martes, 9 de junio de 2015

¿Es posible una democracia en este Planeta?



José María García Mauriño
11 de Junio de 2015

La pregunta no es retórica porque lo mismo la Democracia que el Planeta están atravesados por este Capitalismo neoliberal. Democracia y capitalismo son incompatibles, pues mientras una se basa en la igualdad de todos los ciudadanos y ciudadanas sin distinciones, el capitalismo prioriza el dominio de unos pocos poseedores de dinero y de poder, sobre la inmensa mayoría. Hoy, tampoco se podría entender un planteamiento democrático sin  poner de manifiesto la situación del planeta. El capitalismo también ha destrozado el planeta
.
Hemos destruido casi la mitad de los grandes bosques de la tierra, los pulmones del Planeta. Cada año se tala un área boscosa mayor que Bangladesh. Hemos soltado a la atmósfera cantidades inmensas de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero, iniciando un peligroso ciclo de calentamiento global y de inestabilidad del clima. La Tierra tiene ahora una temperatura entre 5º y 7º C superior a la de la última glaciación. Hemos provocado un gigantesco agujero en la capa de ozono, la piel protectora del Planeta, que filtra  una peligrosa radiación ultravioleta.

 Hace ya bastante tiempo que este capitalismo ha  superado los límites del planeta, los límites de la biocapacidad que tiene la tierra. Y ahora mismo,  tanto por el declive de la energía y los  minerales como por el cambio climático, podemos estar entrando ya en una situación de colapso planetario. No se trata de una hipótesis lejana o de futuro, es ya el presente. Se trata del colapso en el funcionamiento de los ecosistemas, en los servicios que presta el planeta y que son absolutamente imprescindibles para que podamos existir como especie. Estamos en una crisis ecológica brutal que obliga a frenar con urgencia el modelo económico capitalista y el despilfarro y a abordar un plan de rescate planetario. 

El decrecimiento material de la economía (me refiero al uso de energía y de generación de residuos) es un dato, no se trata de  una opción ética que tengamos algunos. Y este dato nos lleva a dos formas de afrontarlo. Una, la deseable, que consiste en una reducción planificada y democrática de la esfera material de la economía y a un reparto de la riqueza entre todos y todas, porque el  buen uso de los recursos naturales limitados en una sociedad justa debe tener un carácter normativo. Lo que significa poner freno y techo a quien consume más de lo que le corresponde porque impide que otros no lleguen a lo básicamente necesario.

La otra vía, la que se está dando actualmente, es la más irracional. Consiste en el decrecimiento de lo material de forma desigual y antidemocrática de forma que quienes tienen poder económico, político y militar siguen  manteniendo su nivel de vida a costa de dejar fuera a la mayoría de la gente. Estamos inmersos en un capitalismo que no es, en definitiva, productor de bienes y servicios de forma respetuosa para con la naturaleza, sino en un sistema explotador que está exprimiendo la vida como se le saca a un  limón la última gota. Se trata de una forma de capitalismo que agota la tierra y expulsa a la gente.

Ser demócrata, por tanto, significa respeto a la igualdad básica de todos los ciudadanos y ciudadanas, y respeto fundamental con el Planeta, para no explotarlo sino colaborar con él para poder vivir en perfecta armonía con la rica biodiversidad de la tierra.

