jueves, 8 de marzo de 2018

MUJERES




"Muchas mujeres desplazadas por Boko Haram (NIGERIA) y el ejército son violadas en los campos donde se refugian"

Eldiario.es  06 02 18


Fátima Shehu guarda silencio y cierra los ojos unos segundos. Busca esa palabra que le permita describir con precisión el rompecabezas en que se ha convertido el conflicto que azota el lugar que la vio nacer. El lugar donde vive y ejerce su activismo: Borno, al noreste de Nigeria. "La insurgencia [de Boko Haram] lo ha impregnado todo. Es la primera vez que nos golpean estos niveles de destrucción", resume.
Shehu abre los ojos y después, habla. Lo hace, dice, por todas y cada una de las mujeres de su región. Las que la empujaron a convertirse en abogada en su juventud, cuando se removía cada vez que presenciaba un caso de violencia machista. Las mismas que hoy, insiste, son "las más golpeadas" por la guerra que desde 2009 ha forzado la huida de más de dos millones de personas.
Con ellas trabaja en los campos de desplazados de la capital, Maiduguri. Se empeña en que conozcan sus derechos, les explica lo importante que es "romper el silencio" sobre los abusos que sufren para que se haga justicia. "Las mujeres están siendo utilizadas reiteradamente como armas en Nigeria, tanto por los militares como por los grupos insurgentes", denuncia la letrada.
Shehu, directora de una red que agrupa a más de 100 organizaciones sociales en Borno, ha estado en Madrid y Barcelona esta semana para participar en varios encuentros organizados por Oxfam Intermón.
"En los campos hay denuncias diarias de violencia"
Según estudios de la ONG, seis de cada diez mujeres dicen haber experimentado una o más formas de violencia de género en la región. Los abusos contra las mujeres y las niñas, desde matrimonios forzados hasta las agresiones sexuales, se han disparado, también entre la propia población desplazada.
"Muchas mujeres son violadas en los campos donde se refugian. Recibimos denuncias diarias de violencia, también por parte de los grupos de defensa civiles –residentes organizados para defender sus comunidades–. Han ido ganando relevancia y se aprovechan de su posición para violar a muchas mujeres y niñas", relata Shehu.

Un grupo de mujeres recogiendo agua de un punto de distribución construido por Oxfam Intermón en la comunidad de Tataverom donde miles de personas buscaron refugio. Pablo Tosco/Oxfam Intermón  

La abogada recuerda el caso de Amina (nombre ficticio). La joven, según la activista, fue violada por un agente de policía en uno de los campos en los que trabajaba en 2016. "No se lo contó a nadie hasta que descubrió que estaba embarazada. Todos sabían que no estaba casada, así que no tuvo otra opción. No pudimos hacer nada para que se hiciera justicia porque nos enteramos tarde. Y sin pruebas, que en estos casos son cruciales, no podemos ir a los tribunales", relata.
Por esta razón, reitera, se vuelve fundamental que las mujeres sepan de antemano cuáles son sus derechos. "Todas las partes quieren explotarlas sexualmente, pero lo más importante es que estas mujeres sean capaces de romper el silencio. Es la única manera que tenemos de frenar las atrocidades que cometen contra ellas", insiste.
Según Shehu, es muy común que, al igual que Amina, las mujeres tarden meses en denunciar que han sido víctimas de una violación. "Se debe a una cultura de aceptación de esta violencia como algo normal. Además, las mujeres no hablan por miedo al estigma. Y por otro lado, nuestro sistema de justicia es lento. Sienten que es mejor permanecer calladas a que todo el mundo sepa su historia", explica la defensora.
Se calcula que en la región del Lago Chad más de 11 millones de personas requieren ayuda humanitaria y más de 7 millones están, según Oxfam, en riesgo de hambruna. De nuevo, la situación impacta de una forma especial sobre las mujeres. "A menudo llegan a los campos tras estar capturadas y no tienen nada. ¿Qué hacen? Hemos escuchado historias de mujeres que se ven empujadas a tener relaciones sexuales para poder comprar comida, para poder sobrevivir", señala Shehu.
"No solo han secuestrado a las niñas de Chibok"
En los últimos meses también se ha incrementado el uso de mujeres y niñas en ataques suicidas por parte de Boko Haram. Un total de 4.000 han sido secuestradas. En 2014, tras años de violencia, Nigeria recibió la atención del mundo cuando un grupo de niñas fueron raptadas en la comunidad de Chibok.
Para Shehu, es necesario ampliar el foco. "No solo son las chicas de Chibok. En este momento en el que estamos hablando hay niñas que están siendo raptadas. A diario se denuncian desapariciones. Niñas que van a por leña y no vuelven jamás. Muchos desplazados dicen que no saben dónde están sus hijas, sus esposas, que se las llevaron", apunta.

