"Muchas mujeres desplazadas por Boko Haram (NIGERIA)
y el ejército son violadas en los campos donde se refugian"
Eldiario.es 06 02 18
Fátima Shehu guarda silencio y cierra los ojos unos segundos.
Busca esa palabra que le permita describir con precisión el rompecabezas en que
se ha convertido el conflicto que azota el lugar que la vio nacer. El lugar
donde vive y ejerce su activismo: Borno, al noreste de Nigeria. "La
insurgencia [de Boko Haram] lo ha impregnado todo. Es la primera vez que nos
golpean estos niveles de destrucción", resume.
Shehu abre los ojos y después, habla. Lo hace, dice, por todas y
cada una de las mujeres de su región. Las que la empujaron a convertirse en
abogada en su juventud, cuando se removía cada vez que presenciaba un caso de
violencia machista. Las mismas que hoy, insiste, son "las más
golpeadas" por la guerra que desde 2009 ha forzado la huida de más de dos
millones de personas.
Con ellas trabaja en los campos de desplazados de la capital,
Maiduguri. Se empeña en que conozcan sus derechos, les explica lo importante
que es "romper el silencio" sobre los abusos que sufren para que se
haga justicia. "Las mujeres están siendo utilizadas reiteradamente como
armas en Nigeria, tanto por los militares como por los grupos
insurgentes", denuncia la letrada.
Shehu, directora de una red que agrupa a más de 100 organizaciones
sociales en Borno, ha estado en Madrid y Barcelona esta semana para participar
en varios encuentros organizados por Oxfam Intermón.
"En los campos hay
denuncias diarias de violencia"
Según estudios de la ONG, seis de cada diez mujeres dicen haber
experimentado una o más formas de violencia de género en la región. Los abusos
contra las mujeres y las niñas, desde matrimonios forzados hasta las agresiones
sexuales, se han disparado, también entre la propia población desplazada.
"Muchas mujeres son violadas en los campos donde se refugian.
Recibimos denuncias diarias de violencia, también por parte de los grupos de
defensa civiles –residentes organizados para defender sus comunidades–. Han ido
ganando relevancia y se aprovechan de su posición para violar a muchas mujeres
y niñas", relata Shehu.
Un grupo de mujeres recogiendo agua de un punto de distribución
construido por Oxfam Intermón en la comunidad de Tataverom donde miles de
personas buscaron refugio. Pablo Tosco/Oxfam Intermón
La abogada recuerda el caso de Amina (nombre ficticio). La joven,
según la activista, fue violada por un agente de policía en uno de los campos
en los que trabajaba en 2016. "No se lo contó a nadie hasta que descubrió
que estaba embarazada. Todos sabían que no estaba casada, así que no tuvo otra
opción. No pudimos hacer nada para que se hiciera justicia porque nos enteramos
tarde. Y sin pruebas, que en estos casos son cruciales, no podemos ir a los
tribunales", relata.
Por esta razón, reitera, se vuelve fundamental que las mujeres
sepan de antemano cuáles son sus derechos. "Todas las partes quieren
explotarlas sexualmente, pero lo más importante es que estas mujeres sean
capaces de romper el silencio. Es la única manera que tenemos de frenar las
atrocidades que cometen contra ellas", insiste.
Según Shehu, es muy común que, al igual que Amina, las mujeres
tarden meses en denunciar que han sido víctimas de una violación. "Se debe
a una cultura de aceptación de esta violencia como algo normal. Además, las
mujeres no hablan por miedo al estigma. Y por otro lado, nuestro sistema de
justicia es lento. Sienten que es mejor permanecer calladas a que todo el mundo
sepa su historia", explica la defensora.
Se calcula que en la región del Lago Chad más de 11 millones de
personas requieren ayuda humanitaria y más de 7 millones están, según Oxfam, en
riesgo de hambruna. De nuevo, la situación impacta de una forma especial sobre
las mujeres. "A menudo llegan a los campos tras estar capturadas y no
tienen nada. ¿Qué hacen? Hemos escuchado historias de mujeres que se ven
empujadas a tener relaciones sexuales para poder comprar comida, para poder
sobrevivir", señala Shehu.
