domingo, 10 de mayo de 2015

2015, AÑO DE ELECCIONES CONFLICTIVAS



José María García Mauriño
14 de Mayo de 2015

¿Dónde está el conflicto? 
En estas elecciones municipales, autonómicas y generales, el conflicto se sitúa en el enfrentamiento entre el Gobierno y el Sistema. En estas elecciones la ciudadanía se juega un cambio que considera necesario. Pero, las urnas no cambian casi nada. No se trata de piezas de recambio, de cambiar el Gobierno, de cambiar el Parlamento, si dejamos intacto el sistema. Que no sea la economía, el poder de las multinacionales, el que nos gobierne, sino que sea el poder popular el que pueda tomar decisiones en favor de la ciudadanía.  El sistema capitalista no es sólo un sistema económico, es mucho más, es un sistema a la vez político y cultural. Es un sistema económico que depende al mismo tiempo de un espíritu moral, y que necesita del sistema político democrático para poder subsistir. Sin esta dimensión política y ético-cultural no se podría mantener. En su fondo, está viva y actuante toda una filosofía que orienta ampliamente la actividad del hombre y la mujer capitalista, es decir, todo lo que supone la actividad económica, el sistema de valores, y todo lo concerniente a lo cultural y lo  político. Es posible que se cambie de gobierno, pero seguirá intacto el sistema. Algunos intentan que vaya cambiando poco a poco el sistema, además de que cambie de momento esa forma de gobernar El adversario no es la “derecha”, sino algo mucho más amplio y superior: una oligarquía capitalista cuya línea y programa perjudica al 90% de la sociedad.

1) Presupuesto fundamental:
Ante la cita electoral de este año 2015, mucha gente espera que nos digan una postura a adoptar. Pero creo que para unas personas tan maduras no caben consignas o indicaciones, sino formación e información para que cada cual libremente tome la decisión que crea más conveniente.

Antes que nada unas observaciones generales: Estas elecciones municipales, autonómicas y generales van a ser las elecciones del cambio: Esto tiene que cambiar, así no podemos seguir, con tanto paro, tanto recorte a la sanidad y educación con esa ley de partidos o esa reforma laboral. Lo decisivo es que la Política se regenere, que  la Democracia funcione, es decir, que el poder popular, la soberanía popular, no la soberanía del capital, tome decisiones para la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, controle democráticamente la economía. Es la hora de un compromiso radical con la democracia popular. Hay que reivindicar los principios y valores democráticos, como son los Derechos humanos en su totalidad, el principio de igualdad para toda la ciudadanía, el bien común, la transparencia y la participación ciudadana, más allá de la representatividad actual  que no funciona. Queremos un cambio elemental: una persona, un voto, Que el voto de cada españolito valga lo mismo en cualquier parte del territorio español. Que se cambie la ley electoral que beneficia a los grandes partidos, que cambie la reforma laboral que produce parados.

Estas elecciones no pueden ser la repetición mimética de las elecciones anteriores. El contexto histórico es muy diferente. No podemos estar de espaldas a la realidad, No podemos vivir al margen de la historia. No podemos seguir como si no pasara nada. No nos podemos quedar como estamos, hay que moverse, hay que cambiar. NO al inmovilismo, NO al conformismo, NO a la pasividad y a ese quedarse en “lo de siempre”. Estimo que muchas de estas personas, ha pasado ya de la minoría de edad, a la mayoría de edad, que ha llegado a  esa actitud que se atreve a pensar por si misma y llega a una cierta madurez

2)   ¿Un cambio profundo?
Estamos viviendo en uno de  esos momentos de cambio profundo, una crisis universal intensa, sociocultural, de valores,  económica, política, modelo productivo, relaciones con la naturaleza, modelo energético, comunicaciones, globalización geoestratégica, que, en su conjunto, algunos han calificado de tsunami por su alcance y aceleración en todos los campos, y que no era previsible con esta intensidad hace sólo unas décadas.

