José María García Maueiño
10 de diciembre de 2015
Lo que está en juego en estas elecciones es la calidad
de la democracia en este país. Es decir,
lo que se pone a prueba es la soberanía popular, no la soberanía del capital.
Porque votemos lo que votemos, no será fundamentalmente el Parlamento el que legisle,
serán los poderes del Mercado, la Troika de la UE, los que dicten sus leyes,
los que impongan sus decisiones, sus recortes, en definitiva, su política
económica y financiera. La calidad de la democracia se mide por la calidad de
la libertad. El Parlamento no estará formado por ciudadanos y ciudadanas
libres, sino en gran medida por vasallos del capital. Hay que ser conscientes
de ello para no llevarse sorpresas desagradables.
1.- El objetivo de estas
elecciones:
En estas elecciones se va a
elegir el parlamento de la nación, no al presidente del gobierno. En el Parlamento tiene que estar representado
todo el pueblo español, toda la ciudadanía con toda su diversidad. Se trata de
la soberanía popular: que los problemas de la gente de la calle estén presentes
en el parlamento. Que el enemigo a abatir no es el otro partido o coalición que
yo no voto o no me gusta, sino el mismo sistema capitalista. Hay que ver quienes lo mantienen, quines lo apoyan y
quienes luchan por cambiarlo. En
definitiva estas elecciones deben
ser las elecciones del cambio, hay que votar el cambio, la manera de
gobernar, no arrodillados ante el Capital. Un cambio de verdad, no una
cosmética del cambio, no que algo cambie para que todo siga igual, sino un
cambio a fondo que va más allá de las urnas. Sin cambios profundos no hay
democracia.
2.- Partimos de la situación
actual:
Cientos de miles de personas
están en paro. Un paro que en muchos caso es de larga duración y acaba
dejando a quienes lo padecen sin ningún tipo de prestación. El paro juvenil
sigue estando en torno al 50%. Se están degradando las condiciones laborales de
muchos trabajadores. Crece cada vez más el grupo de
“trabajadores pobres”, que, a pesar de tener un trabajo, no perciben salario
suficiente para una vida digna. (Red Europea de Lucha contra la Pobreza, eldiario.es , 15-10-2015)
En consecuencia, muchas
familias no pueden afrontar sus deudas, sufriendo desahucios y cayendo en una
pobreza que les obliga a recurrir a los servicios sociales. Esto hace
casi imposible una mínima estabilidad y cercenando su proyecto de vida a largo
plazo. Aunque los medios de comunicación lo eluden, aumenta de manera
preocupante el número de suicidios.
Caritas, Cruz Roja y los
bancos de alimentos tienen que repartir cientos de miles de comidas todos los
días para paliar el hambre. Una situación inaceptable que puede prolongarse una
década, denuncia Caritas.
Frente a esta prepotencia del
poder de "los mercados", sólo cabe oponer el poder democrático
que nos corresponde como cada pueblo, como sujeto político de soberanía. Cada
persona un voto. A la constatación de impotencia ante una desigualdad
evidente y en crecimiento, se añade la percepción de una corrupción
prácticamente impune, ampliamente extendida y casi sistémica, que prioriza lo privado sobre lo público.
La desigualdad es producto
del empobrecimiento, la otra cara de la moneda de la acumulación de la riqueza
en pocas manos. La desigualdad es la consecuencia del sistema capitalista .El
sistema competitivo sin limitaciones, propicia la acumulación de riqueza y
poder, y por ello no basta el generar más riqueza para garantizar más
igualdad. Lo que puede garantizar la igualdad es el reparto equitativo, no
solo el crecimiento. La dinámica del capitalismo es lo contrario a la igualdad y
si el estado social no lo contrarresta no tiene límites, como está quedando en
evidencia. Pero ésta evidencia objetiva no es subjetivamente compartida por
todos.
