jueves, 30 de enero de 2014

¿2014, año de la recuperación?

COMPARTIR LOS BIENES, UNA EXIGENCIA ETICA Y CRISTIANA DE JUSTICIA

 

José María García Mauriño

Enero 2014.

 

El ministro de economía habla del año 2014 como del año de la “recuperación”. Lo primero es preguntarse qué es lo que hay que recuperar, quienes son los que se van a beneficiar de esa supuesta recuperación. ¿Se va a recuperar el trabajo para los millones de parados que hay en el país? ¿Nos creemos de verdad que este año 2014 vamos a empezar a “crecer” y crear empleo?  ¿Se van a recuperar los derechos sociales y laborales que nos han quitado? ¿Se va a recuperar la calidad de vida que nos han recortado mes tras mes con los llamados “ajustes”? ¿De qué recuperación se trata?  Anuncia el gobierno que vamos a salir de la crisis. Una cosa es salir de la crisis y otra muy distinta el cómo vamos a salir de ella. ¿Acaso como quien sale de un naufragio con las ropas hechas jirones?

Son muchos los interrogantes y apenas tenemos respuestas válidas.

 

Al menos, nos planteamos unos principios básicos para poder mantener un horizonte de esperanza. Para recuperar la esperanza hay que recuperar la ilusión porque todos los seres humanos puedan tener los bienes  imprescindibles para vivir. ¿Acaso todos los españoles vamos a tener los bienes básicos suficientes para vivir en este año 2014? Esperar no es estar a la espera, de forma pasiva, Tampoco me refiero a si tenemos razones para esperar. No necesitamos razones para esperar. Necesitamos esperar con razones y  sin razones, como respiramos, como vivimos. Vivir significa sobre todo  con-vivir, com-partir Es todo lo contrario al sistema capitalista que se basa en la acumulación de poder económico, política, militar y cultural en muy pocas manos. y que le lleva a la dominación total del mundo y que produce pobreza, hambre y miseria en más de los ¾ partes de la humanidad, por medio de un mercado multinacional  como instrumento de concentración de la riqueza.

 

1.-El destino universal de los bienes:

Existe un principio ético fundamental que dice así: Todos los bienes que hay en la Tierra son para todos los hombres y mujeres del mundo para que a nadie le falte lo necesario para vivir. Este es un axioma indiscutible, basado en la misma naturaleza de las cosas. Hoy, el problema está no tanto en los bienes creados, naturales, esa riqueza fabulosa de la naturaleza, sino en los bienes producidos. Los avances técnicos producen cada vez más y mejores medios para una calidad de vida: el producto es el resultado de una actividad económica: ¿llega para todos?

 

Partimos de algo elemental; todo ser humano, tiene un conjunto de necesidades propias de la naturaleza humana y que tiene que satisfacer para poder vivir. Cubrir estas necesidades es cuestión de vida o muerte. Si no se satisfacen la gente se muere. La economía, entendida como producción y distribución de bienes, tiene como motor cubrir las necesidades humanas básicas. Estas necesidades son: Trabajo, Alimentación, Vivienda, Sanidad, Educación.

Bienes naturales abundantes para todos son el aire, el agua, la tierra.

Bienes producidos: los servicios (sanidad, educación, transportes,)

Solamente el trabajo hace producir la tierra para alimentarnos todos,  lo mismo que los servicios son producto del trabajo.

El mundo es lo suficientemente grande como para satisfacer las necesidades de todos.

 

2.-El fin de la economía: producir bienes y servicios para satisfacer necesidades humanas:

Hablamos de la economía productiva, no de la economía especulativa. El dinero, el capital es un medio, no un fin. Según la  Mentalidad capitalista. lo que interesa a la mayoría de la gente es el beneficio, aun a costa de sacrificar el fin propio de la economía, es decir, cubrir necesidades básicas.. Según el diputado y sociólogo suizo Jean Ziegler: "En la esencia misma del capitalismo está el beneficio máximo, la ausencia de transparencia y la falta de control público". Nos preguntamos, ¿Tienen derecho los banqueros, los empresarios, el capital, a repartirse los beneficios que quieran? ¿Son propietarios absolutos de todos esos bienes económicos? Denunciar este estado de cosas equivale a subvertir el orden establecido. Lo que está establecido es procurarse grandes ganancias en poco tiempo, la acumulación rápida de dinero. ¿Se puede admitir esto desde el punto de vista ético?

 

Sentido ético: La primera consideración sería ésta: resulta fuera de toda ética lograr que el dinero se aumente por sí mismo, sin la mediación del trabajo ni de la producción de bienes y servicios. En segundo lugar, Aristóteles, siglo IV a.C. en su "Política" dice que cuando la ganancia procede del propio dinero en forma de interés lo está utilizando de forma 'antinatural', porque el "dinero por sí mismo no puede producir dinero" (el perro puede 'producir' un perrito, un avión no puede producir otro avión, un billete de 100 € no produce otro del mismo valor). La naturaleza de los bienes, como veremos, tiene una finalidad intrínseca y si se procede al margen de ella, se va contra la misma naturaleza de las cosas. Lo que planteamos es una exigencia ética de planificación democrática de la economía. Es lo más “natural” en una sociedad que se rige por los Derechos humanos.

 

3.- Los problemas que plantea la economía:

El problema de fondo es cómo llegar a la satisfacción de necesidades básicas de los Seres Humanos (SH): La economía es la ciencia que estudia la utilización de los recursos limitados existentes para su conversión en bienes y servicios, para que puedan ser distribuidos y consumidos por todos los hombres y mujeres que componen la humanidad. Esto origina varios problemas:  

 

A) El hambre en el mundo Es un problema de primera magnitud: Todos somos conscientes de que el hambre es uno de los más trágicos problemas que tenemos. Pero es menester recordar que no se debe precisamen­te a la falta de alimentos. La producción de alimentos ha crecido en los últimos años mucho más que la población, a pesar de que cada año nacen 90 millones de niños, mueren 13 millones al año, 25 niños cada minuto[1]. Y la tierra produce alimentos para toda la humanidad. Hoy día, año 2014, somos 7.000 millones de seres humanos (SH) y hay comida para alimentar a más de 12.000 millones de SH . Es el dato que aporta Jean Ziegler, relator de la alimentación en la ONU. Lo difícil es cómo gestionar esta riqueza que ya existe.

