lunes, 7 de diciembre de 2015

ELECCIONES DEMOCRÁTICAS EN ESPAÑA



José María García Maueiño
10 de diciembre de 2015

Lo que está en  juego en estas elecciones es la calidad de  la democracia en este país. Es decir, lo que se pone a prueba es la soberanía popular, no la soberanía del capital. Porque votemos lo que votemos, no será fundamentalmente el Parlamento el que legisle, serán los poderes del Mercado, la Troika de la UE, los que dicten sus leyes, los que impongan sus decisiones, sus recortes, en definitiva, su política económica y financiera. La calidad de la democracia se mide por la calidad de la libertad. El Parlamento no estará formado por ciudadanos y ciudadanas libres, sino en gran medida por vasallos del capital. Hay que ser conscientes de ello para no llevarse sorpresas desagradables.

1.- El objetivo de estas elecciones:
En estas elecciones se va a elegir el parlamento de la nación, no al presidente del gobierno.  En el Parlamento tiene que estar representado todo el pueblo español, toda la ciudadanía con toda su diversidad. Se trata de la soberanía popular: que los problemas de la gente de la calle estén presentes en el parlamento. Que el enemigo a abatir no es el otro partido o coalición que yo no voto o no me gusta, sino el mismo sistema capitalista. Hay que  ver quienes lo mantienen, quines lo apoyan y quienes luchan por cambiarlo. En  definitiva estas elecciones deben  ser las elecciones del cambio, hay que votar el cambio, la manera de gobernar, no arrodillados ante el Capital. Un cambio de verdad, no una cosmética del cambio, no que algo cambie para que todo siga igual, sino un cambio a fondo que va más allá de las urnas. Sin cambios profundos no hay democracia.

2.- Partimos de la situación actual:
Cientos de miles de personas  están en paro. Un paro que en muchos caso es de larga duración y acaba dejando a quienes lo padecen sin ningún tipo de prestación. El paro juvenil sigue estando en torno al 50%. Se están degradando las condiciones laborales de muchos trabajadores. Crece   cada vez  más el grupo de “trabajadores pobres”, que, a pesar de tener un trabajo, no perciben salario suficiente para una vida digna. (Red Europea de Lucha contra la Pobreza, eldiario.es , 15-10-2015)
En  consecuencia, muchas familias no pueden afrontar sus deudas, sufriendo desahucios y cayendo en una pobreza que les obliga a  recurrir a los servicios sociales. Esto hace casi imposible una mínima estabilidad y cercenando su proyecto de vida a largo plazo. Aunque los medios de comunicación lo eluden, aumenta de manera preocupante el número de suicidios.
Caritas, Cruz Roja y los bancos de alimentos tienen que repartir cientos de miles de comidas todos los días para paliar el hambre. Una situación inaceptable que puede prolongarse una década, denuncia Caritas.
Frente a esta prepotencia del poder de "los mercados", sólo cabe oponer  el poder democrático que nos corresponde como cada pueblo, como sujeto político de soberanía. Cada persona un voto. A la constatación de impotencia ante una desigualdad evidente y en crecimiento, se añade la percepción de una corrupción prácticamente impune, ampliamente extendida y casi sistémica, que prioriza  lo privado sobre lo público.
La desigualdad es producto del empobrecimiento, la otra cara de la moneda de la acumulación de la riqueza en pocas manos. La desigualdad es la consecuencia del sistema capitalista .El sistema competitivo sin limitaciones, propicia la acumulación de riqueza y poder, y por ello no basta el generar más riqueza para garantizar más igualdad. Lo que puede garantizar la igualdad es el reparto equitativo, no solo el crecimiento. La dinámica del capitalismo es lo contrario a la igualdad y si el estado social no lo contrarresta no tiene límites, como está quedando en evidencia. Pero ésta evidencia objetiva no es subjetivamente compartida por todos.
El capitalismo extremo, los "poderes salvajes" de las empresas transnacionales y los fondos especulativos, campan a sus anchas ante unos Estados subordinados,  y debilitados en su soberanía. El proyecto neoliberal de Estado mínimo y débil, fomenta la desigualdad, porque el mercado no busca la justicia ni la solidaridad y por tanto la redistribución no es un objetivo que tenga en cuenta.
A partir del 2016 el 1 % de la población mundial, que alcanza hoy en día 7,200 mil millones de personas, tendrá una fortuna superior a los ingresos del 99 % de esa población.  Mire qué injusto es este mundo: si toda la riqueza de la humanidad fuera dividida por igual entre los 7,200 millones de personas, cada uno de nosotros tendría un patrimonio de 33.472.dólares usa. Todos tendrían lo suficiente para vivir con dignidad y por tanto no habría hambre, criminalidad, migraciones, mendigos, favelas, mortalidad infantil y quizás hasta ni guerras. Viviríamos en un mundo de prosperidad y paz. Ese 1% controla los gobiernos, las comunicaciones, las iglesias y hasta la enseñanza escolar, de tal modo que diseña el pensamiento del 99 % desde la infancia.

