lunes, 10 de abril de 2017

EL VALOR DE LA VERDAD



LA VERDAD, UN VALOR ÉTICO SEPULTADO
EN LA MENTIRA

José María García-Mauriño
20 de Abril de 2017
A) La cultura de la mentira
1.    La mayor parte de la gente sabe que los políticos mienten, que no dicen la verdad. Los dirigentes mienten. Rajoy miente en el Parlamento. Obama mintió al mundo entero con el conflicto de Siria. Las estadísticas nos engañan. Los partidos políticos mienten. Muchos de los periódicos dicen lo que les parece, inventan  noticias y ocultan la realidad. La mayoría de los economistas no dicen la verdad, nos engañan con sus cifras, sus porcentajes, sus posibles alternativas. Miente cada día la TV pública y la privada que es parte del sistema. Mienten los banqueros. Toda la corrupción es una inmensa mentira, Mintió y metió miedo a la población civil la Sanidad pública cuando anunció una Gripe A que nunca existió. El hecho de engañar (o intentar engañar) a los demás se ha generalizado de tal manera y hasta tales extremos que, sin miedo a exagerar, se puede afirmar que la mentira es ya un componente de la cultura que, entre todos y todas, estamos construyendo. Y además una cultura de la mentira, el embuste y la patraña, en la que vivimos integrados de forma tan connatural, que ya, no sólo no nos sorprende que se nos engañe, y que engañemos, todo lo que cada cual pueda y le convenga, sino que la cosa ha llegado a tal punto que, si uno ve que puede sacar provecho a base de mentiras y, sin embargo, no miente, es mucha la gente  que considera, de quienes se portan de esa forma son unos pobres diablos, unos inútiles que no saben vivir. La costumbre de ocultar la verdad por parte de políticos y controladores de la economía de distintos niveles ha sido responsable de la crisis en buena medida. Pero esa costumbre se ha extendido también entre intelectuales y otros agentes de la vida pública, plegados a lo políticamente correcto, sea de un signo o de otro. Entre la incompetencia y la ocultación, saber qué pasa y anticipar con probabilidad qué puede pasar es imposible para la gente de a pie.
2.    Así vivimos en el inmenso mar de la mentira, como el pez que vive en su medio. Hasta el extremo de que ya no podemos vivir sin engañar y sin ser engañados. A lo mejor esto es lo que explica que, no obstante las burdas mentiras que nos endosan cada día, seguimos votando a los que nos engañan. Hemos llegado hasta el límite de lo inimaginable: han logrado que nos guste.
3.    Por eso, en este momento, estamos asistiendo a la esperpéntica y grandiosa ceremonia de la confusión, la solemne liturgia de los embusteros. Y es que vivimos tiempos en los que mienten los políticos, mienten los hombres de la economía, mienten las personas encargadas de la cultura y de la religión, mienten los profesionales de la información, casi todos los ricos y los pobres, los funcionarios y los que no tienen otra función que echar embustes…. La lista es interminable, lo sabemos de sobra. Y en esto nos metemos todos. El que tenga las manos limpias, que tire la primera piedra. Es lo que podríamos llamar el "estado de la mentira" y la mentira del Estado. Nadie se fía de nadie. Casi nadie se confía en los políticos, ni de sus acuerdos o tratados, porque no tienen voluntad política de cumplirlos. El mundo virtual, el de los Medios de Comunicación Social (MCS), el de las apariencias, choca con el mundo de lo real y provoca unas relaciones de desconfianza mutuas: no sabemos quien es de verdad el que tenemos delante.

