domingo, 24 de noviembre de 2013

SOBERANIA DEL PUEBLO, O SOBERANIA DEL CAPITAL



José María García Mauriño
Noviembre de 2013

Todos sabemos que  la Soberanía del pueblo es un pilar básico de toda democracia. Lo dice muy bien la Constitución española en su art. 1,2 “la soberanía nacional  reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado”. Y España es un país democrático, nadie lo duda. Forma parte de las llamadas Democracia Occidentales. Estas se imponen en todo el mundo, sobre todo, por la mano de los EEUU y la UE. Los que siguen ese modelo son demócratas, aunque se llamen Pinochet o Mubarak. Los que no lo siguen, (por ejemplo, algunos países árabes) apenas se pueden llamar demócratas. Pero, resulta que ese axioma “todo el poder sale del pueblo”, va a ser falso. Porque  no es verdad. El poder soberano no lo tiene el pueblo, lo tiene el Capital. La política, los Gobiernos, están sometidos a los poderes financieros, es decir, a la banca, a las grandes empresas, a las multinacionales, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Europeo, etc. En definitiva al Capital. Lo decía así de claro la Sra Merkel: “la democracia tiene que ser conforme a los mercados”. Y se da la vuelta a la tortilla: el Capital  es ahora el soberano y tiene que ser conformado por la soberanía popular. Y dicen ellos: la soberanía popular deja de ser demócrata, si no pone en primer lugar al capital, si no afirma claramente que la verdadera soberanía la tiene el capital.

Este es el problema de fondo: la democracia se ha vaciado de contenido real. En las instituciones democráticas, en el Parlamento, por ejemplo, se vive, se realiza de hecho,  eso de que el pueblo renuncia a su soberanía y la entrega a los poderes económicos, al capital. El que manda en el parlamento, el que gobierna en España, no es el pueblo es el capital. No son los representantes legítimos del pueblo, elegidos democráticamente en las urnas, no, es el capital el que nos gobierna a todos. Más todavía, esa soberanía popular deja de ser democrática si no afirma en el hemiciclo la soberanía del capital. Llega incluso a ser antidemocrática. Porque no se acomoda a los intereses del capital que son los que “benefician” a la economía española.

Existen al menos dos métodos para realizar ese trasvase de soberanía del pueblo al capital: 1º) por medio de los medios de comunicación, y 2º) Por medio de las elecciones. Veámoslo:

1º) El dominio sobre los medios de comunicación hoy está casi totalmente en las manos de sociedades de capital, que son sus propietarias. Estos medios de comunicación se basan en la libertad de prensa, que es la libertad de los propietarios de los medios de comunicación, nada que ver con la libertad de opinión. Éstos se financian con subvenciones en forma de publicidad comercial, pagada por otras sociedades de capital. Así, estos medios de comunicación financiados por los grandes capitales, se transforman en instancias de control de la opinión pública y, por tanto, de la libertad de opinión. Para estos medios no hay otra libertad de opinión que la libertad particular de sus propietarios y sus fuentes de financiación. Ésta la garantiza la libertad de prensa.

El derecho humano, la libertad de expresión,  no es la libertad de prensa, sino la libertad de opinión de todos y todas, y por tanto, es universal. Pero al hacer de la libertad de prensa el único criterio para los derechos de la opinión en los medios de comunicación, la libertad de prensa se ha transformado en un instrumento sumamente eficaz para el control de la libertad de opinión de  la mayoría, de toda la ciudadanía, universal. 

Berlusconi como propietario de la gran mayoría de medios de comunicación en Italia podía expresar hasta con trompetas su opinión sin casi ninguna contestación. Sin embargo, uno de los canales de televisión que le hizo la oposición más dura era un canal de la televisión pública RAI. No lo podía intervenir, porque tenía una autonomía asegurada por el derecho. Por otro lado, el presidente Reagan aseguró su poder en buena parte por su indiscriminada política de privatización de los medios de comunicación, inclusive con un conflicto durísimo con la UNESCO, a la cual retiró su financiación. Con eso aseguró un dominio incontestado sobre el derecho humano de la libertad de opinión en EEUU.