Dentro de estas coordenadas históricas hemos celebrado unas elecciones municipales y autonómicas el 24 de Mayo de 2015 como correspondía al calendario político. Hemos participado la  mayoría de la gente, cada cual a su estilo, en  medio de una estructura sociopolítica conflictiva. Se trata de la dialéctica entre el sistema capitalista de dominación en  pocas manos, y el respeto a las decisiones de las personas propio de la democracia. Se produce una gran tensión entre los intereses del capital y los intereses de la ciudadanía, entre el beneficio y el lucro personal y los intereses de la sociedad. En este modelo económico no cuentan las personas. Y si no cuentan las personas, no hay democracia. Mientras el poder político no logre controlar democráticamente al poder económico no puede haber democracia. Hoy mucha gente tiene interiorizado que democracia es votar cada cuatro años. Se cree que basta con sumar voluntades individuales para llegar a soluciones democráticas. Pero esto no es democracia, la democracia es mucho más. Vivimos en un planeta con recursos limitados, finitos. Y en un entorno así, finito, limitado, la única manera de poder resolver colectivamente los anhelos de todas las personas es la deliberación y la adopción de un punto de vista en común,  que necesariamente supondrá a veces límites para algunos deseos. Entonces, esa idea de democracia, reducida a la mera suma, a la mera mayoría,  y que está además construída sobre una idea muy liberal de libertad, se compagina muy mal  con el hecho de que se tenga que construir sobre un territorio con recursos limitados, finitos,  que hay que repartir entre todas las personas. Aquí tenemos un problema de déficit democrático, pero también de supremacía cultural. Al final, la gran conquista del capitalismo ha sido no solo la de hacerse con el poder económico y el poder político, sino la de hacerse, además, con las distintas formas que tiene la gentede ver el mundo, la sociedad Lo que lleva a una reducción del sujeto antropológico casi a sujeto contable en lo económico y en lo político.

 Por otra parte, las elecciones reflejan una contradicción muy humana: un deseo de cambio y un miedo al cambio. Son tiempos apasionantes, pero también difíciles, porque cuando las cosas cambian hay un momento en el que lo nuevo no aparece del todo y lo viejo no acaba de desaparecer. Es un tópico muy difundido, pero no se puede negar que esto es lo que está pasando y que produce incertidumbres. Mucha gente de mi generación, por ejemplo, piensa que le gustaría poder vivir lo suficiente para ver en qué acaba todo esto. Son muchísimas las cosas que están cambiando: el avance de la globalización, las tecnologías de la información, el uso por parte de las generaciones más jóvenes de las TIC (Técnicas de Información de la Comunicación), las nuevas conductas sociales… Es un escenario muy nuevo, con algunas fuerzas que resultan difíciles de controlar. Hablo por ejemplo de la influencia enorme de las multinacionales, del capital financiero… Un escenario tan cambiante incluso apabulla y llegas preguntarte si es posible meter todo eso en un solo saco y sacar conclusiones útiles. Pero en eso estamos los sociólogos, en intentar poner un poco de razón en todo eso, aunque no es fácil. Palabra no falta. Información y análisis hay muchísimos, y cada vez más. Que si blogs, que si Twitter El problema es que entre toda esa palabrería existe falta de orden. No acabamos de analizar bien lo que ocurre, de transmitirlo de una forma adecuada o de emitir un diagnóstico correcto. Y como sociedad resulta fundamental tener un diagnóstico. Hay una frase de un psicólogo americano, Kurt Lewin, que me gusta mucho y que dice que "no hay nada más práctico que una buena teoría". Cierto, se necesita saber lo que está ocurriendo para poder actuar en consecuencia. Muchas veces se minusvalora lo teórico, pero la realidad es que sin una buena teoría lo único que haces es dar palos de ciego.

Cuando ahora mismo vemos las nuevas plataformas emergentes tipo Podemos y las diferentes construcciones de Ganemos, Ahora Madrid, Barcelona en común, etc. se empieza a instalar la idea de que basta con cambiar a gobernantes corruptos por otros que no lo son para que podamos darle la vuelta al sistema. Lo importante es no es qué partido político o qué coalición nos gobierna, sino qué clase social está en el poder. Se trata de la lucha de clases: el 10 % de los hogares más ricos  ha aumentado su patrimonio en  un Billón de €, de 2002 a 2011,según datos del Banco de España. A veces tengo la  sensación de que,  ante la corrupción y las políticas de austericidio, se interioriza fácilmente la idea de que, si llega otra gente diferente al poder,  el cambio será fácil y casi inmediato. Las cosas son más complicadas.

Pero nos encontramos con problemas estructurales que son gravísimos. Por un lado, hay una concentración brutal del poder económico y también de poder político. Y, por otro lado,  hay problemas muy serios que políticamente se silencian —como la crisis energética, de minerales y el propio cambio climático— y que te hacen pensar que la humanidad, quiera o no quiera,  va a tener que vivir con menos energía y menos recursos  en el futuro. La redistribución de la riqueza, asunto central en una democracia, va a necesitar mucha voluntad política y mucha lucha de clase.  

