mar es un inmenso basurero; el empuje de la vida no puede con la pulsión de muerte que reduce las especies vivas; el agua está reservada a una minoría de privilegiados; hemos esquilmado los recursos de la tierra y la biosfera ya no soporta tanta contaminación y saqueo; para cerca de dos mil millones de personas comer cada día es una hazaña casi imposible; el sida, los odios étnicos y religiosos, los antagonismos nacionalis­tas y las guerras a que dan lugar son nuestra predilecta actividad cotidiana. Esa catástrofe múltiple cuya letanía recitamos con unción, co­mo acabo de hacer yo ahora mismo, esperando así hacer olvidar que somos nosotros los que la producimos.

2) El problema
El origen del problema está en el aumento del dióxido de carbono, CO2, de origen humano que ha aumentado la temperatura. En los últimos años ha habido un intenso debate sobre si el calentamiento del planeta se ha debido a causas humanas o puede tener otras explicaciones naturales. Las conclusiones son que las fuerzas naturales (actividad volcánica, intensidad solar...) por sí solas no explican este aumento de temperatura.

El Programa de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo, PNUD, 2007-2008, tiene muy presente el IPCC (Informe de expertos sobre el Cambio Climático del mismo año 2008) explica que hay un 90% de posibilidades de que la mayor parte del calentamiento sea debida a los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana. Es decir, por el desarrollo y crecimiento de la actividad industrial, de signo capitalista.

Lo que le pasa al Planeta no es algo “natural”, es provocado por el sistema
En lo que queda de si­glo, la temperatura aumentará entre 1,8 y 4 gra­dos con el agravamiento de los efectos a los que acabo de referirme. El “responsable inequívo­co” de la hecatombe es, según el informe, el “ser humano”, es decir, todos, o sea, en términos de imputación específica, nadie. Así nos va, no nos queremos hacer personalmente responsables.

El consumo del petróleo es uno de los impulsores de ese fenómeno. Se puede decir que el principal junto con el carbón. El cambio climático que vivimos se debe a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, mayoritariamente CO2, y el 80% de éste se produce al quemar combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Sólo el uso de petróleo es responsable del 22,6% de las emisiones de 2014. En buena parte se dedica al transporte, y sus emisiones han aumentado un 120% desde 1970 hasta 2014, mientras, por ejemplo, las del sector industrial crecieron un 65%. Por tanto, uno de los muchos y graves problemas que se asocian al petróleo es el cambio climático.

En ese Foro de Davos, de hace varios años, en el que los poderosos de este mundo, las multina­cionales y los Estados, se congratularon durante cin­co días de su poder, esta cuestión del cambio climático ocupó una posición central. En la reunión de Davos hubo plena coincidencia en el diag­nóstico: más allá del calentamiento, es imposible que sigamos manteniendo el modelo actual de sociedad con sus exigencias de producción y de consumo. Porque si hoy,en 2014, son ya tan destructoras para 7.000 millones de personas, en 2030 serán insopor­tables más aún para 8.000 millones de SH. El barco tierra no admitirá tal carga. A falta de un responsable claro, las soluciones que se proponen van desde la publicitaria —apaguemos cinco minutos la luz para concienciamos del peligro— hasta el catálogo de recetas que se derivan del documen­tal del vicepresidente de Bill Clinton, Al Gore, Una verdad incómoda o el reenvío del problema a los políti­cos, cuando son sobre todo las multinacionales, en cuanto productoras, y las familias, en cuanto consumidoras, las responsables del desafuero. Más del 50% de las emisiones de dióxido de carbono proceden del transporte de mercancías y de personas. Pensar que el problema puede resolverse a base de medidas fiscales como las propuestas en relación con el calentamiento, o mediante simples reorganizaciones técnico-eco­nómicas, son insuficientes.  La clave sigue estando en nuestro sistema económico-social: es decir, en el capitalismo.

3)   El sistema:
Un sistema económico, el capitalismo, centrado en el dios dinero necesita también saquear la naturaleza. Saquear la naturaleza para sostener el ritmo frenético de consumo que le es inherente. Al sistema solo le interesan el beneficio y la acumulación de riqueza, la Tierra no le importa. El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la deforestación ya están mostrando sus efectos devastadores en los grandes cataclismos que vemos, y los que más sufren son los humildes, los que viven cerca de las costas en viviendas precarias o que son tan vulnerables económicamente que frente a un desastre natural, lo pierden todo.

El sistema económico vigente en la mayoría de países desarrollados y en vías de desarrollo, caracterizado por el sistema de propiedad privada de los mayores medios de producción, distribución y financiación, está dificultando la respuesta necesaria para responder a la amenaza que representa el cambio climático. Se requiere un cambio sustancial en las relaciones de poder derivadas de este sistema económico y de su gobernanza económica y política. Para prevenir la agudización del problema, así como para alcanzar la ­­reducción del daño, y conseguir su adaptación a los cambios climáticos, se requerirá una democratización de dicha gobernanza, con cambios serios y profundos en los tipos de producción, consumo y distribución de recursos.

5) Posibles soluciones: el cambio:
No podemos seguir así. Es preciso cambiar, tener mentalidad de cambio. Estos cambios van a exigir una transformación también en los partidos políticos y movimientos sociales –como los sindicatos- que se tienen que comprometer con el bienestar de las clases sociales más débiles. Porque  estos serán los grupos sociales más afectados negativamente por los actuales cambios climáticos que ya son irreversibles.
Las áreas de mayor conflicto serán las que se centren en los cambios en los sistemas de producción, consumo y distribución de recursos. La enorme concentración de recursos (incluido de capital y de renta) en manos privadas, es incompatible con el proyecto reformador de protección de las clases populares frente a los daños climáticos.

Tales cambios no significan necesariamente una disminución de la actividad económica, sino un cambio sustancial de dicha actividad, con una considerable redistribución del tiempo de trabajo y un cambio de los tipos de producción y consumo.

6) Una sociedad distinta:
Necesitamos una sociedad distinta. El establecimiento de una sociedad sostenible significa una cosa muy positiva, es decir, una expansión de actividades económicas ya existentes, como por ejemplo, más y mejor transporte público, un nuevo diseño y mantenimiento de formas de energías renovables (habidas y por haber), el mantenimiento y nueva construcción de las viviendas, la creación de nuevas formas de utilización de energías no contaminantes, la reducción del CO2 y otros productos contaminantes, el nuevo diseño de los puestos de trabajo para que sean menos estresantes y más satisfactorios, y otras actividades.

