miércoles, 1 de enero de 2014
LUCES Y SOMBRAS DE UN AÑO QUE SE VA Y OTRO QUE LLEGA
1 de Enero de 2014.
Queremos hacer memoria crucificada de miles y miles de ciudadanos/as que han sufrido la violación constante de los derechos humanos. De la falta de reconocimiento de los derechos sociales y laborales, adquiridos en décadas de luchas, y el dolor que ha supuesto ese desprecio jurídico.
Hacemos memoria crucificada de los desmanes e injusticias de la corrupción que ha invadido a todas las instituciones políticas, económicas y financieras del país, de sus salpicaduras y del desencanto y falta de credibilidad que produce. La mayoría de los ciudadanos estamos hastiados de tanta podredumbre moral, y corremos el riesgo de asumir la corrupción como una realidad inevitable o, lo que es peor, adoptar una actitud apática que nos aleja de la participación democrática, sobre todo cuando contemplamos su imperturbabilidad, frialdad y cinismo ante las graves acusaciones. Niegan la evidencia, son incapaces de reconocer errores y menos dimitir, siempre amparándose en el privilegio de la inmunidad parlamentaria
Amanece un nuevo año 2014 con una perspectiva nada clara. A pesar de las mentiras de los políticos augurando un año de crecimiento económico y bienestar social, no nos lo creemos. El problema no está en crecer sino en repartir. Recortes económicos, recorte de libertades, y represión policial, es lo que nos espera. Una crisis de dimensiones planetarias, tan grande como el mundo en que vivimos no desaparece de un año para otro. La corrupción, el ocultamiento, la falsedad, o, simplemente, la mentira, no tienen barreras ni fronteras. Tampoco las tiene la codicia, la injusticia, la usura, pero sí las hay, en cambio, para el bien común, para la justicia, para la cooperación, para la hospitalidad y los derechos humanos.
Tenemos que seguir resistiendo. O sea, vomitando el consumo, vaciando los estadios, apagando los televisores, limitando el uso de los móviles; vistiendo con limpia sencillez, fundiendo esas joyas que no hacen lucir a la sana humanidad. Que no nos domestiquen con sus regalos envenenados ni nos adormezcan con los nuevos opios del pueblo. Ese progreso no hace al ser humano. Hay que resistir impertérritos, abrazados, cantando sonrientes, soportando. Que eso es lo que humaniza.
Resistir, gritar y cantar. Recordamos a Mª Dolores Pradera con la letra hoy olvidada de H. Guaraní: “si se calla el cantor muere la vida, porque la vida misma es todo un canto”, y hoy la hemos convertido en inacabable llanto. “Si se calla el cantor, los obreros del puerto se preguntan quién habrá de luchar por sus salarios; que no calle el cantor porque el silencio cobarde apaña la maldad que oprime”.
Seguiremos gritando, cantando, porque el canto da fuerzas para resistir. No bastará sólo con gritar y cantar, pero no podemos prescindir del grito ni del canto: habrá que trabajar mucho, fuerte y con talento para recuperar tantos derechos perdidos, o sustituidos por otros deformados. Pero la canción sostiene el cuerpo e ilumina la mente. ¿Cómo íbamos a olvidar el viejo fandango: “la hierba de los caminos la pisan los caminantes; la dignidad del obrero la pisan cuatro tunantes de esos que tienen dinero”? Repetimos ese verso de Machado “caminante no hay camino se hace camino al andar”. Tenemos un año entero por delante para seguir caminando por las sendas de
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