EN LA MENTIRA
José María García-Mauriño
20 de Abril de 2017
A) La cultura de la
mentira
1. La mayor parte de la gente sabe que los políticos mienten, que no
dicen la verdad. Los dirigentes mienten. Rajoy miente en el Parlamento. Obama
mintió al mundo entero con el conflicto de Siria. Las estadísticas nos engañan.
Los partidos políticos mienten. Muchos de los periódicos dicen lo que les
parece, inventan noticias y ocultan la
realidad. La mayoría de los economistas no dicen la verdad, nos engañan con sus
cifras, sus porcentajes, sus posibles alternativas. Miente cada día la TV pública y la privada que es
parte del sistema. Mienten los banqueros. Toda la corrupción es una inmensa
mentira, Mintió y metió miedo a la población civil la Sanidad pública cuando
anunció una Gripe A que nunca existió. El hecho de engañar (o intentar engañar)
a los demás se ha generalizado de tal manera y hasta tales extremos que, sin
miedo a exagerar, se puede afirmar que la mentira es ya un componente de la
cultura que, entre todos y todas, estamos construyendo. Y además una cultura de
la mentira, el embuste y la patraña, en la que vivimos integrados de forma tan
connatural, que ya, no sólo no nos sorprende que se nos engañe, y que
engañemos, todo lo que cada cual pueda y le convenga, sino que la cosa ha
llegado a tal punto que, si uno ve que puede sacar provecho a base de mentiras
y, sin embargo, no miente, es mucha la gente
que considera, de quienes se portan de esa forma son unos pobres
diablos, unos inútiles que no saben vivir. La costumbre de ocultar la verdad por parte de
políticos y controladores de la economía de distintos niveles ha sido
responsable de la crisis en buena medida. Pero esa costumbre se ha extendido
también entre intelectuales y otros agentes de la vida pública, plegados a lo
políticamente correcto, sea de un signo o de otro. Entre la incompetencia y la
ocultación, saber qué pasa y anticipar con probabilidad qué puede pasar es
imposible para la gente de a pie.
2.
Así vivimos
en el inmenso mar de la mentira, como el pez que vive en su medio. Hasta el
extremo de que ya no podemos vivir sin engañar y sin ser engañados. A lo mejor
esto es lo que explica que, no obstante las burdas mentiras que nos endosan
cada día, seguimos votando a los que nos engañan. Hemos llegado hasta el límite
de lo inimaginable: han logrado que nos guste.
3. Por eso, en este momento,
estamos asistiendo a la esperpéntica y grandiosa ceremonia de la confusión, la
solemne liturgia de los embusteros. Y es que vivimos tiempos en los que mienten
los políticos, mienten los hombres de la economía, mienten las personas
encargadas de la cultura y de la religión, mienten los profesionales de la
información, casi todos los ricos y los pobres, los funcionarios y los que no
tienen otra función que echar embustes…. La lista es interminable, lo sabemos
de sobra. Y en esto nos metemos todos. El que tenga las manos limpias, que tire
la primera piedra. Es lo que podríamos llamar el "estado de
la mentira" y la mentira del Estado. Nadie se fía de nadie. Casi nadie se
confía en los políticos, ni de sus acuerdos o tratados, porque no tienen
voluntad política de cumplirlos. El mundo virtual, el de los Medios de
Comunicación Social (MCS), el de las apariencias, choca con el mundo de lo real
y provoca unas relaciones de desconfianza mutuas: no sabemos quien es de verdad
el que tenemos delante.
4. Nos preguntamos, ¿por qué
se da esta situación? ¿es que ya no hay ética? ¿es que se está destruyendo la
convivencia humana y nadie puede confiar en nadie? Se trata, creo yo, de la cultura, de la
moral, de las costumbres que impone una sociedad empapada en la mentalidad
capitalista. El capitalismo no puede vivir sin mentiras. Siempre tiene algo,
mucho, que ocultar. Este sistema ha invadido de tal manera a la conciencia de
las personas que sin darse cuenta tienen una mente y un corazón que respira
capitalismo por todos sus poros. Y mienten descaradamente aun sin saberlo.
