sábado, 29 de noviembre de 2014

¿MOROS Y CRISTIANOS? O VICTIMAS Y CRISTIANOS

 

José María García-Mauriño

Noviembre  de 2014

 

No se trata de las tradicionales fiestas de “Moros y Cristianos” de tiempos atrás y de tiempos de turismo actuales. Se trata del tremendo contraste entre un capitalismo feroz, sangrante, y un cristianismo que es diametralmente opuesto. Evangelio y capitalismo son incompatibles. Se trata de ver el panorama de víctimas constantes que produce este sistema y las reflexiones que nos hacemos los cristianos de base ante este destrozo.

 

 1.- Introducción:

Hace solo cuatro años, en 2012, experimentábamos los recortes de Rajoy unos recortes de 10.000 millones de euros en servicios públicos de primera necesidad, como la Sanidad o la Educación. Se promovía una subida de impuestos que castiga a los ciudadanos y no penaliza a las grandes fortunas. Se eliminaba la subida anual de pensiones y salarios. Se promulgaban leyes sobre horarios  de apertura que solo favorecen a las grandes superficies comerciales. Se sigue utilizando nuestro dinero para reflotar los bancos y cajas que nos desahucian de nuestras casas, y cuyos directivos se han lucrado a nuestra costa de manera desmesurada para después regalárselas a las entidades que mas beneficios tienen. Y por último, se decreta una reforma laboral, impuesta desde la Unión Europea. Y hemos asistido a una convocatoria de huelga general, muy seguida por la mayoría de la ciudadanía, en algunos sectores industriales, en transportes, etc. Siguen  las movilizaciones y la indignación colectiva sube en intensidad. La crisis es global, es internacional, y sólo caben soluciones globales, planetarias. Nuestra visión no se puede reducir al espacio español, o europeo. Ha habido recortes para todos los estamentos, menos para la Iglesia Católica. Hoy todo esto se ha multiplicado.

 

Ante este panorama los cristianos nos hacíamos muchas preguntas inquietantes. ¿quienes son las Víctimas? ¿qué pasa con las Víctimas? ¿qué tiene este Sistema que produce constantemente Víctimas? ¿A cuántos se extiende el número y clase de Víctimas? No se puede dar una definición exacta de las Víctimas. Sólo podemos describirlas así: Es el sufrimiento de unos inocentes que han padecido una violencia injusta y que claman por sus derechos. En todo caso siempre serán inocentes que pagan un altísimo precio a causa del Sistema. ¿por qué tienen que sufrir los inocentes? Lo que iguala a todas las Víctimas es el sufrimiento, el dolor y la muerte. Ante este tremendo problema hemos hecho estas reflexiones

 

2.- El Sistema:

El sistema capitalista es de tal perversidad que ha convertido al mundo entero en un gigantesco campo de concentración. Dentro de las alambradas está el 99% de la humanidad, al otro lado de las alambradas se encuentra ese 1 % que oprime y  causa infinito dolor a gran parte de la humanidad. En ese campo está el terrible holocausto de los judíos, ya sea en Auschwitz, Belsen, Dachau o Treblinka, el constante genocidio de los palestinos por parte de los mismos judíos, los miles y miles de muertos causados por las guerras imperialistas (Iraq, Afganistán, Líbano, Ruanda, Congo, Libia, Siria, norte de África). Pueblos enteros sometidos a la dictadura del sistema. Más de la mitad de habitantes del planeta desnutridos, millones de muertos de hambre al año, millones de niños y mujeres esclavos laboral o sexualmente, niños-soldado o víctimas de las minas o del tráfico de armas, las mujeres maltratadas, violadas o asesinadas,  las Víctimas del imperialismo, las Víctimas del narcotráfico, las Víctimas de la prostitución, las Víctimas del franquismo, los millones de emigrantes que salen  de sus tierras buscando condiciones de vida mejores, los represaliados políticos. El destrozo de la Naturaleza, de la Madre Tierra, es otra víctima del sistema. Y en la actualidad, las Víctimas de esta crisis tan profunda, los millones de parados, los repetidos desahucios, el sufrimiento de los que no tienen ningún ingreso, el sufrimiento de no llegar a fin de mes, En fin,  la  lista es interminable ...

 

Todo esto sucede en un planeta con medios suficientes para que eso no ocurra. Las proporciones entre las Víctimas y la humanidad son aterradoras, más de dos tercios de la Humanidad padece este sufrimiento. Se trata del exterminio lento de los pobres, los excluidos, los que “sobran”. Y seguimos preguntando: ¿es posible explicar el sentido de esta catástrofe? Las Víctimas se podrían hacer esta pregunta: ¿qué hemos hecho para que nos traten así? “Lo único que pretendemos es vivir”. Todos mueren antes de tiempo. Cualquier habitante de este inmenso  campo de concentración, sea creyente o increyente, debería renunciar a toda respuesta que busque sentido a este absurdo. El sistema es un absurdo.