Haoua Ousmane, (por cuestiones de seguridad se ha cambiado su nombre, el real es Fatima Soumaine Abakar), 40 años, tiene 8 hijos, huyó de la isla Kaiga en el Lago Chad cuando Boko Haram invadió su pueblo. Buscó refugio en un asentamiento en el medio de desierto llamado Yarom. Pablo Tosco/Oxfam Intermón    
La también presidenta de la Federación Internacional de Mujeres Juristas ha denunciado ante la ONU todas las aristas de la violencia que azota su país. Allí pidió que las organizaciones locales nigerianas contaran con la misma protección que las organizaciones internacionales y los empleados de Naciones Unidas. "Yo no he recibido amenazas directas, pero los riesgos existen. He visto como muchas mujeres que eran líderes de comunidades han sido eliminadas. Es muy arriesgado, pero lo asumimos por el hecho de estar cerca de la gente".
Shehu cierra los ojos. Quizás piensa en alguna de las mujeres a las que ha conocido en sus 13 años de activismo. Habla del trauma que sufren, del miedo, del rechazo cuando regresan a las comunidades.
¿Y cómo logran ser supervivientes? "Admiro a las mujeres de mi comunidad. A pesar de todo, son capaces de levantarse con dignidad y seguir adelante. Pero tenemos que asegurarnos de que las niñas vayan a la escuela y dar oportunidades a las mujeres para que puedan ganarse la vida. Una mujer empoderada ya no es vulnerable, apoya a otras, se convierte en un modelo. Y rompe con el círculo de violencia", sentencia.
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Mujeres iraníes & Velo
La segunda ola de la lucha de la mujer iraní contra el velo


www.publico.es 10 02 18

‘Dojtaran-e jiyaban-e Engelab’, Las Chicas de la calle de Revolución es el nombre dado a un incipiente amplio movimiento individual de las mujeres iraníes contra la obligatoriedad del velo, iniciado hace un mes, en dicha calle céntrica de Teherán.