Hasta ahora, dicen los expertos que todas las formas de regulación de los cambios para reducir el cambio climático, que se han basado en el mercado, han fracasado estrepitosamente. La prevención de la contaminación a base de la compra y venta de los derechos de contaminación ha sido un enorme desastre (y no hay otra manera de definirlo). Ninguno de los principales avances conseguidos en la historia reciente de la humanidad se ha basado en mecanismos mercantiles. El desarrollo de derechos políticos, sociales y laborales (son conquistas de los movimientos obreros, feministas o ecológicos) se ha conseguido históricamente como resultado de acciones políticas e intervenciones públicas. Los mismo se puede conseguir con la lucha por el reconocimiento de los derechos de la Tierra.

qué hay que hacer para frenar el cambio climático?
Dejar de ser como hasta ahora una sociedad básicamente consumista, es decir, una economía depredadora basada en combustibles fósiles, en el consumo excesivo del petróleo, carbón y gas. Pero no hay tiempo para esperar hasta que eso ocurra, por tanto lo inmediato es ir hacia la reducción del consumo energético mediante el ahorro y el uso de tecnologías cada vez más eficientes. Al mismo tiempo hay que cambiar a fuentes energéticas no fósiles (desde luego excluyendo la nuclear), y eso significa que las llamadas energías limpias o renovables, como la eólica o la fotovoltaica, tienen que multiplicar su contribución muy por encima de la que tenemos hoy. Esto sólo se puede conseguir creando conciencia ciudadana y presionando a los poderes políticos. El objetivo que debemos asumir es el de reducir las emisiones de los países desarrollados del 25% al 45% para 2020.

7) Una última reflexión:
La Naturaleza no es una propiedad universal de la cual podemos disponer a nuestro gusto; ni mucho menos es una propiedad privada sólo de algunos, de unos pocos: el Planeta Tierra es un regalo de la Naturaleza, para que cuidemos de ella y la utilicemos en beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud.

 Hay muchos indicadores científicos que apuntan a la irrupción de una tragedia ecológica y  humanitaria. Nada esencial ha cambiado desde la redacción de la Carta de la Tierra  en 2003 que elaboraron un grupo de personalidades del mundo entero. Se decía en ese maravilloso documento: “Estamos en un momento crítico de la Tierra en el cual la humanidad debe escoger su futuro.  Y la elección es ésta: o se promueve una alianza global para cuidarnos a nosotros y a las otras generaciones y  la Tierra, o arriesgamos nuestra destrucción y la devastación de la diversidad de la vida”.

Habría que hacer un nuevo contrato entre el Planeta y la humanidad: o sea, un  contrato natural:
¿Qué es un contrato natural?: Es el reconocimiento por parte del ser humano de que él está inserto en la naturaleza, de la que recibe todo, y el reconocimiento de que debe comportarse como hijo de la Madre Tierra, devolviéndole cuidado y protección para que ella continúe haciendo lo que siempre hace: darnos vida y medios de vida.
El contrato natural, como todos los contratos, supone reciprocidad. La naturaleza nos da todo lo que necesitamos, y nosotros, en contrapartida, la respetamos, y reconocemos sus derechos de existir y preservamos su integridad y vitalidad.
Al contrato exclusivamente social debemos añadir ahora el contrato natural de reciprocidad y simbiosis. Renunciamos a dominar y a poseer la Tierra, y nos hermanamos con todas las cosas del universo. No simplemente las utilizamos, sino que, al usarlas cuando lo necesitamos, las contemplamos, admiramos su belleza y organicidad, y cuidamos de ellas. Así cuidamos la Tierra y nos cuidamos a nosotros mismos.


Para cuidar la vida del planeta, cuidar a las personas y al medio ambiente, tenemos la oportunidad en estas fiestas de Navidad de reducir el consumo y buscar la responsabilidad en  cada decisión de compra. Porque esos gestos tienen mucho más poder transformador que las mismas palabras.

sábado, 29 de noviembre de 2014

¿MOROS Y CRISTIANOS? O VICTIMAS Y CRISTIANOS

 

José María García-Mauriño

Noviembre  de 2014

 

No se trata de las tradicionales fiestas de “Moros y Cristianos” de tiempos atrás y de tiempos de turismo actuales. Se trata del tremendo contraste entre un capitalismo feroz, sangrante, y un cristianismo que es diametralmente opuesto. Evangelio y capitalismo son incompatibles. Se trata de ver el panorama de víctimas constantes que produce este sistema y las reflexiones que nos hacemos los cristianos de base ante este destrozo.

 

 1.- Introducción:

Hace solo cuatro años, en 2012, experimentábamos los recortes de Rajoy unos recortes de 10.000 millones de euros en servicios públicos de primera necesidad, como la Sanidad o la Educación. Se promovía una subida de impuestos que castiga a los ciudadanos y no penaliza a las grandes fortunas. Se eliminaba la subida anual de pensiones y salarios. Se promulgaban leyes sobre horarios  de apertura que solo favorecen a las grandes superficies comerciales. Se sigue utilizando nuestro dinero para reflotar los bancos y cajas que nos desahucian de nuestras casas, y cuyos directivos se han lucrado a nuestra costa de manera desmesurada para después regalárselas a las entidades que mas beneficios tienen. Y por último, se decreta una reforma laboral, impuesta desde la Unión Europea. Y hemos asistido a una convocatoria de huelga general, muy seguida por la mayoría de la ciudadanía, en algunos sectores industriales, en transportes, etc. Siguen  las movilizaciones y la indignación colectiva sube en intensidad. La crisis es global, es internacional, y sólo caben soluciones globales, planetarias. Nuestra visión no se puede reducir al espacio español, o europeo. Ha habido recortes para todos los estamentos, menos para la Iglesia Católica. Hoy todo esto se ha multiplicado.