 

3.- Algunas preguntas:

Ante este escenario de las Víctimas del sistema, las preguntas que nos hacemos dan  lugar a profundas reflexiones. Si nos tomamos en serio el terrible drama de las Víctimas, pensamos hacer una reflexión en profundidad. ¿Es verdad que los cristianos están con las víctimas? Nos podríamos preguntar, ¿dónde están los que se llaman cristianos, sean  de base o no? Y tendríamos que responder: Estamos donde tenemos que estar, al lado de los que sufren. La pregunta del cristiano por el sufrimiento del inocente tiene que surgir de un sujeto humano íntegramente comprometido en la lucha contra la injusticia,

 

3.1. Un planteamiento cristiano:

¿Cuál es nuestra reflexión  y nuestra postura como creyentes? Una posición clara y determinante podría ser esta; una ubicación incondicional del lado de las Víctimas. Nos podemos aplicar el título del  libro de Alfredo Tamayo, miembro de CPS, Siempre de vuestro lado (2008, sobre las Víctimas de ETA) Pero, ahondando más en nuestro planteamiento de fe, es importante dilucidar qué relación existe entre el sistema capitalista y el cristianismo. Y afirmamos con toda claridad que son dos proyectos absolutamente irreconciliables. El capitalismo y el cristianismo son  incompatibles. Recordamos eso de, “no podéis servir a Dios y al Capital”. Si nos situamos al lado de las víctimas., no podemos compaginar nuestro pensamiento y menos aún nuestras actuaciones con los esclavos del capital y aquellos que apoyan el capital. O al lado de las Víctimas, o al lado del capital. Lo que piden las Víctimas es una respuesta a la injusticia de sus muertes.

 

3.2. Una reflexión teológica:

¿A qué Dios servimos? El Dios de Jesús no es un Dios Todopoderoso, es el Dios de la debilidad. En el evangelio no aparece ni una sola vez la idea de un Dios Poderoso, solo se nos muestra la imagen de un Dios lleno de bondad, misericordioso y compasivo. Jesús también fue Víctima del poder del imperio y de los poderes religiosos En ese rostro desfigurado del Crucificado se nos revela un Dios sorprendente, que rompe nuestras imágenes convencionales de Dios y pone en cuestión toda práctica religiosa que pretenda dar culto a Dios olvidando el drama de un mundo donde se sigue crucificando a los más débiles e indefensos. Si Dios ha muerto identificado con las víctimas, su crucifixión se convierte en un desafío inquietante para los seguidores de Jesús. No podemos separar a Dios del sufrimiento de los inocentes. No podemos adorar al Crucificado y vivir de espaldas al sufrimiento de tantos seres humanos destruidos por el hambre, las guerras o la miseria.

 

La fe en Jesús hace que muera la imagen clásica, tradicional, del Dios Todopoderoso y protector. Jesús vivía siempre al lado de los oprimidos, de las  Víctimas del sistema. Identificado con los últimos, defendiendo a las víctimas, los que están en la escala más baja de la sociedad. Su vida era una búsqueda constante del Reino de Dios y su justicia, es decir, buscaba otra sociedad distinta, y sanaba las heridas que producía el sistema, como son, las enfermedades, el hambre, la explotación, la avaricia de los ricos. Ese era su sitio, estar siempre entre los excluidos, entre los que “sobran” en la sociedad, los últimos, los sin tierra, los que no tienen nada, los sin derechos, los indeseables, los humillados y sin dignidad alguna. El Reino de Dios no es una Buena Noticia para todos de forma indiscriminada. Es una alegría para los oprimidos, y una amenaza para los que oprimen. En el Reino de Dios  no pueden vivir en el mismo espacio y al mismo tiempo, unos pocos ricos que viven a costa de la mayoría que son los pobres.

 

Jesús nos llama a cambiar esas creencias propias de una etapa infantil, por un espacio ocupado ahora por la ley moral, por los Derechos Humanos, que no es sino la llamada a la plena madurez del ser humano, esa madurez que se expresa en términos de responsabilidad absoluta. Dios, identificado para siempre con todas las víctimas inocentes de la historia. Al grito de todos ellos se une ahora el grito de dolor del mismo Dios.

