viernes, 26 de julio de 2013

ETICA GLOBAL

  



José María García-Mauriño
Marzo  de 2013




1.- Frente a la Globalización económica y financiera, una ética global

      En este nuevo escenario del Planeta, con la Globalización económica y financiera, la ingeniería genética, los medios de comunicación sin fronteras, la pobreza que llega al 80% de la población mundial, no bastan las éticas personalistas, individualistas, de hasta ahora. Estas se suponen, pero hay que darles un contenido mucho más amplio. A problemas globales, respuestas globales. El mundo está en crisis. Se puede decir que la Globalización económica y financiera no tiene ética, sí tiene un enorme poder económico y financiero, mucho más que político. El mundo es único, No hay dos o tres mundos, hay un solo mundo. No el Primero, Segundo, Tercer Mundo y hasta Cuarto Mundo. ¿Cuántos mundos? ¿Por qué tanta división, porqué tanto interés en dividirnos? Esto es síntoma de una crisis muy seria: la crisis social, la crisis del sistema de trabajo, la crisis ecológica.

      Problemas sociales: no hay dos clases sociales, el proletariado y la burguesía, hoy están los que viven bien, sólo unos 1.000 millones de seres humanos, y los que se mueren antes de tiempo, unos 5.000 millones de personas. El mundo de los ricos y el mundo de los excluidos. Unos el 99% , otros el 1%.

      La crisis del trabajo: las nuevas formas de producción, cada vez más automatizadas, prescinden del trabajo humano; en su lugar entra la máquina inteligente. Se fusionan las grandes empresas, los grandes bancos, todos quieren sacar el máximo rendimiento económico. Prescinden de los costes, y echan fuera a miles de trabajadores y trabajadoras que van a formar parte del mundo de los excluidos. Si no hay trabajo, ¿habrá ocio? ¿y de qué viven, de qué comen?  ¿Cómo hacer funcionar un salario ciudadano?

      Y la crisis ecológica, por llamarla de alguna manera: la naturaleza se va muriendo, la tierra que pisamos, los campos que nos nutren, van desapareciendo. Los daños ambientales se difunden por todo el planeta. Los acuerdos de Kyoto no se ven respaldados por muchos países, entre ellos EEUU, Japón y Canadá. La Tierra es un ser vivo y en ella vivimos los seres humanos. Somos un solo mundo, formamos un todo orgánico  y vivo. Esta unidad, naturaleza y 7.000 millones de personas, está siendo desbaratada. Es una totalidad, una unidad indivisible, no es un agregado de partes, no es un mosaico de regiones, pueblos, países, continentes, y océanos disociados. Es una malla formada por una red muy compleja de interdependencias, de interconexiones de muchas clases: el mundo es un sistema uno y supercomplejo. Esta complejidad entraña una fragilidad digna de mucho cuidado. Y es urgente la ética del cuidado.

      Es mucho lo que hoy día está en peligro. Este nuevo escenario plantea nuevos interrogantes, muchísimas dudas. El gran desafío ético y político son los dos tercios de la humanidad, pobres, excluidos, oprimidos, parados, inmigrantes. Nos plantean muchas exigencias. A todos. No se puede mirar a otro lado, nos miramos a nosotros mismos, nos exigimos a nosotros mismos, porque formamos parte de este universo. Somos el pequeño tornillo de una máquina gigantesca. Y es una máquina viva, y somos unos tornillos vivos. ¿En manos de quienes está esa máquina? ¿Quien la gobierna?

      Podemos decir que la Globalización económica y financiera que tratamos es un proceso complejo que no es neutro, se trata de un desarrollo específico, el desarrollo económico financiero capitalista que pone su objetivo en conseguir el máximo beneficio en el menor tiempo posible y por encima de cualquier otra consideración. Esta Globalización no la puede evitar ningún país, ni ninguna organización. Por ejemplo, no se puede controlar la Globalización sin las organizaciones multilaterales. No se pueden abrir los mercados sin pasar por la Organización Mundial del Comercio. La deuda de los países pobres, que suman la cantidad de 2,6 Billones de dólares (499 billones de pts.), no se puede anular sin contar con el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. No se pueden promover reformas sociales más elevadas sin la Organización Internacional del Trabajo. ¿Todo tiene que depender de las decisiones de estos altos organismos?

