José María García Mauriño
14 de Mayo de 2015
¿Dónde está el conflicto?
En
estas elecciones municipales, autonómicas y generales, el conflicto se sitúa en
el enfrentamiento entre el Gobierno y el Sistema. En estas elecciones la
ciudadanía se juega un cambio que considera necesario. Pero, las urnas no
cambian casi nada. No se trata de piezas de recambio, de cambiar el Gobierno,
de cambiar el Parlamento, si dejamos intacto el sistema. Que no sea la
economía, el poder de las multinacionales, el que nos gobierne, sino que sea el
poder popular el que pueda tomar decisiones en favor de la ciudadanía. El sistema capitalista no es sólo un sistema
económico, es mucho más, es un sistema a la vez político y cultural. Es un
sistema económico que depende al mismo tiempo de un espíritu
moral, y que necesita del sistema político democrático para poder subsistir. Sin esta dimensión política y
ético-cultural no se podría mantener. En su
fondo, está viva y actuante toda una filosofía que orienta ampliamente la
actividad del hombre y la mujer capitalista, es decir, todo lo que supone la
actividad económica, el sistema de valores, y todo lo concerniente a lo
cultural y lo político. Es posible que
se cambie de gobierno, pero seguirá intacto el sistema. Algunos intentan que
vaya cambiando poco a poco el sistema, además de que cambie de momento esa
forma de gobernar El adversario no es la “derecha”, sino algo mucho más amplio
y superior: una oligarquía capitalista cuya línea y programa perjudica al 90%
de la sociedad.
1) Presupuesto fundamental:
Ante la cita electoral de
este año 2015, mucha gente espera que nos digan una postura a adoptar. Pero
creo que para unas personas tan maduras no caben consignas o indicaciones, sino
formación e información para que cada cual libremente tome la decisión que crea
más conveniente.
Antes que nada unas
observaciones generales: Estas elecciones municipales, autonómicas y generales van
a ser las elecciones del cambio: Esto
tiene que cambiar, así no podemos seguir, con tanto paro, tanto recorte a la
sanidad y educación con esa ley de partidos o esa reforma laboral. Lo decisivo
es que la Política se regenere, que la Democracia
funcione, es decir, que el poder popular, la soberanía popular, no la soberanía
del capital, tome decisiones para la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas,
controle democráticamente la economía. Es la hora de un compromiso radical con
la democracia popular. Hay que reivindicar los principios y valores
democráticos, como son los Derechos humanos en su totalidad, el principio de
igualdad para toda la ciudadanía, el bien común, la transparencia y la
participación ciudadana, más allá de la representatividad actual que no funciona. Queremos un cambio elemental:
una persona, un voto, Que el voto de
cada españolito valga lo mismo en cualquier parte del territorio español. Que
se cambie la ley electoral que beneficia a los grandes partidos, que cambie la
reforma laboral que produce parados.
Estas
elecciones no pueden ser la repetición mimética de las elecciones anteriores.
El contexto histórico es muy diferente. No podemos estar de espaldas a la
realidad, No podemos vivir al margen de la historia. No podemos seguir como si
no pasara nada. No nos podemos quedar como estamos, hay que moverse, hay que
cambiar. NO al inmovilismo, NO al conformismo, NO a la pasividad y a ese
quedarse en “lo de siempre”. Estimo que muchas de estas personas, ha pasado ya
de la minoría de edad, a la mayoría de edad, que ha llegado a esa actitud que se atreve a pensar por si
misma y llega a una cierta madurez
2) ¿Un cambio profundo?
Estamos viviendo en uno de esos momentos de
cambio profundo, una crisis universal intensa, sociocultural, de valores, económica, política, modelo productivo,
relaciones con la naturaleza, modelo energético, comunicaciones, globalización
geoestratégica, que, en su conjunto, algunos han calificado de tsunami por su alcance y aceleración en
todos los campos, y que no era previsible con esta intensidad hace sólo unas
décadas.