 

B) El reparto de los bienes: Los bienes que produce la Tierra no son escasos .La economía capitalista ha colonizado lo abundante, transformándolo en escaso y haciéndolo “económico”, lo vuelve visible por medio de la mercantilización y la privatización Se mercantiliza y se privatiza la salud de los ciudadanos, lo mismo que se mercantiliza y se va privatizando la educación. Lo que constituye el problema es el reparto. La Tierra es lo suficientemente productiva para alimentar, vestir, dar vivienda, salud, y bienestar a todos los que la habitamos ¿Por qué de hecho no llegan esos bienes para todos? ¿Por qué para algunas minorías sí les llega y les sobra, y para la gran mayoría apenas les llega lo suficiente? Si no los hay, habrá que producirlos (bienes de consumo y bienes de producción),  Una forma de reparto de bienes sería cambiar el art. 135 de la Constitución de tal forma que establezca prioridad constitucional a la defensa de las necesidades básicas del ser humano, es decir los derechos sociales, sindicales y laborales, sobre el pago de la deuda externa, como está ahora redactado.

 

C) El sistema capitalista es incapaz de repartir: ¿Existe algún sistema económico que sea capaz de producir, comercializar, distribuir y repartir con justicia los bienes y servicios necesarios para vivir todos los habitantes de la Tierra? El problema no es tanto la producción, cuanto su distribución. Es el problema clave del capitalismo. Esta tiene unas estructuras que generan todo tipo de violencia, de pobreza y de miseria en el mundo. Violación constante de Derechos Humanos, destrozo  de países enteros y de la misma naturaleza. Son unas estructuras tan rígidas, tan bien trabadas, que apenas dan margen de maniobra a los Gobiernos que intentan gestionar equitativamente los bienes de modo que lleguen a toda la ciudadanía. Es casi imposible hacer esta gestión en un mundo gobernado por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio. el Banco central europeo, las multinacionales, etc. Son los amos del mundo, y forman un entramado muy fuerte de tipo financiero, económico, político, militar, mediático, cultural, de muy difícil acceso.

Unos se mueren de hambre: con sólo el 15 % de la producción de bienes y servicios no pueden vivir cerca del 90 % de la humanidad. 85 multimillonarios del mundo acumulan tantos bienes como una tercera parte de la Humanidad, concretamente  3.570 millones de personas con menos ingresos (enero 2014).  El problema no es 'agrandar' la tarta, no es aumentar la riqueza, el problema no es hacer CRECER la economía, como dice Rajoy, Dicen: no es pobreza ,lo que hay que repartir, sino riqueza: cuanta más riqueza haya mejor para todos! Eso es falso, porque el sistema  piensa más en acumular en pocas manos que en repartir los bienes para todos. El Gobierno actual es más bien gestor del capitalismo que rige en Bruselas que gestor del bien común de los españoles.

Sería de desear que este año 2014 el Gobierno recuperara de verdad una serie de cosas, como por ejemplo, que elaborara propuestas concretas para garantizar que la Constitución pueda fijar una prioridad absoluta del gasto público en pensiones, desempleo y servicios públicos más allá de la deuda pública, que instaurara la figura de la renta básica para quienes no tengan otra prestación, que defendiera las políticas de igualdad como garantía de una sociedad justa y solidaria, que pusiera en marcha una reforma fiscal progresiva. o instaurara un sistema de banca pública, que garantizara el derecho social a la vivienda, el control ciudadano y popular sobre el gasto y la gestión pública, y que activara políticas de justicia social para quienes están sufriendo directamente las consecuencias de la crisis

 

Lo que intentamos hacer es reflexionar acerca de los fines y de los medios. Vemos que, todo SH, toda persona, es el fin último de todas las actividades económicas. Todo lo demás son puros medios, instrumentos, que han de servir para que todas las personas vivan, para lograr una vida digna en la tierra a todos los Seres Humanos.

 

4.-Una exigencia ética: compartir los bienes es de justicia

 La exigencia ética proviene de la misma naturaleza humana, de la dignidad y de la igualdad de todas las personas, Todos percibimos una injusta y desigual distribución de bienes. No tratamos de lo que existe de hecho en esta sociedad, de los códigos morales que impone la sociedad capitalista, del (des)orden existente, sino de lo que debe ser esta sociedad que es lo propio de la ética. Los valores que dan sentido a la vida de toda persona que se precie de ser tal. Se trata de pensar un modelo de sociedad basada en unos determinados valores que hagan posible la convivencia pacífica de todos los seres humanos.

 

¿Qué significa compartir y qué es lo que hay que compartir, y por qué compartir es una exigencia ética? Compartir siempre es una obra de justicia.

 

A) Es de justicia social:

a) Todos sabemos que la economía no es completa­mente autónoma: sus leyes no son puramente técnicas ni funcionan de forma completamente mecánica. No puede haber una actividad económica éticamente neutral, precisamente porque trata de problemas humanos, de cubrir necesidades humanas, no puramente biológicas. No es lo mismo dar de comer a un perro, que dar de comer a un niño. La economía, es decir, el producir y compartir los  bienes,  no es cuestión de economistas, de 'expertos', es un tema que nos concierne a toda la sociedad. Comercializar ­los bienes, distribuirlos, repartirlos, para que lleguen a cubrir esas necesidades básicas de todo ser humano, es una exigencia ética de justicia. Si no se satisfacen esas necesidades la gente se muere de hambre, de miseria, sin un mínimo de calidad de vida humana; pero, no será por la escasez, sino por un mal reparto, o porque no hay reparto, sino acumulación: a una minoría que les sobra y a una inmensa mayoría que les falta lo necesario para vivir. Toda persona tiene que tener un mínimo de bienes, tiene que poseer cosas, ser propietarios de un mínimo de bienes para vivir con una cierta dignidad. Por otra parte, el encontrar trabajo no es salir de la pobreza, el problema es mucho más profundo.