 

Ante este panorama los cristianos nos hacíamos muchas preguntas inquietantes. ¿quienes son las Víctimas? ¿qué pasa con las Víctimas? ¿qué tiene este Sistema que produce constantemente Víctimas? ¿A cuántos se extiende el número y clase de Víctimas? No se puede dar una definición exacta de las Víctimas. Sólo podemos describirlas así: Es el sufrimiento de unos inocentes que han padecido una violencia injusta y que claman por sus derechos. En todo caso siempre serán inocentes que pagan un altísimo precio a causa del Sistema. ¿por qué tienen que sufrir los inocentes? Lo que iguala a todas las Víctimas es el sufrimiento, el dolor y la muerte. Ante este tremendo problema hemos hecho estas reflexiones

 

2.- El Sistema:

El sistema capitalista es de tal perversidad que ha convertido al mundo entero en un gigantesco campo de concentración. Dentro de las alambradas está el 99% de la humanidad, al otro lado de las alambradas se encuentra ese 1 % que oprime y  causa infinito dolor a gran parte de la humanidad. En ese campo está el terrible holocausto de los judíos, ya sea en Auschwitz, Belsen, Dachau o Treblinka, el constante genocidio de los palestinos por parte de los mismos judíos, los miles y miles de muertos causados por las guerras imperialistas (Iraq, Afganistán, Líbano, Ruanda, Congo, Libia, Siria, norte de África). Pueblos enteros sometidos a la dictadura del sistema. Más de la mitad de habitantes del planeta desnutridos, millones de muertos de hambre al año, millones de niños y mujeres esclavos laboral o sexualmente, niños-soldado o víctimas de las minas o del tráfico de armas, las mujeres maltratadas, violadas o asesinadas,  las Víctimas del imperialismo, las Víctimas del narcotráfico, las Víctimas de la prostitución, las Víctimas del franquismo, los millones de emigrantes que salen  de sus tierras buscando condiciones de vida mejores, los represaliados políticos. El destrozo de la Naturaleza, de la Madre Tierra, es otra víctima del sistema. Y en la actualidad, las Víctimas de esta crisis tan profunda, los millones de parados, los repetidos desahucios, el sufrimiento de los que no tienen ningún ingreso, el sufrimiento de no llegar a fin de mes, En fin,  la  lista es interminable ...

 

Todo esto sucede en un planeta con medios suficientes para que eso no ocurra. Las proporciones entre las Víctimas y la humanidad son aterradoras, más de dos tercios de la Humanidad padece este sufrimiento. Se trata del exterminio lento de los pobres, los excluidos, los que “sobran”. Y seguimos preguntando: ¿es posible explicar el sentido de esta catástrofe? Las Víctimas se podrían hacer esta pregunta: ¿qué hemos hecho para que nos traten así? “Lo único que pretendemos es vivir”. Todos mueren antes de tiempo. Cualquier habitante de este inmenso  campo de concentración, sea creyente o increyente, debería renunciar a toda respuesta que busque sentido a este absurdo. El sistema es un absurdo.

 

3.- Algunas preguntas:

Ante este escenario de las Víctimas del sistema, las preguntas que nos hacemos dan  lugar a profundas reflexiones. Si nos tomamos en serio el terrible drama de las Víctimas, pensamos hacer una reflexión en profundidad. ¿Es verdad que los cristianos están con las víctimas? Nos podríamos preguntar, ¿dónde están los que se llaman cristianos, sean  de base o no? Y tendríamos que responder: Estamos donde tenemos que estar, al lado de los que sufren. La pregunta del cristiano por el sufrimiento del inocente tiene que surgir de un sujeto humano íntegramente comprometido en la lucha contra la injusticia,

 

3.1. Un planteamiento cristiano:

¿Cuál es nuestra reflexión  y nuestra postura como creyentes? Una posición clara y determinante podría ser esta; una ubicación incondicional del lado de las Víctimas. Nos podemos aplicar el título del  libro de Alfredo Tamayo, miembro de CPS, Siempre de vuestro lado (2008, sobre las Víctimas de ETA) Pero, ahondando más en nuestro planteamiento de fe, es importante dilucidar qué relación existe entre el sistema capitalista y el cristianismo. Y afirmamos con toda claridad que son dos proyectos absolutamente irreconciliables. El capitalismo y el cristianismo son  incompatibles. Recordamos eso de, “no podéis servir a Dios y al Capital”. Si nos situamos al lado de las víctimas., no podemos compaginar nuestro pensamiento y menos aún nuestras actuaciones con los esclavos del capital y aquellos que apoyan el capital. O al lado de las Víctimas, o al lado del capital. Lo que piden las Víctimas es una respuesta a la injusticia de sus muertes.

 

3.2. Una reflexión teológica:

¿A qué Dios servimos? El Dios de Jesús no es un Dios Todopoderoso, es el Dios de la debilidad. En el evangelio no aparece ni una sola vez la idea de un Dios Poderoso, solo se nos muestra la imagen de un Dios lleno de bondad, misericordioso y compasivo. Jesús también fue Víctima del poder del imperio y de los poderes religiosos En ese rostro desfigurado del Crucificado se nos revela un Dios sorprendente, que rompe nuestras imágenes convencionales de Dios y pone en cuestión toda práctica religiosa que pretenda dar culto a Dios olvidando el drama de un mundo donde se sigue crucificando a los más débiles e indefensos. Si Dios ha muerto identificado con las víctimas, su crucifixión se convierte en un desafío inquietante para los seguidores de Jesús. No podemos separar a Dios del sufrimiento de los inocentes. No podemos adorar al Crucificado y vivir de espaldas al sufrimiento de tantos seres humanos destruidos por el hambre, las guerras o la miseria.

 

La fe en Jesús hace que muera la imagen clásica, tradicional, del Dios Todopoderoso y protector. Jesús vivía siempre al lado de los oprimidos, de las  Víctimas del sistema. Identificado con los últimos, defendiendo a las víctimas, los que están en la escala más baja de la sociedad. Su vida era una búsqueda constante del Reino de Dios y su justicia, es decir, buscaba otra sociedad distinta, y sanaba las heridas que producía el sistema, como son, las enfermedades, el hambre, la explotación, la avaricia de los ricos. Ese era su sitio, estar siempre entre los excluidos, entre los que “sobran” en la sociedad, los últimos, los sin tierra, los que no tienen nada, los sin derechos, los indeseables, los humillados y sin dignidad alguna. El Reino de Dios no es una Buena Noticia para todos de forma indiscriminada. Es una alegría para los oprimidos, y una amenaza para los que oprimen. En el Reino de Dios  no pueden vivir en el mismo espacio y al mismo tiempo, unos pocos ricos que viven a costa de la mayoría que son los pobres.