El Cambio que necesitamos no es sólo cuestión de números, de porcentajes, de
prima de riesgo, de la deuda, sino de
actitudes, de talante. El problema es más de fondo.¿Queremos cambiar de verdad? Somos seres históricos y de esperanza, no de
resignación. Somos seres históricos y por tanto vivimos la tensión creadora, no
repetitiva, del hoy condicionado por el ayer que no volverá y la expectativa
del mañana que es incierta. El pasado está hecho de memoria, tenemos el deber
de recordar. El futuro es promesa, abierto a la confianza. Si cambiamos tenemos
esperanza de ganar, si no cambiamos ya hemos perdido. Vivimos en una crisis que aboca a un escenario de
“cambio “global”, “fin de época”, calificada por pensadores con expresiones
parecidas. Nos situamos hoy con nuestras formas de pensar y de actuar, con
nuestras conductas, más o menos arraigadas, pero regresivas. Tenemos que
cambiar, dar un giro copernicano, o pagar las consecuencias.
El problema político es el problema del sistema y de
los gestores del sistema. Los problemas más serios, que padecen los pueblos, no
se arreglan cuando cambian los gobernantes, sino cuando los gobernados empiezan
a pensar y ver la vida, no con la mentalidad de siervos sumisos a los dictados
del sistema, sino con la libertad de seres humanos que ponen por encima de todo
su propia humanidad y la dignidad de todos y de todas. Las transformaciones más
profundas se han producido así. Se puede decir que apenas hay diferencia
fundamental entre izquierda oficial y derecha eterna. El electorado de
izquierda muchas veces se queda en casa e incluso se deja tentar por los
reflejos antisistema, Habría que proponer algo completamente diferente:
convocar al pueblo a un proceso constituyente que reformule el interés general,
una III República, una nueva Revolución Francesa contra esa oligarquía
capitalista que se desmoronó en Francia en 1789 lanzando impulsos libertarios
universales aún hoy vigentes: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Nos tiene que
cantar otro gallo…
Con este modelo de democracia liberal, no hemos conseguido
avanzar en términos de justicia social, ni eliminar la pobreza de amplias capas
de la población o paliar las graves desigualdades. La capacidad de intervención
política queda reducida al voto como única opción para decir lo que pensamos, y
estamos muy lejos de las decisiones políticas importantes, ya que los grandes
ideales políticos han sido suplantados por la motivación consumista que
requiere el sistema económico. Lo único que hacemos es que de vez en cuando
votamos a unos políticos, que se alinean en dos ejes (conservadores y
socialdemócratas), pero que acaban defendiendo los mismos intereses, los del
capital.
Necesitamos
regenerar la democracia, radicalizarla, reinventarla si es preciso, porque nadie puede eliminar las profundas
aspiraciones humanas a la felicidad, por el camino de los derechos
igualitarios, de la libertad, de la participación en lo común, de la solidaridad y la convivencia pacífica.
Los procesos electorales no garantizan el cambio que
necesitamos y que está pidiendo la ciudadanía. No se trata de nuevos pactos, de
nuevas coaliciones entre partidos, no se trata de una sopa de siglas, sino
cambios más profundos. Nada de mantener el bipartidismo. Empezando por no votar a ningún partido que
tenga a personas imputadas por delitos de corrupción, ni tampoco a personas
corruptas aunque no sean imputadas, en
sus listas. Y lo más importante, sería conveniente cambiar la estructura
política de España, diseñar un nuevo modelo de Estado, en el que se trate de un
gobierno central que elimine la duplicidad de parlamentos: son 17 comunidades
autónomas, como también son 17 los proyectos de educación y de sanidad que se
dan ahora en el país .Que se quiten los privilegios fiscales que tienen ciertas
de CCAA (País Vasco, Cataluña) y cualquier ciudadano/a pague lo mismo viva
donde viva en el país. Que se aborden
seriamente las desigualdades sociales, porque Sí hay dinero, pero hay que saber
repartirlo. La verdadera democracia no puede estar de acuerdo con los Mercados,
como apoya Angela Merkel.
Hay que recuperar los 70.000 millones de € que cuesta
el fraude fiscal cada año. Crear empleo y puestos de trabajo dignos: eso no se
hace por real decreto, sino trabajando por construir condiciones sociales,
económicas y laborales que facilitan la creación de empleo: hay que cambiar el
modelo de las relaciones de producción, Una economía productiva, no una
economía especulativa que solo beneficia a unos pocos y la gran mayoría padece
el paro y la exclusión. Faltan muchos profesores, muchos cuidadores/as de ancianos/as
y niños/as, se necesitan muchos sanitarios, muchos médicos, bomberos, muchos
trabajadores sociales, etc. No nos podemos permitir el lujo de que se vayan al
extranjero más de 390.000 jóvenes para trabajar. Es una fuga de cerebros, de
estudiantes preparados que abandonan el país: cada uno/a cuesta al Estado
150.000€ su formación y tiramos por la borda cerca de 60.000 millones de €.