En muchos países, el crecimiento macroeconómico no se traduce en mejoras en el nivel de vida de la población humilde, lo que crea malestar microsocial. Existe un dato alarmante: una investigación realizada en América Latina por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reveló que el 45% de los latinoamericanos decía preferir someterse a una dictadura que les garantizase empleo y salario suficiente, a vivir en una democracia que no los sacara de la miseria. Esto significa que muchos de los desafíos para la democracia vienen de la pobreza y de la desigualdad. Tocamos ahí el núcleo fundacional del pensamiento democrático moderno.

La miseria es humillante. Causa revoluciones, estimula la criminalidad, provoca migraciones, favorece el trabajo esclavo, disgrega a las familias y lleva a unas personas a optar por la violencia para conseguir lo que no puede ser obtenido con el trabajo, pues las condiciones para alcanzar buenos cargos en el mercado son absurdamente desiguales.
La desigualdad y la corrupción destruyen la democracia:  La corrupción ha sido definida como  "servidumbre remunerada" que se extiende como mancha de aceite; pues el sistema para garantizar el sometimiento de sus colaboradores necesarios y  tapar sus bocas, los implica con un lucro ilícito de forma que si "tiran de la manta" se delatan a sí mismos.
Pero la corrupción no sólo se comporta como un cáncer a nivel local, sino que genera necesariamente corrupción en niveles superiores, hasta llegar al máximo en los paraísos fiscales, respetados, tolerados y utilizados ampliamente por el sistema imperante.
La desigualdad es producto del empobrecimiento, reverso de la acumulación de la riqueza en pocas manos. El sistema competitivo sin limitaciones, propicia la acumulación de riqueza y poder, y por ello no basta el generar más riqueza para garantizar más igualdad.  La dinámica del capitalismo es discriminatoria y si el estado social no lo contrarresta no tiene límites como está quedando en evidencia. Pero ésta evidencia objetiva no es subjetivamente compartida por todos
El capitalismo extremo, los "poderes salvajes" de las empresas transnacionales y los fondos especulativos, campan a sus anchas ante unos Estados subordinados,  y debilitados en su soberanía. El proyecto neoliberal de Estado mínimo y débil, fomenta la desigualdad, porque el mercado no busca la justicia ni la solidaridad y por tanto la redistribución no es un objetivo que tenga en cuenta.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, advirtió el lunes 30 de Noviembre de 2015, en la ciudad francesa de París, donde se celebra la Cumbre de Cambio Climático, que si el mundo continúa por el camino del capitalismo la vida en el planeta está condenada a desaparecer.
Morales dijo que el mundo en la actualidad se encuentra en “el crepúsculo de su ciclo vital” a causa del sistema capitalista, que “ha desencadenado a gran velocidad una fuerza arrolladora y destructiva a nombre de la libertad de mercado, de libre competencia y los derechos humanos”. “Si continuamos en el camino trazado en el capitalismo estamos condenados a desaparecer”, dijo durante su intervención en ese acontecimiento que reúne a más de 150 líderes de países del mundo que procuran un acuerdo para evitar el ascenso de la temperatura por encima de los dos grados.
3..-Cómo está la democracia:
3.1. El pueblo catalán no quiere la independencia
En las últimas elecciones autonómicas los partidos independentistas, consiguieron un voto minoritario muy elevado, pero, a pesar de ser muy elevado, no fue la mayoría del pueblo catalán.
Tenemos así una situación en la que las opciones políticas hoy mayoritarias en el Parlamento catalán no tienen el apoyo de la mayoría del electorado catalán para alcanzar su principal promesa programática –la independencia de Catalunya-. Su constante énfasis en que sí que tienen un mandato mayoritario no se apoya en lo que los catalanes votaron en aquellas elecciones. En realidad, consiguieron una mayoría parlamentaria como consecuencia de que la ley electoral catalana (que es prácticamente idéntica a la española) es de las menos proporcionales que existen en Europa. Tanto en España como en Catalunya, los gobiernos constantemente aplican leyes aduciendo un mandato popular que no se corresponde con los deseos de la mayoría de la población.
Uno de los muchos indicadores del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tienen sobre el Estado es precisamente el sesgo antidemocrático de las leyes electorales, que discriminan claramente a favor de unos territorios y de unas clases sociales a costa de otros territorios y otras clases sociales, Un ejemplo de ello son las últimas elecciones en Catalunya. La mayoría de los no independentistas reside en las grandes ciudades de Catalunya, y muy en especial en los barrios obreros. Y ahí están las bases del diferencial entre voto y escaños parlamentarios. El punto débil del independentismo es su limitado atractivo entre las clases trabajadoras en Catalunya debido, en parte, a la mayor identificación con España entre estos sectores de la población y también al hecho de que el movimiento independentista está liderado por un gobierno liberal que ha apoyado las medidas (como la reforma laboral y los recortes de gasto público) que han perjudicado con mayor intensidad a las clases populares.