Es la primera vez, desde las grandes protestas de los primeros años de la República Islámica (RI) en la década de los ochenta, que la nueva generación de mujeres iraníes, nacida en la teocracia islámica, protesta de forma organizada (vía redes sociales) contra el velo obligatorio, a pesar de severos castigos previstos. Y también es la primera vez que las autoridades rompen el tabú de hablar públicamente de su fracaso en conseguir que las iraníes se sientan encantadas de tapar su cabeza para evitar que los “rayos que se emanan de sus cabellos, provoquen a los hombres”, generando caos social.
Desde instalación hace 39 años, la RI ha recurrido a amenazas, castigos y premiso de toda clase, manipulación religiosa, y gastar millones de euros en la propaganda sobre las bondades del velo a través de una quincena de organismos, y lo único que ha conseguido es poner de manifiesto una mentalidad masculina empapada de obsesiones sexuales oprimidas, y el miedo a la liberación de la mujer.
Hoy, si no fuera por el velo, la RI no tendría ninguna diferencia esencial con la monarquía burguesa y absolutista del Sha. Y esto es justamente uno de los motivos por el que se niega a ceder a la exigencia popular de libre elección de vestimenta. La RI ha enlazado su existencia con el velo. Teme que la mujer se escape de su control, y desmonte el modelo de mujer esclava sexual del esposo y madre de sus hijos, que ha desarrollado, y haga desintegrar la familia, la principal pieza que sostiene la economía de mercado y normaliza las relaciones de dominio.
Irán, el país que prohibió el velo
La prenda islámica que cubre la cabeza de las féminas se había vuelto en una reliquia en el Irán de antes del 1978. Desde finales del siglo XIX, las mujeres y los hombres progresistas iraníes exigían la supresión del velo, como el símbolo del dominio del poderoso clérigo oscurantista, enemigo de la modernidad. Bajo la presión de este movimiento, el rey Reza Pahlavi (1924-1944), un anti clérigo férreo, prohibió en 1935 el velo en el espacio público, a la vez que facilitaba la entrada de una parte de mujeres al mercado de trabajo, las universidades y la política. Con su hijo, El Sha (1944-1978), la prohibición se levantó, aunque la propia dinámica de una sociedad ansiosa de avanzar, arrinconó el pañuelo.
Su dictadura, mientras detenía, torturaba y ejecutaba a las mujeres activistas, sobre todo a las marxistas, empezó a realizar bajo el nombre de la Revolución Blanca, una serie de reformas, como otorgarles el derecho al voto en 1964 (aunque fue en 1946, bajo el gobierno comunista de Azerbaiyán, que las mujeres pudieron votar por primera vez), limitar la poliginia, proteger a los derechos de las madres, elevar la edad nupcial a 16 años, y entregar becas para sus estudios. En 1964 Irán tiene su primera mujer ministra, Farrojru Parsa (ejecutada en 1979 por al RI) y en 1976 un ministerio para Asuntos de Mujer, y una segunda y última ministra que ha tenido Irán desde entonces.
La revolución antiimperialista y democrática de Irán, sucedida en la frontera de la URSS, había sido abortada por una alianza entre los G4 y la extremaderecha anticomunista chiita. El mismo año de 1978, en otros dos países con frontera con la URSS, Afganistán y Polonia, los fundamentalistas religiosos asaltaban a sus gobiernos socialistas, gracias a la CIA y MI6.
Una vez en el poder, la primera medida legal de los ayatolás es anular la Ley de Familia para destruir los logros de un siglo de lucha feminista: la nueva ley “islámica” considera a la mujer una disminuida psíquica por naturaleza y de por vida, necesitada de tener un tutor, además, varón, para realizar infinitas gestiones; bajan la edad nupcial para las mujeres de 16 como a 9 años, legalizan la pedofilia; otorgan al hombre el derecho de tener 4 esposas e infinitas concubinas y arrebatan a las madres la tutoría y la custodia de sus hijos en caso de divorcio, convirtiéndolas en simples “incubadoras” o madres de alquiler.
Luego, ilegalizan las organizaciones feministas, la libertad de elegir la vestimenta (incluso su color, permitiendo solo el negro, marrón, gris y azul marino), el maquillaje, el uso de perfume, zapatos con tacones, zapatillas deportivas (para no poder echarse a correr ante una persecución policial), estar en el mismo espacio de trabajo con los hombres; entrar sin el velo en los hospitales, escuelas, administraciones públicas, cafeterías, hoteles, etc., privándoles de los mínimos derechos de la ciudadanía. Hasta en la Constitución, incluyen el artículo 115, afirmando que el presidente no puede ser mujer.
Las iraníes sin conseguir un reparto justo de las riquezas del país, o libertades políticas (pues, están prohibidos partidos y sindicatos no islámicos), perdieron hasta las libertades personales, al igual que todas las manifestaciones de alegría y felicidad: cada semana anuncian la detención de cientos de personas en fiestas de cumpleaños, una cena, una celebración de la historia preislámica del Irán. El poder sin control corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente y conduce a la actual situación, con una profunda crisis política, social económica y de legitimidad.
El velo ha sido una cortina de humo para ocultar su incapacidad de resolver los problemas heredados de la era del Sha con recetas del medievo. Decenas de miles de mujeres fueron detienen y torturadas, y cientos de ellas condenadas a muerte, entre ellas Maryam Firuz (1913-2008), líder comunista y dirigente de la Organización Democrática de la Mujer Iraní.
Y el velo significa…. 
Sobre la marcha las iraníes descubrimos que el velo no es más que un símbolo del estatus subgénero de la mujer, cuya principal misión es anunciar la entrada de las niñas de 7-8 años en el mercado de matrimonio. A partir de esta edad, se les prohíbe cantar, bailar, soltar una carcajada, jugar con los chicos, hacer deporte y entrar en los espacios de ocio, pisoteando los derechos de la infancia de las niñas. Sin duda, uno de los principales motivos del subdesarrollo de los países ‘musulmanes’ es privar la sociedad del talento, de las capacidades y de la felicidad de la mitad de su población.
La religión debe estar separada del poder. El totalitarismo islámico en Irán ya empieza a mostrar signos de agotamiento.
Cuando una sociedad pierde el miedo, sus gobernantes deben empezar a sentir pánico.