Políticamente:
no hemos salido de la crisis, sigue habiendo muchos millones de parados,
enormes desigualdades sociales, mucho sufrimiento por parte de los más débiles.
Y para colmo el Gobierno predica que hay que seguir haciendo lo que hace porque
va en la “buena dirección”, es decir, la que nos lleva al caos. No admite los
cambios que se avecinan y que espera y quiere la mayoría, porque eso nos
llevaría a una gran inestabilidad. ¿A
qué inestabilidad se refiere Rajoy? A
mantener las cifras del paro, a seguir descubriendo cada día un nuevo caso de
corrupción, a mantener el bipartidismo, a seguir con los recortes en sanidad y
educación, a continuar con una Política de aprovechados, a seguir con la ley de
partidos y la ley electoral, a seguir con las reformas laborales, con la
precariedad en el trabajo, etc. ¿A eso le llama Rajoy estabilidad?
b) Cuatro preocupaciones fundamentales
en estas elecciones:
Una, la situación del Planeta:
Este Capitalismo depredador es un sistema violento por naturaleza
y no respeta casi nada. Por supuesto no respeta
los DH y tampoco la Carta
de la Tierra. Recordemos
que el consumo del petróleo es uno de los
impulsores de ese fenómeno del cambio climático. Se puede decir que es el
principal junto con el carbón. El cambio climático que vivimos se debe a la
acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, mayoritariamente
CO2, y el 80% de éste se produce al quemar combustibles fósiles: carbón,
petróleo y gas. Sólo el uso de petróleo es responsable del 22,6% de las
emisiones de 2014. En buena parte se dedica al transporte, y sus emisiones han
aumentado un 120% desde 1970 hasta 2014, mientras, por ejemplo, las del sector
industrial crecieron un 65%. Por tanto, uno de los muchos y graves problemas
que se asocian al petróleo es el cambio climático.
Dos: sin
laicidad no hay democracia:
Podemos afirmar que la mayoría de hombres y mujeres
que conforman la sociedad española, se
va caracterizando por la independencia y
autonomía de cualquier tutela religiosa. Es decir, se trata de construir la
Historia sin acudir a la religión. Queremos una sociedad que sea de verdad
independiente de toda tutela religiosa, pero
no contraria a la religión. La laicidad respeta profundamente el derecho a
la libertad de pensamiento, de conciencia y de libre creencia. La sociedad vive
hoy cambios muy profundos y seguimos viviendo un proceso de secularización que
es imparable. Es decir, podemos afirmar
que una sociedad en su conjunto es laica si es el poder popular el que decide y
no otros poderes por sagrados que se les consideren. No por la “jerarquía” que
en griego significa eso “poder sagrado”. Desde luego, no por las jerarquías
eclesiásticas, pero tampoco por las jerarquías políticas, ni económicas.
Lo laico (“laos”) es lo propio del pueblo y pueblo somos
todos y todas. Es en lo que convenimos la ciudadanía: todos y todas coincidimos
en que somos Seres Humanos. Lo propio de la democracia es el poder del pueblo,
la soberanía popular. Laicidad y democracia deben ir siempre juntas. El laicismo defiende lo que es de todos y todas, es
decir, lo público, sin excepción. Es lo propio de una sociedad que es de todos y para todas las personas. Sin
excepción alguna, sin exclusivismos ni privilegios de ningún poder particular,
sea político o religioso En una
sociedad democrática ninguna persona es más sagrada que otra. La laicidad no es
antirreligiosa, ni es contraria a la religión. Lo laico es lo común lo que nos
iguala a todos y a todas por nuestros orígenes más radicales, no por lo sagrado
de la religión. Un estado sin jerarquías religiosas, y también sin el
predominio de unas clases sociales sobre otras. Una sociedad laica de verdad no
puede tener como dioses a esos ídolos del dinero y de la propiedad privada,
tiene que ser ajena a toda religión que
adore a cualquier dios.
Tres La
denuncia de los Acuerdos.
