viernes, 4 de mayo de 2018

EL CENTRO NO EXISTE



José María García Mauriño
Mayo de 2018

Me da la impresión que el llamado “centro” es un comodín que sirve para  todo. Algunos de derechas lo usan porque tal vez en ciertos ambientes políticos no conservadores les da vergüenza decir que son de derechas y dicen que son de centro derecha. Y lo mismo les pasa a algunos de izquierdas que lo emplean para decir que son de centro izquierda porque no se atreven a decir claramente su opción política. Y algunas personas se declaran de “centro” porque no se atreven a ser de uno o de otro lado, y prefieren quedarase en el fiel de la balanza, sin inclinarse a la derecha o a la izquierda. Son las personas que pretenden ser neutrales, son las eternas “moderadas”, las personas equilibradas, las equidistantes, las objetivas, las imparciales, las que no se quieren “mojar”, las que intentan ver los toros desde la barrera. Como si esto fuera posible. Creo que solo el Estado es neutral cuando en sus disposiciones no se inclina por ninguna religión, como  manda la Constitución.
Pero, nos seguimos preguntando, ¿es posible que no exista el CENTRO?

El llamado Centro depende de dónde pongamos los extremos. Entre 1 y 10 el centro  es aritméticamente el 5. Pero, en Política es mucho más difícil. Hay que establecer una línea entre los extremos, hay que ver a qué llamamos izquierda y a qué llamamos derecha, Si ponemos al PSOE en la izquierda, y el PP en la derecha, cometemos un error. El partido socialista no es de izquierdas porque dice que “somos la izquierda”, (“dime de qué presumes y te diré de lo que careces!”) pero luego se inclina tanto a  la derecha que resulta ser de derechas, es de derechas. Depende del sitio desde dónde se sitúe cada quien: si digo que “Podemos” es de extrema izquierda es porque tal vez yo estoy situado en la extrema derecha. Hay que hacer una valoración distinta a esa tradicional de derechas e izquierdas. Esa ya no vale para valorar el panorama político actual. La línea tradicional dice que las políticas neoliberales, son de derechas, los que se oponen y brindan por el socialismo, son de izquierdas. El centro no es la moderación, no es la neutralidad. La neutralidad es imposible. No se puede ser “moderado” cuando hay una serie de políticos que roban a la ciudadanía: no se les puede decir, “déjen de robar, por favor”, y convidarles a una cerveza. Hay que echarlos sin más miramientos.
 Para que el centro exista es necesario descalificar tanto a la derecha como a la izquierda y es evidente que la descalificación más efectiva es su desaparición. Por lo demás, la actual apelación oportunista al centro político coincide con la tendencia general a uniformar  ideológicamente a todas las facciones políticas. Esto excluye las posiciones más claras y combativas, sean de un bando o sean de otro, y conduce a ese consenso blanco y blando, pretendidamente neutral, paralizante y equidistante tanto de unos más radicales como de otros más “sensatos”. Llegamos a la conclusión que ser de centro es lo mismo que ser de derechas sin confesarlo porque tal vez no se atreve o le da vergüenza ser de izquierdas. Y es el eje del tan proclamado pensamiento único.
La reflexión más aguda sobre este tema nos viene de Norberto Bobbio, (célebre jurista italiano del siglo pasado) quien en su libro Derecha e izquierda, Taurus, 1995, aboga porque su existencia no se puede negar y por la fecundidad de su antagonismo. La política, afirma Bobbio, es una actividad de combate. Se trata del combate indisociable propio de esa dialéctica inevitable, en la que se puede cambiar lo que se considera de izquierda o de derecha, pero lo que no cabe es querer conjugar sus antagonismos simultáneamente.
Proponemos este esquema de lo que podrían ser las características de la Derecha y las de la Izquierda: ¿Cuales serian las del Centro?
La derecha:
 ser de derechas significa, según el prestigioso sociólogo Bonaventura Souza  Santos: “Entiendo por Derecha al conjunto de las fuerzas sociales, económicas y políticas que se identifican con los objetivos del capitalismo neoliberal y con lo que esto implica en términos de políticas nacionales, de aumento de las desigualdades sociales, de destrucción del Estado de bienestar, de control de los medios de comunicación y de estrechamiento de la pluralidad del espectro político”.

Ser de derechas es tolerar injusticias, considerar los imperativos del mercado por encima de los derechos humanos, encarar la pobreza como tacha incurable, creer que existen personas y pueblos intrínsecamente superiores a los demás.