Cuando pensamos en las transformaciones estructurales que se necesitan para cambiar el sistema, con frecuencia nos parece que las muchas iniciativas de economía social y solidaria que se están poniendo en marcha son cosas insignificantes. Sin embargo, a mí me parece que estamos claramente  en un terreno de disputa de la supremacía económica. Es muy significativo que estén creciendo considerablemente en todo el Estado cooperativas de trabajo — enmarcadas dentro de la economía social y solidaria—, redes y estructuras de finanzas alternativas, grupos de consumidores que se articulan y practican una especie de desobediencia civil a la hora de saltarse muchas de  las normativas que les impiden acceder a los productores de forma directa. Es impresionante cómo han ido creciendo esas iniciativas durante todo el periodo de la crisis cómo se ha organizado, por ejemplo,  el mercado social de Madrid,  cómo se ha extendido de forma importante la red de economía solidaria alternativa. Las ferias a nivel estatal y local  están siendo espectaculares.

Si durante largo tiempo tuvimos que oír a tertulianos de distinta índole acusar al 15M de radical, de ser antisistema y “perrofláutico”, diciendo aquello de que “si queréis hacer política formad un partido”, como si la política se limitara a hacer política partidista, sin entender o no querer entender absolutamente nada de lo que significó ese “levantamiento popular” indignado; ahora, las peores pesadillas del establishment se han hecho realidad. El discurso en contra de la supremacía del Estado levantado en aquel momento en múltiples plazas, capaz de dibujar unas nuevas expectativas colectivas. Este discurso mostró sin rodeos el vínculo entre crisis económica y secuestro político y que conectó, como nunca antes, con una mayoría social golpeada por tres largos años de recortes, asalta hoy las instituciones, desbordando los límites de lo posible que nos habían impuesto.

No se trataba, como decían algunos coaligarnos todos en un partido único, y hacer más de lo mismo, sino de levantar nuevos instrumentos políticos, metodologías, confluencias, procesos que permitieran trasladar esa indignación de la calle a las instituciones. Convertir la mayoría social azotada por la crisis en mayoría política. Sin olvidar que todo proceso de cambio real vendrá de la toma de conciencia colectiva, la organización popular y la movilización sostenida. Esto va a venir de abajo, no de las altas esferas.. En definitiva, ocupar las instituciones, como antes se habían ocupado las plazas, para ponerlas al servicio de los “nadie”, de los de abajo, de los excluidos. Y eso es lo que se está empezando a hacer ahora.

 Y dicen algunos: "más vale malo conocido que bueno por conocer". Lo malo es la corrupción, lo malo son las puertas giratorias, lo malo es el robo tremendo perpetrado a golpe de ley, porque todo es legal. Por eso, se necesita el cambio, pero hay mucho miedo al cambio. Mucho miedo a lo nuevo, a un cambio que es algo distinto, a estrenar, que no es lo de siempre, y eso asusta mucho a la gente. Se creen algunos o algunas que si viene Podemos le van a quitar su chalé en  la playa o el apartamento en la Manga. Hay mucho descontento, mucho deseo de cambio, pero también mucha resistencia a cambiar, mucha ilusión por parte de algunos y algunas y también bastante escepticismo por parte de una gran parte de la ciudadanía. Sin embargo, las urnas han  igualado el camino. Todos somos iguales ante las urnas: una persona un voto. Vele igual el voto de la directora del Banco de Santander, que el voto de una campesina que recoge la cosecha del arroz. Da igual que tenga mucho poder político que no lo tenga, El voto del Sr. Rajoy vale lo miso ante las urnas que el muchacho indignado de un grupo del 15M. Vale lo mismo el voto del empresario que el voto del trabajador/a a su cargo .Todos y todas nos igualamos ante las urnas.

