sábado, 23 de abril de 2016

SARTRE . UNA LIBERTAD ATORMENTADA



José María García Mauriño
14 de Abril de 2016

1.- Quien es Jean Paul Sartre:
Es un filósofo existencialista francés del siglo XX que nace en París en 1905. Cuando muere su padre de muy niño, se ocupan de su educación su madre y su abuelo. Niño solitario e introvertido, mostró desde el comienzo de sus estudios un vivo el interés por la literatura y una brillante capacidad expresiva. Obtiene su licenciatura en Filosofía en 1929 y ejerce de profesor de esta materia en diversos Institutos. Conoce a Simone de Beauvoir (escritora y pensadora que escribió "El segundo sexo" de extraordinaria y profunda reivindicación femenina) que será su compañera inseparable durante toda su vida. En 1939 se incorpora al ejército francés, siendo hecho prisionero de los alemanes en 1940. Forma parte del movimiento "Resistencia" frente a la ocupación de los nazis. Funda la Revista "Tiempos  Modernos". Terminada la Guerra tiene una enorme actividad literaria, escribiendo ensayos, teatro y novela. Es un escritor tremendamente activo y comprometido. En 1964 la conceden el Premio Nóbel de Literatura, que él rechaza para seguir afirmando su independencia y autonomía frente a cualquier posible denuncia o complicidad. Muere en París en 1980.

Sus obras principales:    Filosóficas: El ser y la nada (1943).   Crítica de la razón dialéctica (1960).
El existencialismo es un humanismo (1945).Literarias:   La náusea (novela; 1938).Los caminos de la  libertad (novela; 1949) La puta respetuosa (teatro; 1946) Las manos sucias (teatro;1948).

2.-Antropología existencialista: Sentido de la existencia humana:
El existencialismo de Sartre contempla al ser humano (SH) como una unidad cuyo ser consiste en la libertad. Nada de dualismos de cuerpo y alma, nada de separaciones abstractas de espíritu y materia: el SH es un existente en un mundo concreto. Reduce su ontología (tratado del ser) a antropología (tratado del SH) y ésta la trata de forma existencial: el primer principio del existencialismo es lo que de llama subjetividad.

Algunos rasgos fundamentales:
1) SH, es existencia antes que esencia.
Antes de definir quien es, sitúa al ser humano en el mundo concreto en el que vive. Su esencia será el resultado de los sucesivos actos de libre elección que ha ido realizando durante su vida. El se va proyectando en el acontecer de sus distintos avatares. Desde el momento que se disuelve el problema del ser en el del existir, se caracteriza al SH como proceso abierto y nunca concluido.
El pensamiento existencialista subraya el valor de la existencia humana concreta, no la abstracta: prefiere hablar de Pedro en particular, que del 'SH' en general. El existir cotidiano individual es lo primero que tenemos que tener en cuenta: es lo que existe de verdad, el que está ahí en el mundo, en la realidad que nos tropezamos todos los días.     El sentido que tiene la vida humana, no es una generalización abstracta; se trata de la orientación que cada uno queramos darle a nuestra propia existencia. Cada uno elige su manera de vivir, no ha elegido el existir o no existir, eso no está en nuestra mano. Pero, la forma de vivir, sí depende de nuestra libre elección. Cae dentro de las posibilidades del entorno social e histórico en el que cada uno desarrolla su vida. Y dentro de las distintas posibilidades que tenemos, preferimos unas y rechazamos otras. Es el ejercicio de la libertad; el SH es esencialmente libertad.

2) El SH es un  proyecto:
El SH es un ser proyectado, no programado; y este proyecto tiene que irse realizando en distintas situaciones concretas, pagando por ello el precio de perder otras muchas posibilidades que jamás van a poder ser realizadas. El SH es al mismo tiempo actor y autor de su propia historia. Solamente cuando asume esa enorme responsabilidad histórica en su existencia concreta de cada día es como se encuentra consigo mismo, es como va construyendo una existencia auténtica.