 

Jesús nos llama a cambiar esas creencias propias de una etapa infantil, por un espacio ocupado ahora por la ley moral, por los Derechos Humanos, que no es sino la llamada a la plena madurez del ser humano, esa madurez que se expresa en términos de responsabilidad absoluta. Dios, identificado para siempre con todas las víctimas inocentes de la historia. Al grito de todos ellos se une ahora el grito de dolor del mismo Dios.

 

 La pregunta por el sufrimiento del inocente no se satisface con esa invocación de la libertad humana. Dios no puede quitarse de en medio. Dios tiene que ser interpelado por esa injusticia. Una vez que ha visto la injusticia del sufrimiento, se plantea radicalmente la exigencia de justicia. Pero es el hombre, todo ser humano, el que tiene que hacerse cargo de esa justicia pues todos experimentamos el silencio de Dios. Ante el mal, Dios no interviene, no porque no quiera, sino porque no puede. Se trata de la debilidad de Dios. Hay como un trasvase de la omnipotencia divina en favor de cada uno de los seres humanos y del mundo. Hay un Dios que muere y, con él, un determinado discurso religioso; y hay un Dios que se revela y, con él, una determinada manera de hablar de Dios.

 

Si Dios se oculta, si es inalcanzable, poco podemos saber sobre Dios. Lo que sí tenemos al alcance es su palabra recogida en los Evangelios. Tendremos  entonces que atenernos a su palabra, a sus enseñanzas. Pero atenerse al Evangelio significa buscar su sentido sin renunciar a la razón y a la experiencia humana. El creyente no cree en Dios a ciegas porque sabe que no tiene hilo directo con la divinidad: tiene que mediar la razón, es decir, tiene que interpretar sus enseñanzas.

 

Y éstas ¿qué dicen? Jesús nos muestra en su mensaje y en  su vida la debilidad de Dios. Aceptó despojarse de todo poder divino, y en ese vaciamiento, en esa kenosis, mostrar al Dios plenamente humano, débil, renunciando a actuar con poder en el mundo para que el hombre, es decir, cada uno de los seres humanos de la tierra, ejerza su autonomía. Dios delega en el ser humano la responsabilidad de la justicia en la tierra. Es decir, la muerte del Dios todopoderoso echa sobre las espaldas del todo ser humano la tarea de hacerse cargo de las injusticias del mundo. La muerte del Dios infantil conlleva la afirmación inmediata de la incompatibilidad entre injusticia y existencia humana. No se puede vivir de espaldas a la injusticia.

 

4.- Una posible salida:

¿Qué salida cabe, qué esperanza? No hay escapatoria en el sentido de que la solución no está en evadirse de la tremenda realidad que estamos viviendo, sino en desarrollar dentro de este victimario histórico una superioridad espiritual, es decir, en soportar el trago de historia que estamos viviendo sin sucumbir espiritualmente. Una propuesta sería esta: sólo nosotros podemos salvarnos si salvamos lo mejor que hay en nosotros. Es decir, los valores éticos, los Derechos Humanos, la fe en Jesús, la fraternidad planetaria, el compromiso insobornable por la justicia, Todo esto está por encima de toda otra consideración. Desde luego, podemos afirmar ahora con mayor decisión que nunca, que un Dios todopoderoso es un Dios  incomprensible, un Dios que, repetimos, no es el Dios de Jesús.  Lo que ocurre es que esa constatación no nos puede llevar a la desesperación, ni siquiera al desencanto. Esa experiencia de madurez espiritual se expresa en dos movimientos complementarios, a saber, ayudar a Dios, es decir, hacer lo posible para que su presencia en el mundo sea la propia de un Dios débil, un Dios que deja actuar al ser humano, y, por otra parte, asumir ese compromiso de responsabilidad absoluta que todo ser humano tenemos con la justicia. ¿Cómo pueden seguir los cristianos de la Iglesia de Base de Madrid a Jesús?  Con  una denuncia constante del sistema. A nivel intelectual, a nivel político (partidos, sindicatos), en los medios de comunicación (si nos dejan), en la calle (en manifestaciones), en conversaciones entre familiares y amigos, en el barrio. Pero esto depende del grado de convicción que tengamos cada uno, y del grado de conciencia colectiva, de lo que suponen las Víctimas generadas por este Capitalismo que no cesa. Al final, esperamos que la debilidad vencerá el poder del imperio, el compromiso con las víctimas hará que se vaya realizando la justicia. Esperamos realmente la venida del Reino de Dios.  

 

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La Iglesia de Base de Madrid se compromete a mantener una posición firme y denunciante de todos los abusos, recortes y ajustes que han efectuado los gobiernos del PP y del PSOE, gestores del sistema, que van en contra de la ciudadanía, y en contra de una elemental justicia y de los Derechos Humanos, y a favor del gran capital. Muchos “recortes sociales” responden simple y llanamente a una política de transferencias desde la esfera social a la financiera para salvar y fortalecer a los poderosos que han provocado la crisis. Como estamos al lado de las víctimas, los cristianos de base nos situamos abiertamente anti-sistema en lo político y en lo eclesial. No creemos en la reforma de este sistema, sino en su radical transformación, porque otro capitalismo de rostro humano es imposible.

 

 

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jueves, 23 de octubre de 2014

EL MENSAJE LAICO DE JESUS DE NAZARET





José María García Mauriño
18 de Octubre de 2014.

Voy a intentar hablar del mensaje laico de Jesús. De entrada nos podemos preguntar ¿Por qué precisamente es laico el Mensaje de Jesús? Porque desde nuestra fe, parecería como que todo lo que viene de Jesús tendría que ser un mensaje religioso, lo mismo que lo que viene de un médico tiene que ver con las enfermedades, o lo que viene de un economista tiene que ver con el dinero, así lo que tiene que ver con  Jesús tiene que ser religioso, es lo propio de la religión cristiana. Pero, ¿por qué precisamente laico? Es lo que vemos a ver, y por eso, comprobamos que ya en este enunciado hay un problema. Y consiste en el conflicto que se da entre la religión y el mensaje de Jesús. Se trata del conflicto entre lo laico y lo religioso. Y en ese conflicto entre lo laico y lo religioso, Jesús opta por lo laico, y rechaza la religión es decir, opta por el “laos”, por el pueblo, en sus dos acepciones, como pueblo elegido y como “ojlós”, pueblo, que se traduce como muchedumbre, como multitud. Entendemos que la religión consiste en una relación con Dios que se realiza por medio (relación “mediada”) de  mediadores asociados a jerarquías, es decir, el clero (papa, obispos, curas), que entrañan un sistema de ritos, rangos y poderes sagrados, que implican dependencia, obediencia, sumisión y subordinación a superiores que son invisibles.El mensaje de Jesús es laico, no es religioso. El fue un profeta laico que anunció un mensaje tan profundamente humano que llega a toda la humanidad, tan profundamente laico que es subversivo al no acomodarse al orden establecido.