"No solo han secuestrado a
las niñas de Chibok"
En los últimos meses también se ha incrementado el uso de mujeres
y niñas en ataques suicidas por parte de Boko Haram. Un total de 4.000 han sido
secuestradas. En 2014, tras años de violencia, Nigeria recibió la atención del
mundo cuando un grupo de niñas fueron raptadas en la comunidad de Chibok.
Para Shehu, es necesario ampliar el foco. "No solo son las
chicas de Chibok. En este momento en el que estamos hablando hay niñas que
están siendo raptadas. A diario se denuncian desapariciones. Niñas que van a
por leña y no vuelven jamás. Muchos desplazados dicen que no saben dónde están
sus hijas, sus esposas, que se las llevaron", apunta.
Haoua Ousmane, (por cuestiones de seguridad se ha cambiado su
nombre, el real es Fatima Soumaine Abakar), 40 años, tiene 8 hijos, huyó de la
isla Kaiga en el Lago Chad cuando Boko Haram invadió su pueblo. Buscó refugio
en un asentamiento en el medio de desierto llamado Yarom. Pablo Tosco/Oxfam
Intermón
La también presidenta de la Federación Internacional de Mujeres
Juristas ha denunciado ante la ONU todas las aristas de la violencia que azota
su país. Allí pidió que las organizaciones locales nigerianas contaran con la
misma protección que las organizaciones internacionales y los empleados de
Naciones Unidas. "Yo no he recibido amenazas directas, pero los riesgos
existen. He visto como muchas mujeres que eran líderes de comunidades han sido
eliminadas. Es muy arriesgado, pero lo asumimos por el hecho de estar cerca de
la gente".
Shehu cierra los ojos. Quizás piensa en alguna de las mujeres a
las que ha conocido en sus 13 años de activismo. Habla del trauma que sufren,
del miedo, del rechazo cuando regresan a las comunidades.
¿Y cómo logran ser supervivientes? "Admiro a las mujeres de
mi comunidad. A pesar de todo, son capaces de levantarse con dignidad y seguir
adelante. Pero tenemos que asegurarnos de que las niñas vayan a la escuela y
dar oportunidades a las mujeres para que puedan ganarse la vida. Una mujer
empoderada ya no es vulnerable, apoya a otras, se convierte en un modelo. Y
rompe con el círculo de violencia", sentencia.
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Mujeres iraníes & Velo
La segunda ola de la lucha de la mujer iraní contra
el velo
www.publico.es 10 02 18
‘Dojtaran-e jiyaban-e Engelab’, Las Chicas de la calle de
Revolución es el nombre dado a un incipiente amplio movimiento individual de
las mujeres iraníes contra la obligatoriedad del velo, iniciado hace un mes,
en dicha calle céntrica de Teherán.
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Es la primera vez, desde las grandes protestas de los primeros años de la República Islámica (RI) en la década de los ochenta, que la nueva generación de mujeres iraníes, nacida en la teocracia islámica, protesta de forma organizada (vía redes sociales) contra el velo obligatorio, a pesar de severos castigos previstos. Y también es la primera vez que las autoridades rompen el tabú de hablar públicamente de su fracaso en conseguir que las iraníes se sientan encantadas de tapar su cabeza para evitar que los “rayos que se emanan de sus cabellos, provoquen a los hombres”, generando caos social.
Desde instalación hace 39 años, la RI ha recurrido a amenazas, castigos y premiso de toda clase, manipulación religiosa, y gastar millones de euros en la propaganda sobre las bondades del velo a través de una quincena de organismos, y lo único que ha conseguido es poner de manifiesto una mentalidad masculina empapada de obsesiones sexuales oprimidas, y el miedo a la liberación de la mujer.