      Debemos reconocer que la Globalización económica y financiera todavía no ha dado respuesta a los grandes desafíos de la sociedad, como la pobreza, el sida y un sinfín de otros males socioeconómicos. Sus planteamientos no pueden ofrecer soluciones, porque no tienen valores éticos, humanitarios. Lo que les preocupa es ese acaparamiento de la riqueza, de  las fuentes de energía y de los medios tecnificados, de una mano de obra cada vez más reducida y peor pagada, unas grandes máquinas contables que distribuyen esa riqueza como les conviene, llamadas Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio, y que a todo ello se le sigue llamando Globalización económica y financiera.

2.- Una ética basada en la naturaleza

      Asistimos en la actualidad a un poderoso retorno a la naturaleza. La naturaleza es mucho más que la natura de los medievales y la naturaleza de los modernos. Nos sentimos más cercanos de la physis (fisis) de los griegos. Esta naturaleza es el conjunto articulado de todas las energías del universo. Esta naturaleza es el punto de partida de una ética global. Todas las éticas han nacido de la reflexión humana del ethos (carácter, hábito, costumbre), que es de naturaleza universal. El ethos configura la actitud de responsabilidad y cuidado ante la vida, la convivencia social, la preservación de la Tierra. Lo que buscamos ahora es un ethos que sea adecuado a la plataforma de la historia, que es global y planetaria. Problemas globales, éticas globales.

      ¿A qué llamamos ética? Todos sabemos que proviene de la palabra griega ethos, que además de significar costumbres, comportamientos, tiene el significado de "morada". Es decir, el abrigo permanente de los animales, nido, madriguera,  (establo) o de los seres humanos (casa). Los seres humanos delimitan su parcela y construyen su morada en la naturaleza, la madre Tierra. Y la madre naturaleza se llama en griego physis (fisis), que suena a física, algo real, material. Quiere decir que la morada le hace echar raíces en la realidad material, física, le da seguridad y le hace sentirse bien en el mundo. Esta morada no viene ya dada de antemano, sino que debe de ser construida día a día mediante la actividad humana. Esta es la obra de la cultura. Es decir, el ethos no es una realidad acabada. La naturaleza humana lo mismo que el universo no es algo ya hecho y terminado de una vez por todas, sino que es una realidad que siempre se está haciendo. Entonces, es cuando ya podemos traducir ethos por ética. Y en este contexto parece como que se da una cierta identidad entre naturaleza, como la madre Tierra, y la naturaleza como sinónimo de naturaleza humana. ¿Son dos cosas tan distintas que las podamos separar?

Fundamentos de una ética natural:

      Desde el punto de vista filosófico y estrictamente racional, nos parece irrenunciable una reflexión sobre la naturaleza humana. Para un ethos universal y planetario esta cuestión es crucial. El ser humano se encuentra arraigado como un ser-en-el-mundo junto a otros y dentro de la naturaleza.
      Para Aristóteles, el centro del ethos, de la morada, era la felicidad humana, en el sentido de gozar de una situación de autonomía personal y social. Entre los griegos del tiempo del Filósofo, toda persona era al mismo tiempo un individuo y un ciudadano de la polis (la ciudad). El ser persona lo constituía el ser individual y el ser político. Un animal político, según la misma definición aristotélica: un ser vivo en su dimensión individual y en su dimensión política. La condición social del ser humano hace que el negro sea lo mismo que el blanco y todos tenemos la misma dignidad. Y no podemos alcanzar la felicidad si no desarrollamos todas nuestras capacidades personales y políticas en la realidad política y social de nuestro entorno. Sin dividir por un lado el subjetivismo de la persona y por otro, el lado social o político de su entidad. No se podían separar. Son una sola cosa.