 

 La pregunta por el sufrimiento del inocente no se satisface con esa invocación de la libertad humana. Dios no puede quitarse de en medio. Dios tiene que ser interpelado por esa injusticia. Una vez que ha visto la injusticia del sufrimiento, se plantea radicalmente la exigencia de justicia. Pero es el hombre, todo ser humano, el que tiene que hacerse cargo de esa justicia pues todos experimentamos el silencio de Dios. Ante el mal, Dios no interviene, no porque no quiera, sino porque no puede. Se trata de la debilidad de Dios. Hay como un trasvase de la omnipotencia divina en favor de cada uno de los seres humanos y del mundo. Hay un Dios que muere y, con él, un determinado discurso religioso; y hay un Dios que se revela y, con él, una determinada manera de hablar de Dios.

 

Si Dios se oculta, si es inalcanzable, poco podemos saber sobre Dios. Lo que sí tenemos al alcance es su palabra recogida en los Evangelios. Tendremos  entonces que atenernos a su palabra, a sus enseñanzas. Pero atenerse al Evangelio significa buscar su sentido sin renunciar a la razón y a la experiencia humana. El creyente no cree en Dios a ciegas porque sabe que no tiene hilo directo con la divinidad: tiene que mediar la razón, es decir, tiene que interpretar sus enseñanzas.

 

Y éstas ¿qué dicen? Jesús nos muestra en su mensaje y en  su vida la debilidad de Dios. Aceptó despojarse de todo poder divino, y en ese vaciamiento, en esa kenosis, mostrar al Dios plenamente humano, débil, renunciando a actuar con poder en el mundo para que el hombre, es decir, cada uno de los seres humanos de la tierra, ejerza su autonomía. Dios delega en el ser humano la responsabilidad de la justicia en la tierra. Es decir, la muerte del Dios todopoderoso echa sobre las espaldas del todo ser humano la tarea de hacerse cargo de las injusticias del mundo. La muerte del Dios infantil conlleva la afirmación inmediata de la incompatibilidad entre injusticia y existencia humana. No se puede vivir de espaldas a la injusticia.

 

4.- Una posible salida:

¿Qué salida cabe, qué esperanza? No hay escapatoria en el sentido de que la solución no está en evadirse de la tremenda realidad que estamos viviendo, sino en desarrollar dentro de este victimario histórico una superioridad espiritual, es decir, en soportar el trago de historia que estamos viviendo sin sucumbir espiritualmente. Una propuesta sería esta: sólo nosotros podemos salvarnos si salvamos lo mejor que hay en nosotros. Es decir, los valores éticos, los Derechos Humanos, la fe en Jesús, la fraternidad planetaria, el compromiso insobornable por la justicia, Todo esto está por encima de toda otra consideración. Desde luego, podemos afirmar ahora con mayor decisión que nunca, que un Dios todopoderoso es un Dios  incomprensible, un Dios que, repetimos, no es el Dios de Jesús.  Lo que ocurre es que esa constatación no nos puede llevar a la desesperación, ni siquiera al desencanto. Esa experiencia de madurez espiritual se expresa en dos movimientos complementarios, a saber, ayudar a Dios, es decir, hacer lo posible para que su presencia en el mundo sea la propia de un Dios débil, un Dios que deja actuar al ser humano, y, por otra parte, asumir ese compromiso de responsabilidad absoluta que todo ser humano tenemos con la justicia. ¿Cómo pueden seguir los cristianos de la Iglesia de Base de Madrid a Jesús?  Con  una denuncia constante del sistema. A nivel intelectual, a nivel político (partidos, sindicatos), en los medios de comunicación (si nos dejan), en la calle (en manifestaciones), en conversaciones entre familiares y amigos, en el barrio. Pero esto depende del grado de convicción que tengamos cada uno, y del grado de conciencia colectiva, de lo que suponen las Víctimas generadas por este Capitalismo que no cesa. Al final, esperamos que la debilidad vencerá el poder del imperio, el compromiso con las víctimas hará que se vaya realizando la justicia. Esperamos realmente la venida del Reino de Dios.  

 

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La Iglesia de Base de Madrid se compromete a mantener una posición firme y denunciante de todos los abusos, recortes y ajustes que han efectuado los gobiernos del PP y del PSOE, gestores del sistema, que van en contra de la ciudadanía, y en contra de una elemental justicia y de los Derechos Humanos, y a favor del gran capital. Muchos “recortes sociales” responden simple y llanamente a una política de transferencias desde la esfera social a la financiera para salvar y fortalecer a los poderosos que han provocado la crisis. Como estamos al lado de las víctimas, los cristianos de base nos situamos abiertamente anti-sistema en lo político y en lo eclesial. No creemos en la reforma de este sistema, sino en su radical transformación, porque otro capitalismo de rostro humano es imposible.

 

 

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