 

b) Compartir es respetar el destino social y universal de todos los bienes. Los bienes tienen un destino intrínseco: servir a las necesidades básicas de todos. No se puede hacer con ellos lo que a cada uno le de la gana a cada uno. (si los bosques tienen múltiples funciones biológicas, no se les puede utilizar sólo en beneficio de las industrias madereras). La falta de respeto a las cosas, el uso egoísta y caprichoso de los bienes, de las cosas, es tener una mentalidad capitalista. La acumulación se basa en el poder y en la ambición de adquirir bienes y en el abuso que se hace de ese poder. Está basada en el derecho romano acerca de la propiedad privada que la define así: “el derecho de usar y abusar de los bienes propios”: "ius utendi et abutendi". No se puede abusar éticamente de las cosas. La propiedad privada es sagrada para el capitalismo, algo que no se puede tocar, y las condiciones del goce individual de las cosas es su máxima expresión. Pero, por otra parte es obvio que nadie se puede apropiar de algo que es un bien superior como es el valor de la Vida, de la naturaleza:, porque cualquier tipo de apropiación produce la muerte. El capitalismo es un sistema de muerte no de vida. Produce esta sociedad del despilfarro. Una alternativa ética puede ser eso de: re-utilizar, re-cambiar, re-ciclar. Todo lo contrario a ese planteamiento del consumismo de “usar y tirar”.

 

c) El poseer las cosas con mentalidad individualista, es lo propio del neoliberalismo Las cosas, las mercancías, los bienes que usamos, tienen una función social, que sirvan para todos, es decir, que excluye el sentido egoísta con que a veces las usamos. Se trata de usar, de poner los bienes básicos al servicio de la mayoría, no de acumular ni de disfrutar uno solo. La casa es para vivir, el tener casa en la sierra, casa en la playa, casa en la ciudad es acumular casa sobre casa, es la inversión clásica de los que tienen dinero, sin pensar en repartir con los que no tienen vivienda. Una cosa es el valor de uso y otra el valor de cambio. Por ejemplo, el uso que hacemos de los bienes de la Tierra: es un bien que es de todos y para todos, no para provecho de unos pocos.

Mientras un solo hombre o mujer muera de hambre en el mundo, o se angustie ante la amenaza de una muerte cercana, mientras persista la incertidumbre del parado, que no tiene trabajo, no nos podemos callar. Mientras la realización de los derechos humanos esté tan lejos de la proclamación de su concepto, resulta éticamente imposible no solamente no dejar de pensar o de debatir estos temas, pero ni siquiera de estar callado.

 

B) Es de justicia exigible y aplicable a cada persona:

Es de estricta justicia darle a cada uno lo suyo, lo que le pertenece por el mero hecho de ser persona. Lo más suyo de cada uno es su vida, sus derechos y libertades, (art. 3 de los Derechos Humanos) y para vivir necesita satisfacer una serie de necesidades. Es de justicia que toda persona tenga acceso a esos bienes, que sea propietaria de esos bienes, sin los cuales ya no puede vivir como persona, ya no puede gozar del elemental derecho a la libertad.

Los bienes están hechos para que toda persona se sirva de ellos y los consuma y pueda vivir con dignidad. Las cosas, las mercancías tienen un precio, las personas no tienen precio, tienen dignidad, decía Kant. Las personas no son una mercancía más dentro del libre mercado. ¿Mercado laboral?

Para ser reconocido como persona, para poseer un mínimo de dignidad y autonomía, para llegar a una mínima satisfacción de necesidades elementales y poder decir que es una persona, se necesita estar en posesión de un mínimo de bienes. Esta es una ética mínima.

 

     Algunas preguntas nos pueden hacen reflexionar para situar nuestra ética: ¿por qué no le llegan a la mayoría de la gente esos bienes necesarios para vivir? ¿por qué se le niegan de hecho? ¿qué es lo que falla aquí? ¿la distribución hay que hacerla sólo a nivel nacional? ¿habría que hacerla a nivel internacio­nal? ¿quienes hacen la planificación económica? ¿acaso el sistema capitalista tiene a los seres humanos como el primer valor a tener en consideración? Son interrogantes que inquietan la conciencia. Es posible que no se alcance ese nivel de ética mínima: fuera de ella es muerte, indignidad, miseria, el SH como basura.

 

5.-Exigencias cristianas: compartir es esencial en el Evangelio

En un planteamiento laico, ajeno a cualquier creencia, estimamos que lo difícil es no sentir como necesarias una serie de cosas que nos ha impuesto la sociedad del consumo. Y parece como que no podemos prescindir de ellas. Estamos en una sociedad propia de un país desarrollado, muy lejos de las necesidades tremendas del Tercer Mundo. No pertenecemos a la mayoría de la humanidad, sino a una minoría de privilegiados. Diariamente comemos varias veces al día. Más de 100.000 personas mueren de hambre todos los días. ¿Quien nos librará de la sociedad del consumo? Todos buscamos la felicidad, ¿consiste en tener todo lo que se desea? Lo que deseamos en el fondo es la felicidad. ¿Es la felicidad poseer la suma de objetos? ¿puede identificarse la felicidad con el consumismo, con todas las necesidades superfluas satisfechas? ¿Se puede decir que a más consumismo mayor felicidad?

 

Las exigencias cristianas no son un sustitutivo de las exigencias éticas de justicia. En todo caso siempre serán un plus. El 'plus' de nuestra fe.; ética y fe no pueden separarse en un creyente. La fe nos urge a mirar y exigir los bienes para todos por justicia evangélica, especialmente por  los últimos, “Los últimos serán los primeros en el Reino”.

 

3.1. Fundamento bíblico: No  podéis servir a Dios y al dinero

 El que comparte sus bienes con los pobres, entrará en el Reino:      "Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fuí forastero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme..." (Mt. 25 34-36).

 

3.2. Lo que dice el Concilio Vaticano II: (1965)"Gaudium et Spes"

- El destino universal de los bienes:

     "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuen­cia, los bienes creados deben de llegar a todos en forma equitativa, bajo la éjida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las que sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legítimas de lo pueblos, jamás debe perderse de vista esta destino universal de los bienes". (GS.69).

     - La propiedad no es exclusivamente individual:

     "Por tanto, el hombre, al usar esos bienes, no debe tener las cosas exteriores que legítima­mente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás (...) Este es el sentir de los Padres y Doctores de la Iglesia, quienes enseñaron que los hombres están obligados a ayudar a los pobres, y por cierto no sólo con los bienes superfluos". (ib.).