El Cambio que necesitamos no es sólo cuestión de números, de porcentajes, de prima de riesgo, de la deuda,  sino de actitudes, de talante. El problema es más de fondo.¿Queremos cambiar de verdad?  Somos seres históricos y de esperanza, no de resignación. Somos seres históricos y por tanto vivimos la tensión creadora, no repetitiva, del hoy condicionado por el ayer que no volverá y la expectativa del mañana que es incierta. El pasado está hecho de memoria, tenemos el deber de recordar. El futuro es promesa, abierto a la confianza. Si cambiamos tenemos esperanza de ganar, si no cambiamos ya hemos perdido. Vivimos en  una crisis que aboca a un escenario de “cambio “global”, “fin de época”, calificada por pensadores con expresiones parecidas. Nos situamos hoy con nuestras formas de pensar y de actuar, con nuestras conductas, más o menos arraigadas, pero regresivas. Tenemos que cambiar, dar un giro copernicano, o pagar las consecuencias.

El problema político es el problema del sistema y de los gestores del sistema. Los problemas más serios, que padecen los pueblos, no se arreglan cuando cambian los gobernantes, sino cuando los gobernados empiezan a pensar y ver la vida, no con la mentalidad de siervos sumisos a los dictados del sistema, sino con la libertad de seres humanos que ponen por encima de todo su propia humanidad y la dignidad de todos y de todas. Las transformaciones más profundas se han producido así. Se puede decir que apenas hay diferencia fundamental entre izquierda oficial y derecha eterna. El electorado de izquierda muchas veces se queda en casa e incluso se deja tentar por los reflejos antisistema, Habría que proponer algo completamente diferente: convocar al pueblo a un proceso constituyente que reformule el interés general, una III República, una nueva Revolución Francesa contra esa oligarquía capitalista que se desmoronó en Francia en 1789 lanzando impulsos libertarios universales aún hoy vigentes: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Nos tiene que cantar otro gallo…

Con este modelo de democracia liberal, no hemos conseguido avanzar en términos de justicia social, ni eliminar la pobreza de amplias capas de la población o paliar las graves desigualdades. La capacidad de intervención política queda reducida al voto como única opción para decir lo que pensamos, y estamos muy lejos de las decisiones políticas importantes, ya que los grandes ideales políticos han sido suplantados por la motivación consumista que requiere el sistema económico. Lo único que hacemos es que de vez en cuando votamos a unos políticos, que se alinean en dos ejes (conservadores y socialdemócratas), pero que acaban defendiendo los mismos intereses, los del capital.

Necesitamos regenerar la democracia, radicalizarla, reinventarla si es preciso, porque nadie puede eliminar las profundas aspiraciones humanas a la felicidad, por el camino de los derechos igualitarios, de la libertad, de la participación en lo común,  de la solidaridad y la convivencia pacífica.

Los procesos electorales no garantizan el cambio que necesitamos y que está pidiendo la ciudadanía. No se trata de nuevos pactos, de nuevas coaliciones entre partidos, no se trata de una sopa de siglas, sino cambios más profundos. Nada de mantener el bipartidismo.  Empezando por no votar a ningún partido que tenga a personas imputadas por delitos de corrupción, ni tampoco a personas corruptas aunque no sean imputadas, en  sus listas. Y lo más importante, sería conveniente cambiar la estructura política de España, diseñar un nuevo modelo de Estado, en el que se trate de un gobierno central que elimine la duplicidad de parlamentos: son 17 comunidades autónomas, como también son 17 los proyectos de educación y de sanidad que se dan ahora en el país .Que se quiten los privilegios fiscales que tienen ciertas de CCAA (País Vasco, Cataluña) y cualquier ciudadano/a pague lo mismo viva donde viva en el  país. Que se aborden seriamente las desigualdades sociales, porque Sí hay dinero, pero hay que saber repartirlo. La verdadera democracia no puede estar de acuerdo con los Mercados, como apoya Angela Merkel.

Hay que recuperar los 70.000 millones de € que cuesta el fraude fiscal cada año. Crear empleo y puestos de trabajo dignos: eso no se hace por real decreto, sino trabajando por construir condiciones sociales, económicas y laborales que facilitan la creación de empleo: hay que cambiar el modelo de las relaciones de producción, Una economía productiva, no una economía especulativa que solo beneficia a unos pocos y la gran mayoría padece el paro y la exclusión. Faltan muchos profesores, muchos cuidadores/as de ancianos/as y niños/as, se necesitan muchos sanitarios, muchos médicos, bomberos, muchos trabajadores sociales, etc. No nos podemos permitir el lujo de que se vayan al extranjero más de 390.000 jóvenes para trabajar. Es una fuga de cerebros, de estudiantes preparados que abandonan el país: cada uno/a cuesta al Estado 150.000€ su formación y tiramos por la borda cerca de 60.000 millones de €.