4.    Nos preguntamos, ¿por qué se da esta situación? ¿es que ya no hay ética? ¿es que se está destruyendo la convivencia humana y nadie puede confiar en nadie?  Se trata, creo yo, de la cultura, de la moral, de las costumbres que impone una sociedad empapada en la mentalidad capitalista. El capitalismo no puede vivir sin mentiras. Siempre tiene algo, mucho, que ocultar. Este sistema ha invadido de tal manera a la conciencia de las personas que sin darse cuenta tienen una mente y un corazón que respira capitalismo por todos sus poros. Y mienten descaradamente aun sin saberlo. Porque la economía capitalista (en su variante más fuerte, el capital financiero) ha cobrado tal fuerza y se ha organizado de tal manera, que solamente puede funcionar a base de grandes mentiras. Por eso quienes invierten en bolsa deben saber que ese negocio rinde importantes beneficios solamente cuando se dan dos condiciones: primero, invertir grandes cantidades; segundo, no tener prisa. Esto es negocio sólo para gente lista que maneja mucho dinero; y que lo maneja sin urgencias. Porque hay que esperar la ocasión propicia en que los mercados te permiten engañar a alguien. Y entonces, sí. Entonces, los “entendidos” dan el zarpazo y se forran.

5.    La mentira consiste en deformar la realidad. Antiguamente, los embusteros eran los tontos. Ahora, por el contrario, dicen que hay una proporción directa entre mentira y talento. Los que más roban y dicen que lo hacen legalmente, son los listos, gente de talento que saben escabullirse de los delitos económicos. No es delito mentir, sí es delito robar. Lo que ha ocurrido (y sigue ocurriendo) es que a quienes dicen la verdad siempre, y siempre se niegan a ser cómplices de trampas y embustes, se les ha ido marginando, como a gente peligrosa, problemática y conflictiva. No se cree que puedan existir esa clase de personas. El resultado ha sido que los embusteros son los que están triunfando. Y es así. En la política, en la banca, en la bolsa, en la empresa, en la Iglesia, en las familias…, en todas partes. Y si, de pronto, aparece un hombre o una mujer sinceros, se les tacha de inocentones que no saben manejarse en la vida. O si la cosa no llega a tanto, al hombre o mujer honrados a carta cabal se le pone como un guiñapo por “ingenuos”. Y se hace todo lo posible por quitarle la credibilidad que tenga. No soportamos a los hombres y mujeres transparentes, con una honradez a toda prueba y de los que no cabe esperar mentira alguna.  Son esos pocos seres humanos que piensan, dicen lo que piensan y actúan como piensan y hablan. Es la coherencia viva de la Verdad. Pensar, decir y actuar en  la misma línea. A la larga, nadie puede vivir en la mentira, en el engaño. La verdad constituye una categoría fundamental de la existencia humana, es un derecho humano insoslayable, lo mismo que puede ser la libertad, o la justicia, la vida o el amor; no es un lujo, es una necesidad: el ser humano necesita la verdad para existir.

B) La Verdad
6.    La verdad es una categoría humana imprescindible. Para llegar al conocimiento de la realidad, la verdad no hay que poseerla, hay que descubrirla. Nadie, ninguna persona, ninguna institución, puede estar en posesión de la verdad. Cuando esa verdad se cree tener en exclusividad y no es buscada con humildad, reina un pluralismo salvaje y un viciado consenso político y social, cortado a la medida de los que tienen el poder en sus múltiples formas. Quiénes mandan, entonces, son los intereses dominantes y el egoísmo de grupos o individuos que buscan preferentemente su enriquecimiento personal y familiar.Se trata por tanto, del intento de desvelar la realidad. Des-velar, porque la naturaleza de las cosas están ocultas, tapadas con un velo ('veladas') que no dejan ver con claridad. Todo hombre o mujer, desde niños, desean destapar las cosas "para ver lo que hay dentro". Es un deseo natural del ser humano el deseo de conocer la realidad, la verdad. Decía Machado: "¿Tu verdad? No, la Verdad / y ven conmigo a buscarla /La tuya, guárdatela".  (Machado, Proverbios y cantares, LXXXV).

