Cumplo mis primeros 90
José María García
Mauriño
9 de agosto de 2019
Mi testamento espiritual:
Tres mensajes:
-
mensaje de la edad
avanzada
-
mensaje de Bondad
-
mensaje de Rebeldía
1,. Mensaje de la edad avanzada
Haber cumplido los 80 se puede decir
que es una edad avanzada, pero haber cumplido los 90 es haber entrado en una
edad superavanzada. Por primera vez en
mi vida he cumplido 90 años. Es la primera vez que acumulo 90 años de juventud.
A esta edad se piensan muchas cosas, por ejemplo, si desde que se nace, la
autenticidad y profundidad de la persona radica en el ser, más que en el hacer, a cierta edad de la vida, la esencia de la persona está
ya plenamente en el ser. Pero el Ser
está configurado por el hacer: somos lo
que hacemos es una sentencia de Ortega y Gasset. Somos ahora, a la edad avanzada, lo que hemos ido haciendo a lo largo de nuestra
existencia.
El hacer se va dejando para las
nuevas generaciones, que lo necesitan y lo pueden hacer mejor. Saber dar acceso
a la juventud desde esta conciencia y disposición interior, es importante Saber
hacerse a un lado, y no pretender seguir con ciertas tareas que se las dejamos
a los jóvenes, es un acierto de la edad de la sabiduría. Esta disposición me
lleva a vivir en libertad y armonía con mi ser más profundo; a habitar el fondo
insondable de mi tierra, mi yo más
intimo. Y, es desde esta conciencia como vivo con gozo la propia edad, con todo
lo que ella conlleva de riqueza, pobreza y limitaciones. A mi edad veo muy mal
y oigo peor, son mis limitaciones. Yo cambio de ritmo, pero no de camino, continúo por la senda de
la opción por los pobres que ha guiado
mi vida entera.
En la avanzada edad las fuerzas
físicas disminuyen, la energía y dinamismo no es el mismo de la juventud; todo
se realiza a paso lento, con un ritmo más bien pausado, acompasado, armonioso,
melodioso; se terminó el ritmo estridente, rápido y a veces discordante; para
dar paso a otro, mucho más suave y armonioso. En la avanzada edad se da una
belleza que ni la persona misma ha llegado a descubrir, y mucho menos los que
la rodean. Aprender a vivir la belleza de las distintas etapas de la vida es
señal de madurez, de un buen equilibrio mental, humano y espiritual.
Las notas de la avanzada edad son
más armoniosas, porque la vida ha ido modelando el ser más profundo de la
persona, redondeando las esquinas y picos que hacían que la vida reprodujese
muchas notas discordantes, rompiendo la armonía, el equilibrio y la belleza de
la “pieza”. Pues la vida es como una partitura de música que aprendemos a
reproducir las notas a lo largo y ancho de nuestra existencia. La nota esencial
de la vida será la muerte, asumida desde la libertad de la vida. El sentimiento
de que soy una creatura limitada, finita, es el acto de mayor libertad, la nota
más armoniosa y justa que podemos cantar…Aunque el “canto” sea de un hombre
mayor que apenas puede ver y oye muy mal.
El tiempo no es oro, el tiempo es vida, el tiempo
es historia, El Tiempo es algo más que el oro, algo que ni se compra ni se vende, se Vive. El
tiempo no es dinero, el tiempo son
vivencias, experiencia, sentimientos, ideas, lucha por la vida y movimiento. El
movimiento que tanto asusta al poder. La vida que florece, la vida que se impone, la vida que
estalla y grita y piensa y siente,
asusta al poder que nos prefiere callados, quietos, como muertos. El poder nos
quiere asustados. El poder nos asusta para dominarnos. Frente al miedo
retorcido que retuerce las palabras y
nos retuerce el cuello, hay que oponer la valiente sencillez y claridad
de ideas y la sencilla pero difícil tarea como es la libertad de pensamiento. Sin libertad de pensamiento, la
libertad de expresión y la democracia,
no valen nada, Yo lo he recordado en
múltiples ocasiones; el mandato latino de Horacio que Kant divulgó como lema de
la Ilustración :
".Sapere aude" Atrévete a pensar, ¡Piensa por ti mismo! Y si te atreves a pensar, te atreverás a vivir. Solo el
que se atreve a vivir, puede llegar a
vivir con libertad. La vida es el arte de vivir, somos “artesanos de la vida”, Se trata de salir de la minoría de edad para pasar a la edad madura.
