lunes, 22 de diciembre de 2014

EL CAPITALISMO CONTRA EL PLANETA



CAMBIO CLIMÁTICO, CAMBIO DE MODELO DE SOCIEDAD

José María García Mauriño
11 de diciembre 2014

El capitalismo en su afán de obtener y acumular beneficios no respeta a casi nadie. Tampoco al Planeta, por eso se encuentra en una situación de extrema gravedad, está agonizando., Y para que no se nos muera del todo vemos claramente que hay que cambiar de modelo de sociedad.

1)               Qué le pasa al Planeta:
Se nos muere el planeta, y estamos inquietos aunque sin acabar de creérnoslo, asistimos a esa muerte lenta de tantas caras. Se desmanda el clima y salimos de las sequías para entrar en los ciclo­nes, en los tsunamis; arrancamos y quemamos los bosques; envenenamos nuestros ríos; se achi­can los bios y se acurrucan los polos; el mar es un inmenso basurero; el empuje de la vida no puede con la pulsión de muerte que reduce las especies vivas; el agua está reservada a una minoría de privilegiados; hemos esquilmado los recursos de la tierra y la biosfera ya no soporta tanta contaminación y saqueo; para cerca de dos mil millones de personas comer cada día es una hazaña casi imposible; el sida, los odios étnicos y religiosos, los antagonismos nacionalis­tas y las guerras a que dan lugar son nuestra predilecta actividad cotidiana. Esa catástrofe múltiple cuya letanía recitamos con unción, co­mo acabo de hacer yo ahora mismo, esperando así hacer olvidar que somos nosotros los que la producimos.

2) El problema
El origen del problema está en el aumento del dióxido de carbono, CO2, de origen humano que ha aumentado la temperatura. En los últimos años ha habido un intenso debate sobre si el calentamiento del planeta se ha debido a causas humanas o puede tener otras explicaciones naturales. Las conclusiones son que las fuerzas naturales (actividad volcánica, intensidad solar...) por sí solas no explican este aumento de temperatura.

El Programa de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo, PNUD, 2007-2008, tiene muy presente el IPCC (Informe de expertos sobre el Cambio Climático del mismo año 2008) explica que hay un 90% de posibilidades de que la mayor parte del calentamiento sea debida a los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana. Es decir, por el desarrollo y crecimiento de la actividad industrial, de signo capitalista.

Lo que le pasa al Planeta no es algo “natural”, es provocado por el sistema
En lo que queda de si­glo, la temperatura aumentará entre 1,8 y 4 gra­dos con el agravamiento de los efectos a los que acabo de referirme. El “responsable inequívo­co” de la hecatombe es, según el informe, el “ser humano”, es decir, todos, o sea, en términos de imputación específica, nadie. Así nos va, no nos queremos hacer personalmente responsables.

El consumo del petróleo es uno de los impulsores de ese fenómeno. Se puede decir que el principal junto con el carbón. El cambio climático que vivimos se debe a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, mayoritariamente CO2, y el 80% de éste se produce al quemar combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Sólo el uso de petróleo es responsable del 22,6% de las emisiones de 2014. En buena parte se dedica al transporte, y sus emisiones han aumentado un 120% desde 1970 hasta 2014, mientras, por ejemplo, las del sector industrial crecieron un 65%. Por tanto, uno de los muchos y graves problemas que se asocian al petróleo es el cambio climático.

En ese Foro de Davos, de hace varios años, en el que los poderosos de este mundo, las multina­cionales y los Estados, se congratularon durante cin­co días de su poder, esta cuestión del cambio climático ocupó una posición central. En la reunión de Davos hubo plena coincidencia en el diag­nóstico: más allá del calentamiento, es imposible que sigamos manteniendo el modelo actual de sociedad con sus exigencias de producción y de consumo. Porque si hoy,en 2014, son ya tan destructoras para 7.000 millones de personas, en 2030 serán insopor­tables más aún para 8.000 millones de SH. El barco tierra no admitirá tal carga. A falta de un responsable claro, las soluciones que se proponen van desde la publicitaria —apaguemos cinco minutos la luz para concienciamos del peligro— hasta el catálogo de recetas que se derivan del documen­tal del vicepresidente de Bill Clinton, Al Gore, Una verdad incómoda o el reenvío del problema a los políti­cos, cuando son sobre todo las multinacionales, en cuanto productoras, y las familias, en cuanto consumidoras, las responsables del desafuero. Más del 50% de las emisiones de dióxido de carbono proceden del transporte de mercancías y de personas. Pensar que el problema puede resolverse a base de medidas fiscales como las propuestas en relación con el calentamiento, o mediante simples reorganizaciones técnico-eco­nómicas, son insuficientes.  La clave sigue estando en nuestro sistema económico-social: es decir, en el capitalismo.

3)   El sistema:
Un sistema económico, el capitalismo, centrado en el dios dinero necesita también saquear la naturaleza. Saquear la naturaleza para sostener el ritmo frenético de consumo que le es inherente. Al sistema solo le interesan el beneficio y la acumulación de riqueza, la Tierra no le importa. El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la deforestación ya están mostrando sus efectos devastadores en los grandes cataclismos que vemos, y los que más sufren son los humildes, los que viven cerca de las costas en viviendas precarias o que son tan vulnerables económicamente que frente a un desastre natural, lo pierden todo.

El sistema económico vigente en la mayoría de países desarrollados y en vías de desarrollo, caracterizado por el sistema de propiedad privada de los mayores medios de producción, distribución y financiación, está dificultando la respuesta necesaria para responder a la amenaza que representa el cambio climático. Se requiere un cambio sustancial en las relaciones de poder derivadas de este sistema económico y de su gobernanza económica y política. Para prevenir la agudización del problema, así como para alcanzar la ­­reducción del daño, y conseguir su adaptación a los cambios climáticos, se requerirá una democratización de dicha gobernanza, con cambios serios y profundos en los tipos de producción, consumo y distribución de recursos.