2º) Una muy parecida situación se da en casi todos los procesos de elección. Un participante importante y muchas veces decisivo en las elecciones es el poder económico, como el verdadero soberano. Siempre está, pero su presencia es invisible. Este gran participante está presente hasta cuando él mismo ni lo sabe. Está presente en las elecciones de los candidatos, en los discursos y en los medios de comunicación.

De esta manera, la política recibe una nueva y muy importante función. Para tener éxito en los procesos electorales, casi siempre tiene que estar presente este gran participante (el poder mediático en manos del capital) más o menos invisible, frente a los electores. Tiene que hacer eso en una forma tal en la que aparentemente los ciudadanos deciden ellos mismos por su propia voluntad. Sin caer en la cuenta el poder que ha tenido en las elecciones este gran participante. De hecho ha sido el soberano real. El político exitoso es entonces aquel que consigue los votos gracias a la representación de los medios de comunicación, los “mass media”. Y la ciudadanía deposita su voto en las urnas como si fuera la propia decisión de ellos mismos.

A pesar de todo, la soberanía popular por eso no deja de ser algo real y efectivo. Que los ciudadanos y ciudadanas tomen conciencia del poder que tiene el pueblo, de la soberanía popular, es el gran peligro para esta democracia. La soberanía popular no es el resultado de una ley que la reconoce, sino muy al contrario, la ley que la reconoce parte del hecho de que un pueblo que se sabe soberano y que actúa consecuentemente, es efectivamente soberano, haya ley o no. Es esta soberanía popular que nuestras democracias tienen que transformar en soberanía del mercado y del Capital.; pero con eso pueden fracasar. Y eso es lo que temen cuando empiezan los levantamientos populares de verdad democráticos.

Una justa indignación popular se eleva desde el corazón de nuestro país. 

Su tejido industrial está desgarrado, los grandes patrones colocan su producción en el extranjero para aumentar sus ganancias aún más. Decenas y decenas de miles de millones se distribuyen anualmente a los accionistas de empresas, mientras que los empleados son expulsados de las empresas desmanteladas o puestos en el desafío de aceptar la disminución de  salarios con condiciones de trabajo degradadas.

Los derechos sociales adquiridos por un siglo de lucha se reducen de manera sistemática o son incluso eliminados en nombre de la "competitividad". Los servicios públicos - hospitales, escuelas, transporte, vivienda - son objetivos para el poder por causa de "la economía", mientras que las tasas, los impuestos y  los gravámenes continúan reduciendo el poder adquisitivo del mundo del trabajo. ¿Es justo que los españoles vivan cada vez peor mientras que una pequeña minoría se enriquece escandalosamente a sus espaldas? ¿Es legítimo que posean, a título privado, las riquezas de España que pertenecen a la toda la ciudadanía y que se estén vendiendo para aumentar aún más su riqueza? ¿Es normal que estos privilegiados, esta oligarquía, mantenga para sus propios fines todos los medios de comunicación para modelar la opinión pública a su favor? ¿Es democrático que las directrices políticas y económicas se decidan sin consenso ciudadano en Bruselas, que legisla para la Europa de los Negocios a costa del pueblo? ¿Es lógico que el gobierno aplique al pie de la letra  las directivas decididas fuera de nuestras fronteras, en nombre de la Unión Europea, para el beneficio de la oligarquía financiera?