3) El SH es un ser arrojado a este mundo
El SH se ve como arrojado en un mundo concreto con el que se encuentra al nacer, en un mundo que él no ha hecho ni elegido, que otras generaciones lo han creado; y entonces, las cosas, las personas, las situaciones concretas, son las que le condicionan o interpelan la existencia real y concreta, y son las que le hacen tomar decisiones para crear así su futuro, ir realizando su vida, su existencia humana.

4) El SH es un ser angustiado por la muerte
La muerte es, ciertamente, el fin de la existencia; pero, no es el resultado final de un proceso que ha llegado a su plenitud, que ha alcanzado la meta; no es algo así como la cesación de algo que está ahí: la lluvia que cesa, el curso que se acaba, el tren que llega a la última estación. No es un suceso que me llega desde fuera: soy yo íntimamente entrelazado con mi propio fin. Yo llevo en mi entraña la capacidad de acabar, la posibilidad de mi propio fin, yo soy un ser-para-la-muerte, la muerte pertenece a la estructura constitutiva de mi existencia.

3.- El pensamiento de Sartre:
No sabemos a priori qué es el SH. «El SH, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Recordemos que su obra fundamental es “El ser y ka nada”. Sólo será después, y será tal como se haya hecho (...) El SH es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere hacer».

         El SH es libertad
         El SH es responsabilidad.

- El SH es libertad: la libertad no es un problema filosófico, abstracto, puramente académico. Es un hecho intrínsecamente unido a la misma existencia de todo SH: Sartre considera al SH por su libertad, no por otra cosa: considera que cada acto humano se valora, no por su eficacia, sino según el grado de libertad con que se efectúa. Cada SH vale éticamente, no por formar parte de estructuras sociales o económicas o normas establecidas, sino por la capacidad que tiene de hacer uso de su propio poder de elección. La soberana autarquía de una libertad ilimitada, para la que todo está permitido con tal de que se ejerza.

- El SH es responsabilidad: si realmente la existencia es antes que la esencia, el SH es responsable de lo que él es, de lo que él se va haciendo, realizando; así, el primer paso del existencialismo es poner a todo SH en posesión de lo que es, y hacer descansar sobre él la responsabilidad total de su existencia. No depende de Dios, sino de sí mismo. El existencialismo es ateo. Y no solo depende de su estricta individualidad personal, sino que a través de las sucesivas elecciones, se va haciendo responsable de toda la humanidad, al ir eligiendo un tipo de SH determinado. Puede elegir un tipo de SH pacífico, o un tipo de SH violento, uno comprometido y otro que es un pasota, por ejemplo.

4.- La ética en  Sartre:
La moral existencialista parte de lo que puede ser el SH. El SH no es nada antes de irse realizando poco a poco, y conforme  se va construyendo a golpes de decisiones libres que producen angustia porque nunca sabremos si son las acertadas o no. No podemos elegir a priori lo que hay que hacer.  El SH se va haciendo al elegir en cada momento su moral, sus valores y se compromete en cada acción consigo mismo y con la humanidad. Va eligiendo el modelo de SH que quiere construir. Decisiones que no puede dejar de hacer, porque el SH está condenado a ser libre, nunca podemos dejar de tomar decisiones.

Las decisiones se toman teniendo en cuenta a los otros. Estamos constantemente en presencia de los otros, hasta en el momento en que nos acostamos y nos dormimos, pues los otros están ahí, aunque sea bajo la forma de objetos; si estoy a solas en mi habitación, en forma de recuerdo, de una carta abandonada en mi escritorio, de la lámpara que ha sido hecha por alguien, del cuadro que ha sido pintado por alguien; en una palabra, los otros siempre están ahí y me condicionan. Por tanto, mi respuesta, no es solamente una respuesta mía, sino que ya está condicionada por los otros desde el nacimiento, es una respuesta de carácter moral.