Hoy, si no fuera por el velo, la RI no tendría ninguna diferencia esencial con la monarquía burguesa y absolutista del Sha. Y esto es justamente uno de los motivos por el que se niega a ceder a la exigencia popular de libre elección de vestimenta. La RI ha enlazado su existencia con el velo. Teme que la mujer se escape de su control, y desmonte el modelo de mujer esclava sexual del esposo y madre de sus hijos, que ha desarrollado, y haga desintegrar la familia, la principal pieza que sostiene la economía de mercado y normaliza las relaciones de dominio.
Irán, el país que prohibió el velo
La prenda islámica que cubre la cabeza de las féminas se había vuelto en una reliquia en el Irán de antes del 1978. Desde finales del siglo XIX, las mujeres y los hombres progresistas iraníes exigían la supresión del velo, como el símbolo del dominio del poderoso clérigo oscurantista, enemigo de la modernidad. Bajo la presión de este movimiento, el rey Reza Pahlavi (1924-1944), un anti clérigo férreo, prohibió en 1935 el velo en el espacio público, a la vez que facilitaba la entrada de una parte de mujeres al mercado de trabajo, las universidades y la política. Con su hijo, El Sha (1944-1978), la prohibición se levantó, aunque la propia dinámica de una sociedad ansiosa de avanzar, arrinconó el pañuelo.
Su dictadura, mientras detenía, torturaba y ejecutaba a las mujeres activistas, sobre todo a las marxistas, empezó a realizar bajo el nombre de la Revolución Blanca, una serie de reformas, como otorgarles el derecho al voto en 1964 (aunque fue en 1946, bajo el gobierno comunista de Azerbaiyán, que las mujeres pudieron votar por primera vez), limitar la poliginia, proteger a los derechos de las madres, elevar la edad nupcial a 16 años, y entregar becas para sus estudios. En 1964 Irán tiene su primera mujer ministra, Farrojru Parsa (ejecutada en 1979 por al RI) y en 1976 un ministerio para Asuntos de Mujer, y una segunda y última ministra que ha tenido Irán desde entonces.
La revolución antiimperialista y democrática de Irán, sucedida en la frontera de la URSS, había sido abortada por una alianza entre los G4 y la extremaderecha anticomunista chiita. El mismo año de 1978, en otros dos países con frontera con la URSS, Afganistán y Polonia, los fundamentalistas religiosos asaltaban a sus gobiernos socialistas, gracias a la CIA y MI6.
Una vez en el poder, la primera medida legal de los ayatolás es anular la Ley de Familia para destruir los logros de un siglo de lucha feminista: la nueva ley “islámica” considera a la mujer una disminuida psíquica por naturaleza y de por vida, necesitada de tener un tutor, además, varón, para realizar infinitas gestiones; bajan la edad nupcial para las mujeres de 16 como a 9 años, legalizan la pedofilia; otorgan al hombre el derecho de tener 4 esposas e infinitas concubinas y arrebatan a las madres la tutoría y la custodia de sus hijos en caso de divorcio, convirtiéndolas en simples “incubadoras” o madres de alquiler.
Luego, ilegalizan las organizaciones feministas, la libertad de elegir la vestimenta (incluso su color, permitiendo solo el negro, marrón, gris y azul marino), el maquillaje, el uso de perfume, zapatos con tacones, zapatillas deportivas (para no poder echarse a correr ante una persecución policial), estar en el mismo espacio de trabajo con los hombres; entrar sin el velo en los hospitales, escuelas, administraciones públicas, cafeterías, hoteles, etc., privándoles de los mínimos derechos de la ciudadanía. Hasta en la Constitución, incluyen el artículo 115, afirmando que el presidente no puede ser mujer.
Las iraníes sin conseguir un reparto justo de las riquezas del país, o libertades políticas (pues, están prohibidos partidos y sindicatos no islámicos), perdieron hasta las libertades personales, al igual que todas las manifestaciones de alegría y felicidad: cada semana anuncian la detención de cientos de personas en fiestas de cumpleaños, una cena, una celebración de la historia preislámica del Irán. El poder sin control corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente y conduce a la actual situación, con una profunda crisis política, social económica y de legitimidad.