      El término naturaleza aparece en los filósofos griegos cuando tratan de interpretar el universo; y casi todos sus tratados se titulan peri fiseos, acerca de la naturaleza. El sentido etimológico de este término es el mismo en todas las lenguas indoeuropeas; y significa: nacer, brotar desde dentro, surgir, desarrollarse, salir hacia fuera. En el interior de las cosas está la razón y la fuerza última de sus características o propiedades. Siempre una realidad viva, dinámica, nunca estática. El fuego tiene la propiedad de quemar, las cosas son 'pesadas' por naturaleza. La naturaleza tiene una fuerza interna que le hace moverse, cambiar, crecer, mejorar. Y la naturaleza del hombre es rigurosamente corpórea. La relación ser humano-naturaleza es dialéctica. Y encontramos en ella el respeto, la convivencia, la adaptación, la tolerancia, la solidaridad entre todos y todas.
      La felicidad lleva consigo el ser virtuoso. La virtud, en griego es areté y significa la capacidad física de hacer algo bien. Es decir, ese esfuerzo, esa actividad del alma, que realiza la recta razón (el 'orzos logos') por conseguir la felicidad con la plena realización humana; a la naturaleza del ser humano le corresponde como cualidad primordial, la razón. Y vivir bien, éticamente, es vivir según los dictados de la razón. Entonces, concluimos, que no hay diferencia entre vivir según la naturaleza y vivir según la razón: la bondad o malicia de los actos siempre se enjuician teniendo como punto de referencia al orden entero de la naturaleza humana. Lo moral, para los griegos, es inseparable de lo físico. (hablamos del 'vicio' que tiene la puerta que no cierra bien; o de las 'virtudes' medicinales que tienen tales hierbas, etc.). La ética no fué en Grecia cuestión propiamente moral, sino física. La virtud por antonomasia de la vida moral es la justicia o dikaiosine, pero en Grecia no tiene el significado moderno de justicia, sino el de justeza, de 'ajustamiento' al orden de la naturaleza. Así, la felicidad es ese ajustamiento al orden natural. La felicidad simplemente humana consiste en restablecer en nosotros mismos y en la sociedad, el orden natural.

      La naturaleza humana, la llamamos también physis (fisis), en el sentido de energía originaria, algo que crece, se desarrolla, tiene fuerza interior. La razón, el logos, forma parte del ser humano, es un órgano de la misma naturaleza que le capacita para captar lo que es bueno y lo que es malo para la morada humana. El logos (la razón) y el ethos forman un matrimonio feliz y armónico. Pero tanto el logos como el ethos no están en el aire, no se sitúan en el terreno de lo conceptual o abstracto, sino que están insertados dinámicamente en la realidad de la historia. Los dos forman un proyecto de vida por el que van caminando a través de los tiempos. Tienen una orientación, una senda, marcada por la ética para andar por la vida con acierto y rectitud.

      ¿Qué quiere decir que una persona tiene ética? Significa que esa persona posee unos principios, normas y valores, con los que orienta su caminar por la vida para alcanzar la felicidad. Significa que tiene hecha una opción fundamental por la vida, valor ético supremo, así como otros valores, justicia, libertad, amor, verdad, igualdad. ¿Qué quiere decir que una persona carece de moral? Que esa persona carece de principios y actúa en la práctica, en su comportamiento y conducta diaria, como si no tuviera esos principios elementales éticos. Por tanto, falta de ética, es falta de principios y actitudes fundamentales. Falta de moral, significa realizar en la vida actos contrarios a los principios.