7.    Si el pensamiento y la realidad, superpuestos, coinciden entonces hay verdad, decían los filósofos de la escolástica; si no coinciden, si no se conforma el pensamiento con la realidad, no hay verdad. Es el ser humano, somos cada uno de nosotros, los que tenemos que hacer el esfuerzo de des­cu­brir, lo que está cubierto, des-cubrirla (alézeia, en griego: a-privativa de lantano= cubrir) o (des-velar = quitar el velo que cubre una cosa) hay que descubrir la realidad para que se dé esta conformidad. Cuando se conoce la cosa, el objeto, la realidad, tal y como es, nuestro conocimiento es verdadero. Cada cual tiene el deber de descubrir su verdad, porque no nos la dan descubierta: todo hombre y mujer tiene que molestarse en tomarse en serio el problema del conocimiento de la verdad, de la parte de verdad que él o ella han descubierto. Y no imponerla a los demás, sino respetar la parte de verdad que hayan descubierto los demás.
También se puede alcanzar la verdad desde la intuición emocional, con todos los riesgos de equivocarse, igual que la clave racional. “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. decía Pascal.

8.    Y todavía, una última cuestión. Es preciso fomentar todo lo que se pueda el pensamiento crítico. La resignación pasiva ante esta crisis de valores no es ética y adormece el espíritu como una droga. Frente a la frivolidad política, la indignación ética.(Bis) Y la denuncia incansable de toda clase de mentiras y engaños. Hay que hacer el esfuerzo de crear opiniones basadas en datos concretos, en hechos objetivos, es decir, hacer el esfuerzo de elaborar constantemente el análisis de la realidad. Saber leer y entender la realidad. El sincero con la verdad es el que se acerca más a la realidad.
9.    Tres cosas más:

a) La economía es la mayor mentira de todas
Esta economía está ligada a la evolución del capitalismo, que se ha convertido de un capitalismo productivo a un capitalismo especulativo, de casino, financiero. La política que está siguiendo favorece a las clases dominantes y los grandes países frente a las clases populares y los trabajadores. Además, la aplicación de estas políticas está produciendo hambre, miseria y está aumentando la mortalidad allá donde se aplican. De hecho, hay toda una corriente crítica de economistas que denuncian estas políticas oficiales sólo benefician a las minorías.

b) Por qué los políticos engañan:
Nicolás Maquiavelo en El Príncipe (XVIII, 466), dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña  siempre encuentra a alguien que se deja engañar. Esto es lo que pasaba a finales del s. XV. Siempre había  alguien  que se dejaba engañar. Ahora, que tanto sabemos y tanto hemos progresado, el gobernante que engaña, no se encuentra ya a alguien  que se deja engañar, de alguna forma nos engaña a todos y todas.

Donald Trump, consiguió ir a la Casa Blanca por la mentira. Es considerado por alguna revista como “el mentiroso del año”. Es capaz de decir una mentira cada 3 minutos. La campaña de Trump fue la campaña de la mentira. Pero, le está durando poco ese estado de la mentira. El 58% de los de estadounidenses desaprueba su gestión,. Es el presidente peor valorado de la historia de los EEUU (Equipo de investigación de la 6 de TVE, viernes 7 de abril de 2017)

c) La civilización occidental actual está basada sobre la mentira
 Se proclaman los ideales de la Ilustración: la democracia, el progreso, la igualdad, la libertad... y, sin embargo, se están traicionando y aplastando estos ideales. Los indignados dicen: "Lo llaman democracia y no lo es". Tienen razón. Entre las declaraciones teóricas y la realidad hay un abismo de diferencia. La OTAN no es órgano que sirva a los intereses de la justicia sino a los intereses de las clases dominantes. La ONU hace aguas por muchas partes. Tienen un Consejo de Seguridad no democrático constituido por los grandes países que ostentan las armas de destrucción masiva y las decisiones de la Asamblea General no son atendidas como se ve en el caso de Israel y EEUU.