El velo ha sido una cortina de humo para ocultar su incapacidad de resolver los problemas heredados de la era del Sha con recetas del medievo. Decenas de miles de mujeres fueron detienen y torturadas, y cientos de ellas condenadas a muerte, entre ellas Maryam Firuz (1913-2008), líder comunista y dirigente de la Organización Democrática de la Mujer Iraní.
Y el velo significa….
Sobre la marcha las iraníes descubrimos que el velo no es más que un símbolo del estatus subgénero de la mujer, cuya principal misión es anunciar la entrada de las niñas de 7-8 años en el mercado de matrimonio. A partir de esta edad, se les prohíbe cantar, bailar, soltar una carcajada, jugar con los chicos, hacer deporte y entrar en los espacios de ocio, pisoteando los derechos de la infancia de las niñas. Sin duda, uno de los principales motivos del subdesarrollo de los países ‘musulmanes’ es privar la sociedad del talento, de las capacidades y de la felicidad de la mitad de su población.
La religión debe estar separada del poder. El totalitarismo islámico en Irán ya empieza a mostrar signos de agotamiento.
Cuando una sociedad pierde el miedo, sus gobernantes deben empezar a sentir pánico.
Fuente:http://blogs.publico.es/puntoyseguido/4659/la-segunda-ola-de-la-lucha-de-la-mujer-irani-contra-el-velo/
La acción de protesta, por la
que han sido arrestadas al menos 29 mujeres, consiste en subir a un poste y
agitar los velos arrancados atados a un palo. Han sido castigadas a pagar una
multa equivalente a 10.000 euros, y una pena de cárcel hasta dos meses. Se
trata de la continuación de las campañas del año pasado de ‘Libertades
silenciosas’ y ‘Los miércoles blancos’ en las que las mujeres se quitaban el
velo o se ponían uno blanco.
Los mecanismos de
someter
El ataque de los hombres con
barba llamados ‘Hezbolá’ (Partido de Dios), y armados con ácido, cadenas de
hierro, puños americanos, y dagas a las mujeres sin velo empezó a partir del
cuarto mes después del inicio de las manifestaciones contra el Sha en 1978.
Fueron ellos, los primos de los ‘Cabeza rapadas’ europeos, quienes sustituyeron
las consignas iniciales de “Libertad, Justicia social e independencia” por las
de “Dios es grande” o “Ya heyab, ya tizab” (o el velo o el ácido) y otras de carácter
religioso.
El castigo a las
infractoras del velo obligatorio también ha sido de corte medieval: desde
introducir la cabeza en cubos de cucarachas y pegar el velo a sus frentes con
chinchetas, hasta golpearles con decenas de latigazos y prisión. Durante el
mandato de Ahmadineyad, la policía informaba con orgullo detener cada día y
solo en Teherán a un promedio de 150 mujeres por el ‘mal velo’ y abrir
expediente para otras 1500. Decenas de mujeres se han quitado la vida por la
humillación pública a la que fueron sometidas, y otras como la doctora Zahra
Bani Yaghub “fueron suicidadas” la misma noche de su detención en septiembre
del 1998.
Definitivamente, Jomeini que se había disfrazado de Mahoma, el
profeta de los árabes del siglo VII, y había confundido de tiempo y del lugar.
Dividió la sociedad entre hombres y mujeres o fieles y apóstatas, que no entre
ricos y pobres, mientras resucitaba las leyes semitas de lapidación y talión, y
latigazo en mano se puso a castigar millones de iraníes desobedientes,
aturdidos que pronto se desengañaron: él no representaba la teología islámica
de liberación.
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“En las carreteras italianas hay cien mil prostitutas, 70-80 mil
son africanas, las otras provienen de Europa del Este, América Latina y China.
Todas son víctimas de un sistema que esclaviza a las mujeres, son violadas
física y psicológicamente”. Sor Eugenia Bonetti, misionera de la consolata.