La moral de Sartre dice que no podemos decir a priori lo que hay que hacer. El SH se hace al ir eligiendo su moral, sus valores, En cada elección se compromete con la Realidad  con sus circunstancias concretas. Por eso, no podemos juzgar a nadie, cada cual tiene sus circunstancias personales. Dice que es mala fe si decide algo porque se lo imponen. La coherencia consigo mismo es buena fe. En su desamparo solo puede querer una cosa, la Libertad, como fundamento de todos los valores, es un ser libre que no puede querer otra cosa que la Libertad de los otros.
(Leer el ejemplo de la elección de un discípulo suyo, pag, 22 del texto ·”el existencialismo es un humanismo”).

5.- Conclusión:
Sartre resume su filosofía en estas dos afirmaciones:

a)     Existencia auténtica:
La existencia auténtica del SH  se caracteriza por vivir de acuerdo con su propio ser, por tener conciencia de su propia limitación. Y en el extremo de su limitación se sitúa el límite de su existencia que es la muerte. El SH auténtico no se escabulle de la presencia de la muerte, de la angustia de la nada. Mi existencia no es otra cosa que ir al encuentro de la muerte. Ante tal realidad se derrumba la propia tranquilidad, y el SH se ve abocado a la angustia y a la nada. Esta experiencia es un privilegio exclusivo del SH auténtico ante la conciencia de la muerte y el sentimiento de la nada. La angustia es un fenómeno común a todos los seres humanos.

Cuando el SH piensa sobre su existencia concreta, cuando tiene conciencia de su situación, vive en la angustia, entonces se despierta de todas las falsas ilusiones y seguridades, de su situación masificada, y empieza a verse a sí mismo en su auténtica desnudez; entonces se ve conducido a una opción radical: toma la personalísima decisión de realizarse a sí mismo, frente al absurdo del mundo sin sentido que le rodea. Es decir, la existencia auténtica es la realización de la libertad de elección.

La existencia auténtica es la que hace  que el SH no huya d sí mismo. La que va tomando decisiones en la soledad de su Yo, siempre teniendo en cuenta la realidad que le rodea y en la que está implicado. La que asume el riesgo de equivocarse, de no acertar con lo mejor por no tener todos los datos de la realidad en  su mano. Pero, se mueve no se queda quieto, inmóvil, no espera sentado a que pasen cosas, o a que otros le digan lo que tiene que hacer (su madre, los amigos, la TV). Es el que se enfrenta a la realidad, a la que hace frente, no huye. Se trata de una Libertad un tanto atormentada, que vive la angustia, el riesgo de vivir. Pero lo hace con una cierta gallardía. No es una existencia resignada que acepta pasiva y fatalmente los avatares de la vida. Ante la angustia de la muerte inevitable, opone el hermoso riesgo de vivir.

   En resumen: la existencia auténtica viene dada porque el sujeto afronta libremente su existencia real, el sinsentido del mundo, el absurdo de la muerte, y adopta una respuesta absolutamente personal, creadora de valores propios. La existencia auténtica es la realización de la libertad de elección: elegir siempre el ser, el existir, la Vida.

b)    Existencia no auténtica.
La existencia in-auténtica es la propia del sujeto que renuncia a la libertad de elegirse a sí mismo, de decidir su propia realización, y adopta respuestas mecánicas, anónimas, estereotipadas; se limita a hacer lo que siempre se ha hecho, a pensar “como Dios manda”, o sea, a una vida arrastrada por la corriente de este mundo, llena de la imparable oferta del consumo, una vida más o menos vegetativa, falsa, llena de ruidos, inquieta, anodina. El mundo tecnificado se impone hoy, con su alocado proceso de masificación. Es la consecuencia en gran parte del olvido del Ser. Incluyendo el ser de la naturaleza. El  mal que nos aqueja y que amenaza con arrasar violentamente a la humanidad es enteramente metafísico más que político. No se trata, pues, de un juego de niños; la recuperación del Ser no es un entretenimiento de filósofos de salón. Nos jugamos el porvenir de la humanidad.