Esta situación desespera a nuestro pueblo. De ahí su legítima indignación. No debería ser instrumentalizada por las fuerzas más oscuras de la reacción para distraer y tratar de desviarla hacia horizontes aún más oscuros. España está en peligro. El destino del  pueblo está ligado al restablecimiento de la soberanía y de la independencia nacional. En las manifestaciones constantes en casi todas las ciudades españolas se lucha por la autonomía popular, y se denuncian los recortes, ajustes o reformas estructurales. Luchamos por la sanidad pública, la educación para todos, por unos servicios públicos de calidad.. Queremos llegar juntos a una cierta unidad de acción para lograr una nueva Constitución que de verdad garantice esa soberanía perdida. Luchamos por la unión de los pueblos de España y el restablecimiento de la soberanía popular y del poder popular, condicionantes de la democracia y el progreso social.

lunes, 11 de noviembre de 2013

LA VERDAD O LA APARIENCIA DE VERDAD?

SOCRATES O SOFISTAS?

 

 

José María García Mauriño

14 de Noviembre de 2013

 

1.- El problema: La mentira en la que vivimos.

La mayoría de la gente sabe que los políticos mienten, que no dicen la verdad. Los dirigentes mienten. Rajoy miente en el Parlamento. Obama miente al mundo entero con el conflicto de Siria. Las estadísticas nos engañan. Los partidos políticos mienten. Los periódicos dicen lo que les parece, inventan  noticias y ocultan la realidad. La mayoría de los economistas no dicen la verdad, nos engañan con sus cifras, sus porcentajes, sus posibles alternativas. Miente cada día la TV pública y la privada que es parte del sistema. Mienten los banqueros. Toda la corrupción es una inmensa mentira, Mintió y metió miedo a la población civil la Sanidad pública cuando anunció una Gripe A que nunca existió. El hecho de engañar (o intentar engañar) a los demás se ha generalizado de tal manera y hasta tales extremos que, sin miedo a exagerar, se puede afirmar que la mentira es ya un componente de la cultura que, entre todos, estamos construyendo.

 

Más todavía: La civilización occidental está asentada en el engaño. La ONU, la OTAN, la UE... todas las grandes organizaciones e instituciones son una gran mentira ya que no persiguen los fines que anuncian y sí la defensa de los intereses de los más poderosos. "La única verdad reside en el pueblo, en las masas. El engaño ha estado presente a lo largo de toda la historia pero que, sin lugar a dudas, es esta la época de la mentira.

El tiempo actual puede ser calificado como la época de la mentira. Por dos razones. Los medios de comunicación tienen más potencia que nunca y están controlados por el poder por el coste que supone mantenerlos. El otro motivo, más fundamental, es que la mentira se ha encarnado en nuestra propia civilización. La estructura misma de la civilización es engañosa. Es ficticia. Es mentira. ¿Se puede decir que la civilización occidental actual está basada sobre la mentira? Sí. Se proclaman los ideales de la Ilustración: la democracia, el progreso, la igualdad, la libertad... y, sin embargo, se están traicionando y aplastando estos ideales. Los indignados decimos: "Lo llaman democracia y no lo es". Tienen razón. Entre las declaraciones teóricas y la realidad hay un abismo de diferencia. La OTAN no es órgano que sirva a los intereses de la justicia sino a los intereses de las clases dominantes. La ONU hace aguas por muchas partes. Tienen un Consejo de Seguridad no democrático constituido por los grandes países que ostentan las armas de destrucción masiva y las decisiones de la Asamblea General no son atendidas como se ve en el caso de Israel y EEUU.

"El capitalismo productivo se ha convertido en un capitalismo especulativo, de casino, financiero"-

 

Es hora de que nos planteemos qué pasa con la Verdad, con la información de la Realidad. Esto no es nuevo. Así se lo plantearon los griegos hace 25 siglos. Es el descubrimiento de la Ciudadanía. Y los Sofistas y Sócrates nos pueden enseñar algo de cómo afrontar este problema.

 

1.- Quienes son los Sofistas:

Forman un grupo de filósofos que se dedican a la enseñanza popular. Antes los saberes, el pensamiento, la ciencia de entonces, estaba en manos de los ricos, de los gobernantes, de los sabios.  Y ahora, en un nuevo escenario, empieza a extenderse a las clases populares. ¿Qué ha pasado?