Porque la economía capitalista (en su variante más fuerte, el capital
financiero) ha cobrado tal fuerza y se ha organizado de tal manera, que
solamente puede funcionar a base de grandes mentiras. Por eso quienes invierten
en bolsa deben saber que ese negocio rinde importantes beneficios solamente
cuando se dan dos condiciones: primero, invertir grandes cantidades; segundo,
no tener prisa. Esto es negocio sólo para gente lista que maneja mucho dinero;
y que lo maneja sin urgencias. Porque hay que esperar la ocasión propicia en
que los mercados te permiten engañar a alguien. Y entonces, sí. Entonces, los
“entendidos” dan el zarpazo y se forran.
5. La mentira consiste en deformar la realidad. Antiguamente, los
embusteros eran los tontos. Ahora, por el contrario, dicen que hay una
proporción directa entre mentira y talento. Los que más roban y dicen que lo
hacen legalmente, son los listos, gente de talento que saben escabullirse de
los delitos económicos. No es delito mentir, sí es delito robar. Lo que ha
ocurrido (y sigue ocurriendo) es que a quienes dicen la verdad siempre, y
siempre se niegan a ser cómplices de trampas y embustes, se les ha ido
marginando, como a gente peligrosa, problemática y conflictiva. No se cree que
puedan existir esa clase de personas. El resultado ha sido que los embusteros
son los que están triunfando. Y es así. En la política, en la banca, en la
bolsa, en la empresa, en la
Iglesia , en las familias…, en todas partes. Y si, de pronto,
aparece un hombre o una mujer sinceros, se les tacha de inocentones que no
saben manejarse en la vida. O si la cosa no llega a tanto, al hombre o mujer
honrados a carta cabal se le pone como un guiñapo por “ingenuos”. Y se hace
todo lo posible por quitarle la credibilidad que tenga. No soportamos a los
hombres y mujeres transparentes, con una honradez a toda prueba y de los que no
cabe esperar mentira alguna. Son esos
pocos seres humanos que piensan, dicen lo que piensan y actúan como piensan y
hablan. Es la coherencia viva de la Verdad.
Pensar , decir y actuar en
la misma línea. A la larga, nadie puede vivir en la mentira,
en el engaño. La verdad constituye una categoría fundamental de la existencia
humana, es un derecho humano insoslayable, lo mismo que puede ser la libertad,
o la justicia, la vida o el amor; no es un lujo, es una necesidad: el ser
humano necesita la verdad para existir.
B) La Verdad
6. La verdad es una categoría humana
imprescindible. Para llegar al conocimiento de la realidad, la verdad no hay
que poseerla, hay que descubrirla. Nadie, ninguna persona, ninguna institución,
puede estar en posesión de la verdad. Cuando esa
verdad se cree tener en exclusividad y no es buscada con humildad, reina un
pluralismo salvaje y un viciado consenso político y social, cortado a la medida
de los que tienen el poder en sus múltiples formas. Quiénes mandan, entonces,
son los intereses dominantes y el egoísmo de grupos o individuos que buscan
preferentemente su enriquecimiento personal y familiar.Se
trata por tanto, del intento de desvelar la realidad. Des-velar, porque la
naturaleza de las cosas están ocultas, tapadas con un velo ('veladas') que no
dejan ver con claridad. Todo hombre o mujer, desde niños, desean destapar las
cosas "para ver lo que hay dentro". Es un deseo natural del ser
humano el deseo de conocer la realidad, la verdad. Decía Machado: "¿Tu verdad?
No, la Verdad
/ y ven conmigo a buscarla /La tuya, guárdatela". (Machado, Proverbios y cantares, LXXXV).