¿Qué es lo que ha pasado?  
Que ha empezado a haber un cambio: Ese famoso “sí se puede” que durante meses retumbó en plazas y calles después de una imborrable Primavera Indignada del 2011, llega ahora con Podemos como un terremoto a las instituciones, algo inimaginable entonces. La victoria en Cataluña con Ada Colau al frente de “Barcelona en Comú, y la plataforma Ahora Madrid con Manuela Carmena, al menos en  estas dos capitales, han hecho saltar por los aires el tablero político.

Ha habido un cambio porque ha quedado muy debilitado el llamado bipartidismo, aunque no se ha ido del todo. Ya no hay alternancia en el poder. Notable descenso de votos en los dos partidos que se han repartido el poder durante años. Serán otros los partidos o coaliciones los que tomen el relevo. Pero teniendo muy claro que el mero cambio de personas o de siglas no significa cambio de las políticas llevada s cabo anteriormente. El  sistema permanece más o menos intacto. Si hay cambio, no hay estabilidad, y si percibimos que sigue habiendo una cierta están ahoraestabilidad, es que el cambio es tan ténue que apenas se nota. Las alianzas entre partidos  no se pueden tomar como un  juego de siglas, de sumas aritméticas, como si fuera un  puzzle en el que tienen que encajar bien las piezas para que el tablero político sea decente. Ninguno tiene que quedar fuera de juego, ninguno tiene que salirse por no encajar, todos tienen que estar presentes, todos tienen que participar en  el juego El sistema tiene que funcionar, la democracia continúa su nueva singladura. Y todos tan contentos. ¿Es esto lo que se pretende?  ¿O lo que queremos es una nueva manera de gobernar, de preocuparse por el bien común, que ningún ciudadano o ciudadana pueda quedar desprotegido?

Los resultados:
Los resultados de esta contienda electoral rompen los esquemas de la política tal como la conocíamos desde la transición. El tablero ya no es cosa de dos, del PP y del PSOE. Y la entrada de los “sin voz”, de los precarios, los desahuciados, los parados…, en definitiva de los que están fuera, los que sobran, se colocan al frente del ayuntamiento de Barcelona. Se  demuestra que se puede ganar y que todo es posible. Es el momento de llevar a la práctica esa famosa consigna de “mandar obedeciendo”. Pero, la senda del cambio en mayúsculas no será fácil. La presión del establishment, desde sus lobbies económicos a su maquinaria mediática, ya la estamos viendo. Las trabas y las descalificaciones, son múltiples. La responsabilidad, así como la oportunidad, es enorme.

Hoy, vivimos un momento histórico. Han pasado cuatro años desde que en las plazas se gritaba: “No nos representan”. Tras el terremoto político de estas elecciones una nueva consigna se impone: “Sí nos representan”. En Catalunya, las elecciones al Parlament son el próximo asalto. En Madrid, el Congreso de los Diputados que se prepare. Como decía Ada Colau en esta histórica noche electoral: “Esto es una revolución imparable”.

Ojalá sea verdad. Porque parece que en este intento de establecer alianzas, los partidos se han olvidado de la ciudadanía. Se  juntan unos líderes con otros, Pablo Iglesias con Pedro Sánchez, el de Ciudadanos con otros,  y tratan de ver quien es el más votado para elegir el alcalde de turno o el presidente de la CA. El alcalde nos lo dan elegido los secretarios generales, no los ciudadanos o ciudadanas. ¿Otra vez sigue la rueda de la Democracia establecida? ¿Ya no es el poder popular el que toma decisiones? ¿Ya no tratan de cambiar la ley electoral? Teníamos una cierta esperanza. Pero a la primera de cambio todo sigue casi igual. No hay por qué asustarse.

¿Llegaremos a una democratización de la vida política? Esta no es ni más ni menos que (además de democratizar las instituciones representativas desde los partidos políticos hasta la ley electoral), introducir formas de democracia directa, como referéndums vinculantes, a nivel local, comarcal, regional y nacional, además de estatal. En otras palabras, el derecho a decidir (no solo cada cuatro años a través de la vía representativa) en todas las áreas, tanto políticas como económicas y sociales, además de las territoriales, debe implementarse ya, ahora, a través de referéndums vinculantes. Esta medida es urgente y necesaria. Es una enorme limitación de la democracia restringir esta a votar solo cada cuatro años.