      En resumen: lo natural o físico, y lo moral o ético no eran entre los orígenes griegos, dos órdenes distintos, sino dos momentos de un mismo orden, el orden natural, o el ordo naturae. Por tanto, de la misma naturaleza se puede deducir todo el mundo de la ética: de la naturaleza, del ES se puede deducir la conducta, el DEBER-SER. No son dos cosas distintas, sino una misma cosa, la naturaleza que no es estática, inmóvil, fija, sino que es una sustancia que está en constante cambio y movimiento. Por eso, no se contenta con ser o 'estar', sino que avanza constantemente en esa tendencia viva hacia un deber-ser. Es decir, hacia la Utopía. La naturaleza lleva consigo el impulso ético. Deducimos, lógicamente, que los comportamientos, las conductas, lo que debemos ser cada uno de nosotros en nuestras actividades como personas, tenemos como punto de referencia insoslayable la naturaleza. Si hay conductas que van en contra de esta naturaleza, sus conductas son malas, perversas, van contra el orden natural. Todo lo que favorezca este orden tiene que ser necesariamente bueno. Si se ajusta a este orden es bueno, si se aleja de este orden es malo. El punto de referencia, insistimos, es la naturaleza, no el llamado "orden económico internacional", propio de la Globalización neoliberal.

Aplicación del ethos de la naturaleza a la Globalización económica:

      Pero esta naturaleza no es algo separado del universo. Forman un todo, una globalidad. No está el ser humano en el Planeta tierra como un huésped. No es la persona la que "domina" la Tierra. No está aquí para explotarla. No se pueden explotar las selvas de Guatemala y del Ecuador para conseguir más pozos de petróleo. La United Fruit Company con media Guatemala dentro ha explotado su riqueza agrícola para crear una nueva industria agroalimentaria más rentable. No estamos contra la madre Tierra, sino a su lado, formando un todo orgánico con ella. Los seres humanos que habitamos este planeta, formamos parte de él. Y la razón, el logos, de los seres humanos, no pueden estar en contra de su propia naturaleza. Sólo algunos desalmados son los que exprimen los recursos y riquezas de este planeta para beneficio propio y para pobreza del resto de la humanidad.

      La ética por naturaleza no es violenta. No se puede hablar de una ética agresiva. Porque la naturaleza física y la naturaleza humana no son de por sí violentas. Tienen un proceder gradual y pacífico en la búsqueda de la felicidad de todos los seres humanos. No consiguen sus fines de un golpe, o dando golpes, sino dando pasos, con respeto a sí mismos y a su entorno. Su modelo de desarrollo es gradual, sostenible, siguiendo las etapas propias de su naturaleza, al margen de los valores de ganancia y consumo. Respecto a la cuestión social, los excluidos, los parados, los oprimidos, los inmigrantes, todos los pobres de la Tierra, la naturaleza no los reconoce, no acumula residuos. No son un producto natural de su proceso. Forman parte de un proceso antinatural. El hecho de que el sistema mundial excluya prácticamente a dos tercios de la humanidad, denuncia su carácter anti-natural.

3.- La revolución de la ética.