7. Si el pensamiento y la
realidad, superpuestos, coinciden entonces hay verdad, decían los filósofos de
la escolástica; si no coinciden, si no se conforma el pensamiento con la
realidad, no hay verdad. Es el ser humano, somos cada uno de nosotros, los que
tenemos que hacer el esfuerzo de descubrir, lo que está cubierto,
des-cubrirla (alézeia, en griego: a-privativa de lantano= cubrir) o (des-velar
= quitar el velo que cubre una cosa) hay que descubrir la realidad para que se
dé esta conformidad. Cuando se conoce la cosa, el objeto, la realidad, tal y
como es, nuestro conocimiento es verdadero. Cada cual tiene el deber de
descubrir su verdad, porque no nos la dan descubierta: todo hombre y mujer
tiene que molestarse en tomarse en serio el problema del conocimiento de la
verdad, de la parte de verdad que él o ella han descubierto. Y no imponerla a
los demás, sino respetar la parte de verdad que hayan descubierto los demás.
También
se puede alcanzar la verdad desde la intuición emocional, con todos los riesgos
de equivocarse, igual que la clave racional. “El corazón tiene razones que la
razón no entiende”. decía Pascal.
8. Y todavía, una última
cuestión. Es preciso fomentar todo lo que se pueda el pensamiento crítico. La
resignación pasiva ante esta crisis de valores no es ética y adormece el
espíritu como una droga. Frente a la frivolidad política, la indignación ética.(Bis)
Y la denuncia incansable de toda clase de mentiras y engaños. Hay que hacer el
esfuerzo de crear opiniones basadas en datos concretos, en hechos objetivos, es
decir, hacer el esfuerzo de elaborar constantemente el análisis de la realidad.
Saber leer y entender la realidad. El sincero con la verdad es el que se acerca
más a la realidad.
9. Tres cosas más:
a) La economía es la mayor mentira de todas
Esta economía está ligada a la evolución del capitalismo,
que se ha convertido de un capitalismo productivo a un capitalismo
especulativo, de casino, financiero. La política que está siguiendo favorece a
las clases dominantes y los grandes países frente a las clases populares y los
trabajadores. Además, la aplicación de estas políticas está produciendo hambre,
miseria y está aumentando la mortalidad allá donde se aplican. De hecho, hay
toda una corriente crítica de economistas que denuncian estas políticas
oficiales sólo benefician a las minorías.
b) Por qué los políticos
engañan:
Nicolás
Maquiavelo en El Príncipe (XVIII, 466), dejó escrito: “Los hombres son tan
ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar.
Esto es lo que pasaba a finales del s. XV. Siempre había alguien que se dejaba engañar. Ahora, que tanto
sabemos y tanto hemos progresado, el gobernante que engaña, no se encuentra ya
a alguien que se deja engañar, de alguna
forma nos engaña a todos y todas.
Donald
Trump, consiguió ir a la Casa Blanca por la mentira. Es considerado por alguna
revista como “el mentiroso del año”. Es capaz de decir una mentira cada 3
minutos. La
campaña de Trump fue la campaña de la mentira. Pero, le está durando poco ese
estado de la mentira. El
58% de los de estadounidenses desaprueba su gestión,. Es el presidente peor
valorado de la historia de los EEUU (Equipo de investigación de la 6 de TVE,
viernes 7 de abril de 2017)
c) La civilización
occidental actual está basada sobre la mentira
Se proclaman los
ideales de la Ilustración :
la democracia, el progreso, la igualdad, la libertad... y, sin embargo, se
están traicionando y aplastando estos ideales. Los indignados dicen: "Lo
llaman democracia y no lo es". Tienen razón. Entre las declaraciones
teóricas y la realidad hay un abismo de diferencia. La OTAN no es órgano que sirva a
los intereses de la justicia sino a los intereses de las clases dominantes. La ONU hace aguas por muchas
partes. Tienen un Consejo de Seguridad no democrático constituido por los
grandes países que ostentan las armas de destrucción masiva y las decisiones de
la Asamblea General
no son atendidas como se ve en el caso de Israel y EEUU.