El capitalismo extremo, los
"poderes salvajes" de las empresas transnacionales y los fondos
especulativos, campan a sus anchas ante unos Estados subordinados, y
debilitados en su soberanía. El proyecto neoliberal de Estado mínimo y débil,
fomenta la desigualdad, porque el mercado no busca la justicia ni la
solidaridad y por tanto la redistribución no es un objetivo que tenga en
cuenta.
A partir del
2016 el 1 % de la población mundial, que alcanza hoy en día 7,200 mil millones
de personas, tendrá una fortuna superior a los ingresos del 99 % de esa
población. Mire qué injusto es este mundo: si toda la riqueza de la
humanidad fuera dividida por igual entre los 7,200 millones de personas, cada
uno de nosotros tendría un patrimonio de 33.472.dólares usa. Todos tendrían lo
suficiente para vivir con dignidad y por tanto no habría hambre, criminalidad,
migraciones, mendigos, favelas, mortalidad infantil y quizás hasta ni guerras.
Viviríamos en un mundo de prosperidad y paz. Ese 1% controla los gobiernos, las comunicaciones, las iglesias y hasta
la enseñanza escolar, de tal modo que diseña el pensamiento del 99 % desde la
infancia.
En muchos
países, el crecimiento macroeconómico no se traduce en mejoras en el nivel de
vida de la población humilde, lo que crea malestar microsocial. Existe un dato
alarmante: una investigación realizada en América Latina por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reveló que el 45% de los
latinoamericanos decía preferir someterse a una dictadura que les garantizase
empleo y salario suficiente, a vivir en una democracia que no los sacara de la
miseria. Esto significa que muchos de los desafíos para la democracia vienen de
la pobreza y de la desigualdad. Tocamos ahí el núcleo fundacional del
pensamiento democrático moderno.
La miseria es
humillante. Causa revoluciones, estimula la criminalidad, provoca migraciones,
favorece el trabajo esclavo, disgrega a las familias y lleva a unas personas a
optar por la violencia para conseguir lo que no puede ser obtenido con el
trabajo, pues las condiciones para alcanzar buenos cargos en el mercado son
absurdamente desiguales.
La desigualdad y la
corrupción destruyen la democracia: La corrupción ha sido definida
como "servidumbre remunerada" que se extiende como mancha de
aceite; pues el sistema para garantizar el sometimiento de sus colaboradores
necesarios y tapar sus bocas, los implica con un lucro ilícito de forma
que si "tiran de la manta" se delatan a sí mismos.
Pero la corrupción no sólo se
comporta como un cáncer a nivel local, sino que genera necesariamente
corrupción en niveles superiores, hasta llegar al máximo en los paraísos
fiscales, respetados, tolerados y utilizados ampliamente por el sistema
imperante.
La desigualdad es producto
del empobrecimiento, reverso de la acumulación de la riqueza en pocas manos. El
sistema competitivo sin limitaciones, propicia la acumulación de riqueza y
poder, y por ello no basta el generar más riqueza para garantizar más
igualdad. La dinámica del capitalismo es discriminatoria y si el estado
social no lo contrarresta no tiene límites como está quedando en evidencia.
Pero ésta evidencia objetiva no es subjetivamente compartida por todos
El capitalismo extremo, los
"poderes salvajes" de las empresas transnacionales y los fondos
especulativos, campan a sus anchas ante unos Estados subordinados, y
debilitados en su soberanía. El proyecto neoliberal de Estado mínimo y débil,
fomenta la desigualdad, porque el mercado no busca la justicia ni la
solidaridad y por tanto la redistribución no es un objetivo que tenga en
cuenta.
El presidente de
Bolivia, Evo Morales, advirtió el lunes 30 de Noviembre de 2015, en la ciudad
francesa de París, donde se celebra la Cumbre de Cambio Climático, que si el
mundo continúa por el camino del capitalismo la vida en el planeta está
condenada a desaparecer.