Lo propio de la derecha es la estabilidad, el continuismo, el inmovilismo, lo jerárquico, la oposición a cualquier cambio, el afán de asegurar el orden que garantiza los propios privilegios, sean muchos o pocos.
 La derecha tiene un afán de seguridad que es la piedra angular de todo autoritarismo, religioso o político. En ella han tropezado todos los movimientos transformadores y a partir de ella han girado hacia la derecha, se han anquilosado, se han petrificado y han acabado feneciendo.
En definitiva, la derecha defiende intereses.

La izquierda:
Ser de izquierda es, desde que esa clasificación surgió con la Revolución Francesa, una serie de cosas que se podrían enumerar así

1)    optar por los pobres, indignarse ante la exclusión social, inconformarse con toda forma de injusticia o, como decía Bobbio, considerar una aberración la desigualdad social.
2)    Tener pensamiento crítico, lejos de la opinión visceral.
3)    Estimar antes lo comunitario que lo individual, antes lo colectivo que ro privado
4)    La defensa de la mujer y lucha contra el patriarcado.
5)    La defensa de  los DH y del Planeta, como eje de su pensamiento,
6)    Lucha contra el capitalismo en todas sus formas.
7)    Luchar por una democracia que sea verdadera, real , es decir, por la soberanía popular.
8)    Lucha por compartir los bienes entre todos los SH. No acumular.
9)    Abordar los problemas sin miedo, sean familiares, sociales, políticos o económicos.
10) Priorizar la ética y la política sobre el dinero y lo económico.
11) Priorizar el valor de uso sobre el valor de cambio.
12) Siempre la presencia comprometida,  no la huida cobarde.
En definitiva,  la izquierda defiende Utopias

El Centro:
El centro no existe, se ha inventado para que las cosas no cambien y sigan igual. Es una manera para que el neoliberalismo campe a sus anchas y mucha gente crea en la moderación, que lleva a la mayoría de los trabajadores a la explotación, mientras ellos, los ricos, cada vez son más ricos y el mercado es el que decide nuestras vidas.

Pensemos en una línea divisoria mayor: la igualdad. Frente a la concepción que sostiene que unos sirven para mandar y otros para ser mandados, la izquierda, aún admitiendo la relatividad de dicha categoría, toma pie en la justicia social y en la liberación colectiva para defender que su primer objetivo es ofrecer a todos los miembros de la comunidad, sobre todo a los más pobres y desfavorecidos, las mismas posibilidades de progresar, de realizarse, de ser felices.  Es más, piensa Bobbio que la acción pública de los gobiernos, instancias regionales o  locales, deben implicarse en esa lucha contra la desigualdad. Contra la hipótesis centrista que lo confía todo al esfuerzo individual y a la creatividad de la sociedad civil, la izquierda reivindica la solidaridad de todos con todos y todas, y denuncia el permanente recurso de muchos políticos al escaparse de la problemática de su partido mediante ampulosas frases  retóricas, a las recetas verbales de vocación milagrosa. Que pueden hacer ilusión sobre el papel, pero que nunca acaban bien. No todos somos iguales, no cabe la neutralidad o el apoliticismo, no todo es tabla rasa.
Aún tenemos todavía coleando la Tercera Vía. El anuncio de una socialdemocracia renovada más productora de riqueza a la par que más solidaria, se ha traducido en el desalentador balance que nos resume Philippe Auclair en su libro El reino encantado de Tony Blair, Fayard, 2006. (Es una cita del sociólogo José Vidal Beneyto) En ella, se ven claras las “proezas” del nuevo modelo centrista. Se puede decir que ha aumentado considerablemente el paro, aunque oficialmente se oculte; la privatización ha acabado con el buen funcionamiento de los servicios públicos, como la educación y la salud que están al borde del caos, y la política de seguridad amenaza gravemente las libertades públicas.
Esa práctica de neutralización y ocultación propia del centrismo y su ideología de que todo cabe en todo, es hoy aún más perversa. Reclamar al mismo tiempo más beneficios y más derechos humanos, invocar la modernización como práctica curalotodo y empecinarse en la gestión conservadora, pedir más ventajas para la bolsa a la par que más solidaridad con los empobrecidos, glorificar el populismo y apelar a la afirmación individual, apuntarse al hedonismo y a la moralina, esas parejas imposibles, esos son componentes completamente antagónicos y agravan nuestra desmoralización porque son propuestas blandas que no convienen a nuestros tiempos broncos.

Por todas estas razones, se puede afirmar que  EL CENTRO NO EXISTE, que no tiene consistencia!!!