Los Acuerdos firmados por la Santa Sede y el Estado
español en 1979, son una sustitución del Concordato anterior, y otorgan a la
Iglesia católica una serie de privilegios que van en contra de la laicidad del
Estado. “Ninguna confesión tendrá carácter estatal” (16,3). Sobre todo, privilegios en materia de
enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas y concertadas, lo
mismo que en la universidad. Estos
privilegios van en contra asimismo del principio de igualdad ante la ley,
porque discrimina a otras religiones, La denuncia de estos Acuerdos deberían
ser parte del programa de los partidos políticos. Es parte del cambio que
esperamos. Los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede deben ser
derogados y sustituidos por normas
acordes a un Estado democrático de derecho, es decir, con máximo respeto a las libertades civiles de los
ciudadanos y bajo los principios de
no discriminación y no confesionalidad del Estado.
Cuatro:
Estamos en guerra.
"Estamos en guerra" no es una
proclama, es una descripción de la realidad. Una realidad que nos negamos a
aceptar para evitar reconocer que somos cómplices, o admitir el riesgo que
implica permanecer pasivos frente a la escalada belicista de la coalición
occidental de la que formamos parte. Participamos de la estructura militar de
la OTAN. Todas las guerras son presentadas como ajenas a nosotros, incluidas
las que se inician en nuestro territorio o en las que intervenimos
directamente. Todos los conflictos se nos muestran como situaciones aisladas,
ocultando los vínculos que harían evidente la existencia de una guerra global.
A menudo los árboles de los conflictos locales no dejan ver el bosque de la
guerra global en la que estamos inmersos. Los grandes medios de comunicación no
solo escamotean datos cruciales, sino que constantemente tergiversan -cuando no
la falsean- la información relativa a los conflictos bélicos. Y, para
enfrentarnos a la barbarie capitalista y a su poderosa -pero no invencible-
maquinaria bélica, aportamos la noticia de las próximas maniobras militares en
Morón. Las presentamos con el objetivo de exigir la salida del Estado español
de la OTAN y el
desmantelamiento de las Bases americanas en España. El permanecer en la OTAN significa
que seguimos siendo vasallos del imperio. Aprovechamos esta ocasión para que sepamos que en este otoño de 2015, la
OTAN prepara unas grandes Maniobras militares de alto alcance, con presentación
de nuevos inventos bélicos en Gibraltar. España colabora en estas maniobras con
más de 8.000 soldados junto con los 30.000 o más que aportan los ejércitos
aliados- Hay que crear conciencia sobre este tema y que la gente sepa que
“estamos en guerra”, y el enorme gasto económico que supone mantener esa
estructura militar en nuestro país.
c) Cuál podría ser la postura individual:
Hay personas que dicen: «yo no me meto en
política». El que dice eso, en realidad, no sabe lo que dice. Porque en
política nos metemos todos y estamos metidos todos y todas, por más que ni nos
demos cuenta de que eso es así. Lo que pasa es que, normalmente, el que dice
que no se mete en política, es una persona a la que le va bien con la política
que hacen los que mandan. O sea, es un individuo que está de acuerdo con el
gobierno de turno. Y, por tanto, no se preocupa para que las cosas cambien o se
hagan de otra manera. Por otra parte, el que asegura que es apolítico, lo que
realmente dice es que está de parte del que gobierna, por más que, cuando habla
con los amigos, critique a los gobernantes. No nos engañemos. Nuestra aparente
pasividad, lo que hace es arrimar el ascua a la sardina del que en ese momento tiene
el poder. Lo importante no es qué partido gobierna, sino qué clase social está
en el poder. Es verdad que, cuando el sistema político es una dictadura, las
posibilidades de participación se reducen a la protesta o a actuar en la
clandestinidad, cosas que entrañan riesgos evidentes y que suponen vencer el
miedo por encima de lo que suele dar de sí la condición humana. Pero es
evidente que, en un sistema democrático, al menos cuando llega el día de las
elecciones, es una responsabilidad muy seria la que pesa sobre la conciencia de
cada ciudadano/a. Sobre todo, si tenemos en cuenta que hay demasiadas cosas que
pueden ir mejor y tienen que ser mejor gestionadas por el que salga elegido en las
urnas.
Pero, ¡atención!, que cuando
hablo de responsabilidad, no me refiero solamente al deber de votar o no votar
el día de las elecciones. Porque los problemas de la gente que lo pasa mal, por
causa de un mal gobierno o un gobierno deficiente, no se arreglan sólo con ir a
votar. Lo que interesa, sobre todo, es saber 'a quién' se vota y 'por qué' se
vota. Lo que supone, entre otras cosas, enterarse antes debidamente del
programa que presenta cada candidato. Es evidente que a todos nos interesa que
la economía vaya bien. Pero, tanto como eso, interesa que la riqueza del país
se reparta mejor, de manera que los impuestos, las pensiones, los sueldos, todo
eso y tantas otras cosas, se organicen de manera que salgan mejor parados los que
más lo necesitan.