Morales dijo que el mundo en la actualidad se encuentra en “el crepúsculo de su ciclo vital” a causa del sistema capitalista, que “ha desencadenado a gran velocidad una fuerza arrolladora y destructiva a nombre de la libertad de mercado, de libre competencia y los derechos humanos”. “Si continuamos en el camino trazado en el capitalismo estamos condenados a desaparecer”, dijo durante su intervención en ese acontecimiento que reúne a más de 150 líderes de países del mundo que procuran un acuerdo para evitar el ascenso de la temperatura por encima de los dos grados.
Morales dijo que el mundo en la actualidad se encuentra en “el crepúsculo de su ciclo vital” a causa del sistema capitalista, que “ha desencadenado a gran velocidad una fuerza arrolladora y destructiva a nombre de la libertad de mercado, de libre competencia y los derechos humanos”. “Si continuamos en el camino trazado en el capitalismo estamos condenados a desaparecer”, dijo durante su intervención en ese acontecimiento que reúne a más de 150 líderes de países del mundo que procuran un acuerdo para evitar el ascenso de la temperatura por encima de los dos grados.
3..-Cómo está la democracia:
3.1. El pueblo
catalán no quiere la independencia
En las últimas
elecciones autonómicas los partidos independentistas, consiguieron un voto
minoritario muy elevado, pero, a pesar de ser muy elevado, no fue la mayoría
del pueblo catalán.
Tenemos así una
situación en la que las opciones políticas hoy mayoritarias en el Parlamento
catalán no tienen el apoyo de la mayoría del electorado catalán para alcanzar
su principal promesa programática –la independencia de Catalunya-. Su constante
énfasis en que sí que tienen un mandato mayoritario no se apoya en lo que los
catalanes votaron en aquellas elecciones. En realidad, consiguieron una mayoría
parlamentaria como consecuencia de que la ley electoral catalana (que es
prácticamente idéntica a la española) es de las menos proporcionales que
existen en Europa. Tanto en España como en Catalunya, los gobiernos
constantemente aplican leyes aduciendo un mandato popular que no se corresponde
con los deseos de la mayoría de la población.
Uno de los
muchos indicadores del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tienen
sobre el Estado es precisamente el sesgo antidemocrático de las leyes
electorales, que discriminan claramente a favor de unos territorios y de unas
clases sociales a costa de otros territorios y otras clases sociales, Un
ejemplo de ello son las últimas elecciones en Catalunya. La mayoría de los no
independentistas reside en las grandes ciudades de Catalunya, y muy en especial
en los barrios obreros. Y ahí están las bases del diferencial entre voto y
escaños parlamentarios. El punto débil del independentismo es su limitado
atractivo entre las clases trabajadoras en Catalunya debido, en parte, a la
mayor identificación con España entre estos sectores de la población y también
al hecho de que el movimiento independentista está liderado por un gobierno
liberal que ha apoyado las medidas (como la reforma laboral y los recortes de
gasto público) que han perjudicado con mayor intensidad a las clases populares.
3.2. La falta
de democracia: la ley electoral
El sesgo de la ley electoral
española (y de la catalana) tenía y continúa teniendo el propósito de
discriminar a la clase trabajadora. Este sesgo antidemocrático no es casualidad, pues la condición
era el establecimiento de una ley electoral que discriminara a las zonas
urbanas a costa de favorecer a las zonas rurales, de claro cariz conservador.
El hecho de que incluso hoy se requieran casi 49.000 votos para conseguir
elegir a un parlamentario en Barcelona, y solo 21.000 votos en Lleida, se debe
a esta decisión política. Otro tanto ocurre en el resto de España. El voto de
uno de Soria vale mucho más que el voto de un madrileño.
En todas las
elecciones generales durante el período democrático desde 1977 a 2008, la suma
de votos a partidos de izquierdas en España había dado una cifra superior a los
partidos de derechas.
Muchas son las consecuencias de esta realidad, desde el enorme
subdesarrollo y la baja financiación del Estado del Bienestar español. Añádase
a esta situación de escasa calidad democrática, la escasísima diversidad
ideológica de los medios de información que sistemáticamente discriminan a las
izquierdas siendo el gran apoyo de los
mayores medios al nuevo partido de derechas Ciudadanos (la esperanza
de las derechas) frente a la gran hostilidad hacia el nuevo partido Podemos y
hacia IU, un indicador de ello.