3.2. La falta de democracia: la ley electoral
El sesgo de la ley electoral española (y de la catalana) tenía y continúa teniendo el propósito de discriminar a la clase trabajadora. Este sesgo antidemocrático no es casualidad, pues la condición era el establecimiento de una ley electoral que discriminara a las zonas urbanas a costa de favorecer a las zonas rurales, de claro cariz conservador. El hecho de que incluso hoy se requieran casi 49.000 votos para conseguir elegir a un parlamentario en Barcelona, y solo 21.000 votos en Lleida, se debe a esta decisión política. Otro tanto ocurre en el resto de España. El voto de uno de Soria vale mucho más que el voto de un madrileño.
En todas las elecciones generales durante el período democrático desde 1977 a 2008, la suma de votos a partidos de izquierdas en España había dado una cifra superior a los partidos de derechas.
Muchas son las consecuencias de esta realidad, desde el enorme subdesarrollo y la baja financiación del Estado del Bienestar español. Añádase a esta situación de escasa calidad democrática, la escasísima diversidad ideológica de los medios de información que sistemáticamente discriminan a las izquierdas  siendo el gran apoyo de los mayores medios al nuevo partido de derechas Ciudadanos (la esperanza de las derechas) frente a la gran hostilidad hacia el nuevo partido Podemos y hacia IU, un indicador de ello.

3.3. El voto de los emigrantes:
Y la escasa proporcionalidad del sistema electoral se ha ido acentuando con añadidos y modificaciones a la ley electoral que hacen más difícil el ejercicio del voto. Un caso claro es la dificultad para votar a los ciudadanos españoles que viven en el extranjero que suman 1.875.272 ciudadanos españoles que viven o están fuera de España del total de 36,5 millones de personas que tienen derecho al voto en España. Es un ejemplo más de clara manipulación mediática del gobierno conservador-neoliberal de la Generalitat de Catalunya, que acusó al gobierno central del partido conservador-neoliberal español de dificultar las votaciones de los catalanes que vivían o estaban en el extranjero, cuando, en realidad, ambos partidos –el español y el catalán- habían dificultado, con la nueva ley, el ejercicio de tal derecho.

3.4. La democracia interna de los partidos:
La gran mayoría de reformas que se están proponiendo por parte de los partidos políticos se basan en deseados cambios en la gestión de los partidos, lo cual es importante, pero muy insuficiente. Que los partidos políticos españoles (incluyendo los catalanes) son partidos con escasa vocación democrática, queda ilustrado en el estudio Ranking 2015 sobre la calidad democrática de los partidos políticos españoles, que muestra que solo dos partidos (ambos de izquierda), Podemos y el Bloque Nacionalista Gallego, pueden ser considerados como partidos  merecedores de ser considerados partidos con democracia interna. Ni que decir tiene que incluso estos dos partidos tienen todavía un largo recorrido para alcanzar los niveles de democracia que deberían exigirse. Pero están claramente en la dirección de alcanzarlo. No así en el resto de partidos.

4.- La democracia del Estado
Ahora bien, otro tema esencial para que el sistema electoral pudiera definirse como democrático, sería conseguir que todo ciudadano tuviera la misma potestad de configurar la gobernanza del país (es decir, conseguir la representatividad proporcional). Esta es una reforma urgente y necesaria y que tendría un enorme impacto en la vida política del país. Pero se requeriría otra reforma igualmente necesaria y urgente, que es el establecimiento de formas de democracia directa, como los referéndums, a todos los niveles del Estado, desde el central, al autonómico y municipal. Y ahí estamos en pañales. Existe una oposición antidemocrática por parte de las clases acomodadas, las que tienen fuerza político-mediáticos –lo que se define como la casta- hacia el  ejercicio del derecho a decidir a todos los niveles. La oposición a que el pueblo catalán pueda ejercer tal derecho -que la mayoría de la población en Catalunya apoya- es un ejemplo de ello.

