domingo, 20 de octubre de 2019

DIOS HA MUERTO


Jose Maria Garcia Mauriño
Octubre de 2019
Federico Nietzsche no fue el primero en utilizar la expresión “Dios ha muerto”. Su origen se encuentra en un texto de Lutero: “Cristo ha muerto./ Cristo es Dios./ Por eso Dios ha muerto”. En él se inspira Hegel en la Fenomenología del espíritu donde afirma que Dios mismo ha muerto como manifestación del sentimiento doloroso de la conciencia infeliz. En Lecciones sobre filosofía de la religión se refiere a una canción religiosa luterana del siglo XVII en un contexto similar: “Dios mismo yace muerto./ Él ha muerto en la cruz”. Es probable que Nietzsche, hijo y nieto de pastores protestantes, la conociera e incluso la hubiera cantado en el Gottesdienst. Pero ha sido su propia formulación la que ha adquirido relevancia filosófica y ha ejercido mayor influencia en el clima socio-religioso moderno.

         Dos son los textos más significativos en los que Nietzsche hace el anuncio de la muerte de Dios. En Así hablaba Zaratustra, cuando el reformador de la antigua religión irania baja de la montaña, se encuentra con un anciano eremita que se había retirado del mundanal ruido para dedicarse exclusivamente a amar y alabar a Dios, actitud que contrasta con la de Zaratustra, que dice amar solo a los hombres. Tras alejarse de él, comenta para sus adentros: “¡Será posible! Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto”. Al llegar a la primera ciudad, encontró una muchedumbre de personas reunida en el mercado, a quienes habló de esta guisa: “En otro tiempo el delito contra Dios era el máximo delito, pero Dios ha muerto y con Él han muerto también sus delincuentes. Ahora lo más horrible es delinquir contra la tierra”.
En La gaya ciencia Nietzsche relata la muerte de Dios a través de una parábola cargada de patetismo. Un hombre loco va corriendo a la plaza del mercado en pleno día con una linterna gritando sin cesar: “¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!”. El hombre se convierte en el hazmerreir de la gente allí reunida, que no se toma en serio la búsqueda angustiosa del loco y se mofa de él haciéndole preguntas en tono burlón: “¿Es que se ha perdido? […]. ¿Es que se ha extraviado como un niño? […]. ¿O se está escondiendo? ¿Es que nos tiene miedo? ¿Se ha embarcado? ¿Emigrado?”. A lo que el loco responde: “Lo hemos matado vosotros y yo! Todos nosotros somos sus asesinos!”. El loco, fuera de sí, entró en varias iglesias donde entonó su requiem aeternam deo. Cada vez que le expulsaban y le pedían explicación de su conducta, respondía: “¿Qué son  estas iglesias sino las tumbas y los monumentos fúnebres de Dios?”. Nietzsche califica el anuncio de la muerte de Dios como “el más grande de los acontecimientos recientes”, pero el loco  reconoce que llega “demasiado pronto”.

¿Se ha hecho realidad el anuncio de Nietzsche? Yo creo que solo en parte. Ciertamente se está produciendo un avance de la increencia religiosa en nuestras sociedades secularizadas y se cierne por doquier la ausencia de Dios. Pero, al mismo tiempo, asistimos a otro fenómeno: el de las diferentes metamorfosis de Dios. Dios ha muerto, pero lo hemos cambiado por al menos 3 dioses. A modo de ejemplo voy a referirme a tres: el Dios del Mercado, el Dios del Patriarcado y el Dios del Fundamentalismo.
El Dios del Mercado. El Mercado se ha convertido en una religión “monoteísta”, que ha dado lugar al Dios-Mercado. Ya lo advirtió Walter Benjamin con gran lucidez en un artículo titulado “El capitalismo como religión”, donde afirma que el cristianismo, en tiempos de la Reforma, se convirtió en capitalismo y “este es un fenómeno esencialmente religioso”. Tocar el capitalismo o simplemente mencionarlo es como tocar o cuestionar los valores más sagrados. Lo que dice Benjamin del capitalismo es aplicable hoy al neoliberalismo, que se configura como un sistema rígido de creencias y funciona como religión del Dios-Mercado, que suplanta al Dios de las religiones monoteístas. Es un Dios celoso que no admite rival, proclama que fuera del Mercado no hay salvación y se apropia de los atributos del Dios de la teodicea: omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia y providencia, El Dios-Mercado exige el sacrificio de seres humanos y de la naturaleza y ordena matar a cuantos se resistan a darle culto.
El Dios del Patriarcado. Los atributos aplicados a Dios son en su mayoría varoniles, están vinculados a la masculinidad hegemónica y se relacionan con el  poder. La masculinidad de Dios lleva derechamente a la divinización del varón. Así, el patriarcado religioso legitima el patriarcado político y social. La teóloga feminista alemana Dorothee Sölle critica las fantasías falocráticas proyectadas por los varones sobre Dios, cuestiona la adoración al poder convertido en Dios y se pregunta: “¿Por qué los seres humanos adoran a un Dios cuya cualidad más importante es el poder, cuyo interés es la sumisión, cuyo miedo es la igualdad de derechos. ¡Un Ser a quien se dirige la palabra llamándole ‘Señor’, más aún, para quien el poder no es suficiente, y los teólogos tienen que asignarle la omnipotencia! “Dios Todopoderoso y eterno!!!”¿Por qué vamos a adorar y amar a un ser que no sobrepasa el nivel moral de la cultura actual determinada, sino que además la estabiliza?”. En nombre del Dios del patriarcado se practica la violencia de género, que el año pasado (2017) causó más de 60.000 feminicidios. 
El Dios de los Fundamentalismos. Los fundamentalismos religiosos desembocan con frecuencia en terrorismo, fenómeno que recorre la historia de la humanidad en la modalidad de guerras de religiones que se justifican apelando a un mandato divino. Tiene razón el filósofo judío Martin Buber cuando afirma que Dios es “la palabra más vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan mutilada, tan  mancillada. Las generaciones humanas han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por ella. Esta palabra lleva sus huellas dactilares y su sangre. Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra ‘Dios’. Se asesinan unos a otros y dicen: ‘lo hacemos en nombre de Dios’”. Matar en nombre de Dios es convertir a Dios en un asesino, en certera observación de José Saramago, quien lo demuestra en la novela Caín a través de un recorrido por los textos de la Biblia hebrea. 