3.3. El voto de
los emigrantes:
Y la escasa
proporcionalidad del sistema electoral se ha ido acentuando con añadidos y
modificaciones a la ley electoral que hacen más difícil el ejercicio del voto.
Un caso claro es la dificultad para votar a los ciudadanos españoles que viven
en el extranjero que suman 1.875.272 ciudadanos españoles que viven o están
fuera de España del total de 36,5 millones de personas que tienen derecho al
voto en España. Es un ejemplo más de clara manipulación mediática del gobierno
conservador-neoliberal de la Generalitat de Catalunya, que acusó al gobierno
central del partido conservador-neoliberal español de dificultar las votaciones
de los catalanes que vivían o estaban en el extranjero, cuando, en realidad,
ambos partidos –el español y el catalán- habían dificultado, con la nueva ley,
el ejercicio de tal derecho.
3.4. La democracia interna de los
partidos:
La gran mayoría
de reformas que se están proponiendo por parte de los partidos políticos se
basan en deseados cambios en la gestión de los partidos, lo cual es importante,
pero muy insuficiente. Que los partidos políticos españoles (incluyendo los
catalanes) son partidos con escasa vocación democrática, queda ilustrado en el
estudio Ranking 2015 sobre la calidad democrática de los partidos políticos
españoles, que muestra que solo dos partidos (ambos de izquierda), Podemos
y el Bloque Nacionalista Gallego, pueden ser considerados como partidos merecedores de ser considerados partidos con
democracia interna. Ni que decir tiene que incluso estos dos partidos tienen
todavía un largo recorrido para alcanzar los niveles de democracia que deberían
exigirse. Pero están claramente en la dirección de alcanzarlo. No así en el
resto de partidos.
4.- La
democracia del Estado
Ahora bien,
otro tema esencial para que el sistema electoral pudiera definirse como
democrático, sería conseguir que todo ciudadano tuviera la misma potestad de
configurar la gobernanza del país (es decir, conseguir la representatividad
proporcional). Esta es una reforma urgente y necesaria y que tendría un enorme
impacto en la vida política del país. Pero se requeriría otra reforma
igualmente necesaria y urgente, que es el establecimiento de formas de
democracia directa, como los referéndums, a todos los niveles del Estado, desde
el central, al autonómico y municipal. Y ahí estamos en pañales. Existe una
oposición antidemocrática por parte de las clases acomodadas, las que tienen
fuerza político-mediáticos –lo que se define como la casta- hacia el
ejercicio del derecho a decidir a todos los niveles. La oposición a
que el pueblo catalán pueda ejercer tal derecho -que la mayoría de la población
en Catalunya apoya- es un ejemplo de ello.
La derecha española, es decir, PP y
Ciudadanos, y la dirección del PSOE (de escasa vocación democrática), se oponen
a dicho ejercicio. El PP y el PSOE, los máximos beneficiarios del sistema
bipartidista, bases del Estado español, han sido los que se han opuesto más a
la democratización del Estado. Ambos partidos de baja calidad democrática, se
oponen al ejercicio de estas formas de democracia directa, que debilitarían su
protagonismo. Y Ciudadanos se opone también, aunque por motivos diferentes. Su
oposición al derecho a decidir es porque desea conseguir rentabilidad política
de su supuesta defensa de la “unidad de España”. A pesar de que el ejercicio de
tal derecho resolvería precisamente las tensiones artificiales creadas por los
dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, y también por CDC en Catalunya. Porque
tal deseo mostraría que la voluntad de la mayoría de los catalanes es
permanecer en España, desmontando así los argumentos independentistas. Son
precisamente estos partidos (PP, PSOE y Ciudadanos) –que Pablo Iglesias ha
definido correctamente como el búnquer- los que están incrementando el hastío y
frustración en Catalunya hacia el Estado central, aumentando el
independentismo.