 

1.1. Cambio político: de la aristocracia a la democracia

.Para poder explicarse este nuevo cambio de pensamiento en la Filosofía griega, hemos de acudir a las situaciones históri­cas que en ese momento vivía Grecia. Ha habido un cambio político en la historia de Grecia. Los griegos vencen a los Medos (Guerras médicas) en las guerras del Peloponeso. 2ª Mitad del siglo V a.c. Difícilmente puede darse un cambio de pensamiento que  no venga motivado por unas variables histó­ricas. Los sofistas, que se sitúan en esta segunda mitad del s.V a.c. están viviendo una pro­funda transformación política de su país: se va a pasar de una aristocracia a una demo­cracia.

 

En qué consiste este cambio: Todos han tomado parte en las bata­llas que les han dado la victo­ria, y esto les da un fuerte sentimiento nacionalista: todos han hecho posible el triunfo sobre la dictadura per­sa. De la misma manera, todos tienen derecho a un puesto en la sociedad; el gobierno, el poder, no es privile­gio exclusi­vo de la aristocracia, sino que cual­quier ciudadano/a del pueblo, puede llegar al gobierno.

Aristocracia: el poder político pro­viene de la riqueza (familias ricas) o del presti­gio social (nobleza)

Democracia: El Gobierno es del pueblo. Una democracia sin gular, formada solo por hombres libres, excluyendo a los esclavos y a las mujeres.. Todo el que sabe puede acce­der al poder. No se necesita riqueza ni nobleza, sino preparación: saber es poder.

 

1.2. Los sofistas democratizan el saber

Nace así la Democracia en Atenas frente a la aristocra­cia de Esparta: las dos ciudades serán las rivales en el futuro. Los sofistas y Sócrates tienen lugar durante el período interme­dio, en el período de esplen­dor de Pericles.

 

Los Sofistas son los nuevos profesores: Para gobernar hace falta pre­paración; la ciencia y la Filoso­fía se hacen populares; se hace necesario que existan los intelec­tuales. Los filósofos son los que enseñan al pueblo, los que dan una formación para la dirección política: ya no se tratan proble­mas abstrac­tos, sino los concretos de la sociedad. La vida se hace ahora en el ágora (plaza pública), en las asambleas populares: el que quiera hacerse parla­mentario tiene que buscarse sus maes­tros, sus filósofos. Ahí, en la plaza pública es donde se va construyendo la democracia. Se trata de debatir temas, problemas de los ciudadanos y tomar decisiones colectivas. Antes, en tiempos de la aristocracia, la cultura era un privilegio de los nobles; ahora, los sofistas democra­tizan el saber. Los filósofos nuevos (los sofistas) son los profesores de la nueva sociedad (cobran por sus ense­ñanzas).

 

El ágora es la plaza de Atenas, el Sintagma de hoy, es el espacio público donde no hay templos ni tronos. Es un espacio vacío donde solamente están los ciudadanos. Nadie puede apropiarse de este espacio. Es el espacio de todos, donde todos son iguales. Espacio para hablar, debatir, argumentar. Se emplea un verbo nuevo “agorazein”. Todo se discute, Antes que obrero, rico, o noble o sabio, es un ciudadano.

La presencia de Sócrates en el ágora crea un conflicto: cuestiona la religión

 el poder de los ricos y nobles, El era un ciudadano de a pìe. No presentaba ningún programa político, solamente hacía preguntas: si querían seguir siendo ciudadanos las cosas tenían  que cambiar: hay que preguntarse sobre otros planteamientos cívicos, otras leyes, otra religión otra valoración de los dioses,, otra moral, otros  criterios,  una constante búsqueda de la verdad.

 

Enseñanza:               

Para gobernar hace falta pre­paración; la ciencia y la Filoso­fía se hacen populares; se hace necesario que existan los intelec­tuales. Los filósofos son los que enseñan al pueblo, los que dan una formación para la dirección política:

El esfuerzo de estos filósofos no se pone tanto en la búsqueda de la ver­dad, cuanto en el arte de persuadir al otro, hasta llegar al triunfo políti­co; sus asignaturas serían, la oratoria, retórica, elocuencia, dialéctica, etc. Interesa más el triunfo político que el triunfo de la verdad.       Tenían muy claro que saber es po­der.