      En la actualidad, la producción, distribución y comercialización de los bienes naturales y culturales, aquellos que son necesarios para vivir, son profundamente desiguales, porque privilegia a unas minorías que detentan el poder, el tener y el saber, frente a unas mayorías que ni tienen, ni saben ni pueden. Los bienes económicos llevan en su entraña un destino, una orientación clara: deben de servir a la mayoría, al bien común, para cubrir las elementales necesidades de la vida humana. Como son la tierra, el trabajo, la vivienda, la salud, la educación, la cultura, participación, ambiente, descanso y fiesta. La vida de todos y de todas, sin excluir a ningún ser humano. Si estos bienes se desvían, si se orientan, al bien particular, al beneficio de unos pocos, están tergiversando el sentido originario y natural de esos bienes. En eso consiste la corrupción, en des-naturalizar una cosa. Si ahora estamos así, es porque el modo de producción dominante, que en su conjunto podríamos llamar el Mercado, es el que impone este capitalismo neoliberal, llamado Globalización. La ética va más allá de lo puramente individual. Va a la raíz del ser humano, que es a la vez personal y político, y además forma un todo con la madre Tierra. Si se acepta sin más esta Globalización económica y financiera, sería ir en contra de su propia naturaleza. Hay que asegurar al pobre, al oprimido, a todos los excluidos de la Tierra que vivan, no que vayan muriendo antes de tiempo. El equilibrio sistema-Tierra debe permitir que todos los seres vivos sigan existiendo y viviendo.
      Decía un alto empresario norteamericano a un profesor universitario de ética: "Usted se enfrenta a las principales fuerzas de la naturaleza. Usted es un ingenuo (...) Sólo existe un único sistema de sistemas. Es un sistema internacional de las monedas que determina la totalidad de la vida en este planeta. Ese es el orden natural de las cosas (...) El mundo es un conjunto de empresas inexorablemente determinadas por las leyes inmutables de los negocios. El mundo es un inmenso negocio". (La cursiva es mía).

      El intento de cambiar las actuales formas de relación de los hombres con la naturaleza, y la relación de los seres humanos entre sí, es ya una revolución. La ética fundada en la naturaleza debería afrontar la cuestión de los excluidos. Es cuestión de cambiar este modo de producción tan altamente competitivo y tan mínimamente cooperativo. Es decir, que esas tecnologías punta que sustituyen a la fuerza de trabajo, que sólo privilegian las ganancias de los grandes (bancos, empresas, medios de comunicación), lleguen a todos y a todas de tal manera que se vaya acabando el paro estructural, la pobreza universal y la exclusión social.
      Este sistema que llamamos Globalización, no tiene delante de él nada más y nada menos que la Utopía de miles y miles de trabajadores, y millones de excluidos de todos los países. Son las fuerzas antiglobalizadoras. En Génova, Julio 2001, se han reunido más de 800 asociaciones antiglobalizadoras. La ética es Utopía, es un deber-ser, basada en valores fundamentales. Y es radicalmente contradictoria con la racionalidad del sistema. Nosotros optamos por una vida para todos y todas, incluida la naturaleza. No se trata de una ética en abstracto, sino la vida humana en concreto, en su carácter absoluto y universal. Pero, nos tropezamos con el Mercado. Este ídolo moderno de la Globalización (como parte del sistema de economía de libre mercado) es el que decide sobre la vida y la muerte de la humanidad y del cosmos. La ley del Mercado llega a ser lo absoluto y la vida humana lo relativo. Lo principal es el beneficio, las personas no cuentan, o solo cuentan en relación con el beneficio. La idolatría de este Mercado está exigiendo vidas humanas todos los días.

      La revolución de la ética consiste en decirle al Mercado que va en contra de la naturaleza de las cosas y de las personas. El Mercado no es "natural". Intentan persuadir a la gente que las leyes económicas son "leyes naturales", como si fueran inmóviles, necesarias, y que todos tenemos que acatar. Como si fueran las leyes físicas o cósmicas como puede ser la ley de la gravedad, o las leyes que rigen el movimiento de los astros. El Neoliberalismo no es el estado natural del hombre o mujer. Quieren que nos resignemos pensando que las cosas son como son porque así son de su natural.
      Los criterios que rigen la ética son universales y universalizables. Los criterios que rigen el mercado no son universales ni universalizables. Ahora los quieren universalizar, "globalizar". Este Mercado no es universalizable, porque es un mercado de muerte no de vida. No es universalizable este consumo propio de los europeos y americanos, o del Occidente. No es universalizable la producción de armamentos, ni el escudo antimisiles, tampoco las drogas y la prostitución. No es universalizable este sistema de Medios de Comunicación social. Imponernos unas leyes del mercado como si fueran la solución de los problemas de la humanidad; lo único que se exige es "tener fe en el mercado". El presidente Bush decía en la reunión del G-8 en Génova que para que aumentara la prosperidad en el mundo, había que disminuir los impuestos, disminuir el grado de representatividad de los ciudadanos y ampliar la libertad de mercado (Julio 2001).