     - Las diferencias en el uso de bienes necesarios:

     "Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estric­tamente necesario, algunos, aún en los países menos desarrollados, viven en la opulencia o malgastan sin consideración. El lujo pulula junto a la miseria. Y mientras unos pocos disponen de un poder amplísimo de decisión, muchos carecen de toda iniciativa y de toda responsabilidad, viviendo en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana" (GS.63).

 

. Catecismo Católico (1992):

(núm.2446) "No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos". Es preciso "satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia" (S. Juan Crisóstomo): Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia (S. Gregorio Magno, past. 3,21).

 

3.3. El pecado de omisión: la falta de compromiso ético y político

     En el juicio final la reprobación no cae sobre aquellos que roban, matan y hacen daño, sino algo más simple y cotidiano: los que NO se preocupan del hambriento, del sediento, del inmigrante, del enfermo. Los que NO se ocupan y hacen suya la causa de los pobres, débiles y excluidos. Entre gente de buena conciencia se dice que son buenos porque no roban ni matan y van a Misa los Domingos. Pero es que el problema ético que plantean los pobres no acaba donde acaban los robos, los asesinatos y los atropellos descarados. No es el mal que se hizo, sino el bien que se dejó de hacer a aquellos que más lo necesitaban. No se trata sólo de ayudas asistenciales, sino de compromiso[2] ético y político con los pobres. No sólo con el hambre, los sin techo, los inmigrantes y enfermos del sida, sino con las causas profundas que producen estas desgracias. Los verdaderos Vicarios de Cristo son los pobres en primer lugar, después  es posible que lo sea el Papa. "Si doy de comer a un pobre, me llaman un santo. Si pregunto por las causas que producen el hambre en el mundo, me llaman comunista" (Mons. Helder Cámara).

 

3.4. Un texto de Erasmo (siglo XVI, 1503): "Manual del caballero cristiano". p.204.

"Mi fortuna me viene de herencia. Soy dueño de ella por derecho no por fraude. ¿Por qué no puedo usar de ella a mi antojo? ¿Por qué he de dar a aquellos a quienes nada debo? Lo malgasto, lo pierdo. Mío es lo que perece, a nadie le importa. Un miembro tuyo se muere de hambre ¿y tú te hartas de perdices? Tu hermano desnudo tirita de frío, mientras la polilla roe tus vestidos superfluos. En una noche te juegas mil ducados, mientras una pobre muchacha se prostituye por pura necesidad y pierde su alma. "¿Y a mí qué?, dices tú. De lo mío hago lo que quiero". Y después de esto ¿te atreves a llamarte cristiano, no siendo ni siquiera hombre?".

 

 

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    [1] "Las hambrunas de hoy están casi siempre programadas; no son las consecuencias de malas condiciones climáticas, ni de la pura fatalidad, ni del destino. Son producto de un puro cálculo político: los señores de la guerra dejan morir deliberadamente de hambre no a sus enemigos, sino a sus propios pueblos, con la única finalidad de poder obtener ayuda humanitaria, reconocimiento político, acceso al poder". Así se expresaba el autor del libro "Geopolítica del hambre", recientemente aparecido y auspiciado por la Organización No Gubernamental, llamada Acción contra el hambre, de nacionalidad francesa. El premio nóbel de Economía de ese año (1998), Amartya Sen, aseguraba que las hambrunas matan a millones de personas en distintos países, pero no matan a sus dirigentes. Los reyes, los presidentes, los burócratas, los legisladores, los jefes militares, no han sido nunca víctimas de las hambrunas. Los que tienen autoridad no tienen por qué sufrir las consecuencias políticas de su fracaso en  la prevención del hambre. El hambre mata de forma selectiva, a los niños y a las mujeres primero. (Informe de 1998-1999 que presenta la "Acción contra el hambre", una ONG de origen francés que interviene en emergencias alimentarias.. (Tomado de El País 16 y 18 de Octubre de 1998).

    [2] Los españoles se comprometen poco. Fuera de su círculo privado de familiares y amigos, no se sienten responsables de lo que ocurra. Acaso se solidarizan con causas que les quedan muy lejos, con frecuencia en el Tercer Mundo. Pero, delegan, en general, en los poderes públicos y en iniciativas mercantiles, la responsabilidad de mejorar su entorno. Las ONG son la forma preferida de asociarse. Conclusiones de un estudio ¿Existe sociedad civil en España? coordinado por Joan Subirats y editado por la Fundación Encuentro (26 Octubre 1999), que dirige José María Martín Patino.

lunes, 6 de enero de 2014

LA INTERRUPCION DEL EMBARAZO ¿DELITO, PECADO O DERECHO?


Reflexiones de la COMISIÓN de LAICIDAD de CRISTIANOS de BASE de MADRID.


I.- La interrupción del embarazo, en perspectiva. 

En línea con lo anunciado desde muchos meses atrás por el ministro Sr. Gallardón,  el gobierno  aprobó, el pasado 20 de Diciembre de 2013, el anteproyecto de ley sobre la Interrupción del embarazo.  El proyecto se denomina “Ley de protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada”, un título que resume buena parte de la contrarreforma que el gobierno del PP quiere implantar: proteger en primer lugar la vida del no nacido y aparentar, de paso, que se respetan los derechos de la mujer, cuando en realidad el derecho a decidir de la mujer resulta tan proscrito que la mayoría de las organizaciones de mujeres lo han calificado como la reforma más restrictiva de la democracia, o como un retroceso de 30 años.

Un poco de historia.
1985.  La primera Ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo (en adelante IVE) la planteó el gobierno del PSOE en 1983, pero no entró en vigor hasta que el Tribunal Constitucional decretó su constitucionalidad en 1985, rechazando el recurso interpuesto por el PP. En esa ley solamente se contemplaban tres supuestos para la despenalización de la IVE: A) Que exista grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la embarazada, sin plazo para la interrupción; B) El embarazo por violación, con un plazo máximo de 12 semanas; y C) El supuesto de malformación fetal, acreditado por dos médicos especialistas, distintos de aquél por se practique el aborto,  hasta la semana 22 del embarazo.   