(Permítanme una nota de erudición: la palabra “laos·, pueblo, sale 55 veces en el Evangelio y tiene el significado teológico de pueblo elegido. La palabra “demas”, pueblo, sale solo 4 veces y significa pueblo desde el punto de vista sociológico. Y la palabra “ojlós”, pueblo, se repite 175 veces y significa esa muchedumbre de pobres, de campesinos, de niños, de gente inculta y analfabeta, de gente que no tiene nada, de enfermos, de vagabundos, de mujeres embarazadas, de prostitutas, de ladrones, etc. El pueblo lo forman esas multitudes que seguían a Jesús, Mt. 4:25 Lo siguieron grandes multitudes procedentes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania. Mt. 5:1 Al ver Jesús las multitudes subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos. Mt. 7:28 Al terminar Jesús este discurso, las multitudes estaban impresionadas de su enseñanza.)

Vamos a examinar este conflicto en tres apartados para tratar de verlo con la mayor claridad posible. Jesús es un profeta laico, el mensaje de Jesús es universal y su mensaje es subversivo.

1.- Jesús fue un Profeta laico:
Solo un  laico como Jesús puede predicar un mensaje laico, no religioso.
Jesús fue un profeta laico. No fue sacerdote, ni funcionario de la religión, ni maestro de la ley, ni  nada parecido. Es más, Jesús vivió y habló de tal manera que pronto entró en conflicto con los dirigentes de la religión de su tiempo, los sacerdotes y los funcionarios del Templo, que eran los representantes oficiales de “lo religioso” y “lo sagrado”.

Jesús no es un líder religioso, al estilo de Nelson Mandela, Martín Lutero King, o Gandhi, o Dalai Lama. (Aunque sean también profetas de nuestro tiempo).Y los cristianos no somos seguidores de un líder religioso, sino que seguimos a un Profeta laico

El  líder es una persona que es seguida por otros que se someten a su autoridad. Suelen tener un indiscutible peso moral o político o espiritual entre la gente. Jesús cita frecuentemente a los profetas de Israel y explica su misión como cumplimiento de la profecía de Isaías: El Espíritu del Señor descansa sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año favorable del Señor”.

Un profeta no es el que pronostica el porvenir, el profeta no es  un adivino. “Es un hombre llamado por Dios para trasmitir su palabra, para orientar a sus contemporáneos el camino a seguir en sus vidas”. Jesús es el último de los profetas de Israel. Es el que anuncia el Reino de Dios, aunque no lo define, es el que  anuncia la liberación de los pobres.

Jesús fue un profeta que vivió de tal manera que en cuanto empezó a actuar y hablar en público, entró en conflicto con los responsables de la religión, los teólogos, y los más estrictos observantes. Jesús no aceptó la religión de su tiempo. Lo central en la vida de Jesús no fue lo religioso, sino lo humano y la humanidad. Jesús se puso de parte de la vida y de la felicidad de los seres humanos. Jesús fue un  piadoso israelita que tuvo una fuerte experiencia de Dios, a quien llamaba Padre y que fomentaba la oración no en el templo, sino en el monte, en sitios solitarios y silenciosos. La religiosidad de Jesús no estuvo vinculada al templo ni a los rituales sagrados. Porque la Religión siempre fomenta la desigualdad y también la sumisión.

Dos principios netamente humanos, la libertad y la igualdad, enunciados en el art, 2 de los Derechos Humanos, chocan frontalmente con la religión. Porque la religión es jerarquía y obediencia y produce desigualdad y sumisión.Por supuesto, jerarquía y obediencia a Dios. Pero no sólo a Dios. Sino jerarquía y obediencia a Dios a través de los “mediadores”, es decir, del clero (papa, obispos, curas) que son parte  esencial en la religión. Ahora bien, jerarquía es lo mismo que desigualdad (de rangos, dignidades, poderes, categorías...). Y jerarquía es lo mismo que sometimiento, de unos (los que obedecen) a otros (los que mandan). Sometimiento en dogmas, ritos, normas, tradiciones...). Por tanto, donde hay religión no puede haber libertad, ni puede haber igualdad. Lo cual no quiere decir que donde hay relación con Dios no pueda haber libertad, ni pueda haber igualdad. Una cosa es la relación con Dios. Y otra cosa es la relación con la religión de lo sagrado, con sus jerarquías y sus consiguientes desigualdades y sumisiones. Jesús es contrario a la religión, no fundó ninguna religión.

Jesús es el profeta de la libertad. Cumplió perfectamente la profecía de Isaías de proclamar la libertad a los cautivos de la ley religiosa, y la libertad a los oprimidos por el sistema. Pensó y actuó completamente independiente, al margen de la mentalidad oficial impuesta por la religión establecida y por la política del imperio. Jesús ofrece una visión diferente de la oficial, mira al mundo desde abajo, una mirada a ras de suelo capaz de darle la vuelta a lo que existe. No se sometió a los dictámenes de las jerarquías políticas y religiosas de su tiempo. Por no someterse a ese imperio de la ley, Jesús fue perseguido, insultado, amenazado, juzgado, condenado y ejecutado por los representantes jerárquicos y mandatarios de la religión del templo. Y por las amenazas y condenas de los poderosos del imperio romano.

La religión y la política fomentan la mentalidad sumisa, para mantener su poder. Y sabemos por experiencia que la sumisión sin condiciones, (porque lo ha dicho el papa o los Obispos, o lo ha dicho el Presidente del Gobierno) nos da seguridad. Es un hecho que la Iglesia da abundantes muestras de estar más interesada en imponer deberes a la gente, que en defender los derechos de los ciudadanos. Y esto es lo que, desemboca en un sistema “moralmente empobrecido”.Porque fomenta y desarrolla en las personas caracteres de servilismo, de infantilismo, que suplica y espera los “favores” del amo, del patrono, del superior o del jerarca que gobierna. El mensaje de Jesús es todo lo contrario, nos ofrece libertad.