La libertad es un don de la avanzada
edad. Un fruto que va madurando en el transcurso de la existencia y que se
recoge con gozo y alegría al atardecer de la vida, como quien se encuentra con
un gran tesoro. La libertad es el tesoro más extraordinario que la persona
puede adquirir. La naturaleza nos ha
proporcionado la libertad, esa libertad interior que siempre lleva a obrar el
bien y a amar en plenitud, sin miedos. Y también a actuar con justicia y
equidad, a ser lo que realmente soy sin caretas, sin armadura que me desfigure.
La libertad va unida a la autenticidad, a la verdad.
También es la edad de la fe profunda, la que deja a un lado las
“seguridades” intelectuales, para dar paso a la confianza plena en Jesús,
fiarse de él, a pesar de la oscuridad y las dudas. Estamos en las
manos de Dios. Esta es la edad
del creyente, es decir, de mi fe en
Jesús y en el mensaje subversivo de
Jesús, del que me fío y confío más que en mis propios razonamientos. Y en esta
avanzada edad se posee un “patrimonio” unificador, el cual da seguridad, paz,
confianza y gozo de la misión cumplida, del compromiso realizado. Con la edad
madura todo se va unificando, para vivir en paz, la entrega, la libertad y el
amor.
2.- Mensaje de Bondad
Lo
importante es restaurar la
BONDAD en el mundo. Hay mucha maldad en el mundo, hay mucha
injusticia. Ser buenos, es ser buenas personas y esto comporta una exigencia ética. “El
principal talante ético es la bondad” –escribía A.Machado-.La bondad es una
actitud vital ante la vida, una actitud alegre, una vida sencilla que hace cosas
sencillas, ordinarias, cada día. Pero haciéndolas de forma extraordinaria puede
cambiar el mundo, decía Galeano.
Significa no perder nunca el ánimo, no perder nunca la esperanza. Significa
defender siempre los derechos humanos, preocuparse por humanizar la justicia,
quitar el hambre en el mundo, defender siempre la libertad y los valores éticos
fundamentales.
La bondad es incompatible
con el capitalismo: porque es una opción
de vida y el sistema es un sistema de
muerte. Quero un mundo donde la bondad sea tan fuerte que sea capaz de acabar con las guerras y con el hambre en todo el planeta. Una bondad atravesada por la Justicia y empapada en el compromiso por los
Derechos Humanos, es una conducta solidaria y liberadora, y es propio de una
buena persona.
Una bondad que toma parte y
partido por los más débiles y excluidos de la sociedad, es sin duda lo propio
de una buena persona.
Una bondad llena de compasión
por el sufrimiento humano, desobediente con las leyes injustas, es propio de
una buena persona.
Una bondad que es incapaz de
hacer daño a nadie es propio de una buena persona.
Una bondad que sabe perdonar siempre cualquier ofensa,
es propio de una buena persona
Una bondad que se acepta como la
mejor persona, amiga y compañera de sí misma en esta vida, es una persona muy
madura
En definitiva, una bondad
que supera la mediocridad de la mayoría.
La bondad es compasión en el sentido profundo del término,
y está transida de indignación ética, ya que la conmoción interna experimentada
(esa es la indignación ética) se traduce en una exigencia ineludible contra la
injusticia y sus causas. La indignación ética percibe como intolerable el sufrimiento
humano y reacciona frente a él, no se queda de brazos cruzados. Esta compasión,
este padecer-con, siempre apuesta por el cambio transformador.
Decimos esto porque el término “bueno” puede dar lugar a equívocos. Ser bueno
de verdad tiene un carácter rebelde y desobediente frente al orden establecido.