      ¿Se pueden explicar las leyes del mercado por las leyes de la naturaleza, por ese "ordo naturae"? ¿Las leyes del mercado llegan a todos y a todas, con la finalidad última de que la gente, los 7.000 millones de personas que hay en este Planeta, existan y vivan? La naturaleza humana, incluido el cosmos, se rigen por unos principios y valores que llevan al desarrollo de los seres vivos y a la felicidad de los seres humanos. La fuerza que tiene este mercado no tiene paralelo con la fuerza intrínseca que tiene la naturaleza. La fuerza moral, intelectual y espiritual de los pobres y excluidos es más fuerte que el poder del dinero y de las armas más potentes.

      Esta revolución de la ética no está llamada a regular o humanizar  el sistema actual, para evitar sus abusos y excesos. Algunos proponen una "economía social de mercado". Es la propuesta de la doctrina social de la Iglesia católica. Es el tipo de Iglesia conservadora que busca una reconciliación entre el neoliberalismo y el cristianismo[1]. Y busca reelaborar una doctrina social dentro de la lógica de la economía neoliberal del mercado. En este proyecto se invierten millones de dólares y trabajan en él miles de intelectuales afines a las Iglesias católica o protestante. Aquí se identifica la defensa de la vida, de la familia y del mercado, se busca moralizar el mercado y evangelizar a los empresarios. Este proyecto tiene mucho poder, pero no tiene ética.

Una ética desde las víctimas.

      Tratamos de establecer una posible ética global, frente a la Globalización económica y financiera. Difícil tarea. Al menos señalar una jerarquía de valores prioritarios en todas nuestras actividades políticas y privadas para lograr una pronta satisfacción de las necesidades más básicas de cualquier ser humano. Esas necesidades no están satisfechas en la mayoría de la población, en más de 4.000 millones de seres humanos. Estas personas son las víctimas de este sistema. Es una exigencia de decencia planetaria, de un nuevo pacto ético de la humanidad. Al menos de facilitar la obtención de los mínimos que reclama este Universo. Difícil tarea por no tener respuestas claras sobre cómo afrontar tantas preguntas en este nuevo siglo. ¿Cómo afrontar la Deuda de 499,2 Billones de pesetas -2,6 Billones de dólares- que tiene el Tercer Mundo? ¿Cómo afrontar la pobreza producida por este modelo de desarrollo occidental?

      Es una ética anti-Globalización económica y financiera, porque nuestra ética es el arte de vivir, es un sistema de valores humanitarios que orientan la vida de todo el planeta, incluidos los 7.000 millones de seres humanos. Lo importante es que la gente viva y viva con dignidad. Los que propugnan la Globalización económica y financiera no se puede decir que tengan ética, aunque tengan mucho poder. Proponemos estas orientaciones fundamentales, siguiendo a Leonardo Boff[2]:

 Atención a la naturaleza:  ética del cuidado

      Esta atención a la naturaleza significa tener los ojos abiertos a la realidad, a esta realidad, saber mirarla y estar atento a sus necesidades y tratar de satisfacerlas. Atenderla es cuidarla si queremos sobrevivir. Atender a un niño es cuidar de que no le falte lo esencial, estar con él y no mirar a otro lado, des-cuidarse. Se precisa, pues, un cambio estructural, una revolución básica que reorganice las relaciones de cada uno consigo mismo, de las personas entre sí, y de las personas con la naturaleza. Una nueva forma de vivir no destructiva del ser humano o de la tierra.