       Todo esto es lo que explica por qué Jesús no se pone de parte de  la jerarquía, sino que se puso de parte de “los últimos”. Y se enfrentó con “los primeros”. Estuvo siempre con  los de abajo, no con los de arriba. También se puso de parte de “los pequeños” (los niños), y se enfrentó a “los grandes” (los sumos sacerdotes). De la misma manera que tuvo conflictos con “los poderosos” y se hizo amigo de “los débiles” (cf. Lc 1, 51-53). En otras palabras, Jesús se puso de parte de las víctimas del sistema religioso-político, que se basa y se mantiene sobre el fundamento de las jerarquías sagradas, los poderes sagrados, las dignidades que vienen de arriba, de los privilegios que merecen los dignatarios de “dios”...

Jesús vivió de tal manera que su relación con el templo fue tal, que las jerarquías de la religión se dieron cuenta de que lo que ellos representaban y lo que Jesús representaba eran dos cosas incompatibles. Por eso los jerarcas de la religión lo condenaron a muerte (cf. Jn 11, 47-53). Pero la religiosidad de Jesús fue una religiosidad alternativa a la judía, una religiosidad que no soporta las ataduras con los poderes del orden presente: el honor, el dinero, el poder, para someter a los demás.

Jesús fue un hombre, nacido de mujer. Pero, en aquel hombre se reveló Dios. Por tanto, en Jesús, Dios se fundió y se confundió   con lo humano. Lo que aparece en los evangelios es que las tres grandes preocupaciones de Jesús fueron: 1) que la gente esté sana, no enferma (curaciones); 2) que la gente no pase hambre (comidas) 3) las relaciones humanas, o sea que sepamos respetarnos, tolerarnos, ayudarnos, entendernos y querernos. Esa es la clave de los grandes intereses de Jesús. Lo cual quiere decir que Jesús planteó una religiosidad totalmente laica, de forma que sólo desde la laicidad, es posible entender el Evangelio y vivirlo.

Las características esenciales de Jesús como profeta se pueden resumir en estos tres aspectos:

1)  Jesús es un profeta itinerante:
Jesús no es un hombre que se queda en su casa de Nazaret, tampoco se instala en Cafarnaúm, sino que recorre las aldeas de Galilea. Su predicación fue en Galilea. (Mc.1,14). Jesús, para realizar su misión docente, no se fue a la capital, Jerusalén, ni siquiera a la importante provincia de Judea. Jesús se fue enseguida a una región lejana, habitada por humildes campesinos y pescadores pobres. Esto significa que la primera decisión importante que tomó Jesús, fue la de irse a vivir y a desarrollar su actividad, a predicar su mensaje, en la región donde está el pueblo más pobre y desheredado, a Galilea. Al llegar a una aldea Jesús  busca el encuentro con los vecinos. Se acerca a las casas deseando paz a las madres y a los niños. Recorrió casi todos los pueblos situados en torno al lago.  El profeta es un hombre público: su lugar es la calle, la plaza pública, los senderos, el campo. Se halla en contacto directo con su mundo, con los vecinos, con los campesinos pobres. Va a la sinagoga donde los vecinos se reúnen los sábados. Conoce el desencanto de la gente, la opresión de los políticos, el lujo de los poderosos.

2) Jesús es un profeta subversivo.
Lo que la gente percibe de su predicación es que Jesús pone en cuestión la soberanía absoluta y exclusiva del emperador romano. Para entrar en el Reino hay que salirse del imperio de Roma. No es posible servir a dos señores. No es posible aceptar el Reino acogiendo a Dios Padre, defensor de los pobres y seguir al mismo tiempo acumulando riquezas a costa de ellos. Por eso, entrar en el Reino, aceptar los valores del Reino, es salirse de ese imperio donde tratan de imponerse los jefes de las naciones y los poderosos del dinero. De esto habaremos más adelante.

3)Jesús es un hombre amenazado:
Es amenazado porque no invita a la gente a la resignación, sino a la lucha esperanzada. La actual situación tiene que cambiar. Lo que anuncia es el Reino que tal y como él lo presentaba tenía que ser algo muy sencillo al alcance de aquellas gentes. Lo primero de todo y lo más importante es la Vida y la felicidad de la gente, luego vendrá la religión. No quiere que se hagan falsas ilusiones, sino que recuperen su dignidad. Jesús comunica su propia experiencia de Dios, no la que se venía repitiendo en todas partes de modo convencional. Eso no satisface a nadie. El anuncio del Reino es una denuncia de la injusticia y la opresión. Hoy, el anuncio del Reino es anunciar una sociedad alternativa, proclamar que “otro mundo es posible”, otro mundo donde no reinen los imperios, ni los césares, ni los falsos dioses como el Dinero y el Mercado. Jesús anuncia la liberación de los pobres, una vida humana digna para todos. Los poderes políticos y religiosos no podían soportar semejante lenguaje y le perseguían y amenazaban de muerte constantemente. El que yace en la cruz es un delincuente, condenado por no someterse al poder religioso ni al poder político. A su lado están dos subversivos políticos (es  lo que significa la palabra griega “lestai”) no entre dos vulgares ladrones como nos han  dicho tantas veces.


2.- El mensaje laico de Jesús es un Mensaje universal :
El mensaje de Jesús por ser laico es universal. Porque lo laico es aquello que pertenece al pueblo, a aquello que somos todos y en lo que coincidimos todos, es decir, en la igualdad, porque todos somos seres humanos, al margen de toda creencia o etnia, cultura o ideología. Todos pertenecemos a la única raza humana que existe en el Planeta Tierra. Abarca a toda la humanidad de todos los tiempos y culturas, es lo más profundo de la existencia humana.

Jesús presenta un mensaje que va más allá de cualquier religión, está destinado no solo al pueblo elegido, sino a toda la humanidad, a todos los seres humanos. Jesús es patrimonio de la humanidad, no solo de los creyentes. Rebasa completamente las fronteras de la Iglesia católica y las demás iglesias cristianas. Nos ha dado a conocer a Dios, como Padre, como dador de vida, que quiere la vida y la felicidad para todos los seres humanos, sin ninguna distinción de razas ni de credos, porque todos son sus hijos e hijas. La inmensa mayoría son pobres, en la actualidad suman más de las 2/3 partes de la humanidad. Esta es su elección y su predilección. El Dios de Jesús es el mismo dios que el Dios de los musulmanes, o budistas o protestantes, hinduistas, sintoístas o confucionistas. Existe un solo dios.