Tal democratización requiere también la democratización de los medios de información (tanto públicos como privados), estableciendo una diversidad ideológica hoy inexistente. La información responde a un modelo capitalista de consumo que provoca que las noticias sufran un tratamiento tan rápido que no permite la reflexión o la interiorización necesarias para poder dar una respuesta crítica. La instrumentalización de TV3 y Catalunya Ràdio en democratización de la vida política, que no es ni más ni menos que, introducir formas de democracia directa, como referéndums vinculantes, a nivel local, comarcal, regional y nacional, además de estatal. En otras palabras, el derecho a decidir (no solo cada cuatro años a través de la vía representativa) en todas las áreas tanto políticas como económicas y sociales, además de las territoriales, debe implementarse ya, ahora, a través de referéndums vinculantes. Esta medida es urgente y necesaria. Es una enorme limitación de la democracia restringir esta a votar solo cada cuatro años. Lo ocurrido estos años de Gran Recesión muestra las limitaciones del sistema democrático actual.

¿Qué es lo que nos queda?  Una  Satisfacción insatisfactoria.

Examen de algunos partidos:

A) Podemos no se ha presentado en ninguna plataforma con su marca. Ha apoyado otras plataformas como la de Barcelona en Común  o la de Ahora Madrid. En el caso de PODEMOS seguramente, esperaba más si miramos lo que decía durante la campaña. En esta satisfacción insuficiente pueden haber pesado factores negativos y positivos.

Entre los primeros está el pequeño escándalo Monedero que (aunque leve en comparación con los casos de corrupción) no fue explicado satisfactoriamente y fue magnificado por los medios de comunicación, en comparación con los otros. Además, los pequeños roces entre ellos, aunque son normales y comprensibles entre los humanos, constituyen también una carnaza para los medios que ganan audiencia presentando peleas.

Y en positivo (muy positivo en mi opinión) está la modesta financiación de una campaña electoral para la que el PP contaba con veinte millones y medio de € (cuando, para sanidad o cultura, no había un céntimo más ...); el PSOE con casi 8 millones y PODEMOS con sólo un millón que, además, no provenía de créditos bancarios. Esto por sí solo me parece muy digno de aplauso.
B) - Sin democracia no hay progreso Algo parecido se puede decir de UPyD, tan necesitada ahora de una respiración artificial. Este partido creo que tiene el mérito de ser el que ha puesto más denuncias eficaces en casos de corrupción. Es bueno saber también que su presupuesto electoral eran sólo 185,000 €: una miseria en comparación con los millones del PP. Todo esto es positivo. Pero en negativo creo que ha pesado el carácter autoritario y poco dialogante de Rosa Díez que pretende hacer política con el lema de "quien no está conmigo está contra mí".
C) Izquierda Unida es un partido que inspira temor a muchos por las razones que ahora diré. Quizás antaño compensaba ese miedo por la categoría de algunos líderes (Anguita, G. Iglesias, Llamazares) que, en mi opinión, están entre los políticos más honestos y con más carisma que ha tenido nuestra democracia. Pero hoy creo que adolece de una falta de liderazgo entusiasmante. Lo cual, unido al "tsunami bipartidista", a ciertas rencillas interna de última hora y, quizás, al hecho de haber pactado con el PP en Extremadura, les ha pasado factura.

D) El PSOE, tanto decir que representa el cambio por la izquierda que él mismo no se lo cree. Se le puede aplicar ese refrán: “Dime de qué presumes y re diré de lo que careces”.Sigue su trayectoria neoliberal.

 Y seguiremos teniendo  miedo ¿por qué?
Este punto me parece fundamental en mi reflexión. Hoy ya ha bajado la bolsa (y en España creo que más que en otros lugares) y este dato me ha hecho recordar una frase indignante de Milton Friedman: "todo lo que se hace para ayudar a los pobres, acaba perjudicándoles". La frase es de un cinismo indignante, porque Friedman la presentaba como una ley física de nuestra naturaleza, tan mecánica como la gravedad o la velocidad de la luz. Pero tiene su punto de verdad que debe obligarnos a reflexionar: porque quien manda en el mundo no son los políticos, sino las multinacionales y los Bancos; y estos no tolerarán que se haga política en favor de los pobres. El enemigo no es el PP, ni la forma de gobierno de los dirigentes del PP, el verdadero enemigo es este Capitalismo rampante que todo lo abarca, todo lo domina.