Ante la convocatoria
electoral se nos plantean, en primer lugar dos grandes opciones, que son
participar o no participar, votar o no votar:
ABSTENCIÓN. Las personas
que no ejerzan su derecho al voto no serán penalizadas por la ley, ya que el
voto es un derecho y no una obligación, pero tampoco afectarán al resultado
final de las elecciones. El efecto que puede tener la abstención en unas
elecciones es demostrar el descontento de la ciudadanía con las propuestas
políticas o con el sistema político establecido. Por otro lado, una gran
abstención puede facilitar a las candidaturas pequeñas superar la barrera del
3%, al disminuir el número total de votos válidos. Se dice que la abstención
favorece a la derecha.
PARTICIPACIÓN. Si decides
votar se te plantean una serie de opciones:
VOTO A LOS PARTIDOS MAYORITARIOS. Nos referimos a
los dos mayoritarios en el ámbito de todo el estado, el PP y el PSOE, y otros
como Izquierda Unida y UpyD, con
opciones de formar gobierno, y a los que son mayoritarios en sus
circunscripciones respectivas. Son los máximos responsables de la situación
política y social que estamos viviendo. Votarles, sobre todo a PP y PSOE, es
perpetuar el sistema y el actual estado de cosas. Lo que buscamos es el cambio.
VOTO A LOS PARTIDOS
MINORITARIOS. Es otra de las opciones. Puedes votar en conciencia a quien creas que
mejor represente tu ideario, se comprometa profundamente con el cambio
democrático, como pueden ser Podemos, Ciudadanos, Ahora Madrid, Ganemos Barcelona, etc. Pero lo
malo de votar a candidaturas pequeñas es que si no llegan a superar la barrera
del 3% de voto y no consiguen representación se desechan todos los votos, y,
por tanto, se refuerza aún más a los grandes partidos. Si el partido griego
Syriza ganó en su tierra y Podemos se
instala en España, podrá haber un estallido en
Francia. Los franceses son más revolucionarios que el resto de los
europeos.
VOTO NULO. Se considera
voto nulo todo sobre que llegue con la papeleta electoral rasgada, tachada, con
texto escrito o modificada de alguna forma por el votante (art. 96 LOREG).
Todos estos votos se contabilizan pero no afectan el reparto de escaños ya que,
al ser nulos, no se cuentan como válidos. Así pues, el voto nulo tiene el mismo
efecto que la abstención en la asignación de escaños.
VOTO EN BLANCO. Es decir, sin
logotipo y sin nombres de políticos. Insertando esa papeleta dentro del sobre
electoral, nuestro voto será contabilizado como blanco. En las elecciones al
Senado, se considera voto en blanco las papeletas que no contengan indicación a
favor de ninguno de los candidatos. Otra forma de votar en blanco es no poner
ninguna papeleta dentro del sobre, tal y como se indica en la LOREG (art. 96.5). Este voto
puede perjudicar a los partidos minoritarios ya que, al ser contado como emitido y válido, eleva el total de votos y todos los
partidos deberán obtener más votos para llegar a ese 3% de votos válidos. Por
ello, esta opción refuerza el bipartidismo.
EL “VOTO ÚTIL”. Hablamos de un concepto que no
tiene plasmación legal ni figura en la LOREG. En periodo electoral, los
partidos mayoritarios alientan el miedo aludiendo al malintencionadamente
llamado “voto útil”, para que no salga su adversario y pidiendo para sí el voto
que podría ir a partidos minoritarios, conscientes de que la ley electoral
vigente les beneficia frente a estos, e intentando hacer olvidar que las
diferencias entre dichos partidos mayoritarios son mínimas. El voto más útil es
el que vota el cambio, llámese como se llame…
Creemos
que para una sociedad madura vale más llamar al voto, o abstención en
conciencia, aunque, como hemos podido comprobar, el sistema electoral
establecido está hecho para favorecer a los partidos mayoritarios. Lo
importante es que hagas lo que hagas y sea cual sea el resultado sigas pensando
en ir eliminando el sistema, ir dando
pasos en otra dirección, molesto y disgustada por no haber llegado a un cambio
más radical que todos y todas estábamos esperando.
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