2010. Veinticinco años más tarde, el PSOE volvió a presentar un nuevo proyecto de ley denominado “De salud reproductiva e interrupción voluntaria del embarazo" que  supuso un paso muy importante en el reconocimiento de los derechos de las mujeres: reconoció la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) como un derecho, lo inscribió en el marco de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres,  y sustituyó el modelo de los tres supuestos contemplados en 1985, por un nuevo sistema de plazos. Lo más sustancial de esta ley, vigente hasta hoy, ha sido el permitir la interrupción libre del embarazo hasta la semana 14, y hasta la 22 en caso de riesgo grave para la vida o la salud de la madre o del feto (en este caso, acreditado por dos médicos). La ley contempla también la IVE después de la semana 22, si el feto llega a presentar anomalías incompatibles con la vida o sufre enfermedad extremadamente grave o incurable.  La entrada en vigor de esta ley permitió acabar con los abortos clandestinos, que provocaban la muerte de más de 300 mujeres cada año.

Debe subrayarse, en contra de lo que ahora dicen los sectores más conservadores que, con esa ley, el legislador no hizo otra cosa que seguir la senda marcada tanto por el Tribunal Constitucional en 1985, que aconsejaba legislar “en línea de lo que sucede en la regulación positiva de los países de nuestro entorno, como por el Consejo de Europa que en 2008 recomendaba una ley de plazos. De hecho, 32 de los 47 países integrados en el Consejo de Europa disponían ya en 2008 de sistemas de plazos para la IVE.

2014. Pero ahora los sectores católicos más integristas del PP y la presión mantenida por los obispos españoles parecen haber impuesto posiciones morales y políticas propias de los años de Nacionalcatolicismo.  El ministro Gallardón ha cumplido con este proyecto lo que ya había venido anunciando: 
a)    que la nueva ley abandone el ‘sistema de plazos’ y vuelva a un modelo de supuestos más restringidos que los vigentes entre 1985 y 2010.  Sólo habrá dos supuestos a los que puede acogerse la mujer: el embarazo por violación y el supuesto de grave peligro para la vida o la salud física y psíquica de la embrazada.
b)   que la malformación del feto ya no será un supuesto para abortar. Sólo se podrá hacer si se diagnostica en el feto una patología “incompatible con la vida” y si ello le provoca a la embarazada “un daño psicológico importante y duradero”. (circunstancias  que deben ser acreditadas por dos médicos de cada especialidad).

Desaparece, por tanto, el derecho de la mujer a interrumpir el embarazo en las primeras 14 semanas y se reconoce al feto la condición de sujeto de derechos con prioridad sobre los derechos de la madre. 
Este enfoque colisiona frontalmente con los tímidos avances producidos en la lucha histórica de las mujeres por alcanzar el reconocimiento pleno de sus derechos sexuales y reproductivos, entre los que destacaba el derecho a ser madre por voluntad propia. Salvo en los dos supuestos citados, la IVE volverá a  ser un delito.

La voz de los Cristianxs de Base
En el debate social abierto durante la propuesta y tramitación de la ley de 2010, la Iglesia de Base de Madrid llevó a cabo un proceso de reflexión interno que culminó en el  documento titulado "A propósito del aborto" (2009), donde se reflejaban distintas puntualizaciones favorables a esa idea central de que la IVE no puede nunca ser penalizada legalmente, sino reconocida como un derecho de las mujeres.

Hoy, tras valorar que la nueva contrarreforma del gobierno está tristemente inspirada por la Moral católica más conservadora, consideramos necesario y urgente

a) denunciar la violencia contra los derechos fundamentales de las mujeres que implica este proyecto de ley,  especialmente grave en el contexto de necesidad que viven la mayoría de las mujeres de este país. En medio de una situación de crisis socioeconómica como la que padecemos,  la contrarreforma que se avecina es doblemente lesiva para miles y miles de mujeres pertenecientes a los sectores más populares, que serán castigadas por ser mujeres (dominación patriarcal) y por ser pobres (dominación clasista),  pues la penalización de la IVE  les afectaría de modo infinitamente superior que a quienes gocen de estatus social superior o pertenezcan a la clase social dominante; y
b)   denunciar  igualmente que esta futura ley supone un atentado más a la laicidad del Estado
Consideramos que la tensión y el conflicto a que se ven sometidas las mujeres cuando se enfrentan a la difícil decisión de interrumpir un proceso de maternidad es tan dramático que el hecho sólo puede ser contemplado con entrañas de misericordia y actitud de máximo respeto a la autonomía de la conciencia de cada mujer. Su decisión, tomada dentro de un entorno de máxima información y ayuda, es el principal valor a preservar en cualquier norma de convivencia civilizada.
Desde estas premisas esta concebido este documento.


II.- El Derecho y la Moral en una sociedad plural
Como ya se ha apuntado, la huella de la Moral católica más tradicional parece incuestionable en ese planteamiento de restauracionismo moral que el PP pretende implantar en materia de interrupción del embarazo. Pero, legislar en base a concepciones morales particulares, ¿es de recibo en una sociedad pluralista ideológica, cultural y moralmente? ¿Es democrático?