3.- La laicidad del Mensaje de Jesús:
Hay tres pasajes que indican la amplitud y la laicidad del mensaje: una, lo encontramos en las bienaventuranzas, otra, en la misión de los 72, y la tercera, en el juicio final.

1) La fuerza de las llamadas Bienaventuranzas no está en su religiosidad, sino en la alternativa laica que promete. El reino de Dios se traduce hoy por la sociedad alternativa. El reino está presente no en lo religioso sino en lo laico, en lo que coinciden todos los seres humanos, y se identifica con lo ético, con la forma de vivir. La formulación laica de las llamadas bienaventuranzas se da en hoja aparte.

2) En esa misión  lo que Jesús encomienda a los 72 discípulos no es  ninguna tarea religiosa, tal  como sería enseñar una doctrina, dar una catequesis, organizar unas celebraciones rituales, o imponer unos mandamientos divinos. Nada de eso. Lo que les encarga es una tarea secular, laica. ¿En qué consiste?  En remediar en lo posible el sufrimiento humano: “curad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad demonios (Mt, 10,8). Es decir, en su conjunto, se trata de curar las heridas que ha producido ese sistema político-religioso que reinaba en  Israel y que se parece mucho al que tenemos ahora. Y además, todo eso darlo de balde, sin cobrar nada. Jesús no encomendó a los discípulos una misión religiosa, sino una misión humanitaria.

3) En el relato del Juicio Final, todos sabemos cuál es el criterio de Jesús: en ese mensaje a todas las naciones, lo definitivo en el momento culminante de enjuiciar nuestra vida, no tendrá nada que ver con la religión, sino con lo que hagamos o dejemos de hacer, con los más necesitados y excluidos de la sociedad. Es decir, con los que tienen hambre, con los emigrantes, los enfermos, los presos, las prostitutas.

4.- El Mensaje laico de Jesús es un  mensaje subversivo:
Jesús no fundó la Iglesia, ni la religión, sino un movimiento de fe, implantando en el mundo una revolución. En el Evangelio de Lucas, en el interrogatorio ante Pilatos, las masas le gritan tratando de acusarle: “Este subvierte (solivianta) al pueblo enseñando por todo el  país empezando en Galilea”. Soliviantar, es “Inducir a alguien a la oposición o a la rebeldía”: incitar, agitar, alborotar. El verbo griego νασεω aparece solo dos veces en el NT: Mc 15,11: “Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir que les soltara mejor a Barrabás”. Y en (Lc 23,5) el pueblo, la muchedumbre, le acusa ante Pilato; “Ellos (la gente) insistían “Solivianta al pueblo enseñando por todo el país judío; empezó en Galilea y ha llegado hasta aquí.” 

(Otra nota erudita: Lucas 23:5 ο δ πσχυον λγοντες τι νασεει τν λαν διδσκων καθ᾿ λης τς ουδαας, κα ρξμενος π τς Γαλιλαας ως δε. La traducción literal es: “Ellos insistían diciendo que solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, empezando desde Galilea hasta aquí”.
El verbo “anaseíô” аνασειω está compuesto por la preposición “ana” y el verbo original “seíô”. Este verbo significa “agitar, sacudir, hacer temblar”. De este verbo deriva “seismós” de donde viene nuestro ·”seismo”, terremoto. La preposición “aná” significa “arriba, hacia arriba”. Es muy significativo el verbo “anístemi” (ana-hístemi), que significa “colocar hacia arriba, levantar” y que es el verbo que se utiliza con frecuencia para designar la resurrección: “Dios lo levantó de entre los muertos” o simplemente “Dios lo levantó, lo resucitó”. Aquí significa levantar al pueblo contra los de arriba.)

Soliviantar significa mover el ánimo de la gente para inducirle a adoptar una actitud rebelde u hostil en orden a cambiar el orden público y moral, dice el Diccionario de Lengua. La manera de soliviantar que tiene Jesús no es violenta, es “enseñando”. La enseñanza es una forma de subvertir el orden establecido: poner las cosas patas arriba. Jesús no estaba de acuerdo con la escala de valores de aquella sociedad que no es muy distinta de la nuestra de ahora. Lo de arriba lo pone abajo. Lo que consideramos como perdido es lo que vale, lo que todo el mundo estima que es bueno, no es tan bueno. Lo que se tiene por poder es debilidad. Siempre prevalece la vida sobre la muerte, la verdad sobre la mentira, la libertad sobre la dependencia. Y siempre el amor por encima de todo.

La subversión consiste en tratar de sentar los pilares de una sociedad que no se basa en los valores del dinero, el prestigio y el poder, sino en la libertad, la justicia y el amor. Jesús desplazó lo central de la religión de su tiempo, el Templo,  la Ley y  los sacerdotes, hacia lo humano y la humanidad. Se pone de parte de la vida y de la felicidad de todos los seres humanos. El centro de la religión no está en lo dogmático, ni en lo ritual, ni en lo sagrado, sino en lo ético. Jesús nos ofrece un “proyecto de vida”, no una serie de prácticas religiosas. Para Jesús lo sagrado es lo humano, no lo religioso. El proyecto de Jesús (laico) es incompatible con el proyecto de la religión. Jesús rechaza la religión de un Dios excluyente y un Dios violento. Jesús no se identifica con ninguna religión. Tampoco con el cristianismo. Creer en el Evangelio es sacar de nosotros mismos todo lo que es más humano, lo más común de todos los seres humanos, se trata de otra forma distinta de ver el mundo, de entender la sociedad, de crear la verdadera fraternidad que respeta los derechos humanos. No a una espiritualidad desencarnada, sino una vuelta al Jesús histórico que nos anunció un Dios-Padre misericordioso y compasivo, un Dios-Amor que quiere entrañablemente a todos sus hijos, y que denunció a los poderosos que oprimen, y se comprometió con los pobres y excluidos. Menos religión y más seguimiento de Jesús. Seguir a Jesús supone ir detrás de él, renunciar a la seguridad que da el sistema y cargar con la cruz de buscar en cada momento el auténtico modo de acompañarle. Y eso se resume en cuatro afirmaciones que Jesús hizo: “No podéis servir a Dios y al dinero”, “No deis a ningún César lo que es de Dios”, “Sed compasivos, como vuestro Padre celestial es compasivo” y “Los últimos serán los primeros”.