C) Testimonio de algunos
filósofos
Unamuno: 1864-1936:
¿Qué es la verdad? verdad es lo que se cree de todo corazón y con toda
el alma. ¿Y qué es creer algo de todo corazón y con toda el alma? Obrar
conforme a ello. (...) Si solo se dijese la verdad, no se podría vivir. ¿Quien
ha dicho esta blasfemia? Quien se proponga ser verídico siempre se estrellará.
¿Qué es vivir? ¿Qué es estrellarse? En todos los órdenes, la muerte es la
mentira, y la verdad, la vida.
Para obtener la verdad, lo primero es creer en ella, con todo el
corazón y con toda el alma; es decir, lo que se cree ser verdad siempre y en
todo caso, pero muy en especial cuando más inoportuno parezca decirlo (...) Y
es lo mejor que puede hacerse en un mundo de mentira: morirse de ver la Verdad.
(Soledad; Espasa Calpe, Col.Austral, 570; Madrid, 1974, pags.149-165).
Ortega y Gasset: 1883-1955:
La verdad, lo real, el universo, la vida -como queráis llamarlo- se
quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las
cuales da a un individuo; si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, si ha
resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo
que ve, será un aspecto real del mundo.
Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi
pupila no está otra; lo que de realidad ve mi pupila no lo ve la otra. Somos
insustituíbles, somos necesarios. "Sólo entre todos los hombres llega a
ser vivido lo humano -dice Goethe (...) La realidad, pues, se ofrece en
perspectivas individuales; lo que para uno está en último plano, se halla para
otro en primer término; el paisaje ordena sus tamaños y sus distancias de
acuerdo con nuestra retina, y nuestro corazón reparte los acentos. La
perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la
valoración. (El Espectador, "Verdad y perspectiva"; Salvat, Madrid
1969, pag.21).
Heidegger: 1889-1976:
Al vivir he sido lanzado a la circunstancia, al enjambre caótico u
punzante de las cosas: en ellas me pierdo, pero me pierdo no porque sean muchas
y difíciles e ingratas, sino porque ellas me sacan de mí, me hacen otro, me
alteran (alter, me hacen ser otro), y me confunden y me pierdo de vista a mí
mismo. Ya no sé qué es lo que de verdad quiero o no quiero, siento o no siento,
creo o no creo. Me pierdo en las cosas, porque me pierdo a mí mismo. La
solución, la salvación, es encontrarse, volver a coincidir consigo mismo, estar
bien en claro sobre cuál es mi sincera
actitud ante cada cosa. (Ser y tiempo; Fondo de Cultura económica, p. 82).
Sinceridad: Del latín sinceritas, sinceridad es el modo de expresarse sin mentiras ni fingimientos. El
término está asociado a la veracidad y la sencillez. Es la persona que habla y
procede mostrando lo que piensa y siente.
D) La pos-verdad:
La “posverdad” las cosas no se deciden o
rebaten con argumentos o razones, sino
con sentimientos. La posverdad es como una “mentira emotiva” (remedo de las
“mentiras piadosas”). Puede ser una mentira asumida como verdad o incluso una
mentira asumida como mentira, pero reforzada como creencia o como hecho
consentido y compartido en una sociedad. Se resume como la idea de que “algo
que parezca ser verdad es más importante que la propia verdad”. Para mentir no
es necesario caer en el bulo. Se puede mentir diciendo solo medias verdades. Se
destaca una pequeña parte de la verdad, se la ilumina, se la descontextualiza,
se la carga de notas sentimentales… y ya tenemos esa pequeña parte de la verdad
convertida en una descomunal mentira. Es el “photoshop” del engaño. Ya no
estamos en la modernidad ni en la postmodernidad, sino en la época de la
“posverdad”.
Sí,
nuestra sociedad es líquida y los mensajes se construyen y se lanzan renunciando
desde el principio en que respondan a verdad. Eso de posverdad es un eufemismo de mentira. Significa que ya la verdad no es criterio en la
información. No hay que perseguir la verdad sino la utilidad de la información
para los propios fines.
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