 

La época sofística es indicadora de una crisis profunda de la sociedad ateniense, en la que los valores tradi­cionales, aparecen como insuficientes, pasados e incapaces de dar una res­puesta válida ante la nueva situación democrática. Es preciso plantearse una nueva escala de valores, unas nuevas formas de enseñanza a la juventud, en fin, una nueva forma de enfocar la Filosofía.  la religión, la cultura.

 

1.4. El pensamiento de los sofistas: Relativismo y escepticismo: 

Las respuestas dadas hasta el momento por los filósofos pre-socráticos ante las preguntas iniciales, cuál es el origen de la naturaleza, eran muy variadas. Ofrecían un aspec­to desolador por las respuestas tan diferentes e incluso contradictorias. Unos que el agua, otros que el aire, otros que el fuego o el ápeiron. Ante esas respuestas, no había más remedio que hacerse una serie de preguntas:

¿es posible conocer la Realidad, la Verdad?  

¿se puede conocer cuál es el origen de la naturaleza?

¿es posible para el ser humano conocer la verdad?

 

Se preguntan, por tanto, por la validez del conocimiento humano; y empieza la duda: ¿Se puede conocer la realidad, la verdad? No pode­mos estar seguros de nada: dudamos (skepto­mai = dudar) de todo, nos hacemos es­cépti­cos. escepticismo de fondo: entendido en su etimología, por la que “sceptikos” significa el que duda, el buscador, que no es el escéptico que no cree en nada, sino el inconformista que no se conforma con lo que encuentra, o le cuentan, porque siempre investiga, analiza, reflexiona, espera el hallazgo de algo mejor, más completo y más convincente

 

Relativismo: no existe la verdad absolu­ta: solamente existe la verdad de cada uno que no tiene por qué coincidir con la de los demás. No hay verdades ni leyes universal­mente válidas; se pone en entredicho la cultura y la sociedad griega anterior, que creía que existían tales leyes y verdades, emanadas de los dioses que no querían cambios.

 

Convencionalismo: Lo podemos enunciar así: "Tanto las instituciones políticas como las normas, las leyes,,las ideas morales son convenciona­les". Las leyes no son tan permanentes, tan esenciales como nos habían enseñado los dioses: Las normas de conducta vigentes en la sociedad, no pertenecen a la naturaleza de las cosas; son solamente producto de un acuerdo humano, una pura convención.

La pregunta que hay que hacerse es: ¿esas leyes que rigen en la sociedad se fundan en la naturaleza humana o solamente en el deseo de los hombres que han querido que sea así, que se han puesto de acuerdo en estas circunstancias históricas. Han convenido en que sea así, pero que podría haber sido de otra manera.  Lo inmutable, lo que es común a todos los seres humanos es la naturaleza humana. Y ésta es dinámica no estática. Está sujeta a muchos cambios. La naturaleza (fisis)  es  principio de movimiento y de reposo. El sofista Protágoras decía que el “Hombre es la medida de todas las cosas”. La moral vigente en Atenas es antinatural: Nomos (ley positiva) contra fisis (ley natural). Es un debate eterno en nuestra cultura. ¿Existe la ley natural?

 

Conclusión:     La ley que se dan los ciudadanos no es válida universalmente, para todas las ciudades-Estado de Grecia, ni eterna: no se funda en la naturaleza de las cosas sino en el simple acuerdo entre los hombres. No puede haber criterio objetivo sobre lo que es bueno, recto, justo... Todo depen­de de los acuerdos que tomen los hom­bres.

 

1.5.- La lección de los sofistas:

-  democratizar los saberes: el 15 M, la ciencia, para comunicarla  al pueblo,

- Debatir temas actuales, argumentar, hablar, razonar ,pensamiento colectivo

- crear un nuevo estilo de hacer política. La ciudadanía tiene la palabra.