“La mayoría de las víctimas provienen de África y, en
particular, de Nigeria -continúa-. Casi todas son menores de edad y
analfabetas. Creen que en Europa encontraran un lugar de redención para su
pobreza. Por esta razón cruzan el desierto y el Mediterráneo, entre
sufrimientos y dificultades inauditas. Pero esto no crea compasión en los
traficantes que, apenas llegan, las obligan a venderse”. En los últimos años,
antes de llegar, también son violadas y embarazadas. “Los protectores,
– explica la Hermana Eugenia -, saben que las migrantes embarazadas gozan de
caminos más fáciles para obtener permisos de residencia. También saben que
muchos clientes de prostitutas piden chicas embarazadas. Esto muestra la
aberración del tráfico, la violencia de los traficantes y la mezquindad de los
clientes”.
No se trata solo de violencia física sino también psicológica.
Las nigerianas son obligadas a someterse a rituales vudú que las unen a los
protectores. “Las chicas – observa la Hermana Eugenia – no tienen instrumentos
culturales para resistir a estos rituales. Realmente creen lo que se les dice.
Además, sufren palizas diarias y amenazas de violencia contra sus familias de
origen. Por estas razones, tienen miedo de liberarse de los protectores”.
La prostitución en Italia tiene una facturación estimada en 32
mil millones de euros. Un capital que resulta atractivo para las mafias
italianas que colaboran con los nigerianos. Para contrarrestar este fenómeno,
las congregaciones religiosas, Cáritas y las asociaciones laicas han organizado
una red de trabajo para ayudar a las víctimas de la trata. “Desde los años
noventa – concluye la Hermana Eugenia -, muchas comunidades religiosas han
comenzado a acoger a las chicas nigerianas que huyen de los traficantes.
Las hemos ayudado desde el punto de vista médico y psicológico.
Las hemos ayudado a estudiar e integrarse en nuestra sociedad. También las
hemos ayudado a regresar a casa en los últimos años. Para ellas, organizamos
proyectos ad hoc y las recibimos en dos casas, una en la ciudad de Benin y otra
en Lagos.
Trabajamos en estrecha colaboración con las hermanas locales en
un trabajo que está dando excelentes resultados. Aquí en Italia necesitamos un
mayor compromiso en las comunidades cristianas para sensibilizar a las personas
sobre el tema de la trata. Esperamos que esta jornada sirva para abrir una reflexión
sobre la explotación”.
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LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y EL CLIMA QUE LA SUSTENTA (Cristianos de base)
La violencia contra las mujeres es una
violación de los derechos humanos, perpetuada durante siglos y manifestada de
diferentes formas, dependiendo del contexto. Se produce en todos los ámbitos de
la vida y a cualquier edad.
Las violencias machistas han sido
sistemáticamente invisibilizadas, silenciadas y en buena medida, asumidas por
la sociedad, hasta el punto de convivir y tolerarlas y hasta justificarlas. En
España llevamos contabilizadas casi 1000
mujeres asesinadas en 14 años, 40.000 denuncias por violencia de género al año.
En el 2017 han sido asesinadas cincuenta
y cinco mujeres y cinco hijas e hijos de
éstas, dentro de su entorno familiar. A ello hay que añadir los casos de
violaciones forzadas recurrentes. Se sabe que, aún sin tener en cuenta las que
se producen dentro del entorno doméstico, que no suelen denunciarse, más de un
millar de mujeres al año son violadas en España, lo que significa que una mujer es violada cada ocho horas.
Estos datos son un claro
exponente de una tolerancia social generalizada ante este tipo de violencias
ejercidas contra las mujeres, en un contexto de deficiencias e inacciones por
parte de las instituciones que, debiendo garantizar los derechos de todas las
ciudadanas, responden con pasividad, sin políticas adecuadas, sin los medios
necesarios, y sin el mínimo síntoma de que el tema les preocupe seriamente.