5) Posibles soluciones: el cambio:
No podemos seguir así. Es preciso cambiar, tener mentalidad de cambio. Estos cambios van a exigir una transformación también en los partidos políticos y movimientos sociales –como los sindicatos- que se tienen que comprometer con el bienestar de las clases sociales más débiles. Porque  estos serán los grupos sociales más afectados negativamente por los actuales cambios climáticos que ya son irreversibles.
Las áreas de mayor conflicto serán las que se centren en los cambios en los sistemas de producción, consumo y distribución de recursos. La enorme concentración de recursos (incluido de capital y de renta) en manos privadas, es incompatible con el proyecto reformador de protección de las clases populares frente a los daños climáticos.

Tales cambios no significan necesariamente una disminución de la actividad económica, sino un cambio sustancial de dicha actividad, con una considerable redistribución del tiempo de trabajo y un cambio de los tipos de producción y consumo.

6) Una sociedad distinta:
Necesitamos una sociedad distinta. El establecimiento de una sociedad sostenible significa una cosa muy positiva, es decir, una expansión de actividades económicas ya existentes, como por ejemplo, más y mejor transporte público, un nuevo diseño y mantenimiento de formas de energías renovables (habidas y por haber), el mantenimiento y nueva construcción de las viviendas, la creación de nuevas formas de utilización de energías no contaminantes, la reducción del CO2 y otros productos contaminantes, el nuevo diseño de los puestos de trabajo para que sean menos estresantes y más satisfactorios, y otras actividades.

Hasta ahora, dicen los expertos que todas las formas de regulación de los cambios para reducir el cambio climático, que se han basado en el mercado, han fracasado estrepitosamente. La prevención de la contaminación a base de la compra y venta de los derechos de contaminación ha sido un enorme desastre (y no hay otra manera de definirlo). Ninguno de los principales avances conseguidos en la historia reciente de la humanidad se ha basado en mecanismos mercantiles. El desarrollo de derechos políticos, sociales y laborales (son conquistas de los movimientos obreros, feministas o ecológicos) se ha conseguido históricamente como resultado de acciones políticas e intervenciones públicas. Los mismo se puede conseguir con la lucha por el reconocimiento de los derechos de la Tierra.

qué hay que hacer para frenar el cambio climático?
Dejar de ser como hasta ahora una sociedad básicamente consumista, es decir, una economía depredadora basada en combustibles fósiles, en el consumo excesivo del petróleo, carbón y gas. Pero no hay tiempo para esperar hasta que eso ocurra, por tanto lo inmediato es ir hacia la reducción del consumo energético mediante el ahorro y el uso de tecnologías cada vez más eficientes. Al mismo tiempo hay que cambiar a fuentes energéticas no fósiles (desde luego excluyendo la nuclear), y eso significa que las llamadas energías limpias o renovables, como la eólica o la fotovoltaica, tienen que multiplicar su contribución muy por encima de la que tenemos hoy. Esto sólo se puede conseguir creando conciencia ciudadana y presionando a los poderes políticos. El objetivo que debemos asumir es el de reducir las emisiones de los países desarrollados del 25% al 45% para 2020.

7) Una última reflexión:
La Naturaleza no es una propiedad universal de la cual podemos disponer a nuestro gusto; ni mucho menos es una propiedad privada sólo de algunos, de unos pocos: el Planeta Tierra es un regalo de la Naturaleza, para que cuidemos de ella y la utilicemos en beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud.

 Hay muchos indicadores científicos que apuntan a la irrupción de una tragedia ecológica y  humanitaria. Nada esencial ha cambiado desde la redacción de la Carta de la Tierra  en 2003 que elaboraron un grupo de personalidades del mundo entero. Se decía en ese maravilloso documento: “Estamos en un momento crítico de la Tierra en el cual la humanidad debe escoger su futuro.  Y la elección es ésta: o se promueve una alianza global para cuidarnos a nosotros y a las otras generaciones y  la Tierra, o arriesgamos nuestra destrucción y la devastación de la diversidad de la vida”.

Habría que hacer un nuevo contrato entre el Planeta y la humanidad: o sea, un  contrato natural:
¿Qué es un contrato natural?: Es el reconocimiento por parte del ser humano de que él está inserto en la naturaleza, de la que recibe todo, y el reconocimiento de que debe comportarse como hijo de la Madre Tierra, devolviéndole cuidado y protección para que ella continúe haciendo lo que siempre hace: darnos vida y medios de vida.
El contrato natural, como todos los contratos, supone reciprocidad. La naturaleza nos da todo lo que necesitamos, y nosotros, en contrapartida, la respetamos, y reconocemos sus derechos de existir y preservamos su integridad y vitalidad.
Al contrato exclusivamente social debemos añadir ahora el contrato natural de reciprocidad y simbiosis. Renunciamos a dominar y a poseer la Tierra, y nos hermanamos con todas las cosas del universo. No simplemente las utilizamos, sino que, al usarlas cuando lo necesitamos, las contemplamos, admiramos su belleza y organicidad, y cuidamos de ellas. Así cuidamos la Tierra y nos cuidamos a nosotros mismos.


Para cuidar la vida del planeta, cuidar a las personas y al medio ambiente, tenemos la oportunidad en estas fiestas de Navidad de reducir el consumo y buscar la responsabilidad en  cada decisión de compra. Porque esos gestos tienen mucho más poder transformador que las mismas palabras.