miércoles, 5 de diciembre de 2018

POR UNA ESPIRITUALIDAD LAICA




1.Qué se entiende por espiritualidad Una posible definición de espiritualidad
La palabra espiritualidad deriva de «espíritu». Y en la mentalidad más común, espíritu se opone a materia. Estos conceptos de espíritu y espiritualidad como realidades opuestas a lo material y a lo corporal provienen de la cultura griega. Algunos filósofos griegos preferían siempre lo espiritual a lo material, el alma al cuerpo, el mundo de las ideas antes que el mundo de las realidades. De ella pasaron al castellano, al portugués, al francés, al italiano, e incluso al inglés y al alemán… Es decir, casi todo lo que puede llamarse «cultura occidental» está como contagiado de este concepto griego de lo espiritual. No pasa lo mismo, por ejemplo en la lengua quechua o guaraní o aymara, según nos dicen los que saben de estas cosas.

Con demasiada frecuencia se ha identificado la espiritualidad con lo religioso, lo piadoso, lo celestial, ajeno al mundo del más acá. Creo que es otra cosa. La espiritualidad no proviene de la religión.

Espiritualidad en su acepción semántica procede de “espíritu” palabra que ha llegado a nosotros después de un largo recorrido. Desde la tradición judeocristiana nos encontramos que desde el término hebreo femenino, “la ruaj”, el aliento de vida, pasando por su traducción griega “to pneuma” (convertida en una palabra neutra, que quiere decir “fuerza activa que da vida, sustenta, guía, gobierna todas las cosas”) hasta su traducción latina “spiritus” (masculina y patriarcal) que es cómo ha llegado a nosotros.

Creo que hay algo en común  en  todas estas traducciones y es la referencia clara a un principio vital, al hálito que da vida, que da existencia a todo lo que existe Y podemos llegar a este definición: El espíritu es la fuerza, la energía que alienta, la que da consistencia, a toda realidad, a cualquier realidad. Por tanto,  espiritualidad es el arte de vivir, de respirar, de acoger y de infundir espíritu( Arregi).

Una sociedad o persona espiritual sería, por tanto, la que va descubriendo la verdad de su Ser, la que descubre cuál es la energía que da aliento a su persona, su verdadera identidad, vislumbrando el Fondo Ultimo de la realidad (la Unidad que somos, formando un TODO con la naturaleza) y trata de vivir coherentemente con esa verdad experimentada, poniendo el aliento, la energía de todo lo que es vida, en el centro para cuidarla, defenderla y protegerla de un modo especial. Por un lado,  la vida de la Madre Tierra con la que formamos un todo orgánico y vital, y por otro  lado, la vida de los seres más amenazados, las vidas de las personas empobrecidas, 

 Desde esta aproximación conceptual podremos hablar de qué espiritualidad es la adecuada en cada momento de la historia, pero siempre remitida a lo Real para confrontarse con ello. Es, pues, un concepto dinámico, no estático y de profunda actualidad.

Espiritualidad, es la fuerza, la energía, que alienta la vida, la existencia, de cualquier realidad.  

Traducido quiere decir que la espiritualidad es un proyecto de vida. Una forma de vida cuyo centro no es el sujeto mismo. Ese que en primer lugar se mira a sí mismo y pone su aliento y sus energías en la propia perfección  y el propio desarrollo, sino que el centro de sus energías lo desplaza a las necesidades de los demás, a los problemas que los demás tienen, a la Justicia que reclaman los más necesitados. Estamos ante un cambio de  paradigma que nos obliga a revisar nuestra manera de vivir y de situarnos en la realidad 