Fuente:http://blogs.publico.es/puntoyseguido/4659/la-segunda-ola-de-la-lucha-de-la-mujer-irani-contra-el-velo/ 


La acción de protesta, por la que han sido arrestadas al menos 29 mujeres, consiste en subir a un poste y agitar los velos arrancados atados a un palo. Han sido castigadas a pagar una multa equivalente a 10.000 euros, y una pena de cárcel hasta dos meses. Se trata de la continuación de las campañas del año pasado de ‘Libertades silenciosas’ y ‘Los miércoles blancos’ en las que las mujeres se quitaban el velo o se ponían uno blanco.
Los mecanismos de someter 
El ataque de los hombres con barba llamados ‘Hezbolá’ (Partido de Dios), y armados con ácido, cadenas de hierro, puños americanos, y dagas a las mujeres sin velo empezó a partir del cuarto mes después del inicio de las manifestaciones contra el Sha en 1978. Fueron ellos, los primos de los ‘Cabeza rapadas’ europeos, quienes sustituyeron las consignas iniciales de “Libertad, Justicia social e independencia” por las de “Dios es grande” o “Ya heyab, ya tizab” (o el velo o el ácido) y otras de carácter religioso.
El castigo a las infractoras del velo obligatorio también ha sido de corte medieval: desde introducir la cabeza en cubos de cucarachas y pegar el velo a sus frentes con chinchetas, hasta golpearles con decenas de latigazos y prisión. Durante el mandato de Ahmadineyad, la policía informaba con orgullo detener cada día y solo en Teherán a un promedio de 150 mujeres por el ‘mal velo’ y abrir expediente para otras 1500. Decenas de mujeres se han quitado la vida por la humillación pública a la que fueron sometidas, y otras como la doctora Zahra Bani Yaghub “fueron suicidadas” la misma noche de su detención en septiembre del 1998.
Definitivamente, Jomeini que se había disfrazado de Mahoma, el profeta de los árabes del siglo VII, y había confundido de tiempo y del lugar. Dividió la sociedad entre hombres y mujeres o fieles y apóstatas, que no entre ricos y pobres, mientras resucitaba las leyes semitas de lapidación y talión, y latigazo en mano se puso a castigar millones de iraníes desobedientes, aturdidos que pronto se desengañaron: él no representaba la teología islámica de liberación.