Jesús está por el cambio, no puede dejar las cosas como están, porque el mundo que él vivía era injusto: unos vivían muy bien a costa de otros que lo estaban pasando mal. Jesús no puede quedarse impasible, mirando para otro lado, al ver las masas arrastrándose por la pobreza y la miseria. “Se me conmueven las entrañas al ver a esta gente”. (Mc. 8,2). Lo cómodo es seguir como siempre sin cambiar nada. La indiferencia es la que se queda con los brazos cruzados, no hace nada ante el dolor ajeno. Y esto hace más daño que la misma violencia que causa el sufrimiento humano. No parece que la Iglesia quiera cambiar cosas importantes para la fe de los creyentes.


Permítanme un paréntesis subversivo respecto a la institución Iglesia:
Mientras siga mandando y gobernando la Curia Romana, otra Iglesia es imposible.
Mientras siga vigente el actual Código de Derecho Canónico que entroniza al Papa como un Rey Absoluto, otra Iglesia es imposible.
Mientras esta institución eclesiástica siga atada y bien atada a este Capitalismo perverso, otra Iglesia es imposible.
Mientras siga formando parte de las estructuras de esta Globalización financiera y especulativa, esta Iglesia no puede abrir la boca para pronunciar el Mensaje de Jesús.
Mientras no sea capaz de reconocer los Derechos humanos dentro y los exija hipócritamente fuera, otra Iglesia es imposible.
Mientras siga existiendo el Vaticano como Estado pontificio con sus riquezas, su cuerpo diplomático y su poder político, otra Iglesia es imposible,
Mientras continúe en el entramado político, económico, jurídico y social del mundo de los ricos,  es  imposible que pueda decir una palabra al mundo de los empobrecidos. Se encuentra situada en la línea  base del Sistema que hace cada vez más pobres a los pobres, y más ricos a los ricos. Ha olvidado completamente la sentencia de Jesús que dice que “no se puede servir a dos señores, no podéis servir a servir a Dios y al Capital”.

Esta Iglesia no existe, no tiene nada que ver con el Mensaje de Jesús.

Después de este paréntesis, vamos a ver, finalmente, las dos preferencias escandalosas
de Jesús: los perdidos y los últimos.

A) Preferencia por los perdidos
Las parábolas son un ejemplo claro de la rebeldía de Jesús ante el orden establecido. Aparecen dos grupos de personas: la gente respetable y la gente insignificante, los don nadie, las mujeres, los enfermos, los que no figuran en esta sociedad. En estas parábolas Jesús hace patente que lo que tendría que ser lo normal en la vida, es lo “raro”. Estas parábolas presentan la vida tal y como es y por otra parte la vida tal y como tendría que ser o como podría  ser.  ¿Es normal que el hijo que dilapidó toda la fortuna de su padre y viviendo desenfrenadamente le organicen una fiesta por todo lo alto cuando vuelve a casa? Este es el hijo perdido, nada de “hijo pródigo”, hijo perdido. Jesús pone la vida al revés. Tiene preferencia, tiene un cariño especial por los perdidos. Jesús hace fiesta, se alegra, por la vuelta de su hijo que “estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y se le ha encontrado” (Lc. 15.24). Igual le pasa con la oveja perdida (Lc.15,6). Lo mismo que con la moneda  que había perdido la mujer. Tiene menos valor el hijo mayor que se queda en casa. Tienen menos valor las 99 ovejas que se quedan en el redil, o el resto del dinero que tiene en su casa la mujer, que lo que ha perdido. Lo que para la mayoría no tiene valor, lo que está perdido, eso es lo que prefiere Jesús ¿Quiénes son los que pierden y quienes los que ganan? Jesús vino buscando  los “balas perdidas” para salvarlos. Todo lo contrario de lo que podría hacer el Derecho Canónico.

 B) Preferencia por los últimos:
 Jesús lo dice muy claramente: “Los últimos serán los primeros” (Mc 10,31).Frente al reinado del dinero y del poder Jesús introduce una pasión en la historia: que los últimos dejen de serlo, que la sociedad, les den la primacía para construir un mundo sin últimos ni primeros o, al menos, con la menor desigualdad posible entre seres humanos convocados a ser hermanos. La pasión por el Reino de Dios, es decir, por la realidad histórica, se convierte en pasión cristiana por la primacía de los últimos. Jesús crea una especial sensibilidad e interés por conocer y transformar las condiciones de vida en que se encuentran los últimos de cada sociedad y de la humanidad en su conjunto. Realiza una fuerte crítica y denuncia de los mecanismos de riqueza y poder que causan esa situación, y un comportamiento por la emancipación de los empobrecidos que tienen que constituir el centro de toda la vida colectiva hasta que dejen de serlo. A Dios solo se le puede acoger construyendo un mundo   que tenga como primera meta la dignidad de los últimos.

 Los últimos son los más necesitados de todo, de comida, de aprecio social y humano, a los que no se les reconocen sus derechos, los analfabetos, los que viven sin dignidad, esos, los pobres, los parados, los sin techo, los que tienen hambre, los que desprecia casi todo el mundo, los inmigrantes, los que viven años y años en campamentos de supervivencia, es decir, los últimos, los nadie, los olvidados, los que sobran en esta sociedad, todos esos son los primeros para Jesús, los que requieren toda su atención. Se trata de una inversión radical de los valores y de la situación establecida. Jesús corta por lo sano y lo dice sin rodeos “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”  (Mc 9,35). Jesús es un raro, un hombre extraño, todo lo saca de quicio. Un subversivo.


Como conclusión, y ya termino, podemos decir que el Mensaje de Jesús es laico, porque es lo más humano, y al mismo tiempo es lo más universal. Y lo más humano y lo más universal es casi siempre lo más subversivo. Y podemos añadir que lo más humano es también poder confiar plenamente en otro ser humano. Que estas jornadas nos puedan servir para confiar un poco más en esa deliciosa y conflictiva humanidad de Jesús.

Muchas gracias.  (anaxagoras54@gmail.com)