Dios, bajo el asedio del Mercado, bajo el poder del Patriarcado y bajo el fuego cruzado de los Fundamentalismos. El resultado es la violencia estructural del sistema, la violencia del mercado, la violencia machista y la violencia religiosa, las tres ejercidas en nombre de Dios. 


sábado, 5 de octubre de 2019

UNA REVOLUCION DE LA ETICA

UNA REVOLUCION DE LA ETICA

                                         Jose  María Garcia-Mauriño
                                                                                              Octubre de 2019

Los criterios que rigen la ética son universales y universalizables. Los criterios que rigen el mercado no son universales ni universalizables. Ahora los quieren universalizar, "globalizar". Este Mercado no es universalizable, porque es un mercado de unos pocos que tratan de imponerse a la mayoria. Es unmuerte no de vida. No es universalizable este consumo propio de los europeos y americanos, o del Occidente. La inmensa mayoría, más de 2/3 de la humanidad (más de 2000 millones de SH) no puede alcanzar el consumo de Occidente.  No es universalizable la producción de armamentos, ni el escudo antimisiles, tampoco las drogas y la prostitución. No es universalizable este sistema de Medios de Comunicación social. Imponernos unas leyes del mercado como si fueran la solución de los problemas de la humanidad; lo único que se exige es "tener fe en el mercado". El presidente Bush decía en la reunión del G-8 en Génova que para que aumentara la prosperidad en el mundo, había que disminuir los impuestos, disminuir el grado de representatividad de los ciudadanos y ampliar la libertad de mercado (Julio 2001).

         ¿Se pueden explicar las leyes del mercado por las leyes de la naturaleza, por ese "ordo naturae"? ¿Las leyes del mercado llegan a todos y a todas, con la finalidad última de que la gente, los 7.000 millones de personas que hay en este Planeta, existan y vivan? La naturaleza humana, incluido el cosmos, se rigen por unos principios y valores que llevan al desarrollo de los seres vivos y a la felicidad de los seres humanos. La fuerza que tiene este mercado no tiene paralelo con la fuerza intrínseca que tiene la naturaleza. La fuerza moral, intelectual y espiritual de los pobres y excluidos es más fuerte que el poder del dinero y de las armas más potentes.

         Esta revolución de la ética no está llamada a regular o humanizar  el sistema actual, para evitar sus abusos y excesos. Algunos proponen una "economía social de mercado". Es la propuesta de la doctrina social de la Iglesia católica. Es el tipo de Iglesia conservadora que busca una reconciliación entre el neoliberalismo y el cristianismo[1]. Y busca reelaborar una doctrina social dentro de la lógica de la economía neoliberal del mercado. En este proyecto se invierten millones de dólares y trabajan en él miles de intelectuales afines a las Iglesias católica o protestante. Aquí se identifica la defensa de la vida, de la familia y del mercado, se busca moralizar el mercado y evangelizar a los empresarios. Este proyecto tiene mucho poder, pero no tiene ética.







    [1] Ver el interesante artículo de Paul Richard, en la Revista "Frontera", 17, Enero-Marzo 2001,p. 84