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“En las carreteras italianas hay cien mil prostitutas, 70-80 mil son africanas, las otras provienen de Europa del Este, América Latina y China. Todas son víctimas de un sistema que esclaviza a las mujeres, son violadas física y psicológicamente”. Sor Eugenia Bonetti, misionera de la consolata.
“La mayoría de las víctimas provienen de África y, en particular, de Nigeria -continúa-. Casi todas son menores de edad y analfabetas. Creen que en Europa encontraran un lugar de redención para su pobreza. Por esta razón cruzan el desierto y el Mediterráneo, entre sufrimientos y dificultades inauditas. Pero esto no crea compasión en los traficantes que, apenas llegan, las obligan a venderse”. En los últimos años, antes de llegar, también son violadas y embarazadas. “Los protectores, – explica la Hermana Eugenia -, saben que las migrantes embarazadas gozan de caminos más fáciles para obtener permisos de residencia. También saben que muchos clientes de prostitutas piden chicas embarazadas. Esto muestra la aberración del tráfico, la violencia de los traficantes y la mezquindad de los clientes”.
No se trata solo de violencia física sino también psicológica. Las nigerianas son obligadas a someterse a rituales vudú que las unen a los protectores. “Las chicas – observa la Hermana Eugenia – no tienen instrumentos culturales para resistir a estos rituales. Realmente creen lo que se les dice. Además, sufren palizas diarias y amenazas de violencia contra sus familias de origen. Por estas razones, tienen miedo de liberarse de los protectores”.
La prostitución en Italia tiene una facturación estimada en 32 mil millones de euros. Un capital que resulta atractivo para las mafias italianas que colaboran con los nigerianos. Para contrarrestar este fenómeno, las congregaciones religiosas, Cáritas y las asociaciones laicas han organizado una red de trabajo para ayudar a las víctimas de la trata. “Desde los años noventa – concluye la Hermana Eugenia -, muchas comunidades religiosas han comenzado a acoger a las chicas nigerianas que huyen de los traficantes.
Las hemos ayudado desde el punto de vista médico y psicológico. Las hemos ayudado a estudiar e integrarse en nuestra sociedad. También las hemos ayudado a regresar a casa en los últimos años. Para ellas, organizamos proyectos ad hoc y las recibimos en dos casas, una en la ciudad de Benin y otra en Lagos.
Trabajamos en estrecha colaboración con las hermanas locales en un trabajo que está dando excelentes resultados. Aquí en Italia necesitamos un mayor compromiso en las comunidades cristianas para sensibilizar a las personas sobre el tema de la trata. Esperamos que esta jornada sirva para abrir una reflexión sobre la explotación”.
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LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y EL CLIMA QUE LA SUSTENTA   (Cristianos de base)


 La violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos, perpetuada durante siglos y manifestada de diferentes formas, dependiendo del contexto. Se produce en todos los ámbitos de la vida y a cualquier edad.
Las violencias machistas han sido sistemáticamente invisibilizadas, silenciadas y en buena medida, asumidas por la sociedad, hasta el punto de convivir y tolerarlas y hasta justificarlas. En España llevamos contabilizadas casi 1000 mujeres asesinadas en 14 años, 40.000 denuncias por violencia de género al año. En el 2017 han sido asesinadas cincuenta y cinco mujeres y cinco  hijas e hijos de éstas, dentro de su entorno familiar. A ello hay que añadir los casos de violaciones forzadas recurrentes. Se sabe que, aún sin tener en cuenta las que se producen dentro del entorno doméstico, que no suelen denunciarse, más de un millar de mujeres al año son violadas en España, lo que significa que una mujer es violada cada ocho horas.

Estos datos son un claro exponente de una tolerancia social generalizada ante este tipo de violencias ejercidas contra las mujeres, en un contexto de deficiencias e inacciones por parte de las instituciones que, debiendo garantizar los derechos de todas las ciudadanas, responden con pasividad, sin políticas adecuadas, sin los medios necesarios, y sin el mínimo síntoma de que el tema les preocupe seriamente.
No se puede decir que la sociedad desconozca estas agresiones, sino que está instalada en la cultura dominante como algo “que pasa”, que la sociedad tolera, y cuando menos, simula que no se entera de lo que ocurre a su alrededor. Solo una minoría es consciente de ello y está horrorizada: es la que se manifestó en Madrid y en otras ciudades el pasado 25 de noviembre al grito de ¡nos queremos enteras!