    Se podría caracterizar este tipo de existencia, por los siguientes elementos:
- anonimato: ignorado, desconocido, disuelto entre la masa;
- mediocridad: hacer lo que la gente hace, decir lo que la gente dice, etc.;
- frivolidad: prefiere la charlatanería fácil, superficial o curiosidad banal;
- irresponsabilidad: no se plantea nunca los problemas reales, ni piensa las posibles so­lu­ci­o­nes que le exigen el esfuerzo de la decisión, tampoco prevé las consecuencias o implicacio­nes posteriores;
- inconsciencia: evadirse de la realidad de la muerte y de los grandes interrogantes de la existencia humana; anodino: insípido, insulso, insustancial, trivial, vulgar.

En resumen,
Sartre es un gran maestro, nos coloca frente a nosotros mismos. Estamos condenados a ser libres. No podemos nunca dejar de elegir. La Libertad es el valor fundamental de su ética. Una libertad atormentada por la angustia de tener que decidir cada día, en cada momento, lo que creemos que es lo mejor, teniendo como horizonte la muerte, pero que tiene la gran satisfacción de hacerse uno a sí mismo, tener su propia personalidad, una personalidad fuerte, asumiendo constantemente en su existir diario, la propia debilidad y la presencia de los otros, todos los que nos rodean.

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Seguridad y desamparo
(Pagina 22 de su obra “El existencialismo es un humanismo”.)
“Para dar un ejemplo que permita comprender mejor lo que es el desamparo, citaré el caso de uno de mis alumnos que me vino a ver en las siguientes circunstancias: su padre se había peleado con la madre y tendía al colaboracionismo; su hermano mayor había sido muerto en la ofensiva alemana de 1940, y este joven, con sentimientos un poco primitivos, pero generosos, quería vengarlo. Su madre vivía sola con él muy afligida por la semi traición del padre y por la muerte del hijo mayor, y su único consuelo era él. Este joven tenía, en ese momento, la elección de partir para Inglaterra y entrar en las Fuerzas francesas libres es decir, abandonar a su madre o bien de permanecer al lado de su madre, y ayudarla a vivir. Se daba cuenta perfectamente de que esta mujer sólo vivía para él y que su desaparición y tal vez su muerte la hundiría en la desesperación. También se daba cuenta de que en el fondo, concretamente, cada acto que llevaba a cabo con respecto a su madre tenía otro correspondiente en el sentido de que la ayudaba a vivir, mientras que cada acto que llevaba a cabo para partir y combatir era un acto ambiguo que podía perderse en la arena, sin servir para nada: por ejemplo, al partir para Inglaterra, podía permanecer indefinidamente, al pasar por España, en un campo español; podía llegar a Inglaterra o a Argel y ser puesto en un escritorio para redactar documentos. En consecuencia, se encontraba frente a dos tipos de acción muy diferentes: una concreta, inmediata, pero que se dirigía a un solo individuo; y otra que se dirigía a un conjunto infinitamente más vasto, a una colectividad nacional, pero que era por eso mismo ambigua, y que podía ser interrumpida en el camino. Al mismo tiempo dudaba entre dos tipos de moral. Por una parte, una moral de simpatía, de devoción personal; y por otra, una moral más amplia, pero de eficacia más discutible. Había que elegir entre las dos. ¿Quién podía ayudarlo a elegir? ¿La doctrina cristiana? No. La doctrina cristiana dice: sed caritativos, amad a vuestro prójimo, sacrificaos por los demás, elegid el camino más estrecho, etc., etc. Pero ¿cuál es el camino más estrecho? ¿A quién hay que amar como a un hermano? ¿Al soldado o a la madre? ¿Cuál es la utilidad mayor: la utilidad vaga de combatir en un conjunto, o la utilidad precisa de ayudar a un ser a vivir? ¿Quién puede decidir a priori? Nadie. Ninguna moral inscrita puede decirlo. La moral kantiana dice: no tratéis jamás a los demás como medios, sino como fines. Muy bien; si vivo al lado de mi madre la trataré como fin, y no como medio, pero este hecho me pone en peligro de tratar como medios a los que combaten en torno mío; y recíprocamente, si me uno a los que combaten, los trataré como fin, y este hecho me pone en peligro de tratar a mi madre como medio.”  
 Una difícil elección.    

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