MENTALIDAD
SUMISA
José María García Mauriño
Enero, 2019
Por mentalidad
entendemos esa capacidad que tiene todo ser humano para pensar sobre unos determinados
contenidos. Puede ser también el conjunto
de creencias y costumbres que conforman el modo de pensar, enjuiciar la
realidad y actuar de un individuo o de una colectividad. O bien, es una
“cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo, a una
generación”. La mentalidad sumisa, o mentes sumisas, siempre hacen referencia a modos de pensar de personas individuales o
colectivos o pueblos. Mentalidad es el abstracto del concreto “mentes”.
Aquí vamos a tratar del poder que el sistema
capitalista ejerce sobre las mentes de las personas, individual o
colectivamente.
Una pregunta inicial, ¿pensamos por nosotros mismos o pensamos con
los valores propios del sistema? Porque el poder del sistema ya no es tanto un “poder opresor”, que no soportamos, cuanto
un “poder seductor”, que nos
complace y estamos a gusto conviviendo con él, hasta hacernos ver la vida como realmente no
es. Es la cultura capitalista la que se nos impone. Se trata de la mentalidad sumisa a un ideario
ya sea político, jurídico o religioso. Sumisión a un ideario que responde a
intereses ocultos y quizá inconfesables. Pero, sobre todo, sumisión sin
condiciones porque sabemos por experiencia que la sumisión nos da seguridad. Y bien sabemos que la satisfacción de
nuestros intereses y la seguridad en nuestra posición, esas dos cosas, tienen
más fuerza para determinar nuestra conducta, que los ideales éticos por más
elementales o más sublimes que sean.
Partimos de esta constatación; vivimos inmersos en
una sociedad regida por los valores del sistema capitalista, El capitalismo
tiene dos objetivos claros: la acumulación de beneficios, de riquezas, y la
dominación del mundo, Es un poder
que domina y que crea sumisión, en
personas, instituciones y pueblos. La mayoría de las personas viven sometidas a
los dictámenes del sistema, en su pensamiento y en su proceder, pero sobre todo
en su pensar. Hay muchos grados de sumisión, y en lo más alto se sitúa la
alienación.
A) Sometidos al poder del Sistema
El poder
puede definirse de modo muy general como la posibilidad de imponer la propia
voluntad sobre la conducta de otros (Max Weber). Se trata, pues, de un dominio
que impone sumisión. El
sistema no soporta a personas libres, las persigue y si puede las elimina. Quiere personas, hombres y
mujeres, sometidas a sus normas y valores. El sistema no tolera los Derechos
Humanos. Porque los DH son un canto a la
libertad, empezando por el art, 1 “Todos los SH nacen libres e iguales…”
Los instrumentos del poder son
tres:
1) La capacidad de intimidar, que usa
la violencia y la coacción, y además amenaza con el castigo.
2) La
capacidad de recompensar, que compra la adhesión con la promesa de estima,
riquezas y honores; para eso se sirve de la ambición de los otros y su deseo de
seguridad.
3) La
capacidad de persuadir, que inculca una ideología que exalta el poder y
presenta la obediencia y la sumisión como un bien deseable; se aureola de
autoridad en el saber y en obrar, y explota la ignorancia o la falta de
criterio y espíritu crítico.
Los efectos propios del
poder tienen este común denominador de crear la sumisión:
a) la sumisión por temor hace cobardes;
b) la sumisión por
ambición hace despreciables;
c) la sumisión
por ignorancia o falta de espíritu crítico, hace infantiles, gregarios.
Los tres
instrumentos se combinan de maneras muy diversas. El gran triunfo del poder
está en hacerse venerar e incluso amar por aquellos que oprime. Se trata de la
“servidumbre voluntaria””: ser sumisos, más o menos esclavos del sistema, a
quien servimos a gusto porque nos da seguridad.
B) La alienación:
En la cota
máxima de la sumisión está la Alienación, Se trata de lo siguiente: Yo no soy
yo, estoy alienado, enajenado, soy un ser ajeno a mí mismo, yo no me conozco a
mí mismo, yo no pienso por mi mismo, soy un producto del sistema, el sistema lo
abarca todo, lo penetra todo, pensamientos, sentimientos, modas, costumbres, lo
económico, lo laboral, lo jurídico, lo social, etc. es el orden establecido, por eso,
en mi pensar, en mi sentir,
en mi proceder, yo no soy yo, es el
sistema el que actúa por mí. Es
posible que no seamos conscientes del todo, de ese tremendo poder de persuasión
que tiene el sistema. Nos parece lo “más
natural”, es el aire que respiramos. Es una lucha constante, larga y dura. Si queremos vivir dignamente hay que vivir al
margen del sistema. al menos en lo referente al modo de pensar. Es difícil,
pero es posible. Hay que estar muy atentos para que no se nos “cuele” alguna
norma o valor o costumbre propio del sistema. El sistema es perverso y no
existe un “capitalismo de rostro humano”, que es una invención del pensamiento
conservador para amortiguar los trazos duros e implacables del sistema. .
También la
religión produce mentes sumisas, Porque la religión es jerarquía y obediencia y
produce desigualdad y sumisión.
Para no ser sumisos,
para ser medianamente libres, hay que
liberarse del sistema. Es preciso mantener siempre vivo el espíritu de rebeldía frente al sistema, para poder pensar distinto que el sistema, y
llegar a actuar independiente del
“orden establecido”.
Y espíritu crítico frente a la religión para
liberarse del dogmatismo católico.
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