-las leyes no las dan ni los partidos, ni los poderosos, sino que emanan del pueblo

-la moral no la imponen  las religiones, sino que se elabora en la plaza publica.

-no querer aparentar, disfrazar la Realidad , sino vivir en verdad,

-ser de verdad escépticos, inconformistas, buscadores de la Verdad.

 

2.- SOCRATES:

 

2.1 SU VIDA:

Participa en la guerra del Peloponeso, el año 431. Contempla la ruina de su ciudad, Atenas, y ve como una de sus principales causas la superficialidad de los sofistas. Su escepticismo iba minando la religión tradicional, las leyes y las instituciones. Frente a ellos, él se preocupa por el hombre, el hombre concreto, el ateniense. Frente a la retórica tan superficial de los sofis­tas, adopta el diálogo directo, la conversa­ción dirigida con habilidad, la dialéctica sutil. Des­concertaba así a sus interlocutores.

 

Es un gran filósofo, que no escribió nada, pero que su vida y su pensamiento y su método siguen estando vigentes después de 26 siglos, y despertando el más vivo interés. "Fue uno de los hombres más justos de su tiempo", dijo Platón, uno de sus discípulos.

Dedicó su vida y su sabiduría a la enseñanza. Nunca escribió nada; su Filosofía era su vida, y en los escritos, letra muerta, no se trasmite vida, sólo se trasmiten conocimientos.. El filosofaba con todo su ser, no solo con la razón, haciendo una filosofía viva.

 

Fue el gran maestro de Platón, el que influiría profundamente en su pensamiento y en su vida. Tenía un método muy peculiar, llamado la mayeútica, que consistía en hacer pensar a la gente y que ellos mismos sacaran a luz sus propios pensamientos. Le condenaron a muerte por tres acusaciones fundamentales:

 

impiedad: enseñaba que los dioses no gobiernan los fenómenos naturales; la diferencia entre la fe socrá­tica y la oficial, consiste en la crítica que le hace: el culto oficial se aprovecha de la religión, y la instrumentaliza para fines políti­cos; él, Sócrates, es un seguidor de su concien­cia. No del culto a los dioses.

corruptor de la juventud: él no tenía discípu­los, sino com­pañeros; él no enseña una doctri­na; "no sabe nada" es lo único que sabe; lo único que hace es enseñar a filosofar, enseñar a pensar, a que cada uno llegue al convenci­miento de que  no sabe nada, y así llegue a aprender algo. El enseñar a pensar siempre ha sido considerado como un delito.

introducir nuevas formas de culto: no adorar a los dioses externa­mente; rompe la tranquilidad del hombre sencillo: instaura el valor de la interioridad, en contra de la exterioridad del rito; la voz de la conciencia elevada a rango de religión, es la nueva catego­ría religiosa de Sócrates.

 

2.2. SU PENSAMIENTO:

         Es un sofista más dentro de este movimien­to, pero tiene cosas en común con ellos y también profundas diferencias. No comparte el escepticis­mo y relativismo sofista; Sócrates tiene el convenci­miento de que existe una verdad de valor absoluto y universal; si cada uno entiende lo que es justo, lo que vale, lo que es bueno o malo, es imposible la comunica­ción, no se pueden hacer leyes justas. Sócrates parte del conocimiento que tiene cada persona, no hay que enseñarles cosas, sino hacer­les descubrir la verdad que está en su interior.