La bondad no se predica, ni se enseña, ni se impone. La
bondad se contagia. El que es bondadoso/a, crea un clima de bondad. Y eso
cambia la vida. La de uno. Y la de los demás. Ser siempre bondadoso, reconocer
los propios límites y las propias contradicciones. Sólo así podremos hacer que,
pase o no pase la crisis, viviremos mejor. Y nos sentiremos mejor.
Ya sé que
esto no es la panacea universal. Sería ingenuo pensar que sólo con el
“buenismo” se arregla el mundo. No. Entre otras razones porque la bondad lleva
consigo no quedarse callados y pasivos cuando uno ve sufrir, y sufrir tanto, a
los más débiles. El que se calla, en tales condiciones, no se distingue por su
bondad, sino por su cobardía, por su miedo, por intereses inconfesables. Eso no
es bondad. Eso da vergüenza verlo, sufrirlo y hasta pensarlo. Porque, es un
hecho, la bondad es lo que más nos asusta y hasta nos desconcierta.
No
tiene nada que ver con ese dicho que “todo el mundo es bueno” (tó er mundo é
güeno) o con ser un “bonachón”. Juan XXIII era el Papa “bueno” pero armó un
escándalo con el concilio Vaticano II. No se trata sólo de ser mejores, de ser más buenos; lo que se pretende es organizar la convivencia para que todos y todas seamos capaces de ser felices.
No es nada fácil tratar de ser buenas personas en una sociedad que se rige por
códigos capitalistas.
A
Jesús no lo mataron por ser “bueno”: lo mataron porque estorbaba, denunciaba a
los que mantenían las injusticias y entró en un duro conflicto con los
dirigentes políticos y religiosos. Sólo podremos hablar de bondad, si asumimos
la tarea ética de luchar contra este (des)orden establecido por quienes se
empeñan en mantener un mundo en el que sólo unos pocos viven muy bien, mientras
una inmensa mayoría malvive o muere lentamente.
3.- Mensaje de rebeldía
Este es mi mensaje: Jesús dijo no podéis servir a Dios y al
dinero. Yo he optado por servir al Dios de la vida y de la libertad y rechazar
al dios del dinero, al dios del capital,
que es el reino de la muerte y de la
esclavitud.
Quiero mantener siempre vivo el espíritu de rebeldía frente a
este sistema de muerte, que es lo mismo que luchar y gritar el derecho de los
pobres para vivir con dignidad. Es decir, exigir el derecho de los empobrecidos
a tener una propiedad privada de unos bienes necesarios que les permita tener
lo indispensable para una vida humana, como pueden ser: el trabajo, la vivienda,
la alimentación, sanidad (médicos y medicinas),
cultura (que todo el mundo sepa
leer y escribir, ocio, tiempo libre).
Cuanto
mayor voy siendo, me siento más rebelde, porque sin duda veo la injusticia con
mayor claridad. Soy un antisistema, (y no lo digo gritando y con el puño levantado,
sino sencillamente pero con voz firme e inalterable). Soy un inconformista, un
insubordinado de este mundo insostenible. Insisto en la necesidad de disentir,
de desobedecer, de oponernos con justicia y con valentía a este capitalismo
depredador, este modelo injusto. No nos podemos
rendir. Creo que tenemos el deber de
vivir. Tenemos el deber de pensar libremente.
Tenemos
también el derecho, el derecho que nos
niegan quienes deberían garantizar ese derecho. Pero no se puede negar la vida,
La vida vence. La vida empuja. La vida
crea. Otro mundo no solo es posible, es seguro.
Cuesta aprender a vivir, es decir, amar la vida sobre todas las cosas, la vida
digna, la vida humana, humanizadora y
humanizada, una vida que reúna la humanidad, el bienestar y la justicia suficientes para ser merecedora
de tal nombre. Se trata de la
apasionante tarea que es vivir, aprender
a vivir, que la vida puede sobre
el silencio, la palabra sobre el ruido, el pensamiento sobre la sinrazón, la
humanidad sobre el capital.
Esta
es la edad de la fortaleza, de la
serena rebeldía, de la audaz sensatez, de saber decir que NO a este sistema
depredador y decir que SÍ a la solidaridad con los excluidos de este mundo.
Madrid 9 de agosto de 2019
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