No se puede decir que la sociedad
desconozca estas agresiones, sino que está instalada en la cultura dominante
como algo “que pasa”, que la sociedad tolera, y cuando menos, simula que no se
entera de lo que ocurre a su alrededor. Solo una minoría es consciente de ello
y está horrorizada: es la que se manifestó en Madrid y en otras ciudades el
pasado 25 de noviembre al grito de ¡nos
queremos enteras!
España, históricamente ha
generado una fuerza simbólica, religiosa, cultural y política muy fuerte que ha
ido penetrando en la sociedad. La idea que la jerarquía de la I.C. tiene sobre
las mujeres, es que somos seres inferiores y que nuestra naturaleza y destino
es el de la maternidad. Las diferencias biológicas son invocadas para validar
el destino de las mujeres y reducirlo al ámbito doméstico. Nuestra corporeidad,
nuestros deseos, nuestra autonomía, nuestras decisiones son ignoradas por la
jerarquía católica, misógina y patriarcal. Para ellos
somos mujeres para parir, criar y cuidar de la prole, madres abnegadas, esposas
complacientes y sumisas, hijas y hermanas obedientes y todo ello como Dios
manda. A título de ejemplo, unas cuantas
frases en boca de algunos prelados:
Arzobispo
de Granada: “cásate y sé
sumisa”, o “matar a un niño indefenso (así habla del aborto) da a los hombres
licencia para abusar del cuerpo de la mujer”
Monseñor Rouco Varela: “la verdadera familia se basa en un
varón y una mujer, amándose hasta la muerte”.
Arzobispo de Tarragona Monseñor Jaime
Pujol: “a quien tienes que cuidar más es a tu marido: Él es el niño
más pequeño de la casa”
Cura Párroco de una iglesia en Tarragona: “a las mujeres les corresponde estar en casa y ser sumisas con los hombres…, como
MARÍA”
La jerarquía de la I.C es el
sustento del sistema patriarcal y heterónomo, responsable de generar culpas y
miedos, negando derechos y libertades. Por ello, los cristianos de base
sentimos la urgencia de levantar la voz y hacer una denuncia pública, radical y
clara de esta lacra social que la
Iglesia institucional silencia, tolera e incluso practica en sus propios
ámbitos intraeclesiales, repitiendo consignas moralistas heredadas del pasado,
dirigidas muy fundamentalmente al ámbito doméstico, para fomentar en las
mujeres la docilidad y la sumisión, en aras de una mejor convivencia, y a beneficio
de la unidad familiar, siempre sagrada y al precio que sea.
Los jerarcas de la Iglesia
Católica, y el clero en general, salvo una minoría, continúan practicando una
política de exclusión de las mujeres, considerándolas subalternas en todos los
ámbitos, incluidos los propiamente eclesiales.
Y cuando hablan, lo hacen con
demasiada frecuencia enarbolando discursos tan reaccionarios como el que
subyace tras eso que los obispos llaman “ideología
de género”, que no es otra cosa que un arma para desautorizar y
deslegitimar las diferencias afectivo-sexuales de las personas LGTBI y de
despreciar así sus derechos y los de las mujeres, favoreciendo la
discriminación y el clima de violencia de género existente, que unas y otras
siguen padeciendo.
Como Comisión de Laicidad de
CCBM, ante esta situación solo podemos decir alto y claro: ¡¡BASTA YA!! Basta
de ser cómplices del silencio frente a las violencias machistas, cuales quiera
que sean. Tomemos conciencia de las desigualdades y discriminaciones existentes
y exijamos políticas públicas, recursos y profesionales cualificados para la
erradicación de las violencias machistas y de las agresiones contra las
mujeres. Basta de discriminaciones en el orden laboral,
educativo y civil. Basta ya de exclusiones en el ámbito del sacerdocio, del
gobierno de la Iglesia, y los ministerios eclesiales. Basta ya de violencia
contra las mujeres, se exprese como se exprese y donde se exprese. Este es nuestro grito.
Comisión de Laicidad de CCBM, Madrid,
Enero 2018
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