2,- Espiritualidad y religión.
A veces se confunden espiritualidad y Religión. La espiritualidad que hemos definido prescinde de las religiones, puede ser vivida sin ellas, y hay religiones desprovistas de espiritualidad, asfixiadas por el peso de un doctrinarismo autoritario
Lo que caracteriza la espiritualidad posmoderna es, por una parte, la búsqueda, no del otro, sino de sí mismo, de la tranquilidad espiritual, de la paz, del sosiego del corazón. En ese sentido se trata de una espiritualidad egocéntrica, centrada sobre el propio ego. Y por otra parte, una espiritualidad política, volcada sobre la promoción de la justicia y de la paz, comprometida con la ética y la protección del medio ambiente. Es decir, una espiritualidad de testimonio y compromiso desde la apuesta por la justicia, la igualdad y el cuidado de la Tierra entre las instituciones y movimientos sociales.
La espiritualidad que propugnamos no es alentar más la religión si ésta es entendida como conjunto de  dogmas, verdades, normas morales y ritos. Una cosa es la fe y otra la religión. La verdadera espiritualidad de los cristianos  es la que alienta la vida de fe, no la que alienta la religiosidad.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
La espiritualidad que alienta el proyecto de Jesús es una fuerza, un aliento de fe subversiva al promocionar Jesús un movimiento de fe que tiene su preferencia por los pobres,  por los últimos de la sociedad.  Es el proyecto del Reino de Dios, no un proyecto religioso, se trata de construir una sociedad alternativa.   
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                
3.- Espiritualidad  y política
¿Qué tiene que ver la espiritualidad con la política?
Creemos que es un grave error pensar que la espiritualidad atañe a la vida privada y que la política se encarga de la vida pública. La espiritualidad de las personas y de las comunidades transforma la vida pública. La política -la calidad del trabajo y del salario, el sistema sanitario o educativo, el cuidado de la naturaleza, la vivienda en que vivimos…- nos configura en lo más íntimo de nuestra vida privada. La política -la grande y la pequeña, ambas inseparables- es el cuidado del bien común de la humanidad, empezando por los últimos, y de todos los seres empezando por los más amenazados. ¿Pero cómo cuidaremos y salvaremos la vida si la política carece de espiritualidad o de alma?
Lo que no puede haber es una política verdadera sin espiritualidad. Claro que lo mismo vale a la inversa: no puede haber una verdadera espiritualidad que, de una u otra manera, no se traduzca en praxis política, con la ambigüedad y riesgos que le son inherentes. La “espiritualidad pura” no existe. No existe el espíritu sin carne común de mundo y de acción social estructurada. No puede haber una espiritualidad apolítica.
Una espiritualidad política supone devolver su auténtica verdad:
Sería la vuelta al sentido originario de  la política como técnica y arte de atender a las necesidades de la ciudadanía, de la polis. Es decir, vivir el auténtico sentido de la política: la búsqueda del mayor bien posible para el mayor número de personas. Para Platón y Aristóteles la política era inseparable de la ética Cuando hablamos de la Política no hablamos de partidos políticos, sino de la gestión del Bien común.
Por tanto, cultivar una espiritualidad política supone cultivar personal y comunitariamente un talante, una manera de estar en la realidad y una manera de organizar la gestión de la polis y el gobierno que haga del bien común el centro de los esfuerzos y preocupaciones. Una parte muy importante del Bien Común es la vida y la felicidad de la mayoría de la humanidad, concretamente 5.250 millones de SH,
La espiritualidad política es la que alienta el cambio político en favor de la mayoría en  nuestro país, el que se ocupa y se preocupa de que estén cubiertas las necesidades básicas de la mayoría de la ciudadanía, de los más POBRES Y EXCLUIDOS. Sin este planteamiento no se puede hablar de auténtica espiritualidad.
D)    Espiritualidad y ética
La espiritualidad que propugnamos es fundamentalmente laica, lejos de cualquier manifestación religiosa, pero no en contra de ella. Si la espiritualidad es la fuerza que alienta la realidad, esa fuerza se cifra en la actividad política, que también es ética, porque ética y política son inseparables. Situamos la Ética en los principios, normas y valores propios de la actividad Ética. Nada material, nada que se palpe por los sentidos. Pura Utopía.

Dado que la espiritualidad. es la fuerza que alienta la realidad, si nos situamos en  la enorme realidad de los 7.200 millones de SH que habitan el planeta ahora en  2018,  tenemos que dibujar una ética y una espiritualidad, universales.

Espiritualidad ética es la ética subversiva que trata de dar vida a la inmensa población de las personas empobrecidas del mundo.

En definitiva
La espiritualidad de hoy y del futuro, estimamos que es y será una espiritualidad comprometida con la realidad, y por tano  una espiritualidad subversiva,  (Subvertir significa mover el ánimo de la gente para inducirle a adoptar una actitud rebelde u hostil para cambiar el orden público y moral, dice el Diccionario de Lengua),  es decir,  la que mira el mundo  desde los excluidos y se ocupa de los de abajo, de las personas empobrecidas, para cambiar este orden injusto. Se trata de tener una espiritualidad nueva, una versión ética, claramente comprometida, con los valores básicos de la ética, es decir, con la vida, la justicia,  la libertad, la verdad, la igualdad, la paz. Se trata de sacudir las conciencias para instalarnos en la óptica de la Vida, de los derechos humanos, de la dignidad, para desmontar el poder de los de arriba y reconstruir los auténticos valores de los de abajo, del pueblo sufriente. Se trata de hacerles justicia y que gocen de verdad de las auténticas libertades. Repetimos, no  sólo una  mirada, una versión, sino sobre todo una espiritualidad del compromiso ético.

. Si no es una espiritualidad comprometida decididamente con los valores éticos de la vida, la justicia, la libertad,  sólo será una espiritualidad burguesa, más o menos piadosa, religiosa, encerrada en sí misma y descomprometida con la realidad Las dos son bastante incompatibles.
Se trata de elegir entre dos modelos de espiritualidad que responden a dos visiones distintas de ver el  mundo o lo vemos desde los oprimidos o lo vemos desde cierta comodidad.

---oOo---