      En realidad solo se cuida lo que se quiere. Y solamente queremos aquellas cosas o personas que cuidamos. Lo que merece ser respetado, ("respeto y veneración ante toda forma de vida" que diría Sweitzer), merece seguir existiendo y viviendo. Una cosa esencial del ser humano es el cuidado: una relación amorosa con la realidad, todo lo que amamos lo cuidamos, si no lo cuidamos se deshumaniza. Atender y cuidar nuestro único Planeta. Atender y cuidar sobre todo a los pobres, los excluidos, los inmigrantes. Atender y cuidar nuestros propios cuerpos y salud. Tener mucho cuidado con nuestros compromisos de amor y de justicia a los demás. Cuanto más cuidamos de las cosas más duran. Las cosas con sus valores y sus mensajes. Hay que tener sensibilidad para captar el mensaje que hay detrás de cada realidad.

. Una respuesta adecuada: ética de la responsabilidad.

      Toda persona tiene que responder de su existencia, de su vida, junto con la existencia y la vida de los demás y de la Tierra misma. Y así se hace corresponsable, se hace solidaria. Se trata de la supervivencia de todos los seres humanos y del resto de los seres vivos. Sentirse responsable es sentirse sujeto de conductas en un sentido que favorezca la naturaleza. Esta sería la respuesta adecuada. Es un imperativo categórico según Kant: "Obra de tal manera que las consecuencias de tu acción no sean destructivas para con la naturaleza, la vida y la Tierra". Se podría formular una triple responsabilidad: con respecto al ambiente, ante la calidad de vida de todos los seres, y responsabilidad generacional.

      La vida es sagrada, toda vida, desde el ser más ínfimo, la ameba proteus,  hasta llegar al ser humano. Participamos del mismo código genético, y por tanto, respondemos solidariamente de él. Desde aquí, instaurar la ética de la vida. La ética es el arte de vivir. La vida como centro, el centro no lo tiene la economía. Aquí la filosofía puede hacer su aporte. La estructura básica del ser humano no es solamente la del logos-razón, sino también la sensibilidad, la afectividad.

 Cohesión armoniosa: ética de la solidaridad y del diálogo

      Existe una interdependencia de todos los seres que es el fundamento de una convivencia armoniosa, no conflictiva. Como esta interdependencia creada por el sistema no nos sirve, hay que partir de algo más sencillo. Un consenso mínimo entre los hombres y las mujeres que entreteja otro tipo de relación completamente distinto que nos ayude a vivir. Nosotros hemos creado el artilugio de la autodestrucción. Podríamos destruir varias veces la propia tierra. La vida depende de la solidaridad. Nadie se da la vida a sí mismo, sino que la recibe de alguien que la acoge solidariamente y la introduce en la comunidad de los humanos. Comunidad política, comunidad social, familiar. Esto tiene que cambiar, pero ¿cómo?

      Si de verdad queremos vivir tenemos que organizarnos para ello. Nos salvaremos a través de una ética mínima entre los humanos. Un pacto ético que pueda salvar a la humanidad. La aceptación de un  código ético universal: los Derechos Humanos. Una ética del diálogo planetario. Una norma que respete el proceso de relación y comunicación. Sería inmoral no sentar a la misma mesa a los excluidos y silenciados, desde una base de igualdad y simetría, aceptando que participen en el discurso comunicativo. Una óptica nueva, en función de la vida y los sistemas para la vida. No solamente actos. Es cuestión de generar actitudes. Una visión diferente de la realidad. Superar esta visión economicista pero sí  materialista de crear más bienes y servicios. Pasar a una visión más social, a una ética del compartir. Que el centro de todo no sea el mercado. El centro es la persona, los pueblos con sus potencialidades. Y la economía no como centro sino como medio para su desarrollo.

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    [1] Ver el interesante artículo de Paul Richard, en la Revista "Frontera", 17, Enero-Marzo 2001,p. 84
    [2] Puede verse el excelente libro recientemente aparecido "Etica planetaria desde el Gran Sur", Ed, Trotta, Madrid 2001.

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