Todos sabemos que el Gobierno de un país que se dice democrático no puede  someterse a la presión de una minoría católica, encabezada por los obispos que dominan la Conferencia Episcopal. No se puede admitir la barbaridad jurídica e ideológica de equiparar la IVE con el homicidio, o de atribuir al feto la condición de sujeto de derechos con prioridad absoluta sobre los derechos de la madre. Tenemos que tener presente que no se puede mezclar lo que es pecado en el terreno religioso, con lo que es delito en el terreno jurídico-penal. La IVE puede ser considerada pecado por la doctrina católica, pero no por eso constituye delito en el ámbito penal. Propugnamos que la IVE en cualquiera de sus formas salga completamente del código penal. En una ley civil, dictada para toda la ciudadanía, repetimos, no puede intervenir la moral católica, porque contradice la Constitución que afirma que estamos en un Estado que se proclama aconfesional y democrático.
En una sociedad abierta y plural, el Estado no puede regular los distintos espacios de la convivencia social desde los principios de ninguna moral particular, ni interferir en la conciencia moral de las personas.  El derecho que ha de regir la vida social deberá basarse en aquellos valores morales que sean socialmente compartidos. En nuestro caso los que se derivan de los derechos y libertades fundamentales que se reflejan en la Constitución. En una sociedad democrática, el derecho –y el Estado- no pueden sino respetar la autonomía de la conciencia, sin valorar la bondad o el error de ninguna moral particular, ni permitir ninguna interferencia de morales particulares en su seno. Derecho civil común y morales particulares han de ser siempre territorios independientes. ¿Cómo si no podría conjugarse que estemos todos sujetos al mismo derecho, desde la diversidad moral existente en la sociedad?
De este pluralismo ideológico se deduce que aun cuando una persona considere que la IVE es un acto inmoral, debe aceptar la separación entre el derecho como sistema regulador de intereses generales y su moral particular, sin pretender que aquello que no está de acuerdo a su moral se inscriba en el derecho penal y sea considerado delito. En el caso que nos ocupa, debe asumir esa separación sin tratar de impedir que las mujeres puedan ejercer su derecho a interrumpir el embarazo y todos sus derechos sexuales y reproductivos. Porque la salud sexual y reproductiva de la mujer concierne a la Ética cívica, al margen de las creencias religiosas de cada uno. Así lo pide la lógica democrática, tanto en un Estado laico como simplemente aconfesional.
No cabe duda de que la jerarquía eclesiástica no ha llegado nunca a entender lo que significa una sociedad democrática y un pluralismo ideológico y moral; ni siquiera parece importarle mucho la autonomía moral de las mujeres, ni su dignidad, ni los sufrimientos ocasionados cuando se les ha obligado a ser madres contra su voluntad. Tampoco parece ser muy consciente de la secuela histórica de muertes, lesiones graves y sufrimientos múltiples provocados por el ejercicio fanático de una moral católica anclada en el medioevo o en tiempos de la Contrarreforma.
Desde hace décadas venimos reclamando la separación de la Iglesia y el Estado, es decir, la autonomía del poder político respecto a las confesiones religiosas. Pero para construir un Estado Laico, esa independencia institucional no servirá de mucho si no viene acompañada también del pleno ejercicio de la libertad de conciencia y la igualdad jurídica  y de trato de todos los ciudadanos, al margen de sus creencias o convicciones.
Un derecho que se inspire en la moral católica tradicional, que castigue penalmente la IVE y no reconozca este derecho a las mujeres, está obligando a miles de ellas a una opción de vida que no desean y negando su propia dignidad y autonomía. Sería un derecho que coacciona un derecho fundamental de la persona, el de la libertad de conciencia de la mujer, a quien se le impone la obligación de ser madre contra su  voluntad.  Y es que, utilizar los mandatos o prohibiciones divinas, cuya violación el creyente entiende como pecado, para convertirlas en leyes civiles obligatorias para todos equivale a identificar pecado con delito. Algo inconcebible hoy, dada la evolución de la conciencia humana y el desarrollo de la cultura democrática.

Por ello, hoy es urgente volver a decir, alto y fuerte, que derecho público y moral católica han de ser realidades autónomas. Por numerosos que sean los católicos  en nuestro país, el Estado, si quiere ser democrático,  no puede sino garantizar a las mujeres el ejercicio del derecho de autodeterminación sobre su propio cuerpo, el derecho a que su maternidad sea voluntaria, nunca forzada.

3. La vida humana y su comienzo

Partimos de algunos principios asimilados por todos:
1.- ¿Qué es vivir? Qué se entiende por vida humana? Hay muchas formas de vivir que no son vida y hay muchas formas de vida que no son vivir, al menos no vivir dignamente: todas aquellas que impiden o no posibilitan el desarrollo de las personas, que no aseguran los medios básicos indispensables para que las personas crezcan como tales, que no garantizan el respeto de todos y cada uno de los derechos  humanos, etc.
2. La vida de las personas es mucho más que la vida biológica, pues implica siempre dignidad y derechos.
3.- La mujer no es solo un  ser biológico cuyo cuerpo cumple unas funciones sexuales y reproductivas. El cuerpo de la mujer es inseparable de su ser de persona y por tanto, de su dignidad, su autonomía, su libertad de conciencia y sus derechos, por lo que su dimensión biológica y su dimensión de persona, sujeto de derechos y libertades, son inseparables.
4.- Sobre el comienzo de la vida  no se pueden hacer afirmaciones ni negaciones rotundas. Hay aun muchas preguntas que no tienen respuestas definitivas. Decidir en qué momento se puede hablar de vida humana es, aun, un tema abierto. Lo que es evidente es que las mujeres como son personas, son sujetos de derechos,  de decisión y de conciencia personal. Esta conciencia debe ser, en todo caso, respetada. La decisión  de ser o no madre, siempre deberá ser suya.

Aun siendo estas afirmaciones tan evidentes, solo desde unos supuestos de laicidad, es decir de respeto de una ética laica exigible a todas y cada una de las personas que forman una sociedad dada,  pueden contemplarse y garantizarse en todos los casos. Pero vivimos en un país cuyos gobiernos se empeñan una y otra vez en legislar no para todos los ciudadanos, sino para solo una parte: aquellos que asumen como propia la moral católica. Esto pone a los ciudadanos en su conjunto, en la tesitura de soportar una violencia intolerable: ser sometidos a unas leyes que obligan a asumir planteamientos morales propios de una religión particular.
Es interesante  ver, aunque sea esquemáticamente, como se contempla el comienzo  de la vida  humana y la vida misma, desde la  moral católica y desde una cultura laica:

1.- Según la tradición católica:
La vida humana y su comienzo se entienden desde una triple dimensión:
a)    La dimensión “teológica” o religiosa
La vida depende de Dios. La vida no nos pertenece, pertenece a Dios, es posesión de Dios y ha sido puesta a nuestro cuidado. La vida es sagrada y no podemos decidir sobre ella. Proviene de una “naturalidad biológica”. La vida llega por medio de la familia, por el matrimonio monogámico heterosexual, que tiene un mandato reproductivo. En la fecundidad del amor conyugal el matrimonio colabora con Dios en la generación y educación de  nuevas vidas.
b) La dimensión “científica o técnica”:                                                                                                                       La vida llega por la unión marital de hombre y mujer. El inicio de la vida biológica y la vida de derechos empieza con la unión de gametos masculinos y femeninos. Es decir, la vida biológica determinaría la existencia de los derechos. Tiene su fundamento en la ley natural querida por Dios. El cuerpo no es fundamental, es solamente un receptáculo útil para el cuidado del alma, de lo sagrado. La reproducción humana “únicamente” proviene de esa unión, no de otra manera. La vida de la persona depende de la vida biológica, sobre la que no hay discusión  posible porque es sagrada.
c) La dimensión “política” o legislativa:            
La vida así entendida es tutelada por el derecho, las leyes, los Estados. Se trata de un bio-poder que protege, ampara y controla un modelo de familia basada en la naturaleza humana, en la ley natural querida por Dios. Es lo propio de la pareja monogámica con carácter reproductivo. Lo que aquí aparece es la regulación política del cuerpo de la mujer y una política atravesada por un sistema de creencias del aparato teológico-científico. Esta vida que la ciencia determina y que la Iglesia sostiene (la encíclica Humanae vitae, de Pablo VI, 1968), es asegurada políticamente por el Estado confesional que la defiende y es el soporte de su estructura y derechos.

2.-Según la cultura laica:
La cultura laica rechaza ese monolitismo ideológico-político de los católicos porque  parte de la realidad de una sociedad plural con diversidad de creencias, morales y cosmovisiones distintas.
En segundo lugar, la cultura laica respeta toda clase de creencias y convicciones, ante las que no tiene nada que decir ni que argumentar. Porque no entra dentro del ámbito de la razón, son propias de la libre decisión de cada ciudadano/a.
En tercer lugar, las opiniones científicas de los biólogos, médicos, etc. sobre el comienzo de la vida humana, no son dogmáticas, son eso, opiniones más o menos fundamentadas, pero la laicidad no puede decantarse por alguna en concreto, porque a un argumento no puede oponerse otro argumento igualmente válido. En este tema de la vida humana y su comienzo no se pueden hacer afirmaciones o negaciones rotundas. Hay muchos interrogantes, muchas preguntas que no tienen respuestas probadas ni comprobadas. Decidir en qué momento se puede hablar de vida humana es un tema abierto, sin conclusiones claras. La cultura laica no pretende tener una solución a este tema.
En cuarto lugar, desde la laicidad que propugna la separación neta de Iglesias y Estado, no es admisible la injerencia de morales católicas en la legislación que afecta y obliga a toda la ciudadanía.  Y mucho menos afirmar el poder político que quiere imponer unas leyes orientadas por un modelo concreto de familia: monogámica y heterosexual, como si fuera el único real en el país.

Desde la cultura laica,  la IVE  es la expresión del derecho de toda mujer a decidir sobre su maternidad. La vida tiene un amplio sentido: defiende una dimensión integral, universal, que abarca a todo ser vivo y reivindica unas condiciones de vida dignas para todo ser humano.

En una ley civil, dictada para toda la ciudadanía, no puede intervenir la moral católica porque contradice la Constitución que afirma (art. 16.3) que estamos en un Estado que se proclama aconfesional y democrático. Porque la salud sexual y reproductiva de la mujer concierne a la Ética cívica, al margen de las creencias religiosas de cada uno. Así lo pide la lógica democrática, tanto en un Estado laico como en un Estado simplemente aconfesional.


4.- La IVE y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres

Si bien los problemas relacionados con la IVE y con los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres,  en cierto modo afectan  a la sociedad en su conjunto, no cabe duda de que afectan de una manera fundamental a las mujeres: es su cuerpo, su vida, su derecho a elegir  si quieren o no ser madres,  cómo, cuándo, etc. Las mujeres son personas y como tales tienen la misma dignidad que el resto de la ciudadanía y el mismo derecho a comportarse según los dictados de su propia conciencia.

Las mujeres son sujetos de derecho.  En el inicio-preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos podemos leer: …”Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, etc.”. Por otra parte, el Estatuto de la Corte Penal Internacional (Roma, 1998) define y codifica por primera vez en el Derecho Penal Internacional la violación, la esclavitud sexual, el embarazo forzado y otras formas de violencia sexual y reafirma el texto de Viena (1993) considerando  como una violación de los derechos humanos la ingravidez indeseada, como efecto de la violencia sexual y sexista.

A la mujer le corresponde decidir la interrupción de su embarazo, contando siempre con garantías sanitarias, psicosociales y jurídicas adecuadas en los servicios públicos.

Desde que existen  las sociedades patriarcales, el cuerpo de las mujeres ha sido permanentemente un campo de batalla, objeto de todos los discursos, de todo tipo de prácticas médicas, controles, reglas y disciplinas. Ha sido y sigue siendo objeto de derechos, y si, frecuentemente, objeto de derechos de otros, como cuerpo no autónomo, sino sometido a poderes ajenos: maritales, religiosos, etc. pero casi nunca sujeto de derechos.

Pero lo cierto es que a las religiones (a sus jerarquías o cúpulas, a las castas sacerdotales, en su conjunto) no les interesa mucho la autonomía moral de las mujeres, ni su dignidad ni sus sufrimientos,  pero tampoco les preocupan muy seriamente los abortos: al menos no ponen mucho énfasis en  impulsar políticas preventivas de embarazos no deseados, llegando a aberraciones como prohibir o condenar el uso de preservativos en zonas del mundo  muy densamente pobladas y carentes de lo más necesario para llevar una vida digna. Al final, y sin muchas dificultades,   lo que se percibe es que el interés de las iglesias  está básicamente centrado, no en la mujer como ser humano, sino como simple receptáculo, y como productora de nuevas vidas, desentendiéndose del respeto por su  dignidad  como personas y por la autonomía de su libre conciencia.