Su manera de enseñar es algo muy peculiar, muy original; no se trata de trasmitir una doctrina, que él no tiene, sino su modo de hacer filosofar a sus amigos; su METODO  tiene tres momentos:

 

a) La ironía:

es el punto de partida: hay que llevar al interlocutor a la convicción de que no sabe nada; utiliza la interroga­ción, siem­pre haciendo preguntas rompe el dogma­tismo sofista, y hace que el hombre descubra  su propia ignorancia (sin decirle que él es un ignorante), le haga dudar, le lleve a investigar; y entonces, se llega a la verdad criticando las opiniones de los demás, admitiendo la propia ignoran­cia...

b)La mayeútica:

significa 'parto' (=mayeusis): es dar a luz la verdad; el diálogo hace alumbrar la verdad (con la ayuda de otro, dialogan­do, es como se puede dar a luz una ver­dad); es descubrir el espíritu que está en cada uno, es el "conócete a tí mismo", porque dentro, en el interior de cada uno, es donde está el nuevo ser que tiene que salir afuera, el ser de la verdad.

c) La definición:

es llegar al fondo de las cosas: la defini­ción es el desvelamiento de la verdad: es llegar a formular con palabras la verdad que se ha descubierto; según Aristó­teles, Sócrates es el inventor de la definición. Definir es delimitar, sintetizar, reducir los términos de una verdad a un concep­to. Define qué es un zapato, qué es la virtud, que es la ciudad, qué es la ley, qué es la conciencia,, etc.

 

2.3. Su ética:  Intelectualismo moral

Punto de partida: el Ser Humano:

Frente a la decepción por las opiniones de los filósofos antiguos acerca de la naturale­za, Sócrates mantiene que todo eso es inútil; sustituye la preocupación del cosmos, del universo, por la auténtica preocupación del Ser Humano, la natura­leza moral del SH,: lo que más le interesa al Hombre es saber qué tiene que conocer para ser feliz; en esto consiste la verdadera sabiduría.

                   La sabiduría no le viene al Hombre desde fuera, sino desde dentro, de su interior; el sabio no es el que vive de seguridades, el que se ha cansado de buscar, sino el incansa­ble, el que duda y se interroga de los proble­mas del mundo, de lo que le rodea; "mien­tras viva no dejaré de filosofar" decía él. Su verdadera filosofía es descubrir por sí mismo la verdad.

         Consecuencia: el intelectualismo moral:

es aquella doctri­na que identifica la virtud con el saber: el que sabe es virtuoso; el que obra mal es un ignorante, porque: el bien, que es lo útil para el individuo y para la ciudad, influye de tal manera sobre el entendimiento del que lo conoce que, una vez conocido determina a la voluntad, la cual no puede menos de quererlo y practicarlo. El que no lo ha prac­ticado, por tanto, es porque no lo ha cono­cido, es decir, porque no sabe lo que es el bien.         "solamente sabiendo qué es la justicia se puede ser justo"; "solamente sabiendo lo que es bueno se puede obrar el bien".  De la misma manera es imposible que la voluntad quiera el no-bien, es decir, el mal, porque la voluntad está determinada al bien. El que peca, por tanto, no es por mala vo­luntad, sino por ignorancia. No debe haber un castigo, sino una instruc­ción..., y en vez de cárceles... escuelas. En esta moral no caben las ideas de pecado o culpa.

 

4.- La lección de Sócrates:

-Querer saber, no tener a miedo a pensar la Política, la Realidad.

-No resignarse a lo establecido, querer cambiar la sociedad, a uno mismo

-Ser rebelde con causa: frente a la Injusticia, saber qué es ser justo

-Ser más libre: no atado a lo que se piensa o el qué dirán, a los roles sociales que imperan en  la sociedad, a causa de  la religión, de las leyes, de la moral.

-El nos ofrece una enseñanza nueva, no ideología sino cuestionamiento de casi todo.

-Es la imagen de la dignidad de un hombre libre que no se vende, que tiene su propio método de hacer política, de ser un auténtico buscador de la verdad. Nos ofrece la oportunidad de definir nuestros temas de hoy: qué es la democracia, qué son los mercados, la crisis, la ley, el derecho, la moral, la corrupción, etc.

Su ética no es de libro, es de palabra vivida, de experiencia vital.

Su enseñanza le costó la vida: Un hombre que muere a los 70 años por mantenerse en su dignidad.


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