C) Testimonio de algunos filósofos
Unamuno: 1864-1936:
¿Qué es la verdad? verdad es lo que se cree de todo corazón y con toda el alma. ¿Y qué es creer algo de todo corazón y con toda el alma? Obrar conforme a ello. (...) Si solo se dijese la verdad, no se podría vivir. ¿Quien ha dicho esta blasfemia? Quien se proponga ser verídico siempre se estrellará. ¿Qué es vivir? ¿Qué es estrellarse? En todos los órdenes, la muerte es la mentira, y la verdad, la vida.
Para obtener la verdad, lo primero es creer en ella, con todo el corazón y con toda el alma; es decir, lo que se cree ser verdad siempre y en todo caso, pero muy en especial cuando más inoportuno parezca decirlo (...) Y es lo mejor que puede hacerse en un mundo de mentira: morirse de ver la Verdad. (Soledad; Espasa Calpe, Col.Austral, 570; Madrid, 1974, pags.149-165).

Ortega y Gasset: 1883-1955:
La verdad, lo real, el universo, la vida -como queráis llamarlo- se quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da a un individuo; si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, si ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo que ve, será un aspecto real del mundo.
Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila no está otra; lo que de realidad ve mi pupila no lo ve la otra. Somos insustituíbles, somos necesarios. "Sólo entre todos los hombres llega a ser vivido lo humano -dice Goethe (...) La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales; lo que para uno está en último plano, se halla para otro en primer término; el paisaje ordena sus tamaños y sus distancias de acuerdo con nuestra retina, y nuestro corazón reparte los acentos. La perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la valoración. (El Espectador, "Verdad y perspectiva"; Salvat, Madrid 1969, pag.21).

Heidegger: 1889-1976:
Al vivir he sido lanzado a la circunstancia, al enjambre caótico u punzante de las cosas: en ellas me pierdo, pero me pierdo no porque sean muchas y difíciles e ingratas, sino porque ellas me sacan de mí, me hacen otro, me alteran (alter, me hacen ser otro), y me confunden y me pierdo de vista a mí mismo. Ya no sé qué es lo que de verdad quiero o no quiero, siento o no siento, creo o no creo. Me pierdo en las cosas, porque me pierdo a mí mismo. La solución, la salvación, es encontrarse, volver a coincidir consigo mismo, estar bien en claro sobre cuál es mi sincera actitud ante cada cosa. (Ser y tiempo; Fondo de Cultura económica, p. 82).

Sinceridad: Del latín sinceritas, sinceridad es el modo de expresarse sin mentiras ni fingimientos. El término está asociado a la veracidad y la sencillez. Es la persona que habla y procede mostrando lo que piensa y siente.

D) La pos-verdad:
La “posverdad” las cosas no se deciden o rebaten con  argumentos o razones, sino con sentimientos. La posverdad es como una “mentira emotiva” (remedo de las “mentiras piadosas”). Puede ser una mentira asumida como verdad o incluso una mentira asumida como mentira, pero reforzada como creencia o como hecho consentido y compartido en una sociedad. Se resume como la idea de que “algo que parezca ser verdad es más importante que la propia verdad”. Para mentir no es necesario caer en el bulo. Se puede mentir diciendo solo medias verdades. Se destaca una pequeña parte de la verdad, se la ilumina, se la descontextualiza, se la carga de notas sentimentales… y ya tenemos esa pequeña parte de la verdad convertida en una descomunal mentira. Es el “photoshop” del engaño. Ya no estamos en la modernidad ni en la postmodernidad, sino en la época de la “posverdad”.

Sí, nuestra sociedad es líquida y los mensajes se construyen y se lanzan renunciando desde el principio en que respondan a verdad. Eso de posverdad es un eufemismo de mentira. Significa que ya la verdad no es criterio en la información. No hay que perseguir la verdad sino la utilidad de la información para los propios fines.



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