José María García Mauriño
Mayo 2013
Preferimos la humildad, no el poder
ni el orgullo
Preferimos el compromiso, no el camino fácil
Preferimos la alegría, no la tristeza
Preferimos la mansedumbre, no la violencia
Preferimos la pluralidad, no la uniformidad
Preferimos la apertura, no la intolerancia
Preferimos el diálogo, no la rigidez dogmática
Preferimos la comprensión, no el juicio
negativo
Preferimos la conversión, no la condena o el
rechazo del otro
Preferimos la inocencia, no el puritanismo
Preferimos el perdón, no el rencor o la
venganza
Preferimos la paz, no la violencia ni la
guerra
Preferimos la Palabra , no la
interpretación
Preferimos el uso de los bienes, no la
acumulación
Preferimos el silencio, no el ruido o la
agitación
Preferimos el razonamiento humilde, no la
sumisión ciega
Preferimos la sencillez, no la picardía
Preferimos la confrontación, no el
enfrentamiento
Preferimos el riesgo, no la seguridad
Preferimos la iniciativa, no el dictado
Preferimos el último lugar, no el primero
Preferimos la misericordia, no la sentencia
Preferimos el bien de todos, no el "mal
menor"
Preferimos la Utopía , no el pragmatismo
Preferimos la fe subversiva, no los
tranquilizantes de conciencia
Preferimos la rebeldía, no la resignación
Preferimos la comunicación, no el aislamiento
Preferimos el compartir humilde, no la limosna
Preferimos que nuestra mano derecha no sepa lo
que hace la izquierda
Preferimos la búsqueda de la verdad, no la
posesión de la verdad
Preferimos la debilidad del pobre, no la
fuerza del rico
Preferimos ser la levadura anónima, no el
protagonismo publicitario
Preferimos la confianza, no la sospecha
Preferimos la instauración, no la restauración
Preferimos la justicia, no sólo la austeridad
Preferimos la austeridad, no la sociedad de
consumo
Preferimos la Iglesia perseguida, no la Iglesia instalada
Preferimos la poesía, no el tratado
Preferimos la sinfonía, no el ruido
Preferimos la celebración eucarística, no el
rito religioso
Preferimos el amor generoso y gratuito, no el
que "pasa factura"
Preferimos la denuncia y el anuncio, no sólo
la denuncia
Preferimos el pensamiento crítico, no la
opinión visceral
Preferimos el análisis de la realidad, no la
superficialidad
Preferimos la presencia comprometida, no la
huida cobarde
Preferimos la competencia, no la
competitividad
Preferimos el desierto, no el bullicio
Preferimos la persecución, no la alabanza
Preferimos la ternura, no la frialdad
Preferimos la esperanza, no la desesperación o
el escepticismo
Preferimos la compasión, no el desprecio
Preferimos el derecho y la justicia, no la
falsa caridad
Preferimos la comunidad conflictiva, no el
grupo doctrinal
Preferimos el testimonio, no la publicidad
Preferimos ser avanzadilla, no retaguardia
Preferimos la paciencia, no el cansancio
Preferimos siempre el amor que es lo que
merece la pena en la vida.
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