 La derecha española, es decir, PP y Ciudadanos, y la dirección del PSOE (de escasa vocación democrática), se oponen a dicho ejercicio. El PP y el PSOE, los máximos beneficiarios del sistema bipartidista, bases del Estado español, han sido los que se han opuesto más a la democratización del Estado. Ambos partidos de baja calidad democrática, se oponen al ejercicio de estas formas de democracia directa, que debilitarían su protagonismo. Y Ciudadanos se opone también, aunque por motivos diferentes. Su oposición al derecho a decidir es porque desea conseguir rentabilidad política de su supuesta defensa de la “unidad de España”. A pesar de que el ejercicio de tal derecho resolvería precisamente las tensiones artificiales creadas por los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, y también por CDC en Catalunya. Porque tal deseo mostraría que la voluntad de la mayoría de los catalanes es permanecer en España, desmontando así los argumentos independentistas. Son precisamente estos partidos (PP, PSOE y Ciudadanos) –que Pablo Iglesias ha definido correctamente como el búnquer- los que están incrementando el hastío y frustración en Catalunya hacia el Estado central, aumentando el independentismo.
Entiendo por Derecha al conjunto de las fuerzas sociales, económicas y políticas que se identifican con los objetivos del capitalismo neoliberal y con lo que esto implica en términos de políticas nacionales, de aumento de las desigualdades sociales, de destrucción del Estado de bienestar, de control de los medios de comunicación y de estrechamiento de la pluralidad del espectro político. (Bonaventura Souza  Santos)
Esta breve crítica del sistema llamado democrático aparece con plena evidencia en la nula diversidad ideológica que existe en los mayores medios de información españoles, (tanto públicos como privados) instrumentalizados por los poderes económicos y financieros y por los gobiernos, y que no ofrecen la pluralidad, veracidad y rigor que un sistema democrático exige. Tanto los medios televisivos como la prensa en papel carecen de credibilidad en España, En el último programa de Salvados, los dirigentes de los medios entrevistados atribuyeron el resultado de una encuesta realizada en Europa (que mostraba que la ciudadanía española era la que desconfiaba más de sus medios) a que los ciudadanos españoles tienen una vocación más crítica que los ciudadanos de otros países. No aceptaron –a pesar de la enorme evidencia de lo contrario- que el problema mayor era la abusiva instrumentalización de los medios por el poder financiero (la banca) con el cual están endeudados, y por los partidos gobernantes. Hoy, tales medios son un enorme obstáculo para el pleno desarrollo democrático de España. En realidad, el programa La Sexta Noche es un programa que –sin quererlo y sin ser su intención- muestra claramente el bajo nivel de democracia existente en España. Lo que se presenta como un debate, es una sarta de insultos, mezquindades, gritos y un largo etcétera (procedentes en su mayoría de los tertulianos de derechas) que muestra muy bien, por desgracia, la escasa calidad democrática existente en España. Así de claro.
Con nuestro voto esperamos conseguir un cambio de verdad: La esperanza está empapada de esfuerzo positivo Se trata de invitar a una esperanza activa, creadora. Que haga realidad, que anticipe aquello que esperamos y por lo que queremos trabajar.

Esperar no es aguardar a que suceda algo. Es vivir de tal manera que haces realidad eso que deseas que suceda   Las siglas de las coaliciones no dan la medida del cambio,  "Las siglas deben ceder ante el criterio de la unidad. Malditas sean las siglas que impiden la unidad, decía Anguita. No son dioses, ni altares, son instrumentos y por encima de ellas hay objetivos superiores. Lo vamos a aprender con dolor la noche del 20-D", es posible empezar otra guerra definiendo bien al enemigo y adoptando "nuevas tácticas, estrategias, lenguajes y conceptos de movilización social”.
La iniciativa Polétika, compuesta por más de 500 ONGS y movimientos sociales, ha hecho pública su evaluación de los programas electorales de todos los partidos de ámbito estatal que se presentan a estas elecciones. Siguen así con su “herramienta de vigilancia” que comenzó en el mes de Junio con el análisis de las declaraciones públicas de los candidatos. En esta ocasión realizan un resumen y unas valoraciones de las medidas programáticas de PP, PSOE, IU-Unidad Popular, Podemos, Ciudadanos y UpyD en 10 temáticas diferentes: cooperación al desarrollo, infancia, fiscalidad, educación, sanidad, protección social, salarios, participación ciudadana, conflictos internacionales y cambio climático. El partido de PODEMOS ha obtenido la mejor puntuación, un 6,1.
Finalmente, no cabe la indiferencia ni la superficialidad. Es moralmente exigible en concien- cia mirar si el programa a votar contiene propuestas contrarias a mis convicciones, si la catadura humana de los candidatos es fiable. El error a la hora de votar es grave porque perjudica al votante y al resto de la sociedad. No es fácil discernir en un sector con tanto camuflaje. Por eso hay que agudizar la observación e identificar a los políticos que debemos evitar.



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