Entiendo por Derecha
al conjunto de las fuerzas
sociales, económicas y políticas que se identifican con los objetivos del
capitalismo neoliberal y con lo que esto implica en términos de políticas
nacionales, de aumento de las desigualdades sociales, de destrucción del Estado
de bienestar, de control de los medios de comunicación y de estrechamiento de
la pluralidad del espectro político. (Bonaventura Souza Santos)
Esta breve
crítica del sistema llamado democrático aparece con plena evidencia en la nula
diversidad ideológica que existe en los mayores medios de información españoles,
(tanto públicos como privados) instrumentalizados por los poderes económicos y
financieros y por los gobiernos, y que no ofrecen la pluralidad, veracidad y
rigor que un sistema democrático exige. Tanto los medios televisivos como la
prensa en papel carecen de credibilidad en España, En el último programa de Salvados,
los dirigentes de los medios entrevistados atribuyeron el resultado de una
encuesta realizada en Europa (que mostraba que la ciudadanía española era la
que desconfiaba más de sus medios) a que los ciudadanos españoles tienen una
vocación más crítica que los ciudadanos de otros países. No aceptaron –a pesar
de la enorme evidencia de lo contrario- que el problema mayor era la abusiva
instrumentalización de los medios por el poder financiero (la banca) con el
cual están endeudados, y por los partidos gobernantes. Hoy, tales medios son un
enorme obstáculo para el pleno desarrollo democrático de España. En realidad,
el programa La Sexta Noche es un programa que –sin quererlo y sin ser
su intención- muestra claramente el bajo nivel de democracia existente en
España. Lo que se presenta como un debate, es una sarta de insultos,
mezquindades, gritos y un largo etcétera (procedentes en su mayoría de los
tertulianos de derechas) que muestra muy bien, por desgracia, la escasa calidad
democrática existente en España. Así de claro.
Con nuestro
voto esperamos conseguir un cambio de verdad: La esperanza está empapada de
esfuerzo positivo Se trata de
invitar a una esperanza activa, creadora. Que haga realidad, que anticipe aquello
que esperamos y por lo que queremos trabajar.
Esperar no es
aguardar a que suceda algo. Es vivir de tal manera que haces realidad eso que
deseas que suceda Las siglas de las
coaliciones no dan la medida del cambio, "Las
siglas deben ceder ante el criterio de la unidad. Malditas sean las
siglas que impiden la unidad, decía Anguita. No son dioses, ni altares, son
instrumentos y por encima de ellas hay objetivos superiores. Lo vamos a
aprender con dolor la noche del 20-D", es posible empezar otra guerra
definiendo bien al enemigo y adoptando "nuevas tácticas, estrategias,
lenguajes y conceptos de movilización social”.
La iniciativa Polétika, compuesta por más
de 500 ONGS y movimientos sociales, ha hecho pública su evaluación de los
programas electorales de todos los partidos de ámbito estatal que se presentan
a estas elecciones. Siguen así con su “herramienta de vigilancia” que comenzó
en el mes de Junio con el análisis
de las declaraciones públicas de los candidatos. En esta ocasión realizan
un resumen y unas valoraciones de las medidas programáticas de PP, PSOE,
IU-Unidad Popular, Podemos, Ciudadanos y UpyD en 10 temáticas diferentes:
cooperación al desarrollo, infancia, fiscalidad, educación, sanidad, protección
social, salarios, participación ciudadana, conflictos internacionales y cambio
climático. El partido de PODEMOS ha obtenido la mejor puntuación, un 6,1.
Finalmente, no cabe la indiferencia ni la superficialidad. Es
moralmente exigible en concien- cia mirar si el programa a votar contiene
propuestas contrarias a mis convicciones, si la catadura humana de los
candidatos es fiable. El error a la hora de votar es grave porque perjudica al
votante y al resto de la sociedad. No es fácil discernir en un sector con tanto
camuflaje. Por eso hay que agudizar la observación e identificar a los políticos
que debemos evitar.
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