Pero sin democracia económica no puede haber democracia política. Por mucho que presumamos de ella y hasta queramos exportarla o imponerla a otros, nuestra democracia se parece mucho a aquello que nuestro último dictador llamó democracia "orgánica". No sé qué quería decir con ello (quizá en América Latina habrían dicho simplemente "pelotuda"). Pero está claro que era un intento de lavarse la cara y dar un nombre bonito a una realidad que no lo merecía. Éste me parece el punto sobre el que más deberíamos reflexionar.

Y es claro también que si Podemos niega su apoyo al PSOE será acusado de "traicionar a la izquierda" por parte de quienes aún piensan que el bipartidismo supone una confrontación derecha- izquierda y no la alternancia de dos grupos que, en lo esencial, defienden los mismos intereses.  Si se impone la opción de convertir la partida actualmente a dos (PP-PSOE) en un juego también a dos aunque en parejas (PP-Ciudadanos por una parte y PSOE-Podemos por otra) ello reflejará que ha ganado el alma reformista y Podemos se convertirá en una especie de IU bis.¿Sería otra manera distinta de realizar el bipartidismo? El dilema es aceptar la lógica del juego político existente, convirtiéndose en un jugador más con mayor o menor grado de influencia según sea su cuota de poder, o ser el medio de transmisión de la voz de los movimientos sociales alternativos y el fustigador de los vicios que surgen del propio funcionamiento del sistema con el objetivo de transformarlo en una democracia en la cual sea posible la participación real de la ciudadanía no sólo en las urnas cada cuatro años.

Una pregunta final  y una advertencia

a.- La pregunta es cómo reaccionará el PP: si seguirá metiendo la cabeza bajo el ala, convencido de que la realidad no es lo que pasa sino lo que se dice que pasa (y ellos tienen más voz que nadie para decir), y dejándonos la duda de si mienten o es que no se enteran: dos modos de proceder muy malos para un político. Prefiero desde luego la reacción honesta de Rita Barberá ("estos resultados no me gustan nada") a la de la señora Cospedal ("el pueblo ha hablado y hemos ganado"). ¡Por favor! ¿Hará lo mismo Ciudadanos, el hijo joven del PP?

b.- La advertencia podría formulase así: el pueblo nos ha dicho que dialoguemos. Pero nos exige dialogar, no "negociar". En la negociación uno se baja los pantalones y es capaz de renunciar a lo que tenía por más sagrado con tal de conseguir poder (recordemos al primer Aznar, con el cupo vasco, tan contrario a sus ideas). En el diálogo se escucha, se argumenta, se buscan caminos nuevos y puntos de confluencia. 

Y al final, naturalmente, se pacta; pero el pacto ha sido fruto de un encuentro, no de un afán oscuro de poder.

Y la advertencia hoy se puede vivir la política envuelta en una mentira tranquilizadora. Muchos ojos van a estar ahora puestos en los partidos emergentes. Y las empresas de la comunicación van a portarse con ellos con la intención a ver en qué les podeos coger Hay que tener esto en  cuenta porque ahí puede estar la gran esperanza del PP, para recuperarse antes de las elecciones generales: ensuciarlos todo lo que puedan.

Independientemente del resultado una cosa está clara, estamos explorando nuevas vías de democracia participativa, más cercana a la gente, y estamos diciendo no a una democracia secuestrada por los mercados. Lo que sucedió pone de manifiesto que la democracia no es algo unívoco ni inmutable y que no es patrimonio de élites ni oligarquías. Se inicia pues un tiempo de gran esperanza y también de gran incertidumbre ¿Estaremos a la altura para construir una sociedad más justa, fraterna y solidaria? La oportunidad de hacer las cosas bien comienza ahora. Queda inaugurado el ‘cambio de época’

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