Por todas estas razones,  y en el contexto que se está viviendo en este país, no podemos sino denunciar de la forma más enérgica:

-La actitud del gobierno  que pretende legislar de acuerdo con la “moral” de la Iglesia Católica, que no es la del conjunto de la ciudadanía, aun a sabiendas de que los retrocesos en los derechos de las mujeres, solo traerán consecuencias muy graves para muchas de ellas y para sus familias. Que con una mano  restringen las condiciones de  la IVE en el caso de fetos con malformaciones graves o muy graves y con la otra mano, recortan las ayudas a la dependencia. Dicen proteger la vida y la familia, pero congelan el salario mínimo, o desoyen el clamor de la gente que grita para que no les desahucien de sus casas
-La actitud de la jerarquía de la IC, siempre dispuesta a influir en las orientaciones políticas y en la tarea legislativa de los gobiernos. No es ya el tiempo de que la cruz y la espada sigan juntas, pero este país, gracias tanto al Gobierno como a la Jerarquía de la Iglesia Católica, está viviendo en estos tiempos una vuelta al pasado de miseria, de corrupción y de atropellos  contra todos los valores éticos y cívicos.
Madrid, 3 de Enero, 2014


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miércoles, 1 de enero de 2014

LUCES Y SOMBRAS DE UN AÑO QUE SE VA Y OTRO QUE LLEGA

José María García Mauriño

1 de Enero de 2014.

 

Ha pasado un año 2013 en el que hemos sentido el dolor de los terribles recortes que Rajoy ha hecho a la ciudadanía. Hacemos  memoria crucificada del número creciente de mujeres y hombres a los que en este año pasado, el paro, la ausencia de servicios, de vivienda, de recursos ...ha hecho sufrir más de  la cuenta. Se ha profundizado la desigualdad de pobres y ricos, se ha avanzado enormemente en la situación de pobreza y miseria de todo el país.

Pero, también hacemos memoria esperanzada de compañeras y compañeros que también durante todo este año han estado dando la cara por los demás, en la calle, en las mareas verde y blanca, por la educación y la sanidad, o plantando cara a los desahucios que dejaban a familias enteras sin  vivienda.

Queremos hacer memoria crucificada de miles y miles de ciudadanos/as que han sufrido la violación constante de los derechos humanos. De la falta de reconocimiento de los derechos sociales y laborales, adquiridos en décadas de luchas, y el dolor que ha supuesto ese desprecio jurídico.

Y a la vez, queremos hacer memoria esperanzada de las personas y colectivos que han tomado seriamente, como nunca, conciencia de sus derechos y han sentido la indignación  en su piel como si estuviera en carne viva

Hacemos memoria crucificada de los desmanes e injusticias de la corrupción que ha invadido a todas las instituciones políticas, económicas y financieras del país, de sus salpicaduras y del desencanto y falta de credibilidad que produce. La mayoría  de los ciudadanos estamos hastiados de tanta podredumbre moral, y corremos el riesgo de asumir la corrupción como una realidad inevitable o, lo que es peor, adoptar una actitud apática que nos aleja de la participación democrática, sobre todo cuando contemplamos su imperturbabilidad, frialdad y cinismo ante las graves acusaciones. Niegan la evidencia, son incapaces de reconocer errores y menos dimitir, siempre amparándose en el privilegio de la inmunidad parlamentaria

Pero, al mismo tiempo, hacemos memoria esperanzada de muchísimos hombres y mujeres que buscan maneras diferente de hacer sociedad, y de tejer la vida civil. Es decir, creemos en la urgente necesidad de unir fuerzas desde las bases para hacer frente a la barbarie capitalista, y la plena asunción e intensificación de la lucha de clases como único camino para poner toda la riqueza al servicio del pueblo y todo el poder en sus manos.

Amanece un  nuevo año 2014 con una perspectiva nada clara. A pesar de las mentiras de los políticos augurando un año de crecimiento económico y bienestar social, no nos lo creemos. El problema no está en crecer sino en repartir. Recortes económicos, recorte de libertades, y represión policial, es lo que nos espera. Una crisis de dimensiones planetarias, tan grande como el mundo en que vivimos no desaparece de un año para otro. La corrupción, el ocultamiento, la falsedad, o, simplemente, la mentira, no tienen barreras ni fronteras. Tampoco las tiene la codicia, la injusticia, la usura, pero sí las hay, en cambio, para el bien común, para la justicia, para la cooperación, para la hospitalidad y los derechos humanos.

 Y hay que seguir resistiendo a esta barbarie capitalista que lo único que hace es acumular. Se trata de no resignarse ante los recortes o reformas que van a seguir, de rechazar esa frivolidad política de quienes miran para otro lado. No vamos a permitir que nos recorten la esperanza. Se trata de defender constantemente los valores del civismo como por ejemplo, perseguir el bien común, la valentía por decir la verdad, la cultura de la ejemplaridad, el sentido de la profesionalidad, la cultura de la vida frente a esta cultura de muerte. Y no cansarse nunca de luchar, de debatir, de gritar, de movilizarse, de organizarse.  La calle es el único espacio donde no ha metido mano el capitalismo. Nada de resignación, esa droga que adormece el espíritu, propia de aquellos que se quedan en casa, silenciosos.

Tenemos que seguir resistiendo. O sea, vomitando el consumo, vaciando los estadios, apagando los televisores, limitando el uso de los móviles; vistiendo con limpia sencillez, fundiendo esas joyas que no hacen lucir a la sana humanidad. Que no nos domestiquen con sus regalos envenenados ni nos adormezcan con los nuevos opios del pueblo. Ese progreso no hace al ser humano. Hay que resistir impertérritos, abrazados, cantando sonrientes, soportando. Que eso es lo que humaniza.

Resistir, gritar y cantar. Recordamos a Mª Dolores Pradera con la letra hoy olvidada de H. Guaraní: “si se calla el cantor muere la vida, porque la vida misma es todo un canto”, y hoy la hemos convertido en inacabable llanto. “Si se calla el cantor, los obreros del puerto se preguntan quién habrá de luchar por sus salarios; que no calle el cantor porque el silencio cobarde apaña la maldad que oprime”.



Seguiremos gritando, cantando, porque el canto da fuerzas para resistir. No bastará sólo con gritar y cantar, pero no podemos prescindir del  grito ni del canto: habrá que trabajar mucho, fuerte y con talento para recuperar tantos derechos perdidos, o sustituidos por otros deformados. Pero la canción sostiene el cuerpo e ilumina la mente. ¿Cómo íbamos a olvidar el viejo fandango: “la hierba de los caminos la pisan los caminantes; la dignidad del obrero la pisan cuatro tunantes de esos que tienen dinero”? Repetimos ese verso de Machado “caminante no hay camino se hace camino al andar”. Tenemos un  año entero por delante para seguir caminando por las sendas de la Utopia.