España, históricamente ha generado una fuerza simbólica, religiosa, cultural y política muy fuerte que ha ido penetrando en la sociedad. La idea que la jerarquía de la I.C. tiene sobre las mujeres, es que somos seres inferiores y que nuestra naturaleza y destino es el de la maternidad. Las diferencias biológicas son invocadas para validar el destino de las mujeres y reducirlo al ámbito doméstico. Nuestra corporeidad, nuestros deseos, nuestra autonomía, nuestras decisiones son ignoradas por la jerarquía católica, misógina y patriarcal. Para ellos somos mujeres para parir, criar y cuidar de la prole, madres abnegadas, esposas complacientes y sumisas, hijas y hermanas obedientes y todo ello como Dios manda.  A título de ejemplo, unas cuantas frases en boca de algunos prelados:

Arzobispo de Granada: “cásate y sé sumisa”, o “matar a un niño indefenso (así habla del aborto) da a los hombres licencia para abusar del cuerpo de la mujer”
Monseñor Rouco Varela: la verdadera familia se basa en un varón y una mujer, amándose hasta la muerte”.
 Arzobispo de Tarragona Monseñor Jaime Pujol: “a quien tienes que cuidar más es a tu marido: Él es el niño más pequeño de la casa”                         
 Cura Párroco de una iglesia en Tarragona: “a las mujeres les corresponde estar en      casa y ser sumisas con los hombres…, como MARÍA” 

La jerarquía de la I.C es el sustento del sistema patriarcal y heterónomo, responsable de generar culpas y miedos, negando derechos y libertades. Por ello, los cristianos de base sentimos la urgencia de levantar la voz y hacer una denuncia pública, radical y clara  de esta lacra social que la Iglesia institucional silencia, tolera e incluso practica en sus propios ámbitos intraeclesiales, repitiendo consignas moralistas heredadas del pasado, dirigidas muy fundamentalmente al ámbito doméstico, para fomentar en las mujeres la docilidad y la sumisión, en aras de una mejor convivencia, y a beneficio de la unidad familiar, siempre sagrada y al precio que sea.
Los jerarcas de la Iglesia Católica, y el clero en general, salvo una minoría, continúan practicando una política de exclusión de las mujeres, considerándolas subalternas en todos los ámbitos, incluidos los propiamente eclesiales.

Y cuando hablan, lo hacen con demasiada frecuencia enarbolando discursos tan reaccionarios como el que subyace tras eso que los obispos llaman “ideología de género”, que no es otra cosa que un arma para desautorizar y deslegitimar las diferencias afectivo-sexuales de las personas LGTBI y de despreciar así sus derechos y los de las mujeres, favoreciendo la discriminación y el clima de violencia de género existente, que unas y otras siguen padeciendo.

Como Comisión de Laicidad de CCBM, ante esta situación solo podemos decir alto y claro: ¡¡BASTA YA!! Basta de ser cómplices del silencio frente a las violencias machistas, cuales quiera que sean. Tomemos conciencia de las desigualdades y discriminaciones existentes y exijamos políticas públicas, recursos y profesionales cualificados para la erradicación de las violencias machistas y de las agresiones contra las mujeres. Basta de discriminaciones en el orden laboral, educativo y civil. Basta ya de exclusiones en el ámbito del sacerdocio, del gobierno de la Iglesia, y los ministerios eclesiales. Basta ya de violencia contra las mujeres, se exprese como se exprese y donde se exprese. Este es nuestro grito.

                                             Comisión de Laicidad de CCBM, Madrid,  Enero 2018


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