Políticamente: no hemos salido de la crisis, sigue habiendo muchos millones de parados, enormes desigualdades sociales, mucho sufrimiento por parte de los más débiles. Y para colmo el Gobierno predica que hay que seguir haciendo lo que hace porque va en la “buena dirección”, es decir, la que nos lleva al caos. No admite los cambios que se avecinan y que espera y quiere la mayoría, porque eso nos llevaría a una gran  inestabilidad. ¿A qué inestabilidad se refiere Rajoy?  A mantener las cifras del paro, a seguir descubriendo cada día un nuevo caso de corrupción, a mantener el bipartidismo, a seguir con los recortes en sanidad y educación, a continuar con una Política de aprovechados, a seguir con la ley de partidos y la ley electoral, a seguir con las reformas laborales, con la precariedad en el trabajo, etc. ¿A eso le llama Rajoy estabilidad?

b) Cuatro preocupaciones fundamentales en estas elecciones:
Una, la situación del Planeta:
Este Capitalismo depredador es un sistema violento por naturaleza y no respeta casi nada. Por supuesto no respeta  los DH y tampoco la Carta de la Tierra. Recordemos que el consumo del petróleo es uno de los impulsores de ese fenómeno del cambio climático. Se puede decir que es el principal junto con el carbón. El cambio climático que vivimos se debe a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, mayoritariamente CO2, y el 80% de éste se produce al quemar combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Sólo el uso de petróleo es responsable del 22,6% de las emisiones de 2014. En buena parte se dedica al transporte, y sus emisiones han aumentado un 120% desde 1970 hasta 2014, mientras, por ejemplo, las del sector industrial crecieron un 65%. Por tanto, uno de los muchos y graves problemas que se asocian al petróleo es el cambio climático.
Dos: sin laicidad no hay democracia:
Podemos afirmar que la mayoría de hombres y mujeres que  conforman la sociedad española, se va caracterizando por la independencia y autonomía de cualquier tutela religiosa. Es decir, se trata de construir la Historia sin acudir a la religión. Queremos una sociedad que sea de verdad independiente de toda tutela religiosa, pero no contraria a la religión. La laicidad respeta profundamente el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de libre creencia. La sociedad vive hoy cambios muy profundos y seguimos viviendo un proceso de secularización que es imparable.  Es decir, podemos afirmar que una sociedad en su conjunto es laica si es el poder popular el que decide y no otros poderes por sagrados que se les consideren. No por la “jerarquía” que en griego significa eso “poder sagrado”. Desde luego, no por las jerarquías eclesiásticas, pero tampoco por las jerarquías políticas, ni económicas.

 Lo laico  (“laos”) es lo propio del pueblo y pueblo somos todos y todas. Es en lo que convenimos la ciudadanía: todos y todas coincidimos en que somos Seres Humanos. Lo propio de la democracia es el poder del pueblo, la soberanía popular. Laicidad y democracia deben ir siempre juntas. El laicismo defiende lo que es de todos y todas, es decir, lo público, sin excepción. Es lo propio de una sociedad  que es de todos y para todas las personas. Sin excepción alguna, sin exclusivismos ni privilegios de ningún poder particular, sea político o religioso  En una sociedad democrática ninguna persona es más sagrada que otra. La laicidad no es antirreligiosa, ni es contraria a la religión. Lo laico es lo común lo que nos iguala a todos y a todas por nuestros orígenes más radicales, no por lo sagrado de la religión. Un estado sin jerarquías religiosas, y también sin el predominio de unas clases sociales sobre otras. Una sociedad laica de verdad no puede tener como dioses a esos ídolos del dinero y de la propiedad privada, tiene que ser  ajena a toda religión que adore a cualquier dios.

Tres La denuncia de los Acuerdos.
Los Acuerdos firmados por la Santa Sede y el Estado español en 1979, son una sustitución del Concordato anterior, y otorgan a la Iglesia católica una serie de privilegios que van en contra de la laicidad del Estado. “Ninguna confesión tendrá carácter estatal” (16,3).  Sobre todo, privilegios en materia de enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas y concertadas, lo mismo que en  la universidad. Estos privilegios van en contra asimismo del principio de igualdad ante la ley, porque discrimina a otras religiones, La denuncia de estos Acuerdos deberían ser parte del programa de los partidos políticos. Es parte del cambio que esperamos. Los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede deben ser derogados y sustituidos por normas acordes a un Estado democrático de derecho, es decir, con máximo respeto a las libertades civiles de los ciudadanos y bajo los principios de no discriminación y no confesionalidad del Estado.

Cuatro: Estamos en guerra.
"Estamos en guerra" no es una proclama, es una descripción de la realidad. Una realidad que nos negamos a aceptar para evitar reconocer que somos cómplices, o admitir el riesgo que implica permanecer pasivos frente a la escalada belicista de la coalición occidental de la que formamos parte. Participamos de la estructura militar de la OTAN. Todas las guerras son presentadas como ajenas a nosotros, incluidas las que se inician en nuestro territorio o en las que intervenimos directamente. Todos los conflictos se nos muestran como situaciones aisladas, ocultando los vínculos que harían evidente la existencia de una guerra global. A menudo los árboles de los conflictos locales no dejan ver el bosque de la guerra global en la que estamos inmersos. Los grandes medios de comunicación no solo escamotean datos cruciales, sino que constantemente tergiversan -cuando no la falsean- la información relativa a los conflictos bélicos. Y, para enfrentarnos a la barbarie capitalista y a su poderosa -pero no invencible- maquinaria bélica, aportamos la noticia de las próximas maniobras militares en Morón. Las presentamos con el objetivo de exigir la salida del Estado español de la OTAN y el desmantelamiento de las Bases americanas en España. El permanecer en la OTAN significa que seguimos siendo vasallos del imperio. Aprovechamos esta ocasión  para que sepamos que en este otoño de 2015, la OTAN prepara unas grandes Maniobras militares de alto alcance, con presentación de nuevos inventos bélicos en Gibraltar. España colabora en estas maniobras con más de 8.000 soldados junto con los 30.000 o más que aportan los ejércitos aliados- Hay que crear conciencia sobre este tema y que la gente sepa que “estamos en guerra”, y el enorme gasto económico que supone mantener esa estructura militar en nuestro país.

c) Cuál podría ser la postura individual:
 Hay personas que dicen: «yo no me meto en política». El que dice eso, en realidad, no sabe lo que dice. Porque en política nos metemos todos y estamos metidos todos y todas, por más que ni nos demos cuenta de que eso es así. Lo que pasa es que, normalmente, el que dice que no se mete en política, es una persona a la que le va bien con la política que hacen los que mandan. O sea, es un individuo que está de acuerdo con el gobierno de turno. Y, por tanto, no se preocupa para que las cosas cambien o se hagan de otra manera. Por otra parte, el que asegura que es apolítico, lo que realmente dice es que está de parte del que gobierna, por más que, cuando habla con los amigos, critique a los gobernantes. No nos engañemos. Nuestra aparente pasividad, lo que hace es arrimar el ascua a la sardina del que en ese momento tiene el poder. Lo importante no es qué partido gobierna, sino qué clase social está en el poder. Es verdad que, cuando el sistema político es una dictadura, las posibilidades de participación se reducen a la protesta o a actuar en la clandestinidad, cosas que entrañan riesgos evidentes y que suponen vencer el miedo por encima de lo que suele dar de sí la condición humana. Pero es evidente que, en un sistema democrático, al menos cuando llega el día de las elecciones, es una responsabilidad muy seria la que pesa sobre la conciencia de cada ciudadano/a. Sobre todo, si tenemos en cuenta que hay demasiadas cosas que pueden ir mejor y tienen que ser mejor gestionadas por el que salga elegido en las urnas.

Pero, ¡atención!, que cuando hablo de responsabilidad, no me refiero solamente al deber de votar o no votar el día de las elecciones. Porque los problemas de la gente que lo pasa mal, por causa de un mal gobierno o un gobierno deficiente, no se arreglan sólo con ir a votar. Lo que interesa, sobre todo, es saber 'a quién' se vota y 'por qué' se vota. Lo que supone, entre otras cosas, enterarse antes debidamente del programa que presenta cada candidato. Es evidente que a todos nos interesa que la economía vaya bien. Pero, tanto como eso, interesa que la riqueza del país se reparta mejor, de manera que los impuestos, las pensiones, los sueldos, todo eso y tantas otras cosas, se organicen de manera que salgan mejor parados los que más lo necesitan.

Ante la convocatoria electoral se nos plantean, en primer lugar dos grandes opciones, que son participar o no participar, votar o no votar:

ABSTENCIÓN. Las personas que no ejerzan su derecho al voto no serán penalizadas por la ley, ya que el voto es un derecho y no una obligación, pero tampoco afectarán al resultado final de las elecciones. El efecto que puede tener la abstención en unas elecciones es demostrar el descontento de la ciudadanía con las propuestas políticas o con el sistema político establecido. Por otro lado, una gran abstención puede facilitar a las candidaturas pequeñas superar la barrera del 3%, al disminuir el número total de votos válidos. Se dice que la abstención favorece a la derecha.

PARTICIPACIÓN. Si decides votar se te plantean una serie de opciones:

 VOTO A LOS PARTIDOS MAYORITARIOS. Nos referimos a los dos mayoritarios en el ámbito de todo el estado, el PP y el PSOE, y otros como Izquierda Unida y UpyD,  con opciones de formar gobierno, y a los que son mayoritarios en sus circunscripciones respectivas. Son los máximos responsables de la situación política y social que estamos viviendo. Votarles, sobre todo a PP y PSOE, es perpetuar el sistema y el actual estado de cosas. Lo que buscamos es el cambio.

VOTO A LOS PARTIDOS MINORITARIOS. Es otra de las opciones. Puedes votar en conciencia a quien creas que mejor represente tu ideario, se comprometa profundamente con el cambio democrático, como pueden ser Podemos, Ciudadanos,  Ahora Madrid, Ganemos Barcelona, etc. Pero lo malo de votar a candidaturas pequeñas es que si no llegan a superar la barrera del 3% de voto y no consiguen representación se desechan todos los votos, y, por tanto, se refuerza aún más a los grandes partidos. Si el partido griego Syriza ganó en  su tierra y Podemos se instala en España, podrá haber un estallido en  Francia. Los franceses son más revolucionarios que el resto de los europeos.

VOTO NULO. Se considera voto nulo todo sobre que llegue con la papeleta electoral rasgada, tachada, con texto escrito o modificada de alguna forma por el votante (art. 96 LOREG). Todos estos votos se contabilizan pero no afectan el reparto de escaños ya que, al ser nulos, no se cuentan como válidos. Así pues, el voto nulo tiene el mismo efecto que la abstención en la asignación de escaños.

VOTO EN BLANCO. Es decir, sin logotipo y sin nombres de políticos. Insertando esa papeleta dentro del sobre electoral, nuestro voto será contabilizado como blanco. En las elecciones al Senado, se considera voto en blanco las papeletas que no contengan indicación a favor de ninguno de los candidatos. Otra forma de votar en blanco es no poner ninguna papeleta dentro del sobre, tal y como se indica en la LOREG (art. 96.5). Este voto puede perjudicar a los partidos minoritarios ya que, al ser contado como emitido y válido, eleva el total de votos y todos los partidos deberán obtener más votos para llegar a ese 3% de votos válidos. Por ello, esta opción refuerza el bipartidismo.

 EL “VOTO ÚTIL”. Hablamos de un concepto que no tiene plasmación legal ni figura en la LOREG. En periodo electoral, los partidos mayoritarios alientan el miedo aludiendo al malintencionadamente llamado “voto útil”, para que no salga su adversario y pidiendo para sí el voto que podría ir a partidos minoritarios, conscientes de que la ley electoral vigente les beneficia frente a estos, e intentando hacer olvidar que las diferencias entre dichos partidos mayoritarios son mínimas. El voto más útil es el que vota el cambio, llámese como se llame…

Creemos que para una sociedad madura vale más llamar al voto, o abstención en conciencia, aunque, como hemos podido comprobar, el sistema electoral establecido está hecho para favorecer a los partidos mayoritarios. Lo importante es que hagas lo que hagas y sea cual sea el resultado sigas pensando en ir eliminando el sistema,  ir dando pasos en otra dirección, molesto y disgustada por no haber llegado a un cambio más